miércoles, 19 de febrero de 2014

Burbujas Candanchú

A TUCAS ALBARS
Burbujas Candanchú (1.670 m)
Sábado, 15 de febrero de 2014



            El mayor placer del enamorado es el de ver caer el velo de Isis con el que coquetea su amada. Y para conseguirlo hay que ser paciente, como ella; perseverante, como ella; sutil, como ella. Dejarla hacer. Saber esperar, saber trabajar convenientemente en los nebulosos mundos de la mente y del corazón, porque… cuando tenemos todo lo que deseamos… ¿qué nos queda?

Disfrutando de la noche
          Y eso es lo que hemos hecho en estos últimos días, esperar, valorar, confiar… porque el deseo hay que revestirlo de paciencia y de confianza. Tener la sangre fría de aguantar el tipo contra todo pronóstico meteorológico, ha tenido su recompensa. Bravo por los que han participado. Estamos, Sara, Ástrid, Silvia, Fernando y Abel, en una nueva salida de la programación de la Sección de Montaña del CP Mayencos. Bravo también por los que queriéndolo hacer, no lo han hecho.

            Lo hemos dicho muchas veces, quizá demasiadas. No nos importa. Cuando hay una interminable sucesión de borrascas, no es fácil acertar en las previsiones. Los vientos cambiantes, las presiones en las distintas capas de la atmósfera, confieren un altísimo grado de variabilidad, de cambios en los pronósticos. Y un buen ejemplo de ello es lo que nos ha ocurrido este fin de semana. A tres días, teníamos un 95% de probabilidades de precipitación, y el mismo sábado había bajado al 50%.

En buena compañía
              Por la noche nos visitó sólo el otro 50%, y fue determinante para que lo que se preveía una actividad a caballo en el filo de la cota de nieve, se convirtiera en un plácido paseo por el espectacular escenario de Candanchú, con sus luces y sombras que, como el arrullo de los brazos de una madre, acunaban nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros anhelos, y nuestras ganas de compartir y de disfrutar.

          Cuando acabas la jornada y te retiras a descansar, los grandes del mundo de piedra siguen velando tus sueños. Ahí siguen todos. Hoy hemos venido a comprobarlo. Complace verlos. Sí, complace. Y más aún cuando ese ser que has visto llenarse noche tras noche, con un ojo guiño, consigues verlo con ambos dos bien abiertos, como queriéndote buscar, como queriendo escudriñar tus deseos para canalizarlos, para atraparlos y convertirlos en sueños, en sueños que te permitan soñar, en sueños que te permitan seguir viviendo… también en este mundo.

Pequeñas y grandes recompensas
            Y nos ha costado verlos, nos ha costado ver esos ojos dibujados en una cara que nos refleja esa luz solar en un intento de querer asomarse de noche por estos lares, pero con cuidado de no despertar a los guardianes que pacientes y quedos mantienen amueblado el espacio alzando sus brazos al infinito, en busca de algo, que nos tendrán que contar.

        La vida es cíclica, y es algo que nos demuestra la Naturaleza por doquier. Dentro, pero también fuera de este cada día más agotado planeta. Los cuerpos celestes influyen sobre los próximos más pequeños, lo que les obliga a una servidumbre, lo que les obliga a girar alrededor de ellos, atrapados  en su destino. Y en este girar y girar, también esa influencia es recíproca. Esta luna, que mensualmente nos muestra su mejor y más pletórico aspecto, ejerce sus influjos especialmente sobre los líquidos, sobre las aguas en el mundo mineral, sobre la savia en el vegetal, sobre los humores en el animal, y además, sobre los sentimientos, sobre los deseos, en este ser humano que poco a poco ha ido volviéndole la cara, que poco a poco ha ido dejando de verse reflejado en la suya.


             Reflexiones en buena compañía. Luces, reflejos que alargan nuestras sombras sobre la nieve, que celosamente guarda esos secretos que con cuentagotas susurra al oído de quien está atento, de quien se presta a ello. Esos secretos guardados en cada uno de sus cristales de luz. Y lo celebramos. Y lo hacemos como todas las buenas celebraciones, con una copa de cava en la mano. Cava de la tierra, cava del país, cava que ha venido de la mano de Ástrid. Gracias.

            Y ahora ya sí. Ahora nos volvemos a poner en manos de esa Selene, que en su recién comenzado tránsito menguante hacemos depositaria de nuestros malos rollos, hacemos depositaria de todo aquello que también queremos reducir en nosotros, de esas malas hierbas que queremos arrancar, y que dejen limpio el terreno para volverlo a sembrar en ese alterno periodo creciente, que pacientemente aguardamos hasta toparnos con una nueva plenitud nacarina.

          Pero eso será ya dentro de un mes. Hasta que eso ocurra, damos por buena esta salida, en una noche a caballo entre dos días. En una ventana que se nos ha abierto, a caballo entre dos borrascas. En un escenario, a caballo entre las depresiones ibéricas y aquitanas. Entre los velos de Isis, que vaporosamente nos han mostrado sus encantos, a lo largo de 9,6 km, en los que hemos tenido algo más de tres horas de disfrute, subiendo 350 metros, y volviéndolos a bajar, culminando todo ello en compañía de esas doradas burbujas que han puesto su broche en esta extraordinaria noche. Gracias a todos y a todo.

  




El reportaje completo de fotos, en:


4 comentarios:

  1. Qué bonito revivir esa noche, de una forma tan soñadora, como lo que era, una noche flotante en parajes lunares y con la ingravidad de las burbujas del cava de Adahuesca y Gracias al bardo que lo ha relatado.

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    1. Gracias, Cacatúa. Gracias por esas burbujas que tienes, y que a veces nos traes también en botella. Los bardos existen gracias a gente como tú, y que enriquecen notablemente la estancia en las montañas

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  2. Genial !!! Asi como elfos de la mitologia bretona, sus ojos son brillantes.

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    1. Sí, Marie-Pascale, porque el brillo interior sale por donde puede, Gracias por el comentario.

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