Moncayo (2.315 m)
Sábado, 2 de enero de 2016
“Además de Tarazona, donde el arte mudéjar se hace monumento permanente,
el paisaje próximo se llena con la inmensa mole del Moncayo, soñando blancuras
en las cumbres, para luego vestirse de verde rumoroso, con pinos y fuentes,
chopos y arroyos cristalinos. Todo es cuestión de la altura, que transmuta la
luz y los colores…”. Estas palabras del escritor y periodista albalatino
Alfonso Zapater, sirvan de introducción para esta nueva ruta, para esta nueva
sierra, alejada de los habituales Pirineos. Moncayo. Máximo exponente del
Sistema Ibérico y de la provincia de Zaragoza. Muga con Castilla. Moncayo. Mons
Caius. Monte encanecido por sus nieves. Citado por el poeta bilbilitano
Marcial, aunque ya los celtíberos lo hicieron objeto mágico y sagrado. No
sabríamos explicar el por qué, pero seguro que lo hay, para no haber visitado
más esta montaña. Verdaderamente lo hemos hecho muy poco.
Tímido amanecer |
Fuente de los Frailes. Partida y llegada |
Ocho y media de la mañana, el
alba va cubriendo poco a poco el ambiente moncaíno. Las nubes, de distintas
formas, colores y alturas, se agolpan visualmente, compiten entre ellas para
ver cuáles se llevan la gloria de este extraordinario orto, cuyo cromatismo ya
nos alerta de los feroces vientos que vamos a soportar. Aparcamiento de la
fuente los Frailes, a 1.355 metros de altitud. Hoy nos hace falta un gran
conocedor del terreno, porque el marrón que tenemos arriba es considerable. Con
el amigo Juan, del Centro Excursionista Moncayo de Tarazona, emprendemos la
marcha por uno de los senderos que conducen al santuario, al que tardamos en
llegar como cuarenta minutos. Nos recibe ya airado, con cara de pocos amigos,
con un suelo de cristal. Pero lo bueno está por llegar.
Ha llegado el invierno |
Ya veníamos apreciando, en los
claros que estos espléndidos bosques nos dejaban, que las piedras de los
canchales estaban cubiertas de una joven capa de nieve, algo que se hace
evidente cuando a eso de los 1.800 metros vamos saliendo del bosque. Comienza con
hielo intercalado entre las piedras, continúa con más hielo que piedras, y
termina sólo con hielo, aunque bien es cierto que esa pequeña capa de nieve a
tramos facilita la marcha. No obstante, hemos traído crampón ligero, y antes de
los 2.000 ya están puestos. Algo más de abrigo, un buen vaso de té caliente, y
seguimos.
Campaña de restauración de senderos |
La importante presión demográfica
a la que está sometido este monte en época estival, acompañado de lo pelado del
piso una vez superada la línea de bosque, y de la falta de civismo, por qué no
decirlo, han hecho que a lo largo del tiempo se hayan ido creando multitud de
distintos caminos, contribuyendo a la erosión del terreno. Para reconducir la
situación se han hecho campañas de restauraciones de los senderos, colocando evidentes
muretes de piedras para cortar el paso, pero se ve que no es suficiente para
los que no se contentan con obviarlos, sino que los destruyen.
Más vale una imagen... (foto de Juan) |
Conforme vamos ganando altura, el
crudo invierno se nos echa encima de golpe. El feroz viento nos saca en
ocasiones del sendero. Pero todavía peor es cuando llegamos al collado, que se hace
auténticamente insoportable. La temperatura no bajará mucho de los cero grados,
pero con los vientos huracanados, la sensación térmica rondará los -25º.
Imposible abrir los ojos de lo que se clava la ventisca. Te pones las gafas, se
empañan por dentro y se cubren de nieve por fuera. Sendero desdibujado. Exquisita
precaución para no salirse de él, estamos a pocos metros del canto del circo de
San Miguel. Media hora escasa y nos presentamos en la cumbre, en la que permanecemos
apenas unos minutos. Cima inhóspita, con algunos grandes hitos que se esconden
entre la ventisca. Monolito a la Virgen del Pilar, vértice geodésico, algún abrigo de piedras, en el que encontramos agachados a tres invernautas. Cuatro malas fotos y de vuelta.
Auténtico ambiente invernal (foto de Juan) |
Una vuelta que se hace desandando
exactamente lo andado. Collado Alto de las Piedras, San Juan, y sendero de
descenso, que zigzaguea contra viento y marea hasta meternos en la aparente
calma del bosque. Un bosque que nos conduce al santuario, donde aprovechamos para
echar algo caliente al cuerpo. Parece que las líneas de nieblas, van tirando
del marrón para arriba. Nosotros para abajo, hasta alcanzar de nuevo el coche,
al que llegamos asombrados de la enorme diferencia de tiempo que hemos padecido
hoy, en una jornada en la que le hemos visto las garras al invierno, garras
afiladas, inmisericordes. Una jornada variopinta, de disfrute y de extrema
atención, a la que le hemos dedicado casi 5h 30’ de tiempo total, del que algo
más de 4 horas han sido en movimiento, para hacer los 12,5 km de recorrido, y
más de 1.100 metros de desnivel. Una jornada, grabada con viento y hielo… y
buena compañía.
Las fotos, en: https://picasaweb.google.com/chematapia/Moncayo
El track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11856339
menudo dia de perros moncaino!
ResponderEliminarautenticos jabatos si señor.
necesitaron crampones?
un saludo
Necesitar, necesitar... si se llevan se usan. Siempre da seguridad, que es lo fundamental en montaña, y ello empieza por una correcta percepción del riesgo. Gracias, Anónimo, por el comentario.
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