viernes, 10 de enero de 2020

Oliván - Ainielle - Espierre, por los montes y barrancos de Sobrepuerto

IXOS MONS
Pico Erata (2002 m)
Pico Yésero (2005 m)
Jueves, 9 de enero de 2020



            De nuevo por estas tierras. Con los amigos Marisa y Jesús y Toño de Sabiñánigo, nos disponemos a adentrarnos en un territorio vivo, porque queremos que así sea. Porque así lo proyectamos en nuestra mente y en nuestro corazón. Un territorio que lo dio todo a su docena de poblaciones, y al que con gran delicadeza, humildad y respeto rendimos pleitesía y admiración. Pleitesía, porque si fue en la antigüedad foco de atención por sus diversas conjunciones telúricas y celestes, es por algo. Y admiración porque a pesar de su abandono demográfico y que cada día haya una piedra menos en su sitio en esas casas espaldadas, constatamos que la naturaleza sigue su curso, la vida sigue su curso, porque la vida siempre se abre paso, haciendo bueno el axioma de que el entorno natural no necesita al ser humano, pero el ser humano sí que necesita al medio. La prueba está en que el medio sin el hombre sobrevive, sale adelante, incluso se fortalece, pero el hombre sin el medio… enferma.

Ainielle, desde su puerto

Otal, con sus laderas otrora humanizadas
            Una tierra, otrora habitada, hecha de puertos y barrancos, que vio desaparecer sus últimos moradores y sus escasas pertenencias transportables, allá por la década de los sesenta del siglo pasado. Una tierra a la que no queremos cerrarle los ojos, como así lo hicieron las centenares de personas que no la sobrevivieron, cuyos restos reposan en tumbas amorradas. Una tierra, en definitiva, a la que volvemos una y otra vez en busca quizá de esos gritos silentes, pero desgarradores, y que forman un egregor, esas densas vibraciones colectivas que siguen cuidando las casas, aunque no puedan con ello, que siguen tañendo campanas, aunque no quede ya ni el eco, que siguen acariciando las eras, aunque no se trille, que siguen yendo al molino, aunque no muela, que siguen llenando los graneros, aunque no haya grano, que siguen subiendo los animales a puerto, aunque no haya animales... Pero sí que hay casas, iglesias, sí que hay eras, molino, graneros y puerto. Y es por eso que de nuevo estamos por aquí para gritar, también de forma silente “… aguanta, aguanta tierra, que sigues en nuestra memoria y en nuestro corazón…”. Una tierra esta, la de Sobrepuerto, en los Pirineos Oscenses.

Parroquial de San Martín, en Oliván, que luce a nuestro regreso

Señalización de GR 16, como Sendero Turístico de Aragón
            El alba, perezosa en esta época del año, ha de venir a nuestro encuentro. Vamos a por ella partiendo de la parroquial de San Martín de Oliván, que forma parte de ese singular conjunto de iglesias de Serrablo. Hemos de ir a Ainielle, y lo suyo sería hacerlo por el sendero, pasando por Berbusa, pero como la jornada va a ser larga, preferimos dar menos vuelta y tomar la pista. Una pista en la que nos incorporamos al GR 16, o Sendero de Serrablo, y que nos baja a cruzar el barranco de Oliván. Al poco, y en penumbra todavía, nos despedimos de él porque va a visitar a otro de los despoblados de estos valles, Susín. Seguimos por la pista, y al cabo de algo menos de una hora, con el día que ya ha venido a nuestro encuentro, cruzamos el helado puente sobre el barranco de Oliván, situándonos en el mismo margen de partida.

Helado puente sobre el barranco de Oliván

Sendero que nos sube al PR-HU 3, camino de Ainielle
            Veinte minutos más y abandonamos la pista para tomar un sendero, marcado como PR, y que por delicioso trazado, nos sube al PR-HU 3, el sendero de viejo que viene de Oliván por Berbusa, al que nos incorporamos al cabo de un cuarto de hora, y que en otros veinte minutos más alcanzamos Ainielle, inmortalizado por la novela de Julio Llamazares, “La Lluvia Amarilla”. Fugaz visita al pueblo y volvemos sobre nuestros pasos, porque próximo al barranco de Ainielle encontramos los restos de una vieja casona con la señal de PR que debemos seguir, y que nos va introduciendo en un solitario hayedo, por el que salvamos los casi 300 metros de desnivel hasta el puerto de Ainielle, por un sendero más definido que señalizado, y que es lecho de gran cantidad de ramulla pasto de las nieves y los vientos.

Toma del sendero en la parte más occidental de Ainielle

Hayedo para subir a puerto
            Llegados al puerto, la vista se amplía... Y mucho. Con este despoblado a nuestros pies, tenemos ya visión sobre el Oturia, Canciás, Guara, y la Balancha, con el telón de fondo de la Peña Oroel. Breve descanso a los pies de la sierra de Erata, una divisoria de términos, Biescas y Broto, de comarcas, Alto Gállego y Sobrarbe, y de cuencas fluviales, Gállego y Ara. Una sierra en la que está enclavada la ermita de San Benito, a la que llegamos al cabo de una hora más. Desconocemos si está descubierto todo sobre este lugar, aunque bien es cierto que es mucho lo que sí se ha descubierto hasta ahora. Se trataría de un lugar, en sí mismo, con un alto valor en esas conjunciones de energías telúricas y celestes, pero no solo eso, sino también en combinación con otros centros similares repartidos por el territorio, como puede ser San Juan de la Peña, San Salvador de Leyre, Santa María de Ballarán, y la ermita de Orante, bajo la misma advocación de San Benito, siendo el centro de todos ellos, y bajo la regla benedictina también todos ellos. Una ermita, esta de San Benito de Erata, que se rescató de las ruinas hace poco tiempo, gracias a la desinteresada colaboración de la Asociación Erata de Biescas.

Llegando a la ermita de San Benito de Erata

Sierra de Tendeñera
            Lugar este que nos abre la puerta visual a los Pirineos, con una sierra de Tendeñera en primer lugar cuyo porte asombra en cualquier época del año. Estamos en el emplazamiento, posiblemente, más alto de Aragón y del conjunto de la península para ubicar una ermita. Estamos sobre Otal, que con sus 1465 metros de altitud también es el despoblado más alto de Sobrepuerto, con su iglesia mozárabe que, recién restaurada, vuelve a rezar a San Miguel, y cuyo eje está alineado con la ermita donde nos encontramos. Todo un mundo de casualidades… o no. Más bien, no.

Reparando energías... donde las hay

Pico Yésero, con Tendeñera y Ordesa al fondo
            Echamos un bocado en tan placentero lugar y continuamos por la divisoria hacia el Erata y el Pico Yésero, que hay quien le llama Erata Norte. Llegados a este punto, los 2005 metros de altitud de esta última cota, marcan nuestro techo de hoy. Si hemos subido por el barranco de Oliván primero y por el de Ainielle después, la bajada que nos espera es por el de Espierre, población que junto a Barbenuta aguantan el paso del tiempo. Es muy poca la nieve que queda sobre los puertos, pero que hay que tratar de evitar, porque está helada. Nos vamos tirando hacia el valle guiados más por la intuición que por las señales, hasta que a duras penas nos incorporamos a un PR muy vestido, y que tratamos de no perder. Quizá nos hayamos tirado muy a la derecha, ya que la pista la vamos dejando atrás. Una pista, a la que finalmente llegamos al cabo de una hora, y en un lugar muy próximo a la ermita de San Juan, a la que le dedicamos un momento de atención.

Ermita de San Juan, en las proximidades de Espierre

Parroquial de San Esteban, en Espierre
            Seguimos por la pista, y en menos de media hora llegamos ya a Espierre, con su iglesia de San Esteban. Nos recomponemos y continuamos camino, ya por carretera asfaltada, hasta que en menos de otra media hora la abandonamos para seguir por el PR dirección a Oliván. Un PR que nos baja hasta el mismo seno del barranco os Lucars, formado por las aguas del de Espierre y el de Monderbuey, y que no es muy amable con nosotros porque nos hace descalzar para cruzarlo… pero no se lo tenemos en cuenta. Un corto tramo de soto jabalineando y salimos a una pista que ya da vista a la extensa cuenca del Gállego, que en otros tiempos más fríos albergaba un inmenso glaciar.

Cruzando el barranco Dos Lucas

Cuenca del Gállego
            Encontramos el cruce del GR 16 y lo tomamos a la izquierda. Solo nos quedan ya 20 minutos para llegar a Olivan, cerrando de ese modo esta espectacular circular por las sierras y barrancos de Sobrepuerto, habiéndole metido 8 horas de tiempo total, del que 6h 30’ han sido en movimiento, para recorrer una distancia de 24,3 km, y salvar un desnivel acumulado total en torno a los 1220 m D+/-. 



Más fotos, y el  track

2 comentarios:

  1. Uff... qué relato más vívido. Sobrepuerto no te dejó indiferente. Estupendas fotos y acertadas reflexiones.

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    1. Gracias, Jesús. No es la primera ocasión en la que lo visito, y cierto es que cada vez me engancha más.

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