IXOS MONS
Peña de Amán (1121 m)
Jueves, 4 de abril de 2019
“… de huida de la fallida conquista de Saraqusta, el valeroso caballero
Roldán replegaba filas hacia su Galia natal, y lo hizo a través de estos peñascos
que dan entrada a la antesala de los Pirineos… subió a la Peña de Amán huyendo
de sus perseguidores, quienes le dieron alcance en la misma cima… pero no se
amedrentó, picó espuelas y su corcel en lugar de caer al abismo alcanzó la peña
gemela de San Miguel, muriendo el caballo en el esfuerzo… el valiente caballero
tuvo que continuar a pie su viaje, llegando hasta la misma divisoria en Ordesa…
exhausto lanzó su espada Durendal abriendo una gran brecha, siendo lo último que
hiciera en su vida, pudiendo ver así a su amada tierra…”
|
La Peña de San Miguel y el Fraile |
|
Comenzamos... |
Bueno, pues de este modo unimos
dos fantásticas leyendas como otras muchas que encierran nuestros Pirineos y
las sierras que lo anteceden. Épicas historias de valerosos caballeros, de
sangrientas conquistas, contra conquistas, reconquistas y recontra conquistas,
de unos contra otros que a la sazón los próceres del binomio iglesia-estado, se
han ido ocupando de trasladar a un pueblo siempre alienado, siempre
atemorizado, de lo que se ha sacado partido para subyugarlo y alimentar el orgullo
patrio. Afortunadamente, los tiempos han cambiado… o ¿no tanto?... y los métodos
también… o ¿no tanto?
|
Cabaña en la zona de los huertos |
|
Los floridos romeros, siempre buenos compañeros de viaje |
Lo que no ha cambiado es esa
admiración que un reducido sector de la humanidad ha sentido siempre, y sigue
sintiendo, seguimos sintiendo, por ellas, por las montañas… ese respeto, esa
pasión a la hora de abordarlas, como el mayor exponente del medio natural. Son
esa meta soñada que marca la ansiada antesala del llano precedente. De nuestro
llano. De nuestro llano a nuestras montañas. Como la vida misma. Hoy también
hay algo de eso, pero siendo igual en su esencia, es distinto en su desarrollo,
porque para subir una montaña no es normal empezar la excursión bajando, ni
tampoco lo es terminarla subiendo. Y eso es lo que nos ha pasado hoy.
|
Peña Amán, el Fraile y Peña San Miguel, con su castillo |
|
El sendero que viene de San Julian de Banzo, y el Picón |
Sí, volvemos sobre estas tierras
que tanto nos gustan y que tan bien se portan con nosotros, compartiendo su
sencillez, su austeridad, sus bellos rincones, sus secretos. Hoy volvemos a los
límites entre la montaña y el llano. Hoy volvemos, a la Sierra de Guara, a una
de sus puertas, quizá la más espectacular, labrada por el río Flumen, y que
pasa por entre estos imponentes peñascos que tanto juego han dado al imaginario
colectivo, como son las Peñas de San Miguel y Amán… y el poco mencionado
Fraile, entre ambas, verdaderas atalayas sobre la Hoya de Huesca.
|
Vistas hacia el norte |
|
Manantial de Lavallos |
Nos acercamos hasta las
proximidades de la localidad de Santa Eulalia de la Peña, de donde parte una
estrecha y serpenteante pista asfaltada hasta el aparcamiento del Salto de Roldán,
bajo la Peña de San Miguel, visitada ya con anterioridad, y donde dejamos el
vehículo. La mañana está fresca, serena, invita a ser compartida con todo el
que se acerque, y que como solo somos el amigo Toño y servidor picapedrero, más
parte nos toca… casi toda, se podría decir. Casi todo su aire, casi toda su
luz, casi todas las extraordinarias vistas de este espectacular barranco, a
cuyo fondo tenemos que llegar… y que a ver cómo nos lo encontramos para cruzar.
|
El ya domesticado Flumen |
|
Curiosas formaciones que juegan con los vientos |
Pues eso, como decíamos,
comenzamos nuestra andadura bajo la atenta mirada de la Peña de San Miguel, su
protegida y casi inexpugnable Fraile, y la de Amán, nuestro objetivo. Y lo
hacemos por definido sendero hasta el mismísimo fondo del barranco. En cuarenta
minutos descendemos los trescientos metros justos de desnivel que nos separan de
él. Del matorral de monte bajo, en el que destacan los floridos romeros, vamos
pasando por carrascas y algún pino. Al pasar por el desvío de la fuente de Lavallos
nos metemos para visitarla. Se trata de un manantial, como otros varios que
seguro hay por los alrededores, y que daban vida a los huertos que, sabiendo
que estaban se va adivinando su ubicación, donde la silvestre vida vegetal va
sustituyendo a la doméstica. Se pasa junto a una cabaña de piedra en franco
proceso de deterioro.
|
Continuamos la andadura ya en modo ascenso |
|
Rascaderos y farmacia de jabalíes |
Finalmente se alcanza el lecho
del río, que parece que hoy se va a dejar pasar. Un río que trae las esencias
de la Sierra de Bonés, donde nace, para amansarse en el embalse de Santa María
de Belsué y seguir su curso arañando los materiales blandos a lo largo de
milenios hasta diseñar estas extraordinarias formaciones… y sigue haciéndolo.
Bueno, pues tal y como está hoy la corriente nos ofrece dos tramos, el primero
pelín justo, y el segundo con un buen tronco de madera solucionando el paso. Es
lo que hacemos, pasar para continuar nuestro camino.
|
Vistas desde el collado a la Hoya de Huesca |
|
Señalización en el collado |
Primero se discurre por el soto del
río, acompañándolo aguas arriba como unos trescientos metros, coqueteando con él
y con el límite de los términos municipales de Nueno y Loporzano. Le sigue la
decidida subida por un ancho y cuidado camino, que aun teniendo nuestro
objetivo bien a la vista, nos desvía de él para cruzar el barranco Reguero del Águila,
que lo hace por una comisura por la que apenas baja agua. Continuamos, y a los
tres cuartos de hora de haber cruzado el Flumen alcanzamos el collado Frontón
de Buesa, que nos da vista a la solana de estas montañas que van perdiendo su
carácter amansándose ya en la Hoya de Huesca.
|
Objetivo a la vista |
|
Superando las clavijas |
A partir de aquí, brusco giro de
noventa grados para dirigirnos ya directos hacia nuestra peña, y decimos
nuestra porque hoy no espera más visitas. En veinte minutos llegamos a la base
de la roca, unos conglomerados que el tiempo y los avatares geológicos
hicieron. El estrecho sendero discurre entre el cogote cimero y el abismo entre
esta peña y su gemela, alejándonos un poco para posicionarnos ya bajo el asalto
final, facilitado por unas clavijas que ayudan en su consecución. Una vez
arriba se recorre la estrecha explanada, llegando a los 1121 metros de su máxima
altura.
|
Las montañas se amansan en pos del llano |
|
En el paso de las clavijas (imagen de Toño) |
Nosotros no conquistamos
montañas, son ellas las que nos conquistan. No conquistamos su
alma, ellas
conquistan la nuestra, la apabullan, la prendan, la enamoran. Los más de
cuatrocientos metros de caída libre sobre el lecho del río le confieren una
característica que pocas montañas de nuestro territorio tienen, y que para
admirarlo retienes la respiración aun sin proponértelo. La panorámica es
absolutamente insólita. Toda la Hoya de Huesca a nuestros pies, al sur. Al este,
lo más cercano que se nos ofrece es el Picón, o Peña del Mediodía, brava también,
y que da continuidad a toda la sierra de Guara. Al norte, el lecho que el
Flumen se ha sabido labrar, incluyendo esos enormes paredones llamados
Cienfuens, el contiguo pico del Águila y la sierra de Belarra. Y a poniente la
peña gemela de San Miguel, el Fraile, al que ya se le han bajado los humos, y algo
más lejos el también imponente pico Gratal, que con su sierra, la de Caballera y la de Loarre darían alcance
a esa otra familia de mallos, los de Riglos, hermanos con estos en su morfología.
|
El paso del río Flumen |
|
Cartel en el cruce |
El fuerte y frío viento nos
empuja a abandonar este privilegiado lugar desandando lo andado. Con extremo
cuidado bajamos por las clavijas y, ya en el sendero, hasta el collado Frontón
de Buesa, y desde allí hasta el río, que cruzamos como antes, pelín justos. Al
poco se pasa por un cruce del que sale un sendero descendente marcado como “Bozosa”
y San Miguel, que tomamos. En seguida se bifurca. Tomamos el de la derecha, más
amigo de la curva de nivel, y que finalmente se emboza tras haber pasado por lo
que tiene pinta de haber sido los pequeños campos de los huertos. Volvemos
sobre nuestros pasos y tomamos el ramal que baja de nuevo al río. Lo cruzamos,
y por el soto nos lleva hasta que termina en el río de nuevo, pero sin posibilidad
ya de cruzarlo sin mojarte. Estamos justo bajo la vertical de ambas peñas, con
unas aguas calmas sobre profundas badinas.
|
Aquí damos media vuelta con la intención de volver en verano |
Volvemos de nuevo sobre nuestros
pasos, cruzamos el río y nos incorporamos al sendero que traíamos, y que en
menos de media hora movida nos sube al punto de partida, a ese aparcamiento del
Salto de Roldán, al que llegamos tras haber recorrido 9,2 km en 3h 50’ de
tiempo total, del que 2h 55’ han sido en movimiento, con un sorprendente
desnivel acumulado total de en torno a los 950 m D+/-, que no está nada mal
considerando que entre el punto de salida/llegada y el objetivo apenas hay 100
metros de diferencia de cota
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario