Monte de San Salvador
Viernes, 25 de abril de 2014
Días revueltos, estorbados. Después de mayear
en marzo, marcea terminando abril. Pero no nos vamos a quedar en casa, que
vamos a ir hacia ese mal tiempo para hacerlo compañero de viaje, y si es peor
por los puertos, nos quedamos por las sierras despegadas de la cordillera, por
esas sierras que cuando vienen mal dadas también se engalanan como ella, porque
la toman como espejo, como modelo a imitar. Hoy nos vamos a la pareja Cuculo –
San Salvador.
Sugerentes caminos |
Barranco de Carbonera, a poco más
de 3 km de Santa Cruz de la Serós, en dirección a los monasterios pinatenses,
nos encontramos un gran aljibe, desde donde arranca la senda, que
inmediatamente se viste de bosque, como nosotros. Un bosque que le libera a la
vista de emplearse en comprobar el enorme desnivel que se va subiendo, pero que
a las piernas no las engaña. Enseguida se cruza un arroyo, que en su momento de
gloria, se adueña del camino.
Verdes y más verdes |
Vamos subiendo por entre grandes
paredes de conglomerados, y que la profusa vegetación reviste, aunque de vez en
cuando nos va dejando huecos por los que nuestra mirada se recrea en la gran
variedad de tonalidades verdes que tapizan las laderas de este macizo. Se
alcanza el hayedo, que parece solitario. Parece, sólo parece. La empinada
cuesta se retuerce imitando algunos de los grandes ejemplares y de sus ramas,
que adquieren curiosas formas en busca de las alturas, en busca de la luz. Como
nosotros hoy.
Retorcidas formas de atormentadas vidas |
Se alcanza una vieja pista, y en
menos de una hora desde el arranque, el collado de Eretas. Teníamos confianza
de que el fuerte viento reinante, se llevara las nieblas en las que está
sumergido el Cuculo, pero no es así, de modo que nos tendrá que disculpar, pero para otro
rato será. Tomamos dirección sur para dirigirnos hacia San Salvador, espolón
oeste del macizo de San Juan de la Peña. Sigue el bosque. El pino royo convive
con las hayas, pero tiene las de perder.
Menos de media hora media para
llegar a la pista, y en cuatro pasos más, a la cima de este monte, donde se
halla la ermita de San Salvador, azotada por los cuatro vientos… y alguno más.
Hacemos una pequeña tregua en su interior, y regresamos sobre nuestros pasos por
la pista hasta la salida del bosque, donde la abandonamos para proseguir por el
sendero que acariciando la loma nos ofrece extraordinarias vistas a diestro y
siniestro, a derecha e izquierda. Por el norte, la Balancha y la cordillera
pirenaica; y por el sur, la Galliguera, las sierras exteriores de Guara,
Riglos, Rueba…, que dan paso a la Hoya de Huesca.
Caminos por descifrar |
El sendero nos deja en la pista,
ya asfaltada, pero al poco nos topamos con un tímido hito que nos hace un
guiño. Le seguimos el juego, y entre erizones, zarzas y adivinanzas, vamos
viendo cómo no sólo llegamos a la altura del Monasterio Nuevo de San Juan de la
Peña, sino que lo sobrepasamos. Ante la opción de volver sobre nuestros
torcidos pasos, decidimos continuar con su jueguecito, a ver qué nos depara,
aunque a cada momento tenemos claro que nos dirigimos hacia el mirador de Santa
Teresa. Efectivamente, aquí estamos, ante las ruinas de esta vieja ermita satélite
de los monasterios, cuyos dos muros paralelos se encuentran entre un vallado
protector, que poco protege. Las pocas piedras que quedan en pie se asoman a
los vacíos, a los espacios profundos de la solana, como cuando despedían a
aquellas gentes que desde aquí continuaban con la reconquista del territorio.
Ruinas de la ermita de Sta. Teresa |
A partir de aquí, el camino se
domestica bastante, llevándonos ya, en dirección contraria a la que traíamos,
hasta esa enorme pradera de San Indalecio, donde se encuentra el monasterio
nuevo, el centro de interpretación del Espacio Protegido de San Juan de la Peña
y Monte Oroel, y un más que extenso espacio verde que hace las delicias de
caminantes, ciclistas y visitantes en general.
Por un viejo camino ganado a los
conglomerados, bajamos al monasterio viejo, donde nos recreamos en hacer alguna
fotografía. Y poco más, cuatro kilómetros de carretera median hasta el arranque
de esta jornada en el barranco de Carbonera. Algo más de 13 han sido los kilómetros
recorridos en 4h 40’, de los que 3h 30’ han sido en actividad, con más de 900
metros de desnivel acumulado positivo, y los mismos de descenso. Todo ello en
una mañana con la que hemos hecho las paces en lo meteorológico, mostrándonos
al final el objetivo no cumplido, pero así podemos volver otro día.
El reportaje completo de fotos,
en:
El trac, en:
en una de estas te metes de monje al monasterio
ResponderEliminarpobres monjes!!!
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