martes, 21 de febrero de 2023

Pico Faceras y Montaña del Verde, dos nevados sobre Panticosa

                                                                 Año XII. Entrega nº 800


A TUCAS ALBARS
Pico Faceras (2141 m)
Montaña del Verde (2295 m)
Domingo, 19 de febrero de 2023

          … e deud. Pic (de Cambalez) las montanhas de Sailhen et de Pantigouse en Espanha confrontan, on y a una termi aperada la “peyra Sen Martii” que he separation deras montanhas de France et d’Espanha; et d’aquera termi ad “Escala de Bernouillet”, et deud. Escala ad som dera “Corada det Portet” que confronta ab terra de Lynas en Espanha”.

            Redactada en gascón, es una Sentencia Arbitral de 1290, citada por Alphonse Meillon (1868-1933). Pirineísta y guía de montaña, investigador de la toponimia de los lugares cercanos a Cauterets, su lugar de nacimiento. Su gran afición, que le llevó incluso a levantar mapas de la zona, fue motivo para que la Federación franco-española de Sociedades Pirineístas le dieran su nombre al pico Chabarrou Sud (2929 m), en la mismísima frontera.



            Con estas rarezas comenzamos nuestra historia de hoy que, por cierto, cumple el redondo número de 800, desde que comenzábamos a contarlas, hace ya más de una década. Una década, decimos, dedicada a la difusión de las bellezas de nuestras montañas, y lo de hoy no es ninguna excepción, porque están ahí, para ofrecernos siempre lo mejor de ellas. Es por ello que se merecen que nuestro acercamiento sea con el máximo respeto, admiración, humildad y la mayor capacidad de aprendizaje, porque las montañas y los valles modelan nuestras montañas y valles interiores, y es ese paisaje el que se va formando en nuestra psique, creando un cliché a través del que vemos el mundo, un mundo que más ganaría si se mimetizara con la generosidad de las montañas. Y con este número especial acometemos una reseña especial.


            Hoy toca Panticosa, uno de los núcleos más importantes del valle de Tena, un amplio y precioso valle devorado por el turismo tanto estival como invernal, pero que sabe mantener a salvo las grandes montañas, al menos aquellas que exigen esfuerzo para auparse a ellas, como ha sido nuestro caso. Nos proponemos, bueno, a decir verdad, Carmen me propone subir a la Montaña del Verde, y si se pone a tiro, a la vuelta, porque está ahí, el pico Faceras. Dos alturas que, si bien se podrían considerar menores, pues no pasan de los 2300 metros de altitud, no es lo mismo abordarlas por sus laderas verdes que por las blancas, porque las raquetas, concebidas para la progresión por llano o ligeros desniveles, te ponen al límite por estas empinadas laderas.


            Pues dicho y hecho. Allá que vamos. Con piolet y crampones, sin ánimo de utilizarlos, pero por el “prosiaca”, y con las raquetas a ambos costados de la mochila, salimos juntos de la estación inferior de la telecabina para, inmediatamente dejar una buena fila de gente dispuesta a deslizarse por las pistas, y tomar el sendero que sube abrazado al río Bolática, en el que enseguida vamos encontrando nieve, pero de buen subir. Se dejan a la izquierda varios desvíos, el de las pasarelas y los dos de la peña del Saso, a donde se puede ir con una circular para echar media mañana, pero que dejamos para otra ocasión, porque la empresa de hoy es mayor. Continuamos y cruzamos el río por el puente de la Zoche que, rebuscando en el citado libro de toponimia, encontramos que hay quien piensa que, en el paso de ”ll” a “ch”, bien pudiera ser un derivado de olla, pudiendo relacionarse con la badina que hay bajo el puente. Es una opción que no parece descabellada.




            La cuesta se acentúa, lo que indica que nos vamos alejando del cauce del río. Seguimos yendo cómodos sin calzarnos las raquetas, hasta que salimos del bosque y nos las ponemos para, a continuación, dejar el camino e ir acortando hacia la derecha ganando terreno superando los bancales, acercándonos más y más a nuestra montaña de hoy, la del Verde porque, en un principio, la propuesta del Faceras era como “poyaque”, y a la vuelta, pero está ahí, tan tentador que… nos decidimos a subirlo. Al cabo de casi cuatro horas hacemos cima, y el descenso lo hacemos volviendo sobre nuestros pasos, perdiendo más altura de la que nos hubiera gustado, pero hay que evitar la mayor inclinación de la ladera que asoma al circo, al que acudimos para emprender la subida a la Montaña del Verde.









            El ascenso se va haciendo penoso, pero finalmente alcanzamos la loma que, siguiéndola, nos acompaña hasta esos 2295 msnm de cima, que son nuestro techo de hoy. Todo lo que la montaña te ofrece, y esta no lo es menos, se hace patente en el momento cumbre. El éxtasis, tras seis horas de esfuerzo, llega a su punto álgido. El paisaje se hace música celestial para los oídos de dentro; y la vista, no alcanza a retener todo lo que capta. Todos los sentidos y alguno más, puestos en esto. Momentos fugaces, tremendamente fugaces que hay que vivirlos con suma intensidad. Pasión por la montaña. Pura vida. Faltan palabras para expresar las sensaciones, las vivencias. Para el que comparte la pasión no necesita explicaciones, y para el que no la comparta, no las hay suficientes.  Estar en una cima menor, como es esta y, debido a su aislamiento, tener estas increíbles panorámicas no tiene precio, únicamente, y no es poco, el del esfuerzo, el del tesón, el de esa fuerza que impele al ser humano a superarse, a ir en pos de la belleza, de la autenticidad, de sentirse cerca de las montañas, formando parte de ellas, respirando con ellas, latiendo con ellas.




            Mucho, mucho patio en derredor nuestro, pero lo que se lleva la palma es esa fachada norte, impresionante y alpina fachada norte de la sierra de Tendeñera, a la que nos hemos aupado en alguna ocasión en sus tres más destacadas cotas, Sabocos, Otal y su máxima altura, la propia Tendeñera





            Ascensiones todas ellas postreras en la carrera montañera de uno, pero alcanzadas finalmente. Nos gustaría tener facultades para parar el tiempo, pero no puede ser, y nos tenemos que conformar con condensar estos breves momentos y guardarlos a buen recaudo, porque esto no ha terminado, ni mucho menos. Aunque el día nos acompaña, son las tres de la tarde, una hora no muy apropiada para estar en una cumbre en invierno. Entre esta razón y la inclinación de la ladera, descartamos la idea de bajar hacia el collado del Verde y volver tranquilamente por la pista de la Ripera, de modo que volvemos sobre nuestros pasos, tratando de hacerlo por la misma traza que la subida, aunque no lo conseguimos en todo momento, pero lo importante era alcanzar el camino de verano que nos condujera hacia el paso por el puente de la Zoche y, finalmente, al punto de partida.








            A un punto de partida, el de la estación inferior de la telecabina de Panticosa, al que llegábamos ya entre dos luces, tras 9 horas y 10 minutos de continuo esfuerzo, para recorrer 17,4 km y salvar un desnivel acumulado en torno a los 1285 m D+/-, en una jornada de 10, con una compañía también de 10.

 

 

Bibliografía:

Toponimia del valle de Tena. Juan José Guillén Calvo. Institución Fernando el Católico (1981).

Web:

El Pirineo de José  

Mendikat 

Wikiloc   

RAE  

Geamap  

Hijo de la Tierra 






Las fotos y las de Carmen

El track, trazado por Carmen, y que no tiene por qué ajustarse a los senderos de verano

 

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