De Hospital de Tella a Tella,
y viceversa
Sábado, 10 de junio de 2017
Debajo del dolmen de Tella
Tus antepasados dejaron su herencia,
Un rico tesoro de peñas,
Barrancos, glaciares, bosques y praderas
Con este fragmento de la canción
de la Ronda de Boltaña, y la incorporación de Eva, Manuel y Pepe comenzamos una
nueva jornada por el Sobrarbe. Esta vez por tierras más bajas, y la idea es
hacer una circular entre Hospital de Tella y Tella, comenzando en la primera
localidad, a pie de carretera, subiendo por Mirabal y Arinzué, alcanzando la
segunda, con el circuito de las ermitas incluido, y bajar por Cortalaviña. Allá
vamos.
Prestos para salir desde Hospital de Tella |
El río Yaga |
Hospital de Tella, donde el Yaga
entrega todas las esencias de las Gargantas de Escuaín, al Cinca, es nuestro
punto de partida. El sendero comienza con una fuerte rampa de cemento,
señalizado como PR-HU 39. Continúa subiendo por entre matorrales, y tan
pendiente está que saliendo a pie de río, pronto llegamos a auparnos muy por
encima de él. El sendero va discurriendo por entre el bosque, por el que
cruzamos barrancos, unos secos, otros no, y que nos va proporcionando ventanas
para ir viendo el exterior. El Castillo Mayor, la Peña Montañesa, el Puntón de
las Brujas, el Portillo de Tella… todos se van alternando a nuestra mirada.
Progresando por el sendero |
En casa Mirabal |
En dos horas alcanzamos el cruce
para bajar a Mirabal, que tomamos, dejando el sendero que siga su camino hacia
Estaroniello y Escuaín. Bajamos pues hasta el cauce del río, a cuyas orillas
están estos caseríos de Mirabal. Continuamos por el PR, hasta dar con el GR 15,
al que nos abrazamos, pasando primero por Arinzué, y luego por el dolmen de
Tella, al que llegamos al cabo de casi tres horas y media, y donde nos
detenemos, porque merece la pena. Mientras echamos un bocado en sus
proximidades, no dejamos de contemplarlo, así como la panorámica que nos
ofrece. Al oeste el Castillo Mayor es el que cubre el escenario, dejándole algo
de protagonismo a los Sestrales al fondo. Al norte, ese Portillo de Tella,
entre el Montinier y su Pala, donde comienza todo el cordal de las Tres Marías,
que tras la Suca y el collado de Añisclo tiene continuidad en uno de los
macizos más impresionantes del Pirineo, el de Treserols, entretenido ya con sus
nubarrones. La Peña Montañesa también pugna por ser reconocida en el espacio
visual, como Punta Solano, Punta Lierga, y tantos otros montes que no faltan a
la cita.
El dolmen de Tella, con el Castillo Mayor de fondo |
Tella y su entorno |
El GR 15 continúa un tramo por la
carretera que sube a Tella, obviándola el tramo final a través de un camino que
nos deja a los pies de la población. Y ¿qué decir de esta población?, mucho es
lo que se ha escrito ya sobre ella, y no creo que aportemos nada nuevo.
Únicamente en el terreno personal, se puede añadir que es verdaderamente
impactante a primera vista. Su situación, encaramada, colgada, podríamos decir,
a lo alto de esta loma, junto con su pasado de tradiciones y leyendas asociadas
al mundo sobrenatural de la brujería, es la combinación perfecta para que aun
sin saber ni una mínima parte de lo que muestra y esconde, nos transmita una
profunda sensación de respeto que no hemos experimentado en muchos lugares de
este nuestro querido Pirineo.
Ermita de los santos Juan y Pablo, bajo el Puntón de las Brujas |
Interior de la ermita de los santos Juan y Pablo |
Por diez minutos no nos muestran
el audiovisual en el centro de interpretación. Un audiovisual sobre el
territorio, que otras veces hemos contemplado admirados. En la parroquial de
San Martín, del siglo XVI, comenzamos el circuito de las ermitas, cuyos
primeros compases discurren por la vertiente norte de la población, por entre
bosque mixto, que aporta más misterio si cabe. En poco se da vista ya a la
primera, cuya situación también sorprende. Bajo la advocación de los Santos
Juan y Pablo, dos hermanos romanos del siglo IV, no confundir con los
apóstoles, está situada en la collada de la Bellanera, enclavada a los pies de
la Peña de San Juan o Puntón de las Brujas. Esta ermita, del primer románico
autóctono, construida por maestros locales, y consagrada en 1019 por el obispo
Borrel, de Roda de Isábena, consta de nave con ábside y cripta. Eso en su
interior, que la panorámica que ofrece en el exterior es auténticamente
privilegiada sobre toda la cuenca del Cinca, dominada por la Peña Montañesa, y
el cordal antes descrito de la muga con el valle de Pineta… y más allá.
Valle del Cinca, con la Peña Montañesa |
Ponemos dirección a las otras.
Llegando a otra pequeña collada, se sube a la derecha a la de la Virgen de la
Peña, del siglo XVI, con bóveda de cañón y que ofrece también unas
extraordinarias vistas. De vuelta al cruce subimos a la de la Virgen de
Fajanillas, originaria del siglo XII, que fue parroquial hasta la construcción
de la del pueblo, de donde hemos partido para este corto pero sorprendente
circuito. A un pueblo al que regresamos por encima de esas fajas a las que hace
referencia el nombre de la ermita, y que tras hidratarnos bien en la fuente nos
echamos de nuevo en manos del PR-HU 39 para ir bajando, por confuso sendero
primero, hacia Cortalaviña, que no tarda en abrirse a la vista, y que
alcanzamos tras burlar la carretera en varias ocasiones.
Extraordinaria panorámica sobre las Treserols y Cía. |
Desde esta pequeña
localidad, sólo resta bajar por una loma, que nos acerca cada vez más al fondo
del valle del Cinca, donde está enclavado Hospital de Tella, completando esta magnífica
circular entre senderos, bosques encantados, leyendas de aquelarres, y tiempos
que se fueron, con un buen chapuzón en este Yaga a punto de rendirse.
Bajando a Hospital de Tella |
Le hemos metido 17,8 km, tardando en recorrerlos 7h 10’ de tiempo total, del que 5h 15’ han sido en movimiento,
para salvar un desnivel acumulado total +/- próximo a los 1200 metros. Una
buena vuelta, sí señor.
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