viernes, 10 de mayo de 2019

Bachesango, el silencio que habla de ti

IXOS MONS
Bachesango (2256 m)
Jueves, 9 de abril de 2019



            Escucha.

            ¿Lo oyes?

            Es el silencio.

            Sí, es el silencio que baja de Tendeñera, una de esas Sierras Interiores del Pirineo. Gran sierra interior. Enorme sierra interior. Tanto que por su cara meridional necesita contrafuertes donde sostenerse. Contrafuerte, barranco. Contrafuerte, barranco. Así es desde que se comienza a aupar por poniente, con la Peña Blanca, hasta que se rinde a levante con el Cebollar. Puñero y Cuchecho, en el término de Biescas. Sarasé y Puyas Lanas, también. Sagueta, Bachesango y su cordal, a caballo entre los de Biescas y Yésero. Navariecho, Pastorón y Toronzué, entre los de Yésero y Torla. Fenés, Tozal de Comas y Mondiniero, en el de Torla.

Puyas Lanas, Sarasé y Sabocos

Circo del barranco del Infierno
            Todo un mundo de silencio, con montes que escasamente llegan a los 2300 metros de altitud, pero bravos, que exigen esfuerzo para ganárselos, y que te ofrecen su recompensa, que son las extraordinarias vistas sobre el macizo de Tendeñera, que te acompañan cuando consigues auparte a ellos. Unos montes que albergan ricos puertos de montaña capaces de acoger a miles de cabezas de ganado, y que deseosos están de hacerlo, como en antaño lo hacían. Unas sierras que, ayudadas por los soles, los vientos y el agua, a lo largo de millones de años han sabido labrar entre ellas unos barrancos extraordinarios. Todo un conjunto que no tiene nada que envidiar al que tiene a levante, elevado a la categoría de Parque Nacional. Este no lo es, pero él sabe que se lo merece… y nosotros, también.

Cabecera del barranco del Puerto

Vista sobre el Arco Norte de Sobrepuerto
            Hoy toca introducirnos por los pliegues de estos contrafuertes para auparnos a uno de ellos, al de Bachesango, que tiene también el privilegio de contemplar, desde su soledad, esa Sierra de Tendeñera, alpina donde las haya, y que hoy nos recibe con ropa todavía de invierno, pero con claras intenciones de revisar su fondo de armario para cambiar a la de entretiempo. Nos llegamos, pues, hasta el puerto de Cotefablo, a su vial de la N-260, y pasado el PK 496, a mitad de camino entre este y el 495, frente a una pista que sale a la izquierda, hay un apartadero para dejar los vehículos. Como se va a subir por esa pista para hacer circular y bajar por el barranco del Puerto, para no regresar como medio kilómetro por la carretera, subimos otro vehículo hasta el puente.

Preparados para la marcha

Hacia ese sol que más calienta
            Finalmente, con un termómetro perezosillo, con dificultades para salir de su zona de confort próxima a los cero grados, partimos por la pista, cuya orientación nos va acercando ya ese sol que más calienta. La pista nos va metiendo por la parte alta del barranco del Infierno, y lo hace de forma más o menos cómoda los primeros cuarenta minutos, a partir de los cuales se cabrea empinándose bastante. Se trata del resultado de una conducción subterránea de agua, que en el caso de estar terminada de realizar ha dejado al descubierto elementos que causan verdadera vergüenza ajena, y que no entendemos que haya pasado el plácet de la autoridad forestal.

Saliendo del bosque

La cruda realidad
            Se alcanza un plató con unas buenas vistas sobre el cordal occidental de Sarasé y Puyas Lanas, bajo Sabocos, que se asoma a ver si todo está en orden. Continuamos hasta esa fuente de la toma de agua, donde nos encontramos de nuevo… no me es fácil calificarlo. Cruzamos el generoso barranco y continuamos ya por sendero entre bosque, para salir al puerto en breves. A partir de aquí se nos ofrece ya con toda su crudeza lo que queda de jornada, al menos hasta alcanzar la cima del Bachesango, que nos tiene ya en su radar. Una pendiente loma herbosa que hay que acometer engañándola con zetas para no sucumbir en el intento.

Llegando a la caseta Capana

En el abrevadero
            En un cuarto de hora se alcanzan los restos de paridera y corral, hace días, muchos días, sin uso. Caseta Capana o de Cuecho, según mi informante. Aprovechamos para coger resuello echando un bocado. Y continuamos, claro. Un sendero de vacas nos lleva a un abrevadero. Sí que saben los animales, sí. Y seguido, Toño nos mete por un estrecho barranco que aún conserva nieve en sus entrañas. La verdad es que no abundan los caminos y es la mejor opción… además, es muy divertido ir ascendiendo en mixto echando manos.

Divertido ascenso por el barranco

Primer asome. Primer asombro
            Una vez fuera del estrecho tubo, nos quedan veinte minutos más de duro ascenso por la pendiente herbosa, trazando zetas para sobrevivir. Se nos van echando encima borrascas que esperamos no nos arruinen la jornada. Finalmente asomamos al cordal. Todo un mundo de silencio a nuestros pies, barrancos que comienzan en circos formados bajo enormes masas pétreas que diseñan el paisaje de la Sierra de Tendeñera, y que asoman al ritmo de las nubes. La divisoria que alcanzamos está ocupada por la nieve que se resiste a marchar por esos barrancos, y que íbamos viendo al subir, pero que en la cara norte se acentúa.

Llegando a cumbre

Progresando por los ventisqueros
            Recorremos el cordal con la vista alternada entre el pisar por la nieve a dos aguas y las impresionantes vista que nos ofrece la sierra norteña. Llegamos al punto más alto de este monte, señalizado con un montón de piedras, sin más. Austera cumbre, austero monte, entre profundos barrancos que dejan al descubierto el sufrimiento del mundo mineral en los pasados movimientos orogénicos… y en los presentes, claro, aunque no sean perceptibles. Con gran respeto y admiración recorremos el cordal, que enfila hacia la gran sierra, subiendo y bajando pequeñas cotas, y en uno de los últimos cuellos, tomamos un vertiginoso descenso hacia nuestra derecha, para formar parte del barranco del Puerto, bajando hasta su cabecera, un precioso circo que, como decíamos, no desmerece a los bien reconocidos en torno a las Treserols.

Espectacular

Sector norte del cordal de Torunzué
            Media hora para salvar los doscientos metros y llegar a maridarnos con el recién nacido arroyo, que pasa junto a un refugio de techado arreglado, pero no así su interior. Continuamos ya por sendero, para comenzar a admirar la vis salvaje de este barranco que el agua y el tiempo han sabido labrar, dejando al descubierto el retorcido sufrimiento del alma del terreno, esos pliegues que estremecen. En media hora, y a los 1680 metros de altitud, traspasamos la raya del bosque, un hayedo que más abajo comparte espacio con el pino royo, y que nos acompañará ya desapareciendo más hacia el final. Pero antes de todo eso, sigamos disfrutando de nuestro descenso, que alcanza otro refugio, mucho más decente, este sí, junto al río, que brinca por unas gradas que le dan su aquello. Las admiramos mientras echamos otro bocado, y sin más dilación, tomamos la pista que en una hora nos saca a la carretera, habiendo pasado entre tanto por una fuente, la Funtiacha, obra de un colectivo de cazadores.

Barranco del Puerto

            En una curva de la carretera tenemos el vehículo que previamente hemos dispuesto, y que nos ahorra el peligroso tránsito de medio kilómetro por la carretera, dando por terminada de este modo una extraordinaria vuelta por los solitarios montes de las faldas del solano de Tendeñera, habiendo recorrido 16,5 km, en un tiempo total de 6h 55’, del que 4h 55’ han sido en movimiento, salvando un desnivel acumulado de 1390 metros D+ y 1370 metros D-. 

            Otra jornada diez.


Las fotos y el track.

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