sábado, 30 de septiembre de 2023

Pico del Águila, atalaya sobre el valle del Aragón

 Año XII. Entrega nº 835


IXOS MONS
Pico del Águila (1972 m)
Domingo, 24 de septiembre de 2023

            “Las correcciones hidráulicas y las repoblaciones forestales resultaron también imprescindibles, hasta el punto de ser Canfranc uno de los buques insignia de la restauración paisajística española de la primera mitad del siglo XX… pues no era posible pensar en la gran Estación Internacional sin acometer antes, como medida complementaria e indispensable, los trabajos de defensa de la misma contra las avenidas torrenciales en verano y contra los desprendimientos de aludes en invierno”. Alberto Sabio.



            Extracto del libro Canfranc, el mito, una obra coral que nos transporta a más de un siglo atrás, cuando se proponía y diseñaba el proyecto de la Estación Internacional de Canfranc, y hubo que realizar una gran obra de ingeniería, y no sólo por el túnel ferroviario, sino por la adaptación del terreno, las correcciones hidráulicas, las repoblaciones forestales y la construcción de una ingente cantidad de defensas anti-aludes. Y esas defensas son las que nos encontramos cada vez que nos aupamos a sus montañas por cualquiera de las dos laderas. En este caso le ha tocado el turno a la occidental, que recoge las esencias de Estiviellas, plagada, como la de enfrente, de esas construcciones para dulcificar las avenidas de la pendiente ladera.


            La salida la efectuamos en el paseo de los Ayerbe, en un lugar muy próximo a las piscinas municipales, por donde pasamos para iniciar el sendero que nos va metiendo por el bosque. Pareciera que el nombre del paseo pudiera estar descolocado, pero sólo si no sabemos que era el apellido familiar de la saga de ingenieros que comenzaron a diseñar las citadas barreras de defensa. Al poco de entrar en el bosque nos topamos con un buen ejemplo de caseta de falsa cúpula, cuya técnica de construcción fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, en noviembre de 2018. Seguimos ascendiendo por las innumerables zetas, que nos hacen disfrutar del bosque y sus fragancias. Entre este lado del barranco y el otro, por el que descenderemos, hay tres asomes, unidos el primero y el tercero por sendas travesías. Nos encontramos la primera. A continuación, dejamos a la izquierda la fuente del Burro, y al poco, a la derecha, un desvío para bajar al paseo de los Ayerbe.


            Vamos encontrando distintas marcas en algunos árboles, señal de la ruta conocida como “Arboretum”. El segundo mirador y el tercero, con su segunda travesía, van quedando atrás también cuando llegamos a los restos de los barracones en los que se alojaban los obreros que realizaron las ingentes obras que modificaron el paisaje en favor de la seguridad de la estación. La tímida Cola de Caballo nos saluda al paso. A la hora y media de salir, con algunos claros ya intercalados en el bosque, vemos la señalización que nos da opción de desviarnos a la derecha para subir al collado de Estiviellas y pico del Águila, a lo que se podría añadir también el Borreguil de la Cuca. Desvío que seguimos al pie de la letra, y que no dejamos hasta encontrarnos con el ya más periférico para el que nos dirigimos, que pivota entre el valle de Canfranc y Rioseta, el pico del Águila. 






            Enseguida nos saca del bosque, ofreciéndonos unas vistas espectaculares sobre el valle principal y los que le vierten: Astún, Canal Roya, Izas… Recorremos alguno de esos robustos muros defensivos y, tras un breve tramo que zigzaguea tomando altura, comenzamos la travesía horizontal, algo expuesta y por piso inestable, por la que hay que transitar bien concentrados. Finalmente, llegamos al collado, que nos da vista a las cuencas de Tortiellas, encima de la de Rioseta. Aun sabedores de que la panorámica en cumbre va a ser mucho mayor, es inevitable estar unos minutos deleitándonos con ésta. Una breve trepada nos separa de los 1972 msnm de la cima que, aunque es la menor de todo el cordal, por su situación de vértigo sobre el fondo del valle, le confiere un privilegio de amplitud de miras. Un privilegio que nos traslada al poder disfrutar de ellas.



            Dos horas y media hasta aquí, y media hora más hasta salir, lo hacemos desandando lo andado, primero el destrepe, paso por el collado, travesía y camino del Borreguil, tomando un desvío a la derecha antes de la llegada al cartel de la Olla de Estiviellas, por la que nos paseamos, pasando por encima de la fuente del Centenario, para enlazar con el bajante por la margen derecha del barranco, pasando por los viveros de Secrás. De nuevo, una infinita serie de zetas para perder altura, con un primer tramo algo más desangelado que el de subida, debido al estado del arbolado. Un estado, como lo es el de los restos del vivero, que atesoran en su memoria unos tiempos de vertiginosa actividad para poblar estas laderas, modificando completamente el paisaje.






            Dejamos atrás esas dos conexiones con el camino de subida y, tras más y más zetas, que se recorren con suma comodidad, se llega, finalmente, al paseo de los Ayerbe, y en pocas decenas de metros, al punto de partida, habiendo recorrido 11,7 km, en 5 horas y 20 minutos, salvando un desnivel acumulado en torno a los 825 m., por la ladera de un valle deseoso de ver un tren que vuelva a ser internacional.


Bibliografía:

Canfranc, el mito. Varios autores. Pirineum Editorial (2005)

Web:

Canfranc  

Wikipedia 

Wikiloc  

RAE  

IGN  

Geamap 

Hijo de la Tierra 

El Pirineo no se vende 





Las fotos, con sus comentarios, y el track

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