lunes, 7 de marzo de 2022

Peña del Sol, de Sarsamarcuello a Riglos por el camino del Solano

 


IXOS MONS
Peña del Sol (1287 m)
Domingo, 6 de marzo de 2022

            Las crónicas están plagadas de curiosidades, y hoy traemos una de ellas. ¿Es posible que hubiera existido un reino dentro de otro reino?  Lo inédito del hecho hace que la historia cabalgue sobre la leyenda. Nos referimos al Reino de los Mallos, que recibió la reina Berta (segunda esposa del rey Pedro I de Aragón) como dote por los esponsales, celebrados el 16 de agosto de 1097 y que, como la primera (Inés de Aquitania) tampoco le dio descendencia. A la muerte del rey en 1104, le sucedió su hermano Alfonso I el Batallador, que consintió en su “reinado”, aunque duró tan solo un año más, que por derecho le correspondía hasta tener la seguridad de que no apareciera el fruto de la alianza. 



            Estamos hablando de las antiguas tierras de Agüero (su capital), Murillo, Riglos, Marcuello y Ayerbe, entre las más importantes. Fuera o no reino de reyes, sí lo sería, y lo sigue siendo, reino de belleza, reino de esplendor, reino de majestuosidad geológica, que ya lo era mucho, muchísimo antes de las citadas andanzas medievales. Es por eso por lo que no nos cansamos de visitar estas benditas tierras, declaradas recientemente como Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba, en tres teselas independientes, ya que solo están protegidos los espacios verticales, un craso error a nuestro juicio, a no ser que se busquen intereses espurios. Comentarios recurrentes aparte, hoy nos dirigimos a la población de Sarsamarcuello, cuya primera mención encuentra Antonio Ubieto en el Cartulario de Montearagón, y que data de 1104, en una concordia realizada entre el obispo de Huesca y el abad de Montearagón. 


            Hace un año abordamos la Peña del Sol desde Linás de Marcuello, y ahora lo vamos a hacer desde Sarsamarcuello, pertenecientes ambas al municipio de Loarre, que ven pasar tranquilamente sus días a la solana de este peñasco, extremo occidental de la sierra de Loarre. Para ello partimos de esta última población por su parte norte, para incorporarnos al GR 95, y dejarlo enseguida para tomar el PR-HU 99. El sendero se empina, hasta entrar en un tramo de pinos y carrascas entre campos. Se cruza una pista, y con ella el Camino Natural de la Hoya de Huesca, para continuar por sendero. Por delante, media hora de pendiente sendero hasta alcanzar la collada Espaldadero que, como divisoria, nos da vista al norte. Tomamos la pista hacia el oeste, y la abandonamos momentáneamente para desviarnos hacia nuestro objetivo, que lo conseguimos en pocos minutos, visitando antes el magnífico mirador, que nos ofrece unas extraordinarias vistas a todo el amplio arco sur, incluidos los lugares donde se encuentran los restos de la ermita de San Miguel, que luego contemplaremos de cerca, y los del castillo de Marcuello y su ermita aneja.



            Unos pasos al norte y coronamos la Peña del Sol junto a su vértice geodésico. Algo menos de hora y media hasta aquí. Regresamos a la pista retomando el PR-HU 99 a la izquierda, y por la divisoria vamos bajando, como unos veinte minutos, hasta dar con el sendero, que tomamos para bajar a la explanada donde se encuentran los citados restos de la ermita de San Miguel. La idea era llegarnos hasta las ruinas del castillo y ermita de Marcuello, para disfrutar también de las vistas de su extraordinario mirador, pero la cantidad de nubes que atenazan nuestra tranquilidad lo desaconsejan, de modo que, tras un breve descanso continuamos, esta vez, por el GR 95 hasta el collado de Santo Román, habiendo dejado a la izquierda el desvío que, por el PR-HU 99, nos llevaría al mirador de los Buitres. Este collado, el de Santo Román, decimos, es un verdadero cruce de caminos, por un lado, el GR nos llevaría hasta La Peña, por otro, hasta aquí llega el sendero que sube el barranco de la Mota, una de las opciones para bajar a Riglos, pero preferimos hacerlo por el camino del Solano, que es otro desvío entre los dos anteriores.






            Entramos en el municipio de las Peñas de Riglos y tenemos como veinte minutos de subida por pista hasta encontrar el sendero a la izquierda, que nos va a dar una extraordinaria vuelta por encima de los mallos para bajar por el circo. El itinerario discurre por encima del mallo Arcaz, frente a la Peña Don Justo, junto al que está la ferrata Cubilillo os Fils. Al poco de comenzar el sendero, se abren a la izquierda unos planos vegetados que, si los atravesamos llegaremos a la misma cornisa, con una visión en un absoluto vertical sobre el barranco de la Mota. Aprovechamos para echar un bocado, pudiendo apreciar, casi, casi, el aire que desplazan los buitres en su aleteo. Las vistas son el preludio de las que vamos a ir teniendo todo este itinerario hasta el descenso, y sin dejar de mirar de reojo a los nubarrones que, incluso de tanto peso dejan caer alguna gota, reemprendemos la marcha.











            En hora y media de sendero, contando más de media en este mirador, el sendero se deja caer al del bucle de su hermano menor, el camino del Cielo, con el que se unen sus destinos, no sin antes habernos asomado a otro mirador, y después a otro, sobre uno de los pliegues interiores de los mallos. Una breve, pero inesperada, subida toca para llegar a unas campas, con el refugio de la Roseta y otro mirador, el de Bentuso, al que tampoco nos resistimos para asomarnos. A partir de aquí ya todo es bajada, y a tramos, bastante pendiente. Al cuarto de hora, una última de esas vistas que quitan el hipo, entre los mallos Firé y Pisón, las aguas del río Gállego, remansadas en el embalse de la Peña, discurren tranquilas hacia la tierra llana, reflejando el tímido sol de la tarde. Ya queda solo bajar hasta el collado del Firé, para dejarnos engullir por el circo de Riglos, viendo cómo esas vistas con las que hace tan solo unos momentos dominábamos los mallos desde arriba, ahora son ellos los que se van haciendo grandes, enormes diríamos, sobre nosotros, haciéndose infinitas esas vías de verano en la fachada norte de estos auténticos portentos de la naturaleza.







            La llegada a Riglos se hace pausadamente, como queriendo dejar reposar tanta contemplación a lo largo del tránsito por esta espectacular zona del Reino de los Mallos, habiendo invertido hasta aquí 5 horas y media, para recorrer 13,8 km, con un desnivel acumulado total de 975 m D+ y 1105 m D-, en una jornada pasada por los aleros de estas tierras, con un tiempo que ha dejado hacer y con una buena compañía.


Web:

Hijo de la Tierra





Las fotos y el track

2 comentarios:

  1. Que vonita excursión y que reportaje más precioso.

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    1. Me gustaría saber a quién le doy las gracias... pero se las doy. Gracias!!!

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