Villarroya (1897 m)
Lunes, 12 de junio de 2017
A la tierra dura y
viva,
de donde gente marchó
y que sueñan que algún día,
vuelvan los niños al sol.
de donde gente marchó
y que sueñan que algún día,
vuelvan los niños al sol.
Con esta estrofa del Romance de
Ciego de Ernesto Jartillo comenzamos otra jornada por tierras turolenses. En
esta ocasión visitamos los confines de la comarca del Maestrazgo. Sus puertos,
sus paisajes, sus cielos, sus montes, todo nos conduce a su historia masovera a
más de mil quinientos metros sobre el nivel del mar, en la que la supervivencia
era la prioridad número uno de unas gentes pegadas al territorio, y que hoy se
va desgajando en la memoria. Hoy visitamos Allepuz, desde donde parte la ruta
para llegarnos al Villarroya, que con sus 1897 metros de altitud, es el techo
de la comarca. Un monte sencillo, como todo lo que le rodea, un monte humilde,
como todo lo que le rodea, un monte callado, como todo lo que le rodea. Un
monte… que no sale en todos los mapas, para el que no hay apenas reseñas ni
caminos. Un monte, en el que aparentemente pocos se fijan, pero que nosotros lo
hemos hecho, y no nos ha defraudado. Con el apoyo logístico del amigo Diego, y
con mucha humildad, hemos mirado por encima del hombro a esta bella comarca del
Maestrazgo… y a la contigua de Teruel también.
Ermita del Loreto, en Allepuz |
Arrancamos en las eras de Allepuz |
La ruta es larga, pero variada.
Comenzamos en Allepuz, una población quizá más conocida en este mundo
senderista por estar asociada a ese “Camino de los Pilones”, un tramo del antiguo
camino real entre Teruel y Levante, bien conservado entre esta localidad y la
de Villarroya de los Pinares. Pero eso será para otro día. Hoy comenzamos junto al
PR-TE 78, llamado también “Vuelta a Sollavientos”, un PR de reciente señalización
que acompañaremos durante poco más de una hora abrazados a este río que le da
la espalda al Ebro y que sin dejar de ser mediterráneo ha decidido rendir
cuentas al Turia. Pero no se lo tenemos en cuenta. Nuestro camino arranca en torno
a unas eras en la parte alta de la población, para bajar a la carretera no sin
antes dejar abajo, a nuestra derecha, un par de curiosas formaciones rocosas,
que llaman chimeneas, por la forma en la que han quedado debido a la erosión.
Las "chimeneas" |
Área recreativa |
Salimos a la carretera, que
recorremos menos de trescientos metros hasta la entrada a la derecha al camino.
Vamos bajando hacia el río, y al poco nos encontramos con el desvío a la fuente
los Berros, por la que no se pasa, pero que merece la pena entrar a verla. Son
tan sólo diez minutos lo que se tarda. Hay que pasar por un área recreativa y
el puente del río, junto al que se encuentra esta curiosa surgencia en el mismo
suelo.
Fuente los Berros |
Camino por el soto |
De nuevo al camino para ir
acompañando a este río que nos aporta frescura, entre otras cosas. Un poco más
adelante, en otro desvío, está la fuente de la Salud, a la que sólo le queda el nombre. Está seca, y el entorno no merece su visita. Seguimos por este sendero fluvial durante algún tiempo más. Llegados a un punto determinado hay que estar
muy atento a las escasas indicaciones para dejar el soto y subir a unas fajas
para continuar el camino, un caluroso camino alejado ya de la frescura del río.
Se pasa junto al molino Tomagal. A continuación podemos deleitarnos con la
vista a la otra vertiente en la que hay un extenso y espeso avellanar. Pero aún
nos espera otra sorpresa, y es la de unas enormes moles de arenisca por entre
las que tenemos que pasar. Impresionante.
El camino se estrecha entre las areniscas |
Cañada |
En poco más de una hora llegamos
a este extremo del PR-TE 78, que dejamos que vuelva a Allepuz, pero nosotros
seguimos. Aquí nos espera Diego, para indicarnos la continuidad del camino, que
cruzando la carretera toma una algo desdibujada cañada para subir a un pequeño
collado, habiendo dejado a nuestra derecha el mas de la Vegatilla. En este
collado comienza un tramo de unos 4 km que, debido a las más que calurosas
horas, y el buen estado de la pista, nos recoge Diego para recorrerlos en vehículo.
La pista discurre por una loma a dos aguas, la mayor parte por la linde
municipal con Villarroya de los Pinares, con unas vistas excelentes sobre los
puertos a uno y otro lado.
Veredas |
Fuente Sancho |
Al salir a la carretera echamos
de nuevo pie a tierra para seguir nuestro camino. Pasamos junto a tapiales
entre las masías del Palomar a nuestra derecha, y del Gravieso a la izquierda,
desde donde sale un sendero más directo para llegar al mas de la Hoya Vela
pasando por la majada de la Cuerda, pero no sabemos en qué condiciones estará,
además que siguiendo por la pista pasaremos por la fuente Sancho, que le da
alegría y frescor al ambiente, en el que nos incluimos.
Majada de la Cuerda y mas de Hoya Vela |
Aspecto de la loma cimera |
Pasada la majada Chorrador, el
camino toma orientación sur, y al recobrar la norte se enfrenta a un tramo de
brusco ascenso que hay que tomarse con paciencia. Al cabo del mismo, se llega a
una amplia collada en la que encontramos, iniciado un proceso de ruina, ese mas
de la Hoya Vela, donde nos dirigimos ya sin vacilación hacia nuestro objetivo
de hoy. Un objetivo que hemos venido viendo durante gran parte del recorrido
como un ancho tozal que pasaba inadvertido entre otros tantos que hay en esta
sierra de Sollavientos, y que debido a lo agreste de esta vertiente nos obliga
a darle la vuelta para subirlo por su domesticada loma. Es algo que hacemos al
llegar a otra amplia collada, entre él y otro montículo a la derecha.
Próximos a la cima |
Cuenca del Sollavientos |
Estamos recorriendo una vasta
planicie, que se nos antoja azotada por los vientos, y en la que habitan el
pino negro y la sabina rastrera fundamentalmente. No se ve camino para subir a
lo más alto de este Villarroya. Cuando vemos que la pista que llevamos comienza
a bajar, la dejamos, orientando nuestros pasos monte a través hacia lo que nos
parece más alto, un punto sin la menor señalización, pero que lo es. A los
humanos nos cuesta más esfuerzo que a los pájaros llegar hasta aquí para
obtener la misma vista, pero merece la pena. Sierras largas, anchas, calladas,
llenas de soledad y hastío, pero que cada primavera dan lo mejor de sí sin
importarles para qué ni para quién. Un hondo y pavoroso silencio se adueña del
momento, un momento sin tiempo, un lugar sin acomodo, unas viejas páginas de un
ya empolvado libro olvidado en las estanterías de la frágil memoria.
Hacia el Morrón |
Este monte tiene una prolongación
hacia el NW, que nos decidimos a visitar, llegando al Morrón, en el límite ya
con Villarroya de los Pinares. Volvemos a ese punto en el que hemos dejado la
pista, donde ya nos espera Diego, dando por concluida esta larga pero interesante
ruta por las sierras calladas del Maestrazgo, que hemos querido hacer así para acompañar
a ese Sollavientos y su frescura, combinando así el río con el monte, los mases
con la dehesa, el cielo con la tierra.
El Villarroya desde el Morrón |
El camino, tan sólo de ida, nos
ha supuesto 14,5 km, recorridos en un tiempo total de 3h 50’, del que 2h 40’
han sido en movimiento. De haberlo hecho andando en su totalidad, hubiéramos
empleado como 45’ más. El desnivel acumulado que nos ha salido ha sido de 730
D+ y 330 D-.
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