lunes, 21 de abril de 2014

Rapitán, Ipas, Bergosa

ENTRENOS
Rapitán, Ipas, Bergosa
Jueves, 17 de abril de 2014



            Para que no se nos olvide el oficio de trotar, hoy toca quedarnos por la redolada. Viejos amigos, viejos montes, buena compañía. Ya lo tenemos todo. Adelante.

            Salimos de Membrilleras por el sitio más cercano por el que nuestros pies no pisan asfalto. Subimos a la corona de los Cuervos. Cruzamos unas vías de tren que añoran tiempos pasados, y que claman mejor futuro. Variante, rotondas de la fuente de la Mora, urbanización del hospital, y ya nos encontramos al pie de la carretera que sube a Rapitán, a
Campo de Jaca
285 metros de desnivel por debajo de él. Un desnivel que nos disponemos a solucionar subiendo por el sendero que va haciéndole guiños a las lazadas de esa carretera, y que en menos de veinte minutos vestidos de bosque nos deja en la caseta que alberga nuevas imágenes de viejos momentos, unas imágenes que rememoran diversos pasajes de la construcción de este fuerte de Rapitán, hace poco más de un siglo con vocación de refuerzo a la Ciudadela.

            Respiramos el aire fresco. La luz pone en contacto el Campo de Jaca con nuestras ávidas miradas que escudriñan el espacio buscando referencias que identifiquen el territorio, un territorio que tejemos de arriba abajo y de derecha a izquierda. Por donde el sol se va damos la vuelta al fuerte, para dar vista a ese valle del Aragón, que los hielos cuaternarios han hecho bello y profundo.

Viejas casas en Bergosa
            Un siempre delicioso trote por el quejigar, acariciando la loma del monte, nos asoma al barranco de Ipas, a cuyo seno bajamos, para volver a subir inmisericordemente, por entre duras y durísimas rampas, hasta el collado, donde acariciamos la tentadora idea de tomar la loma de Claraco como vía de escape, pero nos hacemos los fuertes y seguimos por la pista que faldea el Albarún hasta dar con el sendero que abandonando la vocación trepadora de aquella, continúa hasta Bergosa ya sin apenas desnivel.

            Bergosa. Qué decir que no hayamos dicho ya. Qué decir de uno de los cientos despoblados con los que estas montañas cargan a sus espaldas. Pesada carga. Visita obligada es a la fuente, y a lo que queda de la iglesia, que en sus tiempos rezaba a San Saturnino, y que lo sigue haciendo, pero tan sólo una vez al año, cuando los hijos del pueblo vienen a decirle al santo que aún se acuerdan de él.

Altar mayor de la iglesia
            Tomamos el sendero que nos baja hasta el canal, las vías del tren y el Camino de Santiago, al que llegamos a la altura de Bergosilla. Puente Torrijos y seguimos por esa cabañera ruta jacobea, que nos lleva ya hasta Jaca, pasando por la ermita de San Cristóbal, y su precioso puente de piedra. Cuestarrón hasta llegar al banco de la Salud, en un extremo de la Cantera, ese emblemático paseo de la casi milenaria ciudad de Jaca, balcón del valle, de un valle dominado por la Collarada, que aún luce las blancas galas que el invierno le ha regalado.

            Casi cuatro horas de unos estimados entre 16 y 18 kilómetros, entre los que hemos subido y bajado montes, y hemos contemplado la luz entre unos y otros. Unos montes deseosos de habernos acogido, y nosotros también de serlo por ellos. Volveremos. Sin duda.




El reportaje completo de fotos, en:

No hay comentarios:

Publicar un comentario