El Cilindro de Marboré (3.328 m)
Domingo, 21 de septiembre de 2014
En nuestro trato con la montaña no nos gusta hablar de enfrentamiento ni de competencia, sino de colaboración. Si pensamos en la montaña como algo a lo que enfrentarnos, como algo a lo que vencer, sí, probablemente lo hagamos, pero si no reparamos en que eso ocurre si ella quiere, estaremos perdiendo una oportunidad de mostrar nuestra humildad ante ella y sus poderes. Grandes poderes. En ocasiones, mortales poderes. Con la misma humildad que sentimos su indispensable colaboración, para ponerla bajo nuestros pies en la mayoría de ocasiones, tenemos que tomar la decisión de saber renunciar cuando no está por la labor. Cuando elije la complicidad del mal tiempo en lugar de la nuestra, hay que saber abandonar y no forzar ninguna situación. Nadie vence cuando se consigue, y nadie vence cuando no. Tampoco nadie sale derrotado, de ahí la importancia de ese momento, de ese preciso momento, de ese punto de inflexión en el que ves que la cosa se pone fea y no se consigue arrancarle una sonrisa a esa montaña, sonrisa cómplice, sonrisa imprescindible para auparnos a ella.
El día no engaña |
Cuando la montaña dice no. De todos modos, si bien es cierto que no hemos llegado hasta la cúspide de la bóveda catedralicia, sí lo hemos hecho hasta el arranque de esa cúpula. No hemos llegado hasta la cabeza, pero sí hasta el hombro. Con Sara, Ástrid, Javier, José Antonio, Milagros, Marisa, y la ayuda técnica de Ignacio, en una nueva salida de la Sección de Montaña del CP Mayencos, hemos llegado hasta ese hombro, incluso hasta superar esa primera dificultad que es la chimenea, donde un empeoramiento drástico de tiempo, nos hace tomar la decisión de no continuar y de comenzar ya el descenso.
En los primeros compases |
Esa es la conclusión. A continuación los detalles. Ante la imposibilidad de pernoctar en Góriz, nos presentamos en Nerín a las siete de la mañana, con el consiguiente madrugón. Horacio tiene el bus estropeado, y hace los viajes con un microbús, en el que todos no cabemos, de modo que tenemos que esperar a que baje a por nosotros. Nos dan las ocho de la mañana salvando sobre ruedas los 900 metros de desnivel hasta ese lugar próximo a los miradores donde nos deja. La cosa pinta mal. Una enorme masa de negros nubarrones tiene abducidas a las Tres Sorores extendiéndose por el mundo Marboré, dejando libre la Punta de las Olas y el cordal este del collado de Añisclo, la Suca y las tres Zucas, no dejando pasar el sol, que intentarlo lo intenta, viendo sus reflejos allá por donde se va cuando se ve empujado por la noche. Es una estampa muy poco habitual, la de ver su luz que se abre paso por encima de las nubes y alumbra el oeste a través de unos claros que son nuestra esperanza de hoy.
Nuestro caminar por el mismo contorno del parque nos permite una mirada de altura, mirada serena, por ese fondo de valle, por ese nacimiento del Arazas a partir de la Cola de Caballo que quieta en su lugar va dando apresurado paso a esas aguas que habiéndose generado a partir de nubarrones como los que nos amparan, bien huyen hoy de estos. Al contrario que nosotros, que vamos a por ellos. Veremos.
Progresando entre fajas |
Nos dirigimos al mundo Arrablo, porque así se llama también la Punta Custodia, cuyas faldas nos dan paso para posicionarnos ya frente a ese collado de Arrablo, o Superior de Góriz, debajo de la Torre de Góriz, o también Morrón de Arrablo. Hora y media hasta aquí. Y del mundo Arrablo, al mundo Góriz, para acortar por encima del refugio, salvando ya un cierto desnivel y metiéndonos en el circo, esa enorme cubeta glacial que en la retirada de esos eternos hielos ha dejado al descubierto grandes extensiones habitadas por fantasmagóricas ciudades de piedra.
Momento cadenas |
Seguimos teniendo el marrón encima, y las pocas aberturas que nos ofrece el vaivén de las nubes nos esperanza, pero no deja de ser un espejismo, el temporal se va consolidando con el día. En veinte minutos nos presentamos ante un corto tramo de pared en el que hay que echar las manos. Pues se echan. Y en tres cuartos de hora más llegamos a una pequeña travesía horizontal, en la que una cadena nos ayuda a cruzarla. Seguimos. Más subida, más platós, hasta que llega el definitivo. Tras superar el último murallón nos encontramos ya en la cubeta donde vive el Lago Helado del Perdido, a casi tres mil metros, que hace de pivote entre las subidas al Perdido y al Cilindro de Marboré. Estamos en el mismísimo seno de las Tres Sorores, entre dos de ellas, quedando el Soum de Ramond, o Pico Añisclo, alineado por el este con el Perdido. Un pico éste último que goza de ver por debajo de sí a todos los demás, estando en el centro de un larguísimo cordal que va desde los Gabietos, que se asoman a Bujaruelo/Gavarnie, hasta las Tres Zucas o Tres Marías, que lo hacen a Pineta y a las faldas que rinden a San Vicenda.
Al mal tiempo buena cara |
Preparándonos para la faena |
Progresando por la chimenea |
De bajada |
Las fotos, en:
El track, en:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7853729
volvemos a revivir las risas, el buen rollo del pasado domingo , gracias a este blog, GRACIAS CHEMA!!!!, me lo he vuelto a pasar fenomenal, desde luego no se cómo no nos parecía que hiciera tan mal
ResponderEliminarEso son las ganas que tenemos de sobreponernos a las situaciones. Se llama entusiasmo, y las gentes de las montañas lo tenemos a raudales... como tú. Gracias, Cacatúa.
Eliminar¡Tan cerca del objetivo! Sois unos valientes con las previsiones que hacían... No importa porque el cilindro seguirá ahi. A ver si la próxima vez que vayáis lo puedo hacer. Ánimo campeones.
ResponderEliminarGracias Isidro. A ver si te recuperas y lo intentamos...
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