Año XIV. Entrega nº 974
“Las primeras noticias históricas sobre el castillo de Arnedillo son de 1170, cuando Alfonso VIII daba a la catedral de Calahorra y a su obispo, Rodrigo, la villa de Arnedillo con el castillo que dominaba la Lomiella, que pasaría a manos del obispo Juan Pérez en 1224. En 1252 los vecinos de la villa se levantaron contra su señor atacando su palacio y castillo y negándose a reconocer su señorío, y aunque el conflicto se resolvió tuvieron que rendir juramento de vasallaje. En el siglo XIII se conoce a Gil Domínguez como alcalde de la fortaleza por manos del obispo y en el siglo XV a Fortún Ochoa. A mediados del siglo XIX se llamaba Castillo Lombera y el cementerio del pueblo ocupaba ya el antiguo recinto de la fortaleza, porque las necesidades defensivas habían desaparecido”. Castillos de España.
Este párrafo, obtenido de la web de Castillos de España, pone de manifiesto una vez más lo reiterado de las pugnas entre los distintos señores a lo largo de la historia, con la iglesia por en medio de ellas, y al pueblo, como de costumbre, “ahí se las den todas”.
Sin querer entrar en más disquisiciones, es buen preámbulo para situar en el espacio y el tiempo nuestra actividad, consistente en la ascensión a la vía ferrata Lombera, y por el texto precedente sabemos el motivo, ya que está situada sobre lo que queda de ese castillo, justo en el congosto que la Peña del Castillo y el Zopín forman, estrechando el río Cidacos, antes de verse a sus anchas, camino de entregar sus aguas al Ebro en Calahorra, habiendo pasado por Arnedo, capital de la comarca. Pero a lo que vamos.
VÍA FERRATA LOMBERA
La torre del viejo castillo, de planta cuadrada, y restaurada en 2021 fue cárcel de clérigos rebeldes. A sus pies se halla el cementerio de Arnedillo, desde donde podemos dar continuidad al “Paseo de las Ermitas”, encontrando al poco una de ellas, la que reza, suponemos que a partes iguales, a San Andrés y San Blas, y desde donde se obtiene una buena vista del pueblo.
Al costado del edificio, del siglo XVIII, célebre por la “Procesión del Humo” que, con el título de Fiesta de Interés Turístico Regional, cada último domingo de noviembre, conmemora el cese de una epidemia de viruela negra allá por 1888, encontramos el cartel que da información para el inicio de la vía. En él se indica que es K3, figurando en las reseñas encontradas como K2, con lo que estamos más de acuerdo.
Realmente, para los acostumbrados a este tipo de actividad, no reviste la menor dificultad, al margen, claro está, de si se padece de vértigo, porque conforme se va ascendiendo se puede ir teniendo esa sensación de exposición al vacío, aunque se puede decir que la instalación facilita bien la progresión.
El arranque es un muro casi vertical, al que le sigue el primer puente mono. Los tramos se van sucediendo, entre grapas, pasos horizontales, incluso uno de descenso para cruzar otro puente mono. Un poco de cresta y otro descenso preceden a la última travesía horizontal en ligero descenso también, para finalizar la vía, que lo hace junto al empinado sendero que sube a la Peña del Castillo.
Dudamos un momento si continuar hacia arriba para coronar la peña, pero no tenemos muy buen recuerdo de la inclinación y exposición en las que sorpresivamente nos vimos involucrados cuando subimos hace unos años, de modo que damos comienzo al descenso. Y lo hacemos por un tramo muy inclinado y erosionado, ayudados por una cuerda. Más tramos algo más transitables y llegamos a zona más rocosa que están acondicionando para facilitar la bajada.
MIRADORES DEL SAGRADO CORAZÓN Y GURUGÚS
Se llega al Paseo de las Ermitas que, si lo tomáramos a la derecha llegaríamos en pocos minutos al inicio de la ferrata pero, tratando de compensar el no haber subido a la cruz, por completar la actividad, nos vamos hacia la izquierda, para tomar el desvío de la ermita del Sagrado Corazón, pasando por una vieja cantera, y luego tomar otro a la izquierda que nos mete en el pinar, y con unas cuantas revueltas nos sube a la ermita, con su mirador sobre el pueblo.
Continuamos por el sendero y, de bajada, se pasa por otros dos miradores, los del Gurugús. Tras dejar el alto atrás, se nos abre una amplia e incómoda trocha, con el arranque de un discreto sendero a la derecha, que tomamos, para llegar al de abajo, y en poco ya al balneario.
Una ruta cuyo plato fuerte ha sido la vía ferrata, pero que se ha completado con la visita a uno de los cabezos que dominan el valle, en cuyo fondo se encuentra Arnedillo, y que te permite asomarte a él a lo largo de tres miradores.
En total han salido 4 km, recorridos en 2 horas y media, con un desnivel acumulado entre los 515 m D+/- del BaseCamp*, que nos parece mucho, y los 255 m D+/-, que nos parece poco. Habiendo alcanzado los 844 m de máxima altitud en un punto algo anterior al final de la vía.
*La medición del BaseCamp quizá sea debida a la composición manual del track, por un fallo en el GPS, con tramos del propio autor, realizados en anteriores ocasiones, intercalando el de la propia ferrata, obtenido de "Ferratas hierro y roca", a quien agradecemos la aportación.
Material técnico imprescindible:
- Casco, arnés, disipador, cabo de anclaje y un par de mosquetones de seguridad.
RECURSOS DIGITALES
Las fotos, con sus comentarios, y el track
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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