viernes, 14 de agosto de 2015

La Trapa, balcón de Bardaruej

IXOS MONS
La Trapa
Viernes, 14 de agosto de 2015



            Una vuelta por los montes de Bellanuga siempre merece una mañana… por lo menos. Hoy tomamos el Camino Viejo de la Collarada para subir a la Trapa, ese balcón que te permite echar la mirada sobre el viejo Barbaruej, un término medieval que comprendía buena parte de este valle del Aragón, desde el estrecho de Canfranc hasta Castiello, y que tenía en el abandonado poblado de Aruej su capital. Aruej, cuya primera referencia histórica que se tiene data nada más y nada menos que de las Crónicas Visigodas de Toledo del siglo VII. Era un señorío perteneciente a la nobleza pirenaica, una de cuyas funciones era tener abierto el paso del Somport.

            Mucho tiempo ha pasado desde entonces… o quizá no tanto. Qué ojos lo vieron, qué corazón lo latió, qué piedras lo sustentaron, qué caminos transitaban aquellos moradores de estos pagos, duros pagos, en aquellos interminables inviernos… Es algo que los escritos apenas nos dicen. De ojos, corazón, piedras y caminos va esta nueva historia, porque dejamos el vehículo junto al edificio del Centro de Interpretación Subterránea, que nos da cuenta del milenario trabajo del agua sobre la piedra en este colosal macizo de la Collarada.


            Tomamos el Camino de Santiago dirección norte, para al poco tiempo subir por el camino que, custodiado por las viejas pilonas de luz que suben a la estación, justo en el desvío de la pista que a ésta llega, subir por un sendero que casi se pone de pie, y que cruzando en varias ocasiones la pista antigua, nos saca a la nueva, pasando antes por la trasera del dolmen de Letranz, situado entre el sendero y el canto superior de un campo. No cuesta nada asomarse a verlo, y lo hacemos.


Empinados caminos
            En cuarenta minutos desde el arranque, como decimos, salimos a la pista, que cruzamos, y un letrero que nos indica que estamos en los prados de Moscasecho, nos mete por exquisito camino, suave, dulce, ancho, herboso, con unos helechos que nos superan en altura… lo tiene todo, hasta una ventana que nos permite ver el marrón que hay entretenido por entre los Lecherines, Tortiellas y demás vecindad… y que siga, que siga, por ahí entretenido, sin darse cuenta de nuestras andanzas. Nueva salida a la pista, creo que ya la última, para continuar por este sinuoso sendero entre bosque, muy apretadico entre bosque, sí. Y en otra hora más nos presentamos ya en la Trapa, con su refugio, con su abrevadero, con su ambiente… con sus recuerdos. Nos asomamos al valle, ocupado hoy en primer término por esa Villanúa vieja y las nuevas, por esa Villanúa que ha sabido adaptarse a los tiempos, viendo cómo agonizan esas cuatro casas que un día, ya lejano, dominaron el espacio y el tiempo por estos lugares. Aruej.


            Nos acercamos hasta el refugio y echamos un bocado. La mañana sigue amenazante, y sin mucho entretenimiento emprendemos el descenso por el barranco de Azus, cuyo delicioso comienzo nos oculta el tramo siguiente, una vertiginosa trocha que se hace incómoda, pero que se va suavizando conforme se alinea con el valle principal, del que nos ofrece extraordinarias vistas, hasta del marrón, que lo vemos por el rabillo del ojo.

            Nos incorporamos a la pista, a pocos metros por encima de ese desvío de Moscasecho, cerrando el círculo que aquí hemos abierto hace tan sólo dos horas y cuarto. Ya desde aquí a desandar lo andado hasta Villanúa. Han sido justos 10 km, con 3h 35’ de tiempo total, de los que 3h han sido en movimiento, con 950 metros de D+, en una mañana que no quería pero que ha podido.





2 comentarios:

  1. Chema,
    Tus posts son una auténtica mina para conocer el Pirineo. Y tus fotos son dignas de calendarios!
    Te felicitamos!

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    1. Muchas gracias, Milagros y compañía. Cuando hace lo que ama y ama lo que hace, los resultados no suelen ser malos.

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