jueves, 28 de agosto de 2014

Las Frondiellas, tierra que casi vuela

AQUERAS MONTAÑAS
Las Frondiellas
Aguja Cadier (3.016 m)
Frondiella Norte (3.053 m)
Pico de la Frondiella (3.060 m)
Frondiella Central (3.049 m)
Lunes 18 de agosto de 2014



            Cuando en la vida tienes algún déficit, ésta te va llevando, te va llevando… porque no quiere que te quedes con sueños sin cumplir. No hace ni mes y medio que estuvimos por estos pagos haciendo el pico Cristales, donde comienza la Cresta del Diablo, afamada por su dificultad, y que conecta esta cumbre con la del Balaitús. Y es que el Balaitús es mucho Balaitús. Hoy, nos proponemos hacer otra cresta de este macizo, las Frondiellas, que si bien no se puede decir que como la anterior llegue hasta él, sí que está en su macizo, en sus dominios, y más asequible al común de los mortales.

En la presa del ibón de Respomuso
            Cinco mayencos nos juntamos en esta ocasión. Con Sara, Luis, Josemari y Rafa, para no hacer más penosa la jornada, optamos por subir al refugio de Respomuso la víspera, de modo que nos quitamos casi la mitad del desnivel de ascenso. Es lo que hacemos. Partimos de la Sarra, y en dos horas alcanzamos la presa del ibón, custodiado por Nª Sª de las Nieves. Veinte minutos más y ya estamos en el refugio, que para ser domingo por la tarde goza de mucha actividad. En resumen, que está petao.

Primeras luces sobre las cumbres
         La tarde va terminando de caer sobre el circo de Piedrafita y sus picos, cuyas largas sombras se van afilando en el horizonte. Su paulatino oscuro manto va cubriendo con delicadeza montañas y valles. Mientras todo ello ocurre, dentro bulle la actividad propia de la cena. Pronto al catre, para levantarnos sobre las seis y desayunar en el primer turno. Noche de refugio. Y la mañana? La mañana amanece serena, sin saber muy bien lo que le espera, como nosotros. Amanece como es ella. Amanece calma, serena, como se fue la tarde, como si se hubiera dejado algo inconcluso. Salimos con ella de la mano.


La lucha del sol contra la Cresta del Diablo, genera contrastes que cubren
de forma tétrica el espacio de la Vuelta Barrada


Primeros pasos a cuatro patas
            Salvo los primeros pasos, que son para bajar las escaleras metálicas del refugio, el resto ya son entre para arriba y endiabladamente para arriba, con la ventaja de que pronto vamos tomando altura y perspectiva sobre esta extraordinaria cuenca. Amenazante, se va perfilando en el horizonte la Cresta del Diablo, que para los más expertos une el Cristales con la cabeza del macizo, con la mismísima cumbre del Balaitús. Sus afilados dientes dejan entrever ya un sol que viene a nuestro encuentro, formando unos contraluces espectaculares en este enorme espacio de la Vuelta Barrada, que aún mantiene en su seno alguno de esos vestigios glaciales en forma de ibón. Pronto los neveros se suceden, neveros que vamos capeando con más o menos cuidado, hasta que nos encontramos con el definitivo. Largo, empinado, y cuanto más se alarga, más empinado. Crampones y piolet. Un cuarto de hora largo, a cada minuto le correspondía un grado más de desnivel.

Progresando por la Brecha Cadier
            Finalmente, y salvando una salvaje rimaya, nos volvemos a encaramar ya en la roca, y a cuatro patas. La Cresta del Diablo no nos quita ojo, pero nosotros a lo nuestro, que no es otra cosa que ir progresando en esta canal que llaman la Brecha de Cadier, hasta llegar al collado, que da vista ya al mundo Arriel. Estamos ya a 2.995 metros, y se puede decir que aquí comienzan las Frondiellas, esta cresta que sustenta al Balaitús por el oeste. Opcional es subir la Aguja de Cadier (3.016 m). La subimos, aunque nos tenemos que contentar con hacer cumbre con las manos, ya que con los pies es imposible, la afilada arista cimera nos lo impide. Pero nos conformamos, claro, especialmente al aparecer ante nuestra vista al padre del macizo, la cumbre del Balaitús.

En la cima de la Aguja Cadier

Subiendo hacia Frondiellas
            Si cuidado hay que tener para subir, más para bajar. De nuevo al collado y nos disponemos a subir ya hacia las Frondiellas. En poco más de media hora sorteando bolos a dos y a cuatro patas, pasamos por la cima Norte (3.053 m), para seguir durante otro cuarto de hora más y alcanzar el pico, que con sus 3.060 metros es la cumbre más alta de todo este bello cordal. Pero aún queda otra, la Central (3.049 m), con lo que concluimos los cuatro tresmiles. Desde aquí existe la posibilidad de seguir hasta la Occidental (2.992 m), pero pilla ya algo más separada, y tendría que ser a base de destrepar, incluso rapelar, y volver a subirla. Hay una opción, y es la de bajar por donde debemos hacerlo y acometerla desde allí, pero ya hemos tenido bastantes emociones por hoy. Y no es porque no llega a tres mil, eh?, que la queremos igual.

En la cima del Frondiella Norte

Balaitús
            Nos disponemos a afrontar el largo, larguísimo, descenso. Hay que seguir cuidadosamente los hitos, puesto que hay pasos que o los coges bien o te enriscas. Llegamos a nuevos neveros, que optamos por pincharlos, aunque el amigo Josemari nos vuelve a dar otra lección de bajar a escoba. Más bolos, más bajada. Dudas y más dudas para seguir encarando la bajada, que nos resuelve el mapa del GPS, haciéndonos bajar por lugares que no hubiéramos sospechado. Casi tres horas desde la última cumbre hasta el Inferior de Arriel. Son un grupo de ibones estos de Arriel que viven en unas cubetas que forman el Balaitús con sus Frondiellas, el Pallas y los picos de Arriel. Sí, viven, y lo hacen a gusto, a pesar de estar represados.

Mundo Arriel y Palas

Comenzando el descenso
            Nos hace duelo perder altura, y salir de este entorno siempre mágico de agua y roca, pero no hay más remedio. Salimos al barranco de Arriel, por donde baja el agua que le permiten los ingenios hidráulicos, asomados ya al valle del Aguas Limpias, más cerca o más lejos de esta corriente de agua que lo alimenta. Llegamos en una hora al GR 11, cerrando de ese modo el círculo que abrimos ayer a nuestro paso por aquí camino del refugio de Respomuso. Otra hora más, que recordamos, en montaña siempre es la que sobra, y llegamos a la Sarra al cabo de más de nueve de andanzas hoy por estas montañas, por estas crestas, por estos ibones y barrancos, por estas subidas y bajadas que templan el cuerpo y el espíritu. Contando con lo de ayer, han sido 20,9 km, en un tiempo transcurrido aproximado de 12 horas entre las dos jornadas, con 7 en movimiento. Con 1.825 metros de desnivel positivo acumulado, que fue fraccionado entre los dos días, y lo mismo de descenso, que nos los hemos comido todos hoy. Gracias a todos, especialmente a Luis, que se ha prestado amablemente a marcarnos el camino, un camino que nos ha llevado a hacer los cuatro tresmiles de esta preciosa arista.

En la cima del Pico Frondiellas

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