El Aneto (3.404 m)
Domingo, 7 de septiembre de 2014
Todo en esta vida tiene dos
caras. También la codicia, la avaricia. Vamos a centrarnos en lo bueno, porque
lo malo ya nos lo recuerda a cada momento esa que se cree la dueña de nuestra
conciencia. Y el aspecto positivo, y copiamos la 2ª acepción del Diccionario de
Lengua Española de la RAE, no es otra cosa más que ese afán, esas ansias, de
desear cosas buenas. Y ya teníamos ganas de encontrarle una virtud a tan
denostado defecto. Sí, porque no sólo hay que hablar de objetos, de bienes
materiales, no, precisamente esas “cosas buenas” rehúyen de todo eso. Las
“cosas buenas” esencialmente son momentos, lugares... Momentos vividos con
personas con las que te une un conocimiento, una amistad, pero fundamentalmente
el compartir esta irrefrenable pasión por el mundo de las montañas, y esos son
los lugares.
En Benás, la víspera |
En las montañas se encuentra la
libertad física y del espíritu. En las montañas se encuentra uno con la
verdadera dimensión de ese mundo natural que nos pone a cada uno en nuestro
sitio. En las montañas se encuentran esos lugares extremadamente bellos que
tanto admiramos. En las montañas se encuentra el lugar y el momento para, con
profundo respeto, poder alzarnos sobre sus más altas cimas e intentar
comprender por qué están ahí, qué las hace empinarse hacia arriba, hacia lo más
alto, como los brazos de un niño buscan a los de su madre. Y si es algo que
ocupa nuestra mente y nuestro corazón cada vez que nos aupamos a una de ellas,
con más razón cuando lo hacemos sobre la más de todas ellas, sobre la más alta entre
ellas, sobre la que más amplifica, si cabe, esa experiencia mística que
representa siempre el subir, subir y subir.
En un momento de la progresión |
Con Sara, Silvia, Ástrid, Juan,
Rafa, Paco e Isidro, con la ayuda técnica de David, y por un itinerario poco
habitual, hemos culminado la cima de las cimas. Con su permiso, hemos hecho pie
en su majestad el Aneto, que con sus 3.404 metros de altitud se alza como el
punto más alto de la cordillera pirenaica. Hemos realizado, decimos, la consecución
de una de las salidas programadas por la Sección de Montaña del CP Mayencos
para la presente temporada. Sí, comenzamos la recta final del verano subiendo
al gigante de los gigantes por el inconmensurable mundo Coronas, otrora
indiscutible glaciar, que al retirarse ha dejado al descubierto un amplísimo
circo abierto al sur, con una enorme suma de tarteras, ocupadas por una
sucesión de ibones como grandes ojos de mirar infinito, cuyo húmedo lacrimal
destila sin cesar esas gélidas aguas por encima y debajo de un excesivo mar de
bolos de granito que hacen agudizar la atención, mejorar el equilibrio y
reforzar los tobillos.
Nuestros precursores (heraldo.es) |
Desde la antigüedad, siempre se
han asociado a las montañas y sus altas cimas con las divinidades, y ésta que nos
ocupa no puede ser menos, naturalmente. Leemos a Santiago Broto, que tanta
profusión literaria sobre el Pirineo nos ha dejado, lo que nos dice sobre el
propio nombre de Aneto. “La más remota
tradición suponía que este monte era la residencia de un dios, cuyo nombre
sirvió para designarla; se cree que para los íberos, el Sol era el dios Neto, y
según esto, los habitantes del valle acabaron llamándolo La Neto, con su
evidente transformación posterior”. Otros autores, como el francés Reboul,
en 1817, lo deriva de la población Néthou, la última aragonesa regada por la
Noguera Ribagorzana, antes de entrar al valle de Arán.
Primeras visiones del Aneto |
Muchas rutas suben a la cima. Todas son largas, pero tanto la normal como ésta, no ofrecen grandes dificultades, a excepción de la
cresta cimera, el llamado Paso o Puente de Mahoma, que para atravesarlo es
necesario extremar la precaución. Franqueville, en su relato de 1845 decía al
respecto: “Estamos separados del pico por
una arista extremadamente aguda; a la derecha, bajo nuestros pies, se abre un
abismo en cuyo fondo se despliega el glaciar de Coronas y las aguas negruzcas
de su lago; a la izquierda, a una profundidad un poco menor, la porción
oriental del glaciar del Aneto desciende con una inclinación pronunciadísima.
La cúspide de esta arista está cubierta de granitos disgregados por la helada o
dislocados por el rayo, y muy peligrosos, a causa de su poca estabilidad. Sin
embargo, ese puente de Mahomet es la única vía que se nos ofrece para llegar al
fin tras el que vamos desde hace tanto tiempo”. Sin que hayan disminuido
los riesgos, evidentemente, esta visión ciento setenta años más tarde se queda
un tanto obsoleta, pero habría que añadir que hoy en día un nuevo factor se
suma, y es lo pulidas que están las presas donde echar las manos, debido a la
gran masificación que padece este lejano y altivo rincón del Pirineo.
Hoy es nuestra montaña. Hoy es
nuestro momento. Vamos con los detalles. Nos acoge Benás la víspera entre
tormentas y amenazas de pocos cambios, sin embargo una luna casi llena se alza
sobre Sarllé (en patués Benasque y Cerler, respectivamente), que alumbra un
firmamento completamente limpio de esas amenazas. Pocas horas más tarde, ya la
tenemos paseando a lomos de la Sierra de Chía, con intenciones de irse a dar
lección a otra parte. Son las cuatro de la mañana cuando eso ocurre, y tras ese escandaloso madrugón, nos dejamos mecer por el bus a través de la pista que
cuelga sobre Ballibierna hasta sus mismísimas entrañas, hasta Puente Coronas, a
casi dos mil metros de altitud.
Restos del fogonazo una hora más tarde |
Seis de la mañana. La noche
duerme, y entre sus sueños nos deslizamos hasta que lentamente, muy lentamente,
va dejando abrir sus párpados mostrándonos la belleza inigualable de estos
mares de granito salpicados por los ibones de Coronas, verdaderas reliquias
glaciales que pacientemente han ido abriéndose su hueco en el paisaje. No tan
lentamente ha sido el sobresalto producido en los cielos por un gran fogonazo
muy cercano, hacia el NE, y que deja una larga y duradera estela, que se
convierte en una nube plomiza, que tarda alrededor de dos horas en disolverse.
Todavía de noche, nadie habíamos visto nada semejante. Luego nos enteramos de
que fue un llamado “bólido o bola de fuego”, como lo denomina la Red de
Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, perteneciente al CSIC, y del que dice
ser “partículas de origen
interplanetario, que penetran en la atmósfera terrestre a velocidades
comprendidas entre 11 y 73 km/s. Tales partículas son rocas desprendidas de
asteroides, cometas o, más raramente, pueden ser incluso rocas de la Luna o
Marte”. Éste, que ha caído sobre Cataluña, ha sido registrado por el citado
instituto como el “SPMN070914, 04h56m46.7±0.1s T.U.C.”, y es que,
efectivamente, fue avistado cerca de las siete de la mañana, desde puntos muy
lejanos del territorio nacional.
En el Gran Hito |
La emoción por semejante destello
en una noche a punto de dejar de serlo, nos ayuda a sobreponernos al murallón
que media para alcanzar el plató donde se asienta la Pleta o Ibonet de Coronas,
el primero de todos ellos, que vamos pasando impenitentemente. Cuatrocientos metros de desnivel más, y el
Ibón Inferior lo dejamos a nuestra derecha. No confundirse con los hitos que
nos llevarían a la Cresta de Llosás, otro itinerario que lleva a la cumbre del
Aneto, pero más técnico. Mucho más que el Paso de Mahoma que se elude.
Preparándonos para cruzar el nevero |
El Ibón Medio de Coronas, el más
grande, se queda a la izquierda, y le sirve de espejo al Aragüells, una
pirámide de gran porte, que con sus 3.037 metros de altitud es la última cima
que sobrepasa la mítica barrera, y desde la que se va descolgando la divisoria
de Coronas con Cregüeña hasta el mismísimo pico de Estatás, que hace de pivote
entre Ballibierna y el principal, encima ya de Plan de Senarta.
Superado el collado |
Enseguida alcanzamos el Ibón
Superior de Coronas, que lo dejamos a la derecha, enfilándonos ya hacia ese
collado, hacia esa puerta que como otras, comunica el norte con el sur de este
extraordinario cordal de los Montes Malditos, que ya están siendo visitados por
unas nubes que también gustan de estas alturas. El pronóstico para hoy no era
el mejor, y peor que la falta de visibilidad serán las tormentas que se vayan
formando por la tarde. Veremos.
Circo de Coronas |
Dos horas y media largas para
superar ya todos los ibones de este extenso circo, y otra hora más para
toparnos con el primer nevero, que dada su escasa inclinación pasamos bien.
Continuamos. Son las diez cuando nos vamos acercando ya a la base de la corta
muralla para subir al collado, y nos encontramos con el último nevero antes de
llegar a él, que ya nos pide a gritos que lo acariciemos con pinchos. Y ya sin
quitárnoslos acometemos la subida a este collado, a tramos por piso muy
descompuesto, y que nos da vista al mundo norte del macizo, con su comatoso
glaciar, al que nos incorporamos para rematar esta ascensión.
En la antecima, con los preparativos |
Poco más de cinco horas para
llegar a la antecima, donde la indecisión quiere ganar la partida. Una partida
que ya venía hace horas, por no decir días, preparando, colándose a hurtadillas
por entre las neuronas de algunas personas más llevadas por el mito que por sus
propias potencialidades. Pero no, no lo permitimos. Esta partida la ganamos con
decisión y aplomo. Con confianza en el cordón umbilical unos, y sueltecicos
otros, pasamos el Puente de Mahoma, para llegar hasta la mismísima cima del
Aneto, un paso definido como el purgatorio necesario para alcanzar el paraíso,
esa única cumbre pirenaica capaz de mirar por encima del hombro a todas las
demás, y no por dificultad, pero sí por su altura y belleza.
Al norte, vertiente de Barrancs |
Dentro de ese paraíso se
encuentra el que, coincidiendo con nuestra llegada, Eolo se ha hecho cargo de
los nubarrones que se habían instalado por aquí, lo que nos permite disfrutar
de unas vistas excepcionales sobre todo nuestro alrededor. Sobre la extensísima
cuenca de Coronas, por la que hemos subido. Sobre Ballibierna, a la que rinde
cuentas. Sobre Barrancs y Aigüalluts al norte. Sobre el resto del macizo por el
este… y por el oeste. En fin, que sería muy largo nombrar todo lo que nuestros
ojos ven y tanta y tanta dificultad tienen para asimilar, por más ayuda que le
preste nuestra alma en tan dichosa tarea.
Comenzando el paso |
La redondeada cima alberga un
vértice geodésico, una enorme cruz y una imagen de la Virgen del Pilar, que han
hecho hueco desde hace poco tiempo a una pequeña capilla que alberga una imagen
de San Marcial, patrón de Benasque, en cuyo municipio estamos, siendo el que
más extensión aporta a las 33.440,60 Ha del Parque Natural Posets-Maladeta,
estando solapadas además, las figuras de protección de los Monumentos Naturales
de los Glaciares Pirenaicos, LIC (Lugar de Interés Comunitario) Posets-Maladeta y ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) Posets-Maladeta, lo que
en su conjunto le proporciona ese plus de atractivo para tantas y tantas
personas que lo visitan a lo largo del año.
De regreso por el Paso de Mahoma |
Para la mayoría de nosotros era
la primera vez que se llegaba al techo del Pirineo. Sensaciones
indescriptibles. Emociones desatadas. Discreto homenaje a un amigo, a un
compañero de montes que queriendo llegar, se quedó por el camino. El haber
estado aquí una y otra vez no le resta emoción, que hay que contener para
centrarse en la vuelta por esta estrecha y afilada cresta. Ya es paradójico que
para acceder a la Cruz, a la Virgen y al Santo, haya que hacerlo a través de
Mahoma. Pero no deja de ser anecdótico. Lo que cuenta es el Templo, donde todos
cabemos, y donde bajo el palio del sol y de las estrellas, de una u otra forma todos
rendimos culto.
Descendiendo del collado |
Cinco horas y media para llegar a
cumbre, más el cuarto de hora de disfrute. Y aun habiendo sido largo hasta
aquí, sólo estamos en la mitad. Hay que bajar, y lo hacemos por el mismo sitio,
disponiendo de cuatro y media si queremos llegar al autobús de las cuatro de la
tarde. Sin prisa, pero sin pausa, vamos cerrando todos los capítulos del libro
que hemos ido abriendo en la subida. Antecima, pedregal, crampones, glaciar,
despedida del mundo norte, cuidadoso, cuidadosísimo, descenso del collado,
nevero y crampones a la mochila. A partir de aquí los montes de nuestro
alrededor se van haciendo más grandes a
cada paso que damos. El circo nos va engullendo. Pasos cortos y resbaladizos en
ocasiones, y largos con grandes equilibrios en otras.
A nuestro paso por el nevero inferior |
Un ibón, otro y otro. Las fuerzas
van mermando, la distancia no es mucha, pero el recorrido es explosivo. Y como con
paciencia se alcanza todo, también nos valemos de ella para ir bajando y
bajando, mirando con ojo y medio el suelo que pisamos, y con el otro medio los
negros y espesos nubarrones que se van formando por la zona del Ballibierna y
Culebras. Alcanzamos la pleta, y acometemos el vertical descenso, cuya
visibilidad esta mañana la noche nos ha negado. El tiempo pasa y nuestro ritmo
se acompasa. Cuando ya vamos viendo claro que llegamos al autobús, comenzamos a
preocuparnos por la tormenta. Aguanta, le decimos, con una cierta autoridad que sabemos no tener; de vosotros depende, nos responde con su voz atronadora.
Y sí, se porta, nos da tiempo de llegar, que lo hacemos con casi media hora
de anticipo sobre el bus.
Marrón por el Ballibierna |
Las frías aguas de esta cuenca de
Coronas arrastran hacia el Ballibierna el cansancio de nuestros pies, que chapotean
en ellas en busca de un merecido alivio. No han sido los casi 13 km, no, han
sido los en torno a 1.500 metros de desnivel acumulado positivo, y otros tantos de descenso, que hemos hecho en poco más de nueve horas y media, de las que
seis han sido en movimiento. Como contrapartida, las emociones por todo lo
vivido nos han dado alas para superar todo el esfuerzo. Unas expectativas
cubiertas, incluso superadas, que ya tienen acomodo en las runas de nuestra memoria
y que van a perdurar ahí durante largo tiempo, especialmente para los neófitos
en estas grandes alturas. Como siempre, gracias a todos y a todo.
Las fotos, en:
El trac, en:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7759407
qué bonito relato, fiel y puntilloso, otro gran recuerdo, gracias Chema!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias, Cacatúa, por el comentario y por haber estado ahí, compartiendo emociones.
EliminarMuy bueno! Impresionante excursión
ResponderEliminarGracias, David. Sabes que te espera... me lo recordó.
EliminarChema haces fácil lo que no es tanto... da enorme emocion el acometer jornadas
ResponderEliminaren las que la dureza del esfuerzo requerido se ve minimizada por la mejestuosidad del entorno donde se realiza acompañados por una inmejorable compañia. Gracias Chema por hacernos lo duro tan fácil. Adelante.
Cuando uno se encuentra entre los grandes, se siente grande. Quizá sea eso lo que nos pase. Gracias, Isidro.
EliminarChapeau Chema!
ResponderEliminarOtra vez más consigues dejarnos con la boca abierta. A ver qué día me regalas a mi una jornada como esta!
Sigue disfrutando, titán!
Gracias Albertico. No será porque no lo hemos intentado. Seguiremos haciéndolo.
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