miércoles, 1 de mayo de 2019

Grosín, el techo de la sierra d'Angelé

IXOS MONS
Grosín (1422 m)
Martes, 30 de abril de 2019



            Jaca, plaza codiciada en la antigüedad por numerosas tribus, lo es hoy en día por la tribu moderna, el turismo. Situada en la confluencia del Alto Valle del Aragón con la llamada Balancha, esa Val Ancha que de forma paralela al eje pirenaico la une con Sabiñánigo y tiene en la Canal de Berdún su continuidad, con un río, el Aragón, que trae las esencias de dos hermosos ibones del valle de Astún, perteneciente por cierto al término municipal de la capital jacetana, y que son el que lleva su propio nombre, Astún, o Truchas, y el de Escalar o Ranas. Plaza codiciada, como decimos, y que ha tenido que arreglárselas en el tiempo para protegerse de los invasores. Y como elementos de esa defensa aún se conservan vestigios de esas épocas convulsas.

Vista desde el Árbol de la Salud

            Uno de ellos es el situado en el monte Grosín, que con sus 1422 metros es la mayor elevación de la sierra d’Angelé, divisoria entre el valle del Aragón y el del Lubierre, que le rinde cuentas. Y a por él vamos, en una mañana espléndida en lo meteorológico.

Puente y ermita de San Cristóbal, en el Camino de Santiago

Desvío de la pista
            Varios son los itinerarios por los que se puede acceder a este monte. Con punto de salida y llegada en Jaca, para esta ocasión hemos elegido subir por el monte de las 60 curvas, y bajar por el barranco de Castelillo, configurando así una muy amplia vuelta en la que hemos disfrutado, y mucho, de estos solitarios montes. Partimos, pues, del Árbol de la Salud, para recorrer el Camino de Santiago a contra corriente, hasta el puente Grallas, habiendo pasado por la ermita y el puente de San Cristóbal.

Breve camino hasta el barranco de Serés

Cruce del barranco de Serés
            Una vez cruzado el puente del río Aragón, seguiremos por la pista de cemento que sale a la derecha, y a poco más de 500 metros, justo del codo de una amplia curva a la izquierda, sale un discreto sendero que, vestido de bosque, nos baja al barranco de Serés, que no será complicado cruzar. Tras ello, encontraremos una valla de ganado, que deberemos dejar cerrada. Tomamos el camino que sale a la izquierda y que va por encima del centro hípico “Charlé”, en busca del cortafuegos por debajo del tendido de alta tensión.

Caseta en ruinas

El bosque da un respiro
            Enseguida nos meteremos en el bosque del que a través de 60 curvas podremos disfrutar, y tratar de imaginar cómo sería la vida de aquellas gentes que tenían por estas peladas faldas entonces su sustento de vida, como da a conocer alguna construcción, paredones de piedra, incluso una cabaña en ruinas casi al final del camino. Un camino que se va introduciendo en el barranco de Serés, que se puede contemplar en alguno de los claros del bosque, y que lo mira por encima del hombro. A su término se endereza buscando ya ese collado del mismo nombre, cruce de caminos.

El sendero da salida al collado de Serés

Sendero cimero
            Salimos, pues, a la pista, que tomamos dirección norte, dirección Grosín, que con alguna dura cuesta llegamos hasta sus faldas, tomando el ramal que sigue a la sierra d’Angelé, para en diez minutos, y justo en la divisoria de términos, con el de Castiello, sale a mano izquierda un pendiente sendero, al comienzo de margas, pero que enseguida te introduce en el bosque. Un sendero que se va empinando, y que en otros diez minutos de delicioso tránsito te sube a la cima del Grosín, donde habita uno de esos vértices geodésicos, y los vestigios de los que antes hablábamos.

Llegando a la cima

Valle del Lubierre con el fondo de las montañas
de los Valles Occidentales
       Las vistas desde aquí son impresionantes. Como punto más elevado de la sierra, se tiene todo lo más próximo a nuestros pies. De un lado, el valle del Aragón, con su principal guardián, la Collarada y sus adláteres. De otro, el discreto valle del Lubierre, con Borau y la iglesia de San Adrián de Sasabe en su cabecera. Todo ello con un telón de fondo que invita a pasar lista: Ezcaurre, Peña Forca, Lenito, Peña Valencia, Punta Agüerri, las dos, Bisaurín, Fetás, Bernera, las Lienas de Bozo y Garganta, Aspe, Lecherines, Tortiellas, Peña Blanca… todo ello al este del Aragón; y al Oeste, la Collarada, Collaradeta, Somolas, la sierra de la Partacua tras el tajo de Bucuesa, y tras el del Gállego, la de Tendeñera…y la vista se nos pierda ya hacia el oeste, distinguiendo antes de ello el macizo de las Tres Sorores, con el Monte Perdido como mayor altura.

La sierra d'Angelé, y en el fondo la Collarada

La Solana de Jaca y la sierra de Pano
            Hacia el sur, evidentemente, son menos vistosas, pero muy dignas. El Campo de Jaca, dominado por la Peña Oroel, y la solana, que luce sus mejores galas con sus verdes de fosforito cereal y amarillos de colza, también bajo otro monte, la sierra de Pano. Y por encima de todos ellos, las sierras prepirenaicas, Guara, Gratal, Caballera, Loarre… Bueno, todo un mundo de placer en cada uno de los 180 grados que nos circundan. Un monte generoso, en el que estamos que, con sus tan solo 1422 metros de altitud ofrece mucho más de lo que tiene. Dos horas y media desde Jaca.

La Peña Oroel dominando el Campo de Jaca

Llegada a la pista
            El descenso lo hacemos por el sendero del solano, menos agradecido que el de subida, con un terreno descarnado, pero con un suelo que alimenta los bojes que nos encontramos más crecidos cada vez que por aquí venimos. En un cuarto de hora alcanzamos la pista por donde señalan las tablillas que hay que subir a este monte a través del PR-HU 52. El que lo diseñó se perdió nuestro camino de subida. Una pista que tomamos hacia el oeste, y que faldea por este monte hasta llegar en diez minutos a seguir por la derecha, metiéndose de lleno ya en el valle del Lubierre. Pero no es lo que hacemos, sino que tras pasar las ruinas de una caseta, tomamos un sendero hacia el sur para meternos de nuevo en el bosque, que nos lleva a salir a un ancho cortafuegos con una gran explanada, habitada por la borda de las Planas, a nuestros pies.

Borda de las Planas  y Corona del Villar

Barranco de Castelillo
            A ella nos dirigimos, para bordearla por su izquierda y llegar a una pista que rodea la Corona del Villar por el norte. Si la tomáramos a la derecha llegaríamos a Caniás, pero como nos parece ya suficientemente amplia la vuelta, optamos por tomarla a la izquierda, que nos va acompasando con el barranco de Castelillo, hasta que nos damos de morros con él cruzándolo dos veces. Algunas casas de campo dejamos a la derecha y una cuesta subimos para llegar al camino de la Solana, que tomamos a la izquierda en decidida dirección ya a Jaca.

Cruzamos definitivamente el barranco de Castelillo

Iglesia de San Andrés, de Guasillo
            De nuevo tenemos que bajar y cruzar el barranco de Castelillo, por una pasarela de madera, subir de nuevo a una corona para seguir el camino ya sin sobresaltos hasta Guasillo, que cruzamos por la puerta de su casi milenaria iglesia, con fuente en un costado. En quince minutos llegaremos a Asieso, de donde bajaremos eludiendo la carretera, por entre ella y el camino que se abre a la derecha, bajando por un talud de hierba hasta una pronunciada curva. Pasaremos por detrás del quitamiedos y en diagonal nos llegaremos inevitablemente a ella, transitándola como unos 500 metros hasta el puente Nuevo, que cruzaremos, para meternos a la izquierda.

La siempre presente Peña Oroel

El río Aragón a su paso por Puente Nuevo
            Enseguida sale a mano derecha un ancho camino que pronto se estrecha, y que nos subirá hasta Media Cantera, desde donde podremos llegarnos hasta el Árbol de la Salud, punto de inicio de esta gran vuelta por los montes de la parte noroeste de Jaca, habiendo recorrido 20,4 km, en 5 horas de tiempo total, del que 4h 35’ han sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado en torno a los 1100 metros D+/-.



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