Año XII. Entrega nº 821
AQUERAS MONTAÑAS
Punta Gallinero (2728 m)
Pico Cibollés (2749 m)
Sin nombre (2733 m)
Tozal del Portet (2724 m)
Pala l'Estañ (2644 m)
Tuca de Basibé (2726 m)
Punta de la Plleta Vella (2595 m)
Punta de Tous (2724 m)
Tozal de l'Home (2560 m)
Tozal del Sellant (2573 m)
Jueves 27 de abril de 2023
Aleksandr Ivánovich Herzen, Alejandro Juan, para los amigos de este lado del mundo, fue un activista ruso del siglo XIX, más bien un ser con postulados teóricos, pero ¿qué sería de nosotros sin el pensamiento utópico?, ¿hasta dónde conseguiríamos llegar? Lo manifestaba en su vis economista, pero no le dolían prendas para mostrar sus más íntimos sentimientos en favor del Medio Ambiente, si no, leed esto: "Sólo la naturaleza hace grandes obras sin esperar recompensa alguna".
Pero nosotros no nos conformamos con que no espere recompensas, nos mostramos proactivos y tratamos de devolverle algo, aunque sea una mínima parte de lo que nos ofrece. Y ya decimos “de lo que nos ofrece”, no diciendo intencionadamente “de lo que nos da”, porque dar, siempre da, pero si no lo apreciamos, si no lo reconocemos, si no lo amamos, si no lo respetamos, si le cerramos las puertas… poco podremos aprovechar. El sol cada mañana da, el aire fresco cada mañana da, pero si no abrimos las ventanas de nuestra casa, poco podremos aprovechar de todo ello. En definitiva, se trata de, como parte de ese Medio Natural, mostrarnos cercanos a él, mostrarnos ávidos de su conocimiento, mostrarnos dispuestos a ofrecerle nuestro reconocimiento, nuestro agradecimiento, nuestro más profundo respeto, para entrar en comunión con él, porque esa es la verdadera comunión con el medio, sentirte que formas parte de él, que haces esfuerzos para comprender, que haces esfuerzos para ir a favor de él.
Con esa actitud nos acercamos una vez más a la naturaleza, nos acercamos una vez más a las montañas, que es donde encontramos el origen de todo, de la tierra, del agua, del aire y de la luz, es nuestro patio de juegos, si nos permiten ellas mismas llamarlo así. Hoy, elegimos un patio muy especial, no vamos a decir desconocido, pero sí poco frecuentado, el marco del nacimiento del río Isábena, un circo un tanto lejano, austero, que ofrece sus montañas para ser visitadas, y no solo con la mirada. Un cordal que vierte al norte a Cerler su tramo más occidental, y al valle de Castanesa el más oriental. Un cordal que se alza altivo, pero deseoso de nosotros y de cualquiera que por aquí se acerque con ese respeto que se merece. Un cordal que hemos visto de lejos, y que hoy, con ambición, con sana ambición, nos disponemos a abordar.
Y para ello, partimos en vehículo de Laspaúles (Laspauls en patúes), dirección Villarrué que, emplazado a 1534 msnm, es uno de los pueblos más altos del Pirineo aragonés. Pasamos junto a la parroquial de san Esteban, precioso ejemplo de románico lombardo (siglo XII), que nos muestra orgulloso su ábside. Al fondo el cementerio, para tomar la pista de la derecha, que se va adentrando por este pliegue de las montañas paulesinas, hasta llegar al bucólico paraje del Pllano, con sus extensos prados y sus bordas, aunque no todas en pie. Unos 3,8 km desde este último pueblo. Cruzamos un puente, y al poco dejamos ya el vehículo. Desde el mismísimo instante de bajar de él ya nos embriaga el ambiente de alta montaña, pero discreta. Hemos subido por el barranco por cuyo seno discurre el río Isábena, pero ahora ya lo podemos tratar de tú, si nos lo permite. Ahora ya, a disfrutar abrazados a él.
Nada más salir, cruzamos, a punto de rendirse a él, el barranco de l’Estaso, que no será la única vez que lo hagamos. Dejamos a la derecha las ruinas de la borda de Ramonet y continuamos por el prado, hasta llegar a otra cabaña, junto a una surgencia de agua. La dejamos a la derecha, e inmediatamente tomamos ya el definido sendero que, bien nos valdrá mientras dure. Como hora y media de auténtico disfrute acompañando al río en su vibrante infancia, con sus cascadas y cabriolas, con toda la carga simbólica que lleva aparejada la ascensión a un río, la ascensión a las fuentes. Nos acercamos visualmente al corral Baix de Belayo, que dejamos a nuestra izquierda, ya en término de Castejón de Sos, como todo este circo que tenemos por delante, para abandonar de momento esta cuenca y seguir por el barranco Cibollés, cruzarlo y ya sin sendero, a la brava, y bastante brava, subir hasta la cabaña del Turmo, que nos ha tenido en el radar desde hace un tiempo, cuya llegada se muestra exigente.
Exigente, sí, pero que ya estamos arriba, en la cabaña, a pie de pista, tras dos horas de marcha. Tranquilidad y buenos alimentos, bocado y trago. Con esa misma tranquilidad transitamos la pista hasta el corral de la Corba, casi en el límite con el de Bisaurri, que traspasamos para cruzar el río Isábena y subir al collado entre la Tuca de Urmella y la Punta Gallinero, nuestro primer objetivo. La collada de la Corba, la llaman, que nos da vista al valle de Benasque en primer término, y más allá. Tentaciones tenemos de subir a la tuca, pero la jornada es larga y nos van a faltar horas; le prometemos visita en una próxima ocasión. Sin sendero, sin hitos, pero con intuición, vamos subiendo, de nuevo por tierras de Castejón de Sos, por terreno bastante empinado, hasta el Gallinero. Tres horas y cincuenta minutos desde el arranque, para llegar al primero… y quedan 9 o 10. Con ello, ya nos hemos alzado al cordal, que es lo que cuesta, a partir de ahora va a ser un verdadero subibaja.
Tenemos ya vistas hacia Cerler y las altas montañas de Benasque. Asusta el ver todo lo que nos queda por delante, quizá ha sido un tanto ambicioso el diseño de la ruta, pero hecho ya lo que más cuesta, que es subir, iremos viendo… El cordal marca el límite municipal entre Castejón de Sos y Benasque, y hasta alinearnos con el collado de Basibé, así va a seguir siendo. Bueno, pues ¿qué contar?, que bajamos al collado para subir al segundo, el Cibollés, aunque por poco, el más alto de la jornada (2749 m). Las nubes van jugueteando al ritmo del viento, y esperamos que no cuenten mucho con nosotros. Los últimos metros discurren por el filo de unas inclinadas lajas, para llegar, finalmente, a la cumbre, con su vértice geodésico rodeado de nieve. Segundo que picamos en el tique de hoy, ya queda menos.
Y como va a ser así durante horas y horas, no nos extenderemos mucho, pero no por eso, vamos a dejar de nombrarlos y traer algo significativo, como es el hecho de que ya nos acompañan unas grandes mangueras que entendemos forman parte del entramado de las instalaciones de la estación de esquí de Cerler. La siguiente cota, para la que no encontramos nombre en los mapas es, paradójicamente, la que más dificultad presenta para su ascensión, ya que hay que hacerlo por una corta, pero estrecha chimenea, provista de cadenas. Alcanzamos la altitud de 2733 msnm. Bajamos al collado que, como le dan nombre, justo es traerlo, es el del Paset de l’Ixordigal, para subir al Tozal del Portet (2724 m), que bajamos para acometer el ascenso a la Pala l’Estañ (2644 m), por su afilada cresta. Al poco de bajar nos alineamos, como decíamos con el collado de Basibé, divisoria de aguas que marca también el límite entre Cerler (TM Benasque) y el valle de Castanesa (TM de Montanuy), en cuya cabecera se dejan ver las instalaciones de, no vamos a calificarlo, que podríamos, los recién instalados remontes por este valle.
Estamos en el mundo Basibé, tenemos a nuestros pies el ibón de l’Obaga de Basibé, en el seno de la Plleta Vella, pero nosotros a lo nuestro, que es terminar de bajar al collado para subir al rey de este mundo, al Basibé (2726 m), con su previa ante cima, de 2641 msnm. Bajamos al correspondiente collado, para subir a la Punta de la Plleta Vella (2595 m), que punta se llamará si así se ve desde abajo, pero una vez en ella, es un altiplano, y que marca un punto de inflexión, ya que el eje W-E que traíamos, se convierte ahora en el de N-S. Bajamos a otro collado con nombre, el de la colladeta de Tous, para subir a la Punta de Tous (2724 m), precisamente, con un viento infernal. Otros dos collados para otras dos cotas, el Tozal de l’Home (2560 m) y el del Sellant (2573 m), al que llegamos a las cinco y veinte de la tarde, tras casi ocho horas y media de deambular por los aleros de estos valles, y con un orache nada acogedor, lo que hace plantearnos si merece la pena ampliar a los dos que nos quedan, el Tozal de la Pedreña (2502 m) y el de la Ratlla (2323 m), que tenemos a la vista, pero que se nos van del circo… y del horario, de modo que, bajamos al collado tras el Sellant, y nos disponemos a ir bajando.
Sin sendero definido, y de lleno de nuevo en el TM de Laspaúles, vamos bajando, dejándonos engullir por el barranco de l’Estaso, hasta que llegamos al arroyo, que cruzamos para ir bajando por intuición, más que por otra cosa. Dejamos a la izquierda el corral de Basibé. Continuamos descendiendo por las innumerables sendas de bichos que hay, bajando de unas a otras para perder altura, hasta que vemos claramente una bien definida al otro lado del barranco, que cruzamos para seguirla ya fielmente, tanto por nuestra parte como por la de ella. A su término, unos grandes prados nos esperan, que se nos antojan fueran utilizados para asentamientos prehistóricos, para cruzarlos, bajo las ruinas de la borda de Ramonet, y llegar al punto de partida tras volver a cruzar el barranco de l’Estaso, por cuarta vez.
Damos así por terminada esta extraordinaria y casi interminable circular por los aleros del circo del Isábena, con ese ascenso, con tintes iniciáticos, acompañando al río Isábena, para auparnos al cordal, paralelo al eje pirenaico, y descender por otro de los barrancos que labran las aguas de estas montañas. En total, aun dejándonos las dos últimas cotas, han salido 10 horas y 40’, para recorrer 18,8 km, y salvar un desnivel en torno a los 1725 m D+/-.
Web:
Comarca de Ribagorza
RAE
IGN
Geamap
Wikipedia
Wikiloc
Hijo de la Tierra
El Pirineo no se vende
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