domingo, 2 de marzo de 2014

Monte de Santa Eugenia

MONS CON NIEU
Monte de Santa Eugenia
Sábado, 1 de marzo de 2014


            Hay que saber contar casi hasta 70 para llevar la cuenta de las vueltas y revueltas que tiene el sendero que sube a este monte. En las primeras ya perdemos la cuenta. Barro, mucho barro por abajo, y nieve, más cuanto más arriba. Es lo que nos hemos encontrado hoy en este monte, que aunque viene en los mapas no se puede decir que sea uno de los más visitados de la zona.

Desvío para cruzar el barranco Serés
            Partimos del abrevadero de la Tiña de Barrio, y tomamos la pista que sube por el barranco de Serés, hasta la primera curva, donde junto a un viejo cartel forestal sale un sendero que nos ayuda a cruzarlo. El itinerario sigue hacia el norte. Se trata de un ancho camino tapizado de charcos más anchos todavía, que para evitarlos hay que pasar por entre las aliagas que pacientes esperan la llegada de mejor tiempo para ofrecernos sus amarillas flores cuya fragancia trasciende el ambiente.

Desvío para tomar el sendero del monte
            Hay que andar atentos para ver un hito a la izquierda de la marcha, que nos indica que hay que abandonar los barros del ancho camino para tomar los barros de estrecho sendero, que tomamos con la esperanza de que cambie el piso y encontremos otro de mejor drenaje. Unas decenas de metros abducidos por los cables de alta, y nos metemos ya en el bosque. Un bosque que, debido a la temperatura, anda destilando su carga de nieve, con unos gotones que se meten por donde quieren, y tú no quieres, o directamente con el emplasto entero de nieve, que va a su bola… de nieve.

Ruinas de bordas pasto de los elementos
            Vamos recorriendo este sendero, que va cosiendo la falda del monte. Un delicioso camino recuperado no hace mucho tiempo, que hace las delicias del que lo acaricia, del que lo saborea, del que lo respira. Varias veces lo hemos recorrido, y siempre con las mismas sensaciones, y no son otras más que las de la relación de tú a tú con todo lo que te vas encontrando al paso. En esta ocasión, conforme vamos subiendo vamos encontrando más y más nieve, en el suelo, en las ramas. En estas circunstancias, es la vida contenida la que en su lento latir va acompañando nuestros pasos.

            Una curva, otra curva, y otra, y otra más… Se van sucediendo. Cada una distinta a la anterior, cada rincón distinto al anterior. Los 350 metros de desnivel que salva este sinuoso camino están impregnados de una belleza que no compartimos con nadie en estos momentos, de una belleza que alimenta continuamente nuestros sentidos. Y el regalo del silencio para nuestros oídos.

Collado de Serés
            Algún claro del bosque nos permite ver que lo que se está aproximando también quiere hacerse presente, también quiere formar parte del paisaje. Las nieblas suben, y permiten que comience a nevar. Una nieve que se va convirtiendo en lluvia, que nos acompaña hasta el collado, donde emprendemos la bajada por la pista. Y que nos sigue acompañando. Incluso en la parada que hacemos para ver de cerca esa cabaña de bóveda circular que sorprende por su buen estado de conservación.

              La lluvia persiste. Nuestros pasos siguen marcando huellas en la nieve, y más abajo en el barro. La opción de bajar por el sendero la descartamos, es un auténtico cenagal. Poco a poco vamos llegando de nuevo al puente Oliván, donde cerca ya tenemos el vehículo.

            Una mañana francamente mejorable en lo meteorológico, pero que no ha impedido disfrutar del medio. En total, unos 12 km, con 550 metros de desnivel positivo acumulados, y los mismos para bajar. Todo ello en unas tres horas y media de relax…húmedo relax.  





El reportaje completo de fotos, en:

El trac, en:

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