ANDADAS
Camino de Santiago
Somport - Jaca
Domingo, 14 de abril de 2019
En una mañana nublada de mediados
de abril acometemos un Camino de Santiago que lo vemos con ganas. Sí, con ganas
ya de recibir a esos caminantes, hay quien los llama peregrinos, que con un
motivo u otro, todos respetables, se lanzan a sus brazos, a sus largos brazos
hasta llegar a sus manos, que los depositen en ese final jacobeo, por uno de
los muchos itinerarios que se acercan a él. Nuestro motivo, al menos el de hoy,
ya lo desvelamos, es el de añadir más volumen de entrenamiento para esa prueba
que une las dos mayores capitales de Aragón, como son Zaragoza y Huesca, en ese
día, mejor dicho, en la noche víspera del patrón San Jorge, que de él toma el
nombre: Jorgeada, que este año se nos hace mayor, ya que alcanza la mayoría de
edad con esos 18 añitos ya. Y con la mejor puesta de largo, amparado su
itinerario con la flamante señalización del GR 234 como Sendero Turístico de
Aragón.
|
Así se nos ofrece la mañana en el arranque |
Y que el resto del territorio no
se sienta discriminado, porque sus 80 km arrancan desde el mismísimo Palacio de
la Aljafería, sede de la voluntad popular aragonesa, donde estamos
representados todos. Todos.
|
La Virgen del Pilar y Santiago Apóstol, binomio inseparable de la creencia católica |
|
El Summus Portus. Los romanos no lo tenían tan fácil |
Bueno pues, al turrón. El autobús
amarillo del valle nos deja algo pasadas las 9 de la mañana justo en la
divisoria orográfica, lo que el artificio llama frontera. Allí, donde el
aquitano deja paso a la fabla, y donde la cuesta arriba deja paso también a la
cuesta abajo. Una cuesta ocupada a tramos por manchas de nieve, y cuya valla
está al albur de los fieros inviernos, que ya lleva unos cuantos a sus espaldas,
bastantes por los suelos. Aunque seguro que más fieros eran los de antes,
aquellos que tenían que soportar, sin valla, los peregrinos que se albergaban
en el Hospital de Santa Cristina, que en el siglo XI, durante el naciente reino
de Aragón y el vizcondado de Bearne, ya estaba considerado por el Códice Calixtino como uno de los tres más importantes del mundo cristiano, junto con el de Gran San Bernardo, a su paso por los Alpes, y el del mismísimo Jerusalén.
|
El Hospital de Santa Cristina, amputado por el tiempo y el abandono |
|
Monolito junto a las ruinas |
Pero eso quedó atrás. El río sigue
trayendo agua. Unas aguas del recién nacido Aragón que, aun perdiéndose en
tierras navarras, junto con el Camino de Santiago, da nombre al territorio.
Unas aguas que posiblemente sean las mismas que entonces, que posiblemente
también hayan ido y vuelto varias veces a épocas cada vez más alejadas de sus
virtudes, de sus beneficios, encontrando un paisaje más transformado, escenario
al que los actores dan la espalda de forma creciente, y al que algún día
tendremos que mirar de frente.
|
Cruce de la carretera bajo las Piedras Rojas |
|
Marmota curiosa |
Pasadas las ruinas de lo que fue
un floreciente centro religioso y sanitario, pero fundamentalmente social, de
la época, unas escaleras nos bajan a la carretera de entrada a Candanchú. Una
traza reciente te invita a cruzarla, para seguir por un itinerario que,
francamente, no le encontramos mucho sentido, aparte de un gasto innecesario en
puentes, al volver a cruzar la carretera más veces que el antiguo trazado, que
es el que seguimos. Para evitarlo hay que seguir la carretera unos 100 metros,
cruzar el puente de Santa Cristina y meterse en el sendero, señalizado como GR
11.
|
Puente del Ruso |
|
Chimenea de la fundición |
Vamos tomando altura, hasta dar
de nuevo en la carretera, justo enfrente del camino de Piedras Rojas. La
cruzamos y tras una ligera subida entre casetas de pastores y de
comunicaciones, llegamos a una plataforma, que a su final nos ofrece unas
escaleras que nos hacen perder altura. Con el puente del Ruso ya a nuestros
pies atravesamos un amable tramo, hasta salir a otro más pedregoso. Rioseta se
nos va abriendo, y ofreciendo los montes que lo coronan, el pico del Águila, la
Muralla de Borau, y el patriarca de todo este reino, el Aspe. Pasamos por una
zona de bunkers y bajamos hacia la finca de Anglasé, cuya antigua edificación, fue
convertida en la actual borda ganadera tras haber servido para la actividad minera e
industrial de una floreciente aldea, cuyo principal vestigio lo tenemos en esa
alta y estrecha chimenea que dejamos a la izquierda.
|
Rioseta se abre a nuestra vista |
|
Anglasé y Chiniprés al fondo |
Como a unos 400 metros de la
finca dejamos que la pista de Canalroya siga su destino junto al GR 11, que nos
deja su variante GR 11.1 para meternos por un señalizado sendero a mano
derecha, que nos baja por el bosque, dejando atrás una cabaña de piedra, y nos
deja en una pista que cruza el río Canalroya y se dirige ya dirección Canfranc,
para lo que tenemos que abandonarla y entrar en el sendero a través de una
especie de burladero para el ganado. Esta variante nos va a acompañar hasta
Canfranc pueblo, ya que se dirige hacia Lizara por Gabardito y los collados de
la Magdalena y el Bozo.
|
Punto de unión del GR 11 con el GR 11.1 por cuyo trazado continuamos |
|
Barranco de Izas, justo antes de rendirse al Aragón |
Al cuarto de hora de andar por
sendero definido entre el pasto, pasamos junto a un puente sobre el Aragón, a
donde confluye ese itinerario mencionado anteriormente y que no nos gustaría ni
mencionar, aunque lo hacemos para evitar confusiones. En pocos metros cruzamos
el barranco de Izas, que trae las esencias de ese recóndito valle. En cinco
minutos más pasamos bajo el Col de Ladrones, antiguo fortín defensivo que
controlaba el paso por el valle. Otros diez minutos más y entramos ya en
terreno domesticado, las primeras edificaciones llegan a nuestro alcance, y
tras ellas la indicación de la fuente de Pequeña, por donde está señalizado el
Camino de Santiago para entrar a Canfranc Estación si hiciera falta.
|
Dejamos el Camino de Santiago momentáneamente
para continuar por el Paseo de los Melancólicos |
|
Lo viejo, lo nuevo y lo utilitario conviven en la estación |
En caso de que no, podemos seguir
por el camino de los Melancólicos, mucho más tranquilo, que nos lleva por la
trasera de la enorme Estación Internacional y toda su arqueología ferroviaria,
que a golpe de presupuestos y subvenciones poco a poco se van colmando los
deseos de quienes quieren poner todo ello en valor, paso previo a la ansiada
reapertura de la línea internacional. Obviamos la entrada a la pista de Picauve
y continuamos por lugares aprovechados para la construcción de esos bunkers de
la línea “P”, un complejo de 10.000 enclaves, de los que se terminaron 6.000, y
que constituía una gran barrera defensiva a lo largo de la cordillera
pirenaica. Se atraviesa la enorme tubería del complejo de la central de
Canfranc, por la que sube y baja el agua a conveniencia.
|
Uno de los bunkers de la Línea "P", acondicionado para su visita |
|
Torreón de Fusileros |
Nuestros pasos dan a la cola del
pequeño embalse de Canfranc, junto al nudo carretero de la entrada del túnel.
Nos encontramos el arcén pintado de rojo, que tenemos que recorrer como unos
800 metros, túnel incluido, hasta llegar al bajante bajo presa, para tomar ya
el sendero tras cruzar el río. Un sendero que en media hora se nos hará corto,
porque su tránsito es verdaderamente delicioso. Antes de tomarlo pasamos junto
a lo que queda de uno de los torreones defensivos del valle, el de la Espelunca,
en un terreno totalmente desdibujado desde la construcción de la presa. La
construyó Tiburcio Spannocchi en 1592 como defensa ante invasiones francesas. Hoy,
aquí, sólo un montón de piedras y un cartel explicativo dan fe de todo ello.
Tiene réplicas en los valles de Ansó, Hecho, Santa Elena de Biescas y Baños de
Benasque, todas con el mismo fin. El que sí está en pie, y en uso es el de
Fusileros, que se deja a la derecha, al otro lado de la carretera y el río. Se
cruza el barranco de Ip y el sendero nos deja en un ancho camino que viene de
ese valle.
|
Sendero mágico |
|
Restos de la torre de Aznar Palacín |
A través del llamado puente de
Arriba se alcanza Canfranc. Camino cargado de historia, pasamos por el Campus Francus de los romanos,
convertido en sede aduanera en el siglo XI por Ramiro I, expuesto a grandes
peligros dada su condición de próximo a la frontera, pero ha sido uno no
previsto, el fuego, su mayor enemigo, destruyéndolo en varias ocasiones. La
última, la de 1944, que lo sumió en una casi total despoblación de la villa,
recuperándose lentamente en las últimas décadas debido al gran empuje del
turismo. Lo primero que nos encontramos al entrar a la población son los
exiguos restos del castillo. Luego otros restos de la torre de Aznar Palacín y
lo que queda de la iglesia de La Trinidad. Todo ello habla de un pasado de esplendor.
|
Puente de Abajo, junto al cementerio |
|
Inscripción en el interior del puente |
Finalmente llegamos al
cementerio, donde se halla el antiguo Pont Nou, que aunque de apariencia
románica, solo lo son los restos de su base medieval. Fue destruido por una gran
avenida del río Aragón, y restaurado a final del siglo XVI por Ramón de
Argelas, maestro cantero bearnés. En lo más alto del lomo, en su interior hay
un sello con una borrosa inscripción que reza “RAMON ME FECIC”, Ramón me hizo, perpetuando la memoria de su
re-constructor. Posteriormente tomaría nombres como el de Puente de Canfranc,
Puente del Cementerio o Puente de Abajo, pero nunca Puente de los Peregrinos, aunque
siempre fue su esencial utilidad.
|
A punto de pasar la carretera por debajo |
Dejamos ya este núcleo de
población, que no es ni la sombra de lo que fue, y que concentra un gran número
de importantes vestigios religiosos y defensivos dado su carácter de zona
fronteriza y en cuyo seno discurre una da las vías más importantes de entrada
de peregrinos de Europa a la península ibérica.
|
Congosto del Aragón antes de llegar a Villanúa |
Tras tanta evocación y
contemplación, ya cualquier cosa de lo que veamos a continuación va a carecer
de interés, pero lo cierto es que aún nos quedan algunas joyicas. El camino
pasa por debajo de la moderna carretera, prestando atención a agacharnos al
entrar, si no queremos llevarnos un mal recuerdo. Un poco antes, han adecentado
otro bunker como refugio para el caminante. Pasado de nuevo por debajo de la
carretera, el profundo lecho del río deja al aire una bella garganta, horadada
a lo largo de milenios.
|
Entrada a la Cueva de las Güixas |
|
Subterránea |
Pronto llegamos ya a la entrada
de la Cueva de las Güixas, un corto tramo del inmenso sistema de galerías
subterráneas que alberga el enorme macizo calizo de la Collarada. Un poco más
adelante, unos alineados e inútiles ya postes de luz señalan el camino para
llegar a la estación ferroviaria de Villanúa. En un lugar próximo al puente, en
el que había un descuidado parque, han construido un edificio que hace de Centro
de Interpretación de las Cuevas. Subterránea se llama.
|
Campos floridos comenzando el camino de Orbil |
Una vez atravesado el pequeño
puente que permite cruzar el barranco de la Espata, se puede optar por tomar el
moderno paseo de la derecha, que abrazado a la margen izquierda del río nos
dejará muy próximo a un delicioso camino que atraviesa el Juncaral. Continúa, cruzando la carretera general, por detrás del Albergue Juvenil Don
Bosco, de Salesianos, para subir por la cabañera, que te deja en la pequeña
carretera que baja de Aratorés y por detrás de Villa Juanita continúa hasta
llegar a la parte alta de Castiello.
|
Sendero de Orbil |
Pero eso será otro día. Hoy
optamos por hacer el camino de Orbil, de modo que nos adentramos en el interior
del casco viejo de Villanúa, villa situada a la salida ya del congosto que
forma el río Aragón a la altura de Canfranc. Las enormes planicies en las que
está asentada han propiciado la desbordante construcción de urbanizaciones
utilizadas como segunda vivienda, que multiplican por doce la población, que
apenas alcanza los 500 habitantes.
|
El actual Aruej, en sus tiempo capital de Bardaruex |
Aguas abajo de este floreciente
enclave, tenemos un caserío digno de mención. Se trata de Aruej, que en otro
tiempo fue la cabeza de este tramo de valle, denominado entonces Bardaruex, Valle de Aruej. Hoy convertido
en cuatro casas en ruinas que albergan corrales de ganado; destaca la torre de
los Acín, señores de Aruej, y la iglesia de San Vicente Mártir. Su demarcación
llegaba desde la salida del congosto de Canfranc hasta Torrijos, y hoy,
justificada oficialmente por su propiedad privada, está en un estado
lamentable.
|
Casilla del tren junto al camino de Orbil |
|
La Pela Oroel. El Campo de Jaca más cerca |
Pero sigamos por nuestro camino. Pasamos
junto al nuevo cementerio, y al poco hay un cartel que te informa del viejo
camino a Orbil, por el que nos metemos para quitarnos algo de asfalto. Sale
junto a una casilla del tren, a la que podemos llegar, y que obliga a cruzar
las vías, o salir por la izquierda a la pista que, tras una amplia curva pasa
por allí. Se atraviesan los campos de Orbil, y ya enseguida aparece a nuestra
vista la imponente estampa de la Peña Oroel, para indicarnos que estamos ya
próximos al final de la etapa de hoy.
|
Panorámica del amplio barranco de Casadioses |
|
Fuente de Casadioses |
Nos incorporamos a la pista que
baja del valle de San Juan, que sube a Cenarbe, señalizado como GR 15.
Continuamos y ya, unas granjas y corrales nos acercan a Castiello. Al salir a
la carretera, la señalización nos la cruza y nos sube hasta lo más alto del
pueblo, pasando por la parroquial de San Miguel, para luego bajarlo junto al
barranco que lo parte en dos, pudiendo pasar por la fuente de Casadioses. Nos
queda bajar de nuevo a la carretera y, ya por paso de peatones, cruzarla para
llegar a esa zona de ventas.
|
Añadir leyenda |
En este lugar volvemos a encontrar antiguos
vestigios de un puente, recuperados recientemente del abandono y del olvido. Cruzamos
el puente de la carretera de la Garcipollera y continuamos ya por el Camino de
Santiago. Una vez llegados al río, se atraviesa por un moderno puente de madera,
que burla el paso saltando de piedra en piedra que queda por encima de él. Se llega
a una finca llamada Bergosilla, próxima al puente de Torrijos, y aquí nos
detenemos de nuevo.
|
Puente sobre el Ijuez |
|
En Bergosilla |
Hay una
silueta metálica, bidimensional, de un peregrino. La historia da cuenta de que
este lugar se llamaba Hijos, y que ha sido desdibujado por el trazado
ferroviario y carretero. En lo alto de una gran ladera de roca, donde ahora hay
una torre de alta tensión, había una torre fortificada, y de ahí deriva el
nombre de Torrijos, de torre de Hijos. En los siglos XIV y XV los Jiménez de
Arloz eran los señores de Hijos. Actualmente está la cantera de Torrijos, en la
que siguen dando vida a este oficio tan antiguo como artesano. Otro punto digno
de mención es la existencia de una fuente, hoy casi cegada, de aguas
sulfurosas, debajo mismo del puente, y que era apreciada en la antigüedad por
sus propiedades medicinales.
|
Ermita de San Cristóbal |
Dando continuidad
al camino, pasamos por el puente de las Grajas. Al poco, nos topamos con una
ermita, hoy en manos privadas. Es la de San Cristóbal, de factura popular, que
fue construida por Francisco Villanúa en 1796 junto al puente del mismo nombre,
que salva el barranco de Rapitán. Cristóbal significa “el que porta a Cristo”, y es patrón de conductores y viajeros.
|
Fuente de agua sulfurosa |
|
Actual Árbol de la Salud |
Y cerca ya
estamos de nuestro destino de hoy, Jaca, en cuya entrada tenemos el puesto del
kilómetro 829 a Santiago. Está junto al parque que hasta hace poco albergaba el
Árbol de la Salud, un viejo olmo que no resistió el paso del tiempo. Aquí
estaba en la antigüedad la iglesia de San Esteban y el hospital de San Marcos,
de vocación leprosera. Y de este modo termina nuestro periplo histórico artístico
de hoy, que nos ha servido para echar la mañana y para sumar kilómetros para
dentro de una semana. Hoy han salido al filo de los 30, que hemos recorrido en un
tiempo total de 5h 35’, del que 5h 30’
han sido en movimiento, lo que da a entender lo poco que hemos parado, prácticamente
nada. El desnivel acumulado ha salido en 750 D+ y 1590 D-.
Ya siento la extensión... había mucho que contar. Más fotos, y el track.
No hay comentarios:
Publicar un comentario