IXOS MONS
Picardiello (1348 m)
Martes, 14 de enero de 2020
“Montañero no es solo el que vence la montaña. También lo es el que la
siente, la admira y la contempla”.
Estas palabras del fallecido
montañero y divulgador asturiano José
Ramón Lueje, nos vienen al pelo para comenzar el relato de hoy. La frase se
las trae, y eso que no nos gusta mucho ese concepto de “vencer a la montaña”,
porque nunca vamos a pugnar con ella, sería un suicidio, asumimos su infinita
superioridad. Nos gusta más la segunda parte, porque es de eso de lo que se
trata, de sentirla, de admirarla, de contemplarla, porque es el único camino
para conocerla, imprescindible para amarla. La montaña es una pasión, tiene que
correr por las venas, y cuando eso ocurre no te conformas con ello, sino que lo
amplías a todas sus manifestaciones, a todas sus proyecciones.
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Al encuentro de las primeras luces del alba |
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Ventanuco |
Y una de ellas, indudablemente,
es el paisanaje, indisoluble de ese paisaje que le forja su carácter. Y cuando ese paisanaje falla, cuando ese paisanaje marcha dando un portazo, esa rabia generada se resquebraja, repartiéndose a partes iguales entre los que se van y lo que se queda, esos otros seres vivos que permanentemente forman parte del paisaje mutante. Unos seres vivos, tanto animales, como vegetales y minerales que siguen teniendo presencia en estos valles, en estas montañas, en estos barrancos, bañados por sus aguas y por su luz. Pero como la vida siempre se abre paso, nos gusta volver una y otra vez sobre las solitarias tierras de otra de las zonas calientes de la depresión demográfica, como es la
Guarguera, que toma el nombre del río
que la articula, el Guarga, y que
alberga a casi una veintena de localidades, la mayoría clamando en el desierto,
y que lucha por que no se apague del todo la llama, algo en lo que se empeña la
Asociación Guarguera Viva.
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Ojos sin mirada |
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Interior de una solitaria casa próxima a San Esteban |
Henos pues de nuevo por esta
subcomarca perteneciente a la del Alto
Gállego, en concreto al municipio de su capital Sabiñánigo. La circular de hoy tiene poblados, despoblados, senderos,
algo de pista, también de carretera, aunque poco, tiene historia y prehistoria;
hasta el alto de un monte tiene, como sol, agua, aire y tiene buena compañía,
solitarios caminos por los que todavía resuenan los cascos de las caballerías
con el trasiego de las mercancías, el bullicio de las gentes yendo a sus faenas,
o a las ferias, o a divertirse al pueblo de al lado. Todo. Tiene todo para
pasar una buena jornada de montaña. Y ahí hemos estado para vivirlo… y aquí
para contarlo.
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Reformados edificios en San Esteban de Guarga |
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Las primeras luces sobre San Juan de la Peña
y el Monte Oroel al fondo |
Como tantos días de invierno, le ganamos
la partida al alba, llegando antes que ella al punto de salida, que hoy es
Gésera, que aglutina un puñado de
casas aún dormidas a estas horas. Partimos por la calle Valle de Ordesa, junto
a un puesto de reparación de bicis, y nos dirigimos hacia el este, cruzando en
breves el barranco homónimo, con cuidado, porque no en vano hemos salido con
-7º C. Donde sí nos juntamos con el amanecer, sin haber quedado con él, es en San Esteban de Guarga, otra de las
aldeas que nos encontramos por estos lares, y desde donde salimos a una pista
asfaltada, para tomar un sendero a los diez minutos. Sendero que nos lleva a Lasaosa, donde se puede apreciar algún
buen ejemplo de arquitectura popular.
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Una de las casas de Lasaosa |
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Dolmen de Ibirque o "Caseta d'as Bruxas" |
Continuamos como unos doscientos
metros hasta la carretera local que va a
Nocito,
recorriéndola una hora, tiempo en el que se ascienden 350 metros, hasta llegar al cuello Baíl, donde arranca el desvío al
dolmen de Ibirque*, que tomamos hasta
llegar a él. Se trata de un supuesto monumento funerario datado en la
prehistoria reciente, situado en lo alto de un pequeño cerro de la
sierra de Picardiello, y que también se
lo conoce como
“Caseta d’as Bruxas”. Todo un testimonio de las artes y cultura
de nuestros antepasados.
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Foto de familia en el dolmen |
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Señal del GR 16 en Ibirque |
Retomamos la pista, y al pasar
por debajo del punto más alto de la sierra, el
Picardiello, no se nos puede ocurrir otra cosa que subirlo, y lo que nos encontramos es una torre de vigilancia forestal y un vértice geodésico, junto al que echamos un bocado al sol que más calienta. Por un sendero bajamos a la pista, para burlar una amplia lazada
jabalineando por un supuesto
sendero, que nos vuelve a sacar a ella. La mañana está radiante, y la sierra de
Guara participa de ello. ¿Y cómo visitar el dolmen de Ibirque sin acercarnos al
pueblo? Pues malamente, así que, como vamos bien de tiempo, allá que vamos. En
el momento en el que nos cruzamos con el GR
16 o Sendero de Serrablo,
dejamos la pista para tomar un desvío a la izquierda, y llegar en cinco
minutos a este despoblado, con los restos de la torre de su iglesia rompiendo
el horizonte. Recuerdos de hace tan solo un mes cuando estuvimos por aquí, con
un día desapacible.
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Restos de la parroquial de San Martín de Tours, de Ibirque |
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Aleros en equilibrio |
Afortunadamente, hoy es otra
cosa. Nos acercamos hasta la parroquial de San Martín de Tours, y vuelta sobre
nuestros pasos para no dejar ya ese GR 16 hasta Gésera, atravesando de nuevo la
pista que traíamos, y continuando por un sendero que en poco más de una hora
nos baja 500 metros de desnivel, cruzando otra vez el barranco homónimo, donde
hay quien da buena cuenta de sus aguas, y ya por la zona de los antiguos
huertos, llegar al punto de partida.
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Barriada de Casa Tejedor, en Gésera |
Damos por terminada esta bonita y
poco transitada circular, a la que le hemos metido 5h 45’ de tiempo total, del que 4h 20’ han sido en movimiento, para recorrer casi 20 km, y salvar un desnivel acumulado total de 670 m D+/-, en una mañana bien empleada, por lugares a los que rendir culto y en buena compañía… Pero aquí no termina la cosa, que al salir del pueblo nos acercamos hasta ese conjunto que forma la parroquial de
San Pedro con Casa Tejedor y sus tumbas
antropomorfas. Ahora sí.
Interesante crónica, Chema. Fue una bonita excursión . La Guarguera nunca defrauda.
ResponderEliminarGracias, Jesús. A por otra...
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