Y con el máximo respeto a todas las manifestaciones de la espiritualidad, hoy hemos formado parte de una tradición que, por cierto, cumple este año su 80 aniversario para, en el marco de esas celebraciones, ascender a uno de los miles de montañas de los Pirineos, a uno de los cientos que superan la mítica cota de los tres mil metros, a la Gran Facha (3005 msnm). Y lo hemos hecho, como decimos, acompañando a decenas de montañeros que, de un lado y otro de la cordillera se dan cita en el cuello de la Facha, donde se procede a la bendición del material de montaña, rememorando así el origen de la celebración, y ascender posteriormente a la montaña para asistir a una eucaristía de altura. Todo ello, propiciado por la Asociación Amigos de la Facha, que vela por el mantenimiento de esta tradición mariana, ya que está presidida por la Virgen de Nuestra Señora de las Nieves, por lo que se celebra anualmente el 5 de agosto.
El origen de todo parte de una ascensión por el lado francés, que tuvo lugar el 14 de octubre de 1941. Realizada con éxito, en el descenso, Maïte Chevalier, una miembro de los cuatro componentes del grupo, se deslizó por una pendiente nevada, salvándose in extremis de una muerte segura, hecho que atribuyeron a un milagro de la virgen, como devotos que eran de la de Lourdes. Como agradecimiento adquirieron el compromiso de subir una imagen a la cima. Tras un parón en los años 43 y 44 debido a la guerra, se retomaba la tradición de subir ininterrumpidamente a esa cima. En el año 47 confluyeron 3 españoles en la cima, germen de
“Amis de la Fache”, asociación que desde entonces no ha hecho más que sumar miembros de uno y otro lado, que velan por el mantenimiento de esta tradición mariana. En 1965 se adoptó el cambio de fecha, trasladándola al 5 de agosto, festividad de
Nª Sª de las Nieves, que da origen a una advocación que se remonta al siglo IV. Es un entrañable encuentro que ya da comienzo la víspera en el
refugio de Wallon-Marcadau, donde se reúnen montañeros de ambos lados, para acudir al día siguiente al
cuello de la Facha, desde donde se realiza la ascensión a la mítica montaña. Esto sería, muy resumida, la historia que ha dado lugar a esta tradición, tomada como peregrinación.
Este año, el refugio de Wallon ha estado en obras y, a pesar de las buenas intenciones, no ha estado lista su apertura para estas celebraciones. Por nuestra parte, hemos tomado la alternativa de acudir la víspera al refugio de Respomuso desde el chalé del Ingeniero, en la vertiente de Sallent de Gállego, para subir el día de la celebración hasta el cuello de la Facha, ascendiendo a la cima, y regresar a la recuperación de los vehículos.
LA VÍSPERA
A media mañana, nos presentamos, como decimos en el chalé del Ingeniero para dejar los vehículos. Al poco de salir, dejamos la pista, próxima ya a su fin, para tomar el sendero que nos va subiendo hacia Ibonciecho, un agradable remanso de agua que aporta frescor visual al entorno, y por el que pasamos al cabo de media hora. Otra media hora más hasta el collado de Musales, que nos abre las vistas al circo de Piedrafita, esa gran cuenca que alberga el embalse de Respomuso. Difícil resistirse a la tentación de subir al pico, algo que hacemos en quince minutos, y diez para bajar y acometer el descenso del collado, cuyos primeros pasos son delicados, y hay que hacerlos con sumo cuidado y concentración. Con el objetivo final de la jornada a la vista, el refugio de Respomuso, los malos pasos se convierten en pedrera, y luego en tasca, por donde se ceba con nosotros una borrasca, que trae incluso granizo, hasta que en tres cuartos de hora alcanzamos el camino de Campoplano.
Lo tomamos a la derecha para buscar un paso sobre el río Aguas Limpias, que encontramos a través de una escalera metálica cruzada en el cauce, quedando únicamente ya la llegada al refugio, algo que hacemos en poco más de tres horas, habiendo recorrido 6,9 km, y con un desnivel acumulado de en torno a los 710 m D+ y 580 m D-, salvándonos por los pelos de otra buena mojadina. Y así transcurre la tarde, plácidamente, entre vuelta y vuelta de agua. Allí nos juntamos con Pedro Estaún, uno de los oficiantes de las celebraciones marianas, y con más Amigos de la Facha, que habitualmente acuden a la peregrinación.
ASCENSO A LA GRAN FACHA
A pesar de cómo se quedó el ambiente meteorológico anoche, la mañana sale despejada. Con las primeras luces del día emprendemos la marcha hacia nuestro objetivo de hoy. A los primeros pasos, que pican hacia arriba, le sucede otro tramo en torno al embalse de Campo Plano en el que se suaviza el terreno. En poco más de media hora nos vemos pasando por la presa y dirigiéndonos ya hacia las fauces del barranco, que nos va a engullir a su merced. A los tres cuartos de hora se cruza un pequeño barranco, en el que se rinde una parada para tomar resuello. Una pequeña collada da paso a una gran cuenca, habitada por uno de los ibones de la Facha, testigo mudo de un pasado glaciar. Y en poco ya, llegamos al collado definitivo, al de la Facha, una generosa explanada que da paso al valle de Marcadau, tras algo más de dos horas, a las 9 en punto, justo cuando se dan cita montañeros de ambos lados, de hecho, no somos los primeros. En este punto de encuentro tiene lugar la primera de las celebraciones, la bendición de materiales de montaña, mochilas, bastones, y todo tipo de utensilios.
Tras ello, nos vamos dirigiendo hacia la base de la montaña para iniciar el ascenso final a través de la arista norte que, aunque aparentemente poco accesible, va descubriendo debilidades por las que poder ir discurriendo con la ayuda de las manos. Máxima atención, porque hay pasos expuestos y alguna zona descompuesta. Casi una hora sorteando pasos, para llegar, finalmente, a la cima de esta montaña de 3005 msnm, único tres mil fronterizo entre el
Balaitus y el
Vignemale, dos gigantes de los
Pirineos, ascendidos también estos años atrás. Y decimos “también”, porque la
Gran Facha nos conquistó igualmente en una ocasión, pero por
Pecicos, desde el
Balneario de Panticosa. En la cima, encontramos una hornacina al aire, con una imagen de la Virgen de Lourdes que resiste los soles, los vientos y las tempestades. Así es ella. Algo más de tres horas y media desde el refugio, a lo que se le añade el cuarto de hora de rigor, que se nos hace corto, contemplando y contemplando, pero hay que bajar, el anuncio de tormentas sobre las dos de la tarde lo aconseja. Luego se celebraría la coronación de los "caballeros de los tres mil" a aquellos que haya sido el primero en conseguir, y finalmente la eucaristía, en la que se recuerda a personas fallecidas en las montañas.
LARGO DESCENSO Y REGRESO POR MUSALES
Al poco de salir de cima, nos cruzamos con Pedro Estaún que, junto con otro oficiante joven se va a encargar de dirigir una eucaristía de altura, para mantener viva la tradición que, como decíamos anteriormente, es octogenaria. Descendemos con más cuidado, si cabe, que en el ascenso, de hecho, nos cuesta algo más de tiempo. Nos recomponemos en el collado, breve bocado y para abajo, desandando el tramo hasta la presa, a donde llegamos en menos de hora y media. Aquí, dejamos a la derecha el camino de subida, y continuamos sin dejar el margen izquierdo del río, hasta el desvío para Musales, al que llegamos en cuarenta minutos más, tras haber disfrutado de las frescas aguas de un manantial que deja deslizar sus aguas por unas lajas a pie de camino.
Aunque no queramos, es inevitable echar la mirada arriba, pero muy arriba, hasta el collado de Musales, que nos espera para pasar al otro lado. Aquí retomamos a la contra el camino de ayer, primero tasca, luego pedrera y, finalmente, los pasos a dar, a cuatro patas, claro, para culminar el ascenso. Nos cruzamos con un numeroso grupo de jóvenes que salen del collado, lo que nos obliga a desviarnos ligeramente, pero con buenos pasos igualmente. Aunque queda todavía buen trecho, el que sea ya solo de bajada es un alivio, especialmente viendo las intenciones de los negros nubarrones que, poco a poco, nos van cercando. Les recuerdo que, ya que llevan una hora de retraso, que a ver si no les importa echarle otra hora más. Si nos costó subir una hora y diez, es una hora menos diez lo que nos cuesta bajar, corriendo a última hora, porque los nubarrones no han hecho caso a las plegarias. Una vuelta de agua llegando ya al chalé del Ingeniero, donde nos acoge Pascual, del que nos despedimos ayer hace veintiséis horas.
Una jornada esta, un tanto especial, en la que henos invertido 9 horas, para recorrer 15,2 km, y salvar un desnivel acumulado de en torno a los 1325 m D+ y 1455 m D-, lo que ha hecho un total en las dos jornadas de 12 horas y 10 minutos, con 22,1 km y un desnivel acumulado total de 2035 m D+/-.
Webs:
Lacrux
Refugio de Marcadau
Albergues y Refugios
Asociación Amigos de la Facha
Hijo de la Tierra
Las imágenes son todas del autor, excepto:
- Las de época, que son extraídas de la web de los Amigos de la Facha.
- La de la salida del refugio de Respomuso, que es de Toti.
- La de la eucaristía de cima, que desconozco la autoría, pero que es cedida por Ángel.
La primera vez que subí a la Gran Facha todavía existía una imagen en la hornacina.
ResponderEliminarEn fechas posteriores ya no estaba.
Ahora quieren cambiar hasta el nombre de la cima..
Con el mosqueo se me ha olvidado agradecerte estas magníficas reseñas y relatos.
ResponderEliminarSeguimos.
Gracias, compañero.
EliminarEstupenda jornada…. Yo subía por Panticosa, pero una inoportuna rotura de suela me impidió llegar a la Gran Facha.
ResponderEliminarHe visto que subisteis en coche al chalet… está permitido o hace falta alguna autorización???
Muchas gracias
No está permitido, Juan Ángel. Solo residentes.
EliminarGracias por la información
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