IXOS MONS
Bachesango (2256 m)
Jueves, 9 de abril de 2019
Escucha.
¿Lo oyes?
Es el silencio.
Sí, es el silencio que baja de Tendeñera,
una de esas Sierras Interiores del Pirineo. Gran sierra interior. Enorme sierra
interior. Tanto que por su cara meridional necesita contrafuertes donde
sostenerse. Contrafuerte, barranco. Contrafuerte, barranco. Así es desde que se
comienza a aupar por poniente, con la Peña Blanca, hasta que se rinde a levante
con el Cebollar. Puñero y Cuchecho, en el término de Biescas. Sarasé y Puyas Lanas, también. Sagueta, Bachesango
y su cordal, a caballo entre los de Biescas y Yésero. Navariecho, Pastorón y
Toronzué, entre los de Yésero y Torla. Fenés, Tozal de Comas y Mondiniero, en
el de Torla.
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Puyas Lanas, Sarasé y Sabocos |
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Circo del barranco del Infierno |
Todo un mundo de silencio, con
montes que escasamente llegan a los 2300 metros de altitud, pero bravos, que
exigen esfuerzo para ganárselos, y que te ofrecen su recompensa, que son las
extraordinarias vistas sobre el macizo de Tendeñera, que te acompañan cuando consigues
auparte a ellos. Unos montes que albergan ricos puertos de montaña capaces de acoger
a miles de cabezas de ganado, y que deseosos están de hacerlo, como en antaño lo
hacían. Unas sierras que, ayudadas por los soles, los vientos y el agua, a lo
largo de millones de años han sabido labrar entre ellas unos barrancos
extraordinarios. Todo un conjunto que no tiene nada que envidiar al que tiene a
levante, elevado a la categoría de Parque Nacional. Este no lo es, pero él sabe
que se lo merece… y nosotros, también.
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Cabecera del barranco del Puerto |
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Vista sobre el Arco Norte de Sobrepuerto |
Hoy toca introducirnos por los pliegues
de estos contrafuertes para auparnos a uno de ellos, al de Bachesango, que
tiene también el privilegio de contemplar, desde su soledad, esa Sierra de
Tendeñera, alpina donde las haya, y que hoy nos recibe con ropa todavía de
invierno, pero con claras intenciones de revisar su fondo de armario para
cambiar a la de entretiempo. Nos llegamos, pues, hasta el puerto de Cotefablo,
a su vial de la N-260, y pasado el PK 496, a mitad de camino entre este y el
495, frente a una pista que sale a la izquierda, hay un apartadero para dejar
los vehículos. Como se va a subir por esa pista para hacer circular y bajar por
el barranco del Puerto, para no regresar como medio kilómetro por la carretera,
subimos otro vehículo hasta el puente.
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Preparados para la marcha |
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Hacia ese sol que más calienta |
Finalmente, con un termómetro
perezosillo, con dificultades para salir de su zona de confort próxima a los cero
grados, partimos por la pista, cuya orientación nos va acercando ya ese sol que
más calienta. La pista nos va metiendo por la parte alta del barranco del
Infierno, y lo hace de forma más o menos cómoda los primeros cuarenta minutos,
a partir de los cuales se cabrea empinándose bastante. Se trata del resultado
de una conducción subterránea de agua, que en el caso de estar terminada de
realizar ha dejado al descubierto elementos que causan verdadera vergüenza
ajena, y que no entendemos que haya pasado el plácet de la autoridad forestal.
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Saliendo del bosque |
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La cruda realidad |
Se alcanza un plató con unas
buenas vistas sobre el cordal occidental de Sarasé y Puyas Lanas, bajo Sabocos,
que se asoma a ver si todo está en orden. Continuamos hasta esa fuente de la
toma de agua, donde nos encontramos de nuevo… no me es fácil calificarlo.
Cruzamos el generoso barranco y continuamos ya por sendero entre bosque, para
salir al puerto en breves. A partir de aquí se nos ofrece ya con toda su
crudeza lo que queda de jornada, al menos hasta alcanzar la cima del
Bachesango, que nos tiene ya en su radar. Una pendiente loma herbosa que hay
que acometer engañándola con zetas para no sucumbir en el intento.
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Llegando a la caseta Capana |
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En el abrevadero |
En un cuarto de hora se alcanzan
los restos de paridera y corral, hace días, muchos días, sin uso. Caseta Capana o de Cuecho, según mi informante. Aprovechamos
para coger resuello echando un bocado. Y continuamos, claro. Un sendero de
vacas nos lleva a un abrevadero. Sí que saben los animales, sí. Y seguido, Toño
nos mete por un estrecho barranco que aún conserva nieve en sus entrañas. La
verdad es que no abundan los caminos y es la mejor opción… además, es muy
divertido ir ascendiendo en mixto echando manos.
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Divertido ascenso por el barranco |
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Primer asome. Primer asombro |
Una vez fuera del estrecho tubo, nos
quedan veinte minutos más de duro ascenso por la pendiente herbosa, trazando
zetas para sobrevivir. Se nos van echando encima borrascas que esperamos no nos
arruinen la jornada. Finalmente asomamos al cordal. Todo un mundo de silencio a
nuestros pies, barrancos que comienzan en circos formados bajo enormes masas pétreas
que diseñan el paisaje de la Sierra de Tendeñera, y que asoman al ritmo de las
nubes. La divisoria que alcanzamos está ocupada por la nieve que se resiste a
marchar por esos barrancos, y que íbamos viendo al subir, pero que en la cara
norte se acentúa.
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Llegando a cumbre |
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Progresando por los ventisqueros |
Recorremos el cordal con la vista
alternada entre el pisar por la nieve a dos aguas y las impresionantes vista que
nos ofrece la sierra norteña. Llegamos al punto más alto de este monte,
señalizado con un montón de piedras, sin más. Austera cumbre, austero monte,
entre profundos barrancos que dejan al descubierto el sufrimiento del mundo
mineral en los pasados movimientos orogénicos… y en los presentes, claro,
aunque no sean perceptibles. Con gran respeto y admiración recorremos el
cordal, que enfila hacia la gran sierra, subiendo y bajando pequeñas cotas, y
en uno de los últimos cuellos, tomamos un vertiginoso descenso hacia nuestra
derecha, para formar parte del barranco del Puerto, bajando hasta su cabecera,
un precioso circo que, como decíamos, no desmerece a los bien reconocidos en
torno a las Treserols.
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Espectacular |
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Sector norte del cordal de Torunzué |
Media hora para salvar los
doscientos metros y llegar a maridarnos con el recién nacido arroyo, que pasa
junto a un refugio de techado arreglado, pero no así su interior. Continuamos
ya por sendero, para comenzar a admirar la vis salvaje de este barranco que el
agua y el tiempo han sabido labrar, dejando al descubierto el retorcido
sufrimiento del alma del terreno, esos pliegues que estremecen. En media hora,
y a los 1680 metros de altitud, traspasamos la raya del bosque, un hayedo que más
abajo comparte espacio con el pino royo, y que nos acompañará ya desapareciendo
más hacia el final. Pero antes de todo eso, sigamos disfrutando de nuestro
descenso, que alcanza otro refugio, mucho más decente, este sí, junto al río,
que brinca por unas gradas que le dan su aquello. Las admiramos mientras
echamos otro bocado, y sin más dilación, tomamos la pista que en una hora nos
saca a la carretera, habiendo pasado entre tanto por una fuente, la Funtiacha,
obra de un colectivo de cazadores.
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Barranco del Puerto |
En una curva de la carretera
tenemos el vehículo que previamente hemos dispuesto, y que nos ahorra el
peligroso tránsito de medio kilómetro por la carretera, dando por terminada de
este modo una extraordinaria vuelta por los solitarios montes de las faldas del
solano de Tendeñera, habiendo recorrido 16,5 km, en un tiempo total de 6h 55’,
del que 4h 55’ han sido en movimiento, salvando un desnivel acumulado de 1390
metros D+ y 1370 metros D-.
Otra jornada diez.
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