IXOS MONS
Sescún (1175 m)
Lunes, 6 de abril de 2019
“En cuanto respecta a la existencia del antiguo pueblo de Sescún, nunca
debió estar constituido, juzgando los restos actualmente visibles, por más de
media docena de viviendas…”.
Texto extraído de un trabajo, del
que desconocemos su datación, de Adolfo Castán, Carlos Escó y Carlos Goñi que, junto con otros 6 miembros más del Club Peña
Guara de Huesca, descubrieron los restos de la ermita de Nª Sª de Sescún,
poniendo todo su empeño en involucrar a las instituciones para ponerlos en
valor, incluso implicándose ellos mismos en su limpieza y levantamiento de
planos, en torno al año 74 del pasado siglo, algo que el mundo motivado por el
medievalismo siempre se lo agradecerá, pero… queda tanto por hacer.
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Panel informativo del Camino Natural de la Hoya de Huesca |
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Campos escarchados |
De nuevo por estas tierras de las
Sierras Exteriores del Pirineo, tierras que lo unen al llano, tierras abruptas,
no demasiado amables con la presencia humana, reconocida desde hace miles de
años, tierras en las que no ha cesado la actividad, tanto para los asentados,
como para transitar por ellas, tierras que finalmente, combinadas con otros
factores, se han mostrado hostiles a la presencia humana, un exceso que las ha
hecho escenario de un largo y descarnado éxodo. Tierras de Guara.
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Comenzando la caminata |
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Las mansas aguas del Guatizalema |
Y es esa soledad, son esos sentimientos
encontrados, esas ganas de acompasarte con su ritmo, no sé, quizá algo más, lo
que nos atrae, y es por ello que volvemos una y otra vez a acariciar su tiempo,
sus caminos, su nostalgia, el terciopelo rasgado de su historia reciente, sus
barrancos, sus montañas… Volvemos una y otra vez en busca de aquellas voces
silenciadas por los avatares y el tiempo. Volvemos una y otra vez a esas
montañas cuna de mitos y leyendas ligadas a la religión y a su larga sombra.
Volvemos una y otra vez.
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Cruzando el barranco |
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El Borón |
Sí, y lo hacemos a la zona más
occidental de ese Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara,
concretamente a ese valle floreciente de Nocito, que lo fue a la sombra del
Tozal, máximo exponente de la sierra y de todo el Espacio Natural Protegido. Con
reconocida presencia romana, es un enclave privilegiado para posicionarse con
el fin de introducirnos en los intrincados caminos de esta sierra. Por poco no
llegó a estar deshabitado del todo en la década de los ochenta, ahora sigue
luchando por su supervivencia entre dos elementos de alto simbolismo, bajo una
montaña y junto al nacimiento de un río, el Guatizalema, de aguas tranquilas,
como su topónimo árabe ilustra.
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Dolmen de El Palomar |
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Puente medieval de Nocito |
Cruce de caminos, no en vano
coinciden en su casco urbano el Camino Natural de la Hoya de Huesca, que en sus
más de 130 km recorre desde Agüero hasta Bierge recorriendo espectaculares
paisajes. Y el GR 1 o Sendero Histórico, que cruza gran parte del norte
peninsular, y en consecuencia el de Aragón, que con sus casi 300 km, en 17
etapas va en busca de esos lugares monumentales e históricos que son nuestras
señas de identidad. Y de un gran panel informativo de ambas cosas partimos
hacia el discreto puente medieval para maridarnos con el río. En veinte minutos
de pista dejamos a la izquierda el camino de Petrañales y la Pillera, del
Tozal, en definitiva.
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Tránsito por el bosque |
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Cruce de la pardina de Orlato |
Cruzamos el barranco del Cajical,
donde se comienzan a separar nuestras vidas. Mientras que las nuestras siguen
ascendiendo ligeramente la curva de nivel de los 900 metros, la del río, que lo
hace siguiendo las leyes naturales, desciende hasta amansar más sus aguas en el
embalse de Vadiello, a donde nos dirige un cartel, pero que no le hacemos caso.
Quizá algún día. Nosotros a lo nuestro. Tres cuartos de hora hasta aquí.
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Matapaños |
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Aliagas, bellas más para la vista que para las piernas |
Al cabo de otros veinte minutos,
y sin ninguna indicación, hay que desviarse unos metros a mano derecha si se
quiere visitar el dolmen del Palomar, o lo que queda de él. Nos reincorporamos
al sendero, tomando altura sin mucho esfuerzo. Las sierras de Matapaños,
Gabardiella y del Fragineto parecen empinarse para no perderse nuestras
andanzas, que discurren por florido entorno entre tomillos, romeros, jaras y
otras muchas plantas que no identificamos. Al cabo de algo más de dos horas
desde el inicio alcanzamos el desvío a Orlato, que tomaremos a la vuelta,
porque hemos de seguir en busca de Sescún, ese emplazamiento que tanto esconde
bajo las piedras que esperan ser desvelados sus secretos.
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Mesón de Sescún |
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Corrales del mesón |
Caminos de tránsito de estas
sierras a la Hoya de Huesca, trasiegos ganaderos y mercantiles que tenían por
aquí una gran actividad, y que hoy se encuentran serenos, callados, ofreciendo
esa calma y serenidad al viajero que hoy los transita. En un cuarto de hora más
llegamos a un collado, el llamado Cuello Salillas, que nos cambia de cuenca, para
bajar ya definitivamente hasta nuestro primer objetivo de hoy, el Mesón de Sescún,
posiblemente uno de los más transitados de las montañas hasta hace no muchas décadas,
rodeado de una vega fértil, que va canibalizando la propia naturaleza, esa
naturaleza otrora trabajada, y que si no diriges, ella lo sabe hacer.
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En el mesón |
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Por entre viejos campos |
Gran casa, con corrales en las
proximidades, y buena zona de descanso, que aprovechamos para recrear en
nuestra mente y en nuestro corazón lo que pudo ser este escenario hace
cincuenta años, cien, doscientos… Echamos un bocado. A unas decenas de metros,
en su lado norte, una tablilla te indica la dirección de la ermita, la sitúa a
50’. Como todavía estamos en edad y condiciones para mejorarlo, lo hacemos,
llegando en 35, a nuestro paso, sin correr, disfrutando de todo cuanto nos
rodea. En los primeros compases, el sendero cruza por viejos bancales. Luego cruza
algunos pequeños barrancos, llegando a hacer un brusco giro a la derecha, para
alcanzar finalmente la ansiada ermita.
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Si las paredes hablaran... |
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Muros de la ermita |
La sensación que da al llegar a
ella es que lo estás haciendo a un lugar sagrado, y no solo por lo que albergaba en sus tiempos el edificio en sí, sino por el conjunto del emplazamiento, que no nos cabe duda de que, como habitualmente, no es casual, sino que tiene que obedecer a algún criterio, buscando siempre ese punto de unión entre lo esotérico y lo exotérico. Estamos ante una vieja ermita románica, levantada piedra a piedra hace más de mil años y, como dice la leyenda pegada a uno de sus muros, “…
es el ejemplo más meridional del grupo de iglesias de arquitectura serrablesa…
de planta rectangular, ábside semicircular decorado exteriormente con siete
arcos ciegos, friso con baquetones…”. Iglesia parroquial, que lo fue, del
medieval poblado de Sescún, deshabitado desde hace mucho tiempo, quizá diezmado
por las guerras, por las enfermedades o por las duras condiciones de vida en
estos casi 1200 metros de altitud, bajo las faldas de la Gabardiella. Una
intensa campaña arqueológica daría buenos frutos al respecto.
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Junto a más de mil años de historia |
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Ábside original con el postrero campanario |
Un edificio carente ya de
cubierta, conserva con gran entereza los muros, incluso los del campanario,
construido con posterioridad. Con gran respeto entramos en su interior una,
varias veces, la rodeamos, observamos con gran atención esos arcos del ábside,
dirigido al sol naciente, como preceptivo en el románico, esos baquetones del
friso, y tratamos de imaginar la actividad que ha tenido que desarrollar, a lo
largo de un milenio, como centro de la vida de este incipiente emplazamiento
del que ya solo montones de piedras quedan.
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El Fragineto y el Borón |
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Caminos calzados |
No queda otra que regresar. Y lo
hacemos por el mismo sendero hasta el Mesón, posible avanzadilla del poblado
para situarlo junto a la vía pecuaria. Continuamos deshaciendo el camino de
venir hasta aquí, hasta ese cruce que nos indica ya que hemos de abrir la
circular, para regresar por la pardina de Orlato. Hasta el cruce menos de media
hora, y desde él, en otra hora y media más, habiendo pasado antes por un
extraordinario manantial, llegamos a la carretera del valle, junto a la que se
encuentran unas grandes campas, tierras de esa hacienda, cuyo edificio se están
tragando las barzas.
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Pardina de Orlato |
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Volviendo a Nocito, bajo el Tozal de Guara |
Aprovechamos para echar otro
bocado. Tomamos la carretera en dirección este, para recorrerla unos doscientos
metros y toparnos con las indicaciones del Camino Natural de la Hoya de Huesca,
en el tramo entre Lúsera y Nocito, y como vamos ya de regreso, las seguimos
hasta el mismo pueblo, cruzando la carretera en dos ocasiones más, y llegando a
la localidad que nos ha visto partir hace 7h 50’ de tiempo total, del que 5h 50’
han sido en movimiento, habiendo recorrido 22,6 km por estos mágicos lugares, y
salvando un desnivel acumulado de en torno a 1200 m D+/-, por unos caminos que
descansan recordando lo que fueron.
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