Ibón de Plan (1910 m)
Domingo, 11 de junio de 2017
Si ye que i puyas bela maitinada
de San Chuan ta Ibón,
y no la biéses, abrás de
pensare
en labá-te l´anima…
Sólo es güellos limpios pueden
viere
a la prinzesa mora de las
cumbres.
Así comenzamos esta tercera
jornada por el Sobrarbe. Y no la podíamos dedicar a otro objetivo más
emblemático que al Ibón de Plan, también llamado Basa de la Mora. A Sara y
Marisa del viernes, y Eva, Manuel y Pepe de ayer, se nos añaden hoy Carlos y
Toño. Con todos ellos emprendemos una nueva ruta por estas montañas. Partimos
de Plan, de las piscinas concretamente, por una pista que discurre por la
margen izquierda del Cinqueta, y que recorremos casi media hora, para meternos
por un camino a la izquierda, ya por el bosque.
Ahí estamos, listos para salir de Plan |
Curioso posado |
El sendero va buscando el
barranco del Ibón, y no ofrece cuartel, a tramos empinado, a tramos muy
empinado. Lo cruza en varias ocasiones, pero sin mayor problema. En hora y tres
cuartos alcanzamos el cruce con otro que baja a Saravillo por el GR 15, donde
ya se calma de tanta subida, y al que nos incorporamos en dirección contraria
camino del ibón, por un paraje espectacular de tasca por entre el bosque. Aún
tenemos como veinte minutos hasta la Basa de la Mora, entre los cuales tenemos
que abandonar este GR, que se va a tierras ribagorzanas por la Colladeta del
Ibón, que se interna en el mundo Cotiella. Gran mundo, por cierto.
Cruzando el barranco del Ibón |
Llegando al ibón |
Finalmente llegamos a este ibón,
considerado como uno de los más bonitos del Pirineo. Pero en realidad el mérito
más que del ibón es del entorno. Hay que verlo. Hay que sentirlo. Hay que
vivirlo. Está emplazado en una cuenca glacial, rodeado de enormes paredones que
se desgajan en millones de piedras, formando unos canchales infinitos que te
cansas sólo de subirlos con la vista, y que albergan los ejemplares de pino
negro que, al filo ya de los dos mil metros, más han resistido. Estamos a los
pies del macizo de Cotiella, aunque este pico no sea visible desde aquí. Y por
otro lado, las peñas horarias, de las Diez, las Once, Mediodía… en fin el mejor
reloj solar que tenían por aquí. El ibón no se concibe sin la montaña, y la
montaña no se concibe sin el ibón, aunque intuimos que va en franco retroceso.
Sin duda es un lugar mágico.
Primera visión del ibón. Sin palabras |
Infinitos canchales |
Se dice, desde hace mucho tiempo
ya, que huyendo de las luchas entre moros y cristianos, había una joven
musulmana que se perdió por estos lares, quedando atrapada su alma para siempre
en las aguas del lago. “Si es que subes alguna mañana de San Juan al Ibón, y
no la vieras, habrás de pensar en lavarte el alma… Sólo los ojos limpios pueden
ver a la princesa mora de las cumbres”.
Es la cantinela que aún enseñan los viejos del lugar a las generaciones
más jóvenes, que es la traducción de lo que antecede a la entrada de hoy. Se
dice, pues, que pasando la noche de San Juan en las orillas del lago, al
amanecer, es el sol el que con sus destellos en el agua despierta el espíritu
de la joven, que sigue vagando por aquí, y que teniendo el alma pura se la
puede ver escenificando una danza mágica, llena de brillantes y joyas de todos
los colores.
Dándole la vuelta al ibón |
Entorno grandioso |
Sea o no sea, lo cierto es que no
es difícil imaginárselo, porque el entorno, y no nos cansamos de repetirlo, es
auténticamente digno de un cuento de hadas. Es a la conclusión que se llega
cuando no te conformas con alcanzar las orillas del ibón, sino que te fundes
con ellas en un abrazo imaginario dándole la vuelta. Sí, nos hemos quedado
prendados de este lugar tan alpino y mágico a la vez.
El ibón y su entorno |
Sarrios en el nevero |
Contemplando una manada de
sarrios en uno de los neveros, echamos un bocado y terminamos la vuelta,
dejando ahí el lago con sus decenas de visitantes, algunos con el caballete de
pintor, que por muy buenos que sean, que lo serán, jamás conseguirán reproducir
toda su belleza. Desandamos lo andado hasta la convergencia con el camino de
subida, por el que bajan Marisa y Eva, marchando los demás por el GR 15
dirección a Saravillo, no sin antes pasar por el refugio de Lavasar, donde
termina la pista, con sus decenas de vehículos. Un refugio libre, concebido
como tal, construido como tal, usado como tal, y que ahora está sometido a las
intenciones de darle otro uso más trivial, más prosaico. En fin… el eterno
debate entre conservacionismo y desarrollo… o ¿entre desarrollo y
desarrollismo?, bueno, no sé, ahí lo dejamos. Mucho ha cambiado, y lo sigue
haciendo, el mundo de la montaña.
Eterno. Infinito |
Refugio de Lavasar |
Bien, tras el paso por el refugio
ya todo es bajar y bajar por ese GR 15, que va burlando la pista durante hora y
media, metiéndose por el caluroso barranco de Gallinés, hasta alcanzar esta
localidad de Saravillo, que se aúpa para presumir de sus mil metros de altitud,
y a donde nos recogen Marisa y Eva para dar por terminada no sólo esta jornada,
sino tres para algunos, por estas tierras del Sobrarbe, unas montañas que
invitan a volver. Y que lo haremos.
De lo poco que queda |
La travesía ha sido de 15,9 km, a
la que le hemos dedicado 6 horas de tiempo total, del que 4h 15’ han sido en
movimiento, con un desnivel acumulado de 1220 D+ y 1295 D-.
Álbum en Facebook: https://www.facebook.com/chema.tapiagr/media_set?set=a.1473266189362766
No hay comentarios:
Publicar un comentario