IXOS MONS
Pico Erata (2002 m)
Pico Yésero (2005 m)
Jueves, 9 de enero de 2020
De nuevo por estas tierras. Con
los amigos Marisa y Jesús y Toño de Sabiñánigo, nos disponemos a adentrarnos en
un territorio vivo, porque queremos que así sea. Porque así lo proyectamos en
nuestra mente y en nuestro corazón. Un territorio que lo dio todo a su docena
de poblaciones, y al que con gran delicadeza, humildad y respeto rendimos
pleitesía y admiración. Pleitesía, porque si fue en la antigüedad foco de
atención por sus diversas conjunciones telúricas y celestes, es por algo. Y
admiración porque a pesar de su abandono demográfico y que cada día haya una
piedra menos en su sitio en esas casas espaldadas,
constatamos que la naturaleza sigue su curso, la vida sigue su curso, porque la
vida siempre se abre paso, haciendo bueno el axioma de que el entorno natural
no necesita al ser humano, pero el ser humano sí que necesita al medio. La
prueba está en que el medio sin el hombre sobrevive, sale adelante, incluso se
fortalece, pero el hombre sin el medio… enferma.
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Ainielle, desde su puerto |
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Otal, con sus laderas otrora humanizadas |
Una tierra, otrora habitada,
hecha de puertos y barrancos, que vio desaparecer sus últimos moradores y sus
escasas pertenencias transportables, allá por la década de los sesenta del
siglo pasado. Una tierra a la que no queremos cerrarle los ojos, como así lo
hicieron las centenares de personas que no la sobrevivieron, cuyos restos
reposan en tumbas amorradas. Una tierra, en definitiva, a la que volvemos una y
otra vez en busca quizá de esos gritos silentes, pero desgarradores, y que
forman un egregor, esas densas
vibraciones colectivas que siguen cuidando las casas, aunque no puedan con
ello, que siguen tañendo campanas, aunque no quede ya ni el eco, que siguen acariciando las eras, aunque no se trille, que siguen yendo al
molino, aunque no muela, que siguen llenando los graneros, aunque no haya
grano, que siguen subiendo los animales a puerto, aunque no haya animales... Pero
sí que hay casas, iglesias, sí que hay eras, molino, graneros y puerto. Y es por eso que
de nuevo estamos por aquí para gritar, también de forma silente “… aguanta, aguanta tierra, que sigues en
nuestra memoria y en nuestro corazón…”. Una tierra esta, la de Sobrepuerto, en los Pirineos Oscenses.
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Parroquial de San Martín, en Oliván, que luce a nuestro regreso |
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Señalización de GR 16, como Sendero Turístico de Aragón |
El alba, perezosa en esta época
del año, ha de venir a nuestro encuentro. Vamos a por ella partiendo de la
parroquial de San Martín de Oliván,
que forma parte de ese singular conjunto de iglesias de Serrablo. Hemos de ir a Ainielle, y lo suyo sería hacerlo por el sendero, pasando por Berbusa, pero como la jornada va a ser
larga, preferimos dar menos vuelta y tomar la pista. Una pista en la que nos
incorporamos al GR 16, o Sendero de Serrablo, y que nos baja a cruzar el barranco de Oliván. Al poco, y en
penumbra todavía, nos despedimos de él porque va a visitar a otro de los
despoblados de estos valles, Susín.
Seguimos por la pista, y al cabo de algo menos de una hora, con el día que ya
ha venido a nuestro encuentro, cruzamos el helado puente sobre el barranco de
Oliván, situándonos en el mismo margen de partida.
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Helado puente sobre el barranco de Oliván |
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Sendero que nos sube al PR-HU 3, camino de Ainielle |
Veinte minutos más y abandonamos
la pista para tomar un sendero, marcado como PR, y que por delicioso trazado,
nos sube al PR-HU 3, el sendero de viejo que viene de Oliván por Berbusa, al
que nos incorporamos al cabo de un cuarto de hora, y que en otros veinte minutos más alcanzamos Ainielle, inmortalizado por la novela de Julio Llamazares, “La
Lluvia Amarilla”. Fugaz visita al pueblo y volvemos sobre nuestros pasos,
porque próximo al barranco de Ainielle encontramos los restos de una vieja
casona con la señal de PR que debemos seguir, y que nos va introduciendo en un
solitario hayedo, por el que salvamos los casi 300 metros de desnivel hasta el
puerto de Ainielle, por un sendero más definido que señalizado, y que es lecho
de gran cantidad de ramulla pasto de las nieves y los vientos.
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Toma del sendero en la parte más occidental de Ainielle |
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Hayedo para subir a puerto |
Llegados al puerto, la vista se
amplía... Y mucho. Con este despoblado a nuestros pies, tenemos ya visión sobre
el Oturia, Canciás, Guara, y la Balancha, con el telón de fondo de la Peña Oroel. Breve descanso a los pies
de la sierra de Erata, una divisoria de términos, Biescas y Broto, de comarcas,
Alto Gállego y Sobrarbe, y de cuencas fluviales, Gállego y Ara. Una sierra en la que está
enclavada la ermita de San Benito,
a la que llegamos al cabo de una hora más. Desconocemos si está descubierto
todo sobre este lugar, aunque bien es cierto que es mucho lo que sí se ha descubierto hasta
ahora. Se trataría de un lugar, en sí mismo, con un alto valor en esas
conjunciones de energías telúricas y celestes, pero no solo eso, sino
también en combinación con otros centros similares repartidos por el
territorio, como puede ser San Juan de la Peña, San Salvador de Leyre, Santa
María de Ballarán, y la ermita de Orante, bajo la misma advocación de San
Benito, siendo el centro de todos ellos, y bajo la regla benedictina también
todos ellos. Una ermita, esta de San Benito de Erata, que se rescató de las ruinas hace poco tiempo, gracias a
la desinteresada colaboración de la Asociación Erata de Biescas.
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Llegando a la ermita de San Benito de Erata |
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Sierra de Tendeñera |
Lugar este que nos abre la puerta
visual a los Pirineos, con una sierra de Tendeñera en primer lugar
cuyo porte asombra en cualquier época del año. Estamos en el emplazamiento,
posiblemente, más alto de Aragón y del conjunto de la península para ubicar una ermita. Estamos sobre Otal, que
con sus 1465 metros de altitud también es el despoblado más alto de Sobrepuerto,
con su iglesia mozárabe que, recién restaurada, vuelve a rezar a San Miguel, y cuyo eje está alineado
con la ermita donde nos encontramos. Todo un mundo de casualidades… o no. Más bien, no.
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Reparando energías... donde las hay |
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Pico Yésero, con Tendeñera y Ordesa al fondo |
Echamos un bocado en tan
placentero lugar y continuamos por la divisoria hacia el Erata y el Pico Yésero,
que hay quien le llama Erata Norte. Llegados a este punto, los 2005 metros de
altitud de esta última cota, marcan nuestro techo de hoy. Si hemos subido por
el barranco de Oliván primero y por el de Ainielle después, la bajada que nos
espera es por el de Espierre,
población que junto a Barbenuta
aguantan el paso del tiempo. Es muy poca la nieve que queda sobre los puertos,
pero que hay que tratar de evitar, porque está helada. Nos vamos tirando hacia
el valle guiados más por la intuición que por las señales, hasta que a duras
penas nos incorporamos a un PR muy vestido, y que tratamos de no perder. Quizá
nos hayamos tirado muy a la derecha, ya que la pista la vamos dejando atrás. Una
pista, a la que finalmente llegamos al cabo de una hora, y en un lugar muy próximo
a la ermita de San Juan, a la que
le dedicamos un momento de atención.
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Ermita de San Juan, en las proximidades de Espierre |
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Parroquial de San Esteban, en Espierre |
Seguimos por la pista, y en menos
de media hora llegamos ya a Espierre, con su iglesia de San Esteban. Nos recomponemos y continuamos camino, ya
por carretera asfaltada, hasta que en menos de otra media hora la abandonamos
para seguir por el PR dirección a Oliván. Un PR que nos baja hasta el mismo
seno del barranco os Lucars,
formado por las aguas del de Espierre y el de Monderbuey, y que no es muy amable con nosotros porque nos hace descalzar
para cruzarlo… pero no se lo tenemos en cuenta. Un corto tramo de soto jabalineando y salimos a una pista que
ya da vista a la extensa cuenca del Gállego, que en otros tiempos más fríos albergaba
un inmenso glaciar.
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Cruzando el barranco Dos Lucas |
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Cuenca del Gállego |
Encontramos el cruce del GR 16 y lo tomamos a la izquierda. Solo nos
quedan ya 20 minutos para llegar a Olivan, cerrando de ese modo esta
espectacular circular por las sierras y barrancos de Sobrepuerto, habiéndole
metido 8 horas de tiempo total, del que 6h 30’ han sido en movimiento, para
recorrer una distancia de 24,3 km, y salvar un desnivel acumulado total en
torno a los 1220 m D+/-.
Uff... qué relato más vívido. Sobrepuerto no te dejó indiferente. Estupendas fotos y acertadas reflexiones.
ResponderEliminarGracias, Jesús. No es la primera ocasión en la que lo visito, y cierto es que cada vez me engancha más.
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