miércoles, 10 de abril de 2024

L'Amurriadó y Puyalto, por los aleros de la sierra de Sis

 Año XIII. Entrega nº 865


IXOS MONS
L'Amurriadó (1791 m)
Puyalto (1789 m)
Jueves, 4 de abril de 2024

            “La ganadería, en todas las culturas, ha sido siempre un oficio masculino. En el Pirineo antiguo y medieval, el pastor manejaba con igual soltura el palo que la espada. No es exagerado decir que somos herederos de un pueblo de pastores y guerreros, los cuales, conquistaron tierras al enemigo para ser roturadas o pastadas”. Ricardo Mur y Enrique Satué. 



            Una actividad, ésta, la ganadera que se ha visto reducida a la más mínima expresión, es por eso por lo que causa verdadera emoción ver rebaños de ovejas pastando libremente por el monte. Pero si ello está bajo mínimos, aún más lo está la trashumancia, ese trasiego de la montaña al llano y viceversa, ciclo que marcaban las estaciones. Pero no se puede hablar estrictamente de pasado, porque todavía hay quien, bajo el sol, la luna y las estrellas, con el rostro ajado, junto con sus rebaños, el burro, los perros, la bota de vino y el recau, circulan por estas sierras un día tras otro en pos de buenos pastos. Uno de esos escenarios se enmarca en la sierra de Sis, una de las estribaciones exteriores de la cordillera que, de sur a norte, se dirige a ella a lo largo de más de once kilómetros. 


            Marca la divisoria entre los valles del Isábena y del Noguera Ribagorzana, y está compuesta de materiales conglomerados fruto de los sedimentos de un gran río formado a causa del levantamiento de los Pirineos hace 45 MM de años. Su altura máxima es L’Amurriadó (Amariedo en los mapas), con sus 1791 msnm, quedando muy cerca el Puyalto, la segunda altura. Pero vayamos por partes.



            Para el inicio de la ruta tenemos que situarnos en Serraduy, perteneciente al municipio de Isábena, y que comprende, además, las aldeas de la Vileta y Riguala (que significa riachuelo pequeño), que es a donde nos dirigimos. Para ello, tomamos una carretera local que sale en el PK 30,8 de la carretera A-1605 que se pasea por el valle del Isábena junto al río. Sin demasiada señalización, a los 2,9 km se llega a esta última aldea de tres casas, sólo con una habitada en la actualidad, casa Espuña, que alberga a cuatro personas. La llegada allí se torna algo inquieta, ya que el comité de recepción lo integra una docena de perros con cara de pocos amigos. Con el alboroto sale una señora mayor, Josefina, con una crieta de la mano, Julia; siendo la mitad de los habitantes, la otra mitad debe andar ocupada en la nave con las ovejas que, al estar sueltas a mi vuelta, me dice Josefina que ya no estarán los perros. No quiero imaginarme a los perros sin Josefina.


            Bueno, a lo nuestro. La emprendemos por la pista al costado de la nave ganadera, que nos va llevando por entre campos, sintiendo cómo ese gran macizo del Brocoló se nos va echando encima, con el tozal de los Moros y el mallo anexo que, como vigía no nos pierde ojo hasta llegar al collado del Vent, habiéndonos incorporado antes a la cañada que discurre por toda la loma, en la que se asienta el GR 18. Una hora hasta el collado, al que le sigue de inmediato el Planel de San Pedro, con caseta pastoril y corrales para el triaje del ganado, en breve paso por el municipio de Arén.



            Aunque cuesta creérselo, no se puede obviar que en lontananza se ve un pequeño punto, del tamaño de la cabeza de un alfiler, de los pequeños, que se antoja ser la torre de vigilancia de L’Amurriadó, que marca el punto más alto y distal de hoy. 



            Encontramos el desvío para Sopeira (PR-HU 247), que obviamos, porque continuamos por nuestro GR 18, que nos sube a un precioso prado, bajo una línea de alta tensión y coqueteando de nuevo con los límites municipales. La pista se vuelve pedregoso camino, que ya sin piedad va ascendiendo bajo los enormes paredones de este gran macizo, haciéndose más tortuoso y pendiente al final, hasta llegar a un collado, que da vista a la cuenca del Isábena. Continuamos y dejamos a la izquierda el desvío que tomaremos para el regreso. Seguidamente, otro collado, una fajeta y una zona de pastos, seguida de otra, incómoda ella, de piedra suelta, para alcanzar, parece que definitivamente, el lomo de la sierra, que vamos transitando por continuos subibajas sin perder las señales rojiblancas. La cabeza de alfiler de la torre de vigilancia ya es el alfiler entero.







            En un momento determinado, y con una flamante pista a nuestros pies, el recorrido hace un brusco giro hacia el este, siguiendo a caballo del límite municipal, hasta llegar al pilaret de Tonic, donde tomamos la pista, que se decanta ya decididamente al de Arén. Continuamos hasta situarnos debajo de la loma de L’Amurriadó (Amariedo en los mapas), también llamado Tusal de Santifons, donde dejamos la pista para subir directamente, y visitar a lo que de cabeza de alfiler se ha convertido en torre de vigilancia, no sin esfuerzo, que está acompañada por el vértice geodésico. Las vistas a los cuatro costados son auténticamente increíbles, pues no hay nada que en corta o media distancia se las impida. Bajamos de la loma y nos dirigimos al próximo Puyalto… porque está ahí. Encontramos cantidad de círculos funerarios en una zona realmente rica en vestigios megalíticos milenarios, como nos cuenta Daniel Vallés en su publicación sobre la sierra de Sis:




            “Esta sierra de Sis tiene un importante papel histórico en su papel defensivo en el comienzo del condado de Ribagorza. Esta zona estaría poblada al menos desde hace 3.000 años. Así lo delatan los dólmenes cercanos de Cornudella y los círculos funerarios celtas de la sierra de Sis. La cultura pastoril de nuestros valles del Pirineo, delatado por su toponimia, data de las inmigraciones de colonias procedentes de Centroeuropa buscando nuevos pastos al comienzo del primer milenio antes de Jesucristo. De estos primeros grupos pastoriles celtas nos han quedado los restos de los “campos de urnas” como son los “círculos de Chía y de Sis”. Incineraban a sus muertos y los enterraban en cementerios de tumbas planas”.






            Tras algo más de tres horas, emprendemos el regreso por el mismo itinerario hasta el desvío, que nos va a bajar por incómodo camino que se adentra en el barranco del Río, al norte del Brocoló, para, ahora sí, poder decir que le damos la vuelta. Como decimos, el descenso es penoso en algunos tramos, al que le metemos casi hora y media, pero es el modo de hacer la circular sin volver por el collado del Vent. La llegada a unos campos da señal de que estamos llegando ya al punto de partida, que lo encontramos, tal y como vaticinaba Josefina, solitario, con los perros a su oficio.








            Bonita incursión a la sierra de Sis que, en realidad es a una parte de ella, porque, como decimos, es enorme. En este caso, le hemos metido 6 horas y media, para recorrer 16,7 km, y salvar un desnivel acumulado en torno a los 1150 m D+/-, por caminos antropizados hace milenios.



Bibliografía:

Pirineo adentro. Ricardo Mur y Enrique Satué. BarrabésPrames (2003)

Sierra de Sis. Daniel Vallés Turmo. Autoeditado (2016)

Web:

Senderos FAM

Turismo Ribagorza

Mendikat

Wikipedia 

Wikiloc  

RAE  

Fundeu 

IGN 

Geamap 

Hijo de la Tierra  




Las fotos, con sus comentarios y el track


* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.

 

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