AQUERAS MONTAÑAS
Pelay, Canarellos y Racón
Sábado, 7 de octubre de 2017
Esto es como cuando uno va a un
concierto de gala todo ilusionado, bien pertrechado, todo compuesto, casi,
casi, ansioso porque el auditorio abre las puertas durante pocos días al año
para ese espectáculo, y peor aún, no anuncia las fechas, que son aproximadas, de
modo que tienes que ir un poco al tentón… y vas, pero te encuentras que las
flores están un poco lacias, que no hay ambiente todavía, como si los
encargados del mantenimiento no hubieran hecho bien su trabajo. Te encuentras
con unos músicos que siguen templando sus instrumentos, que los siguen
afinando, que siguen ensayando, que sobra luz, que falta color, armonía… no sé,
algo falla. Pero te quedas con la duda de si habrás venido antes de hora… o
quizá tarde… o quizá este año no viene esta orquesta, o viene con los músicos
suplentes... Son muchas dudas. Seguiremos yendo, seguiremos llamando a la
puerta del auditorio, porque queremos saber, queremos conocer, queremos
impregnarnos de esas notas mágicas que cada músico, con su atril multicolor
ofrecen en esta época del año y que vibren al unísono con nuestro diapasón.
Todo ello cuando lo decida el director de la orquesta.
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Relevamos a la luna en su visita al Valle de Ordesa |
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A las puertas del auditorio |
Pues aun así y con todo, no nos
defrauda. No. No lo hace, la naturaleza nunca lo hace. Quizá sí lo/los
causantes de verla así, pero no ella. Nunca. Valle de Ordesa, el germen del
actual Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, casi el primero de España,
casi centenario. Sí, este año que viene hará cien años que se declaró como tal,
unos meses después de el de los Montes de Covadonga, actual de los Parque Nacional de los Picos de
Europa.
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Listos para fajear |
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Puente con los ojos secos |
Pues ahí hemos estado, en Ordesa,
con un ambiente que implora agua, envueltos en un pertinaz anticiclón que nos
deja estabilidad atmosférica y días extraordinarios para hacer montaña… y de la
buena, pero que como siempre hay un pero… la alegría no es completa. La falta
de aguas está dejando secos los barrancos, destripando los cauces de los ríos,
está apagando el brillo de esos seres magníficos a los que tanto debemos, como
son los árboles, los verdaderos atriles de la sinfonía por tocar. Está todo
como triste, deslucido, dejando pasar la otoñada sin pena ni gloria, una
otoñada forzada por la sequía, por la que los integrantes del bosque, ante la
falta de alimento, deciden anticipar su retirada a los cuarteles de invierno, a
las raíces, donde concentran todas sus energías para brotar con fuerzas
renovadas con el cambio de ciclo.
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En plena faena |
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Los músicos se preparan para el concierto |
Pues venga, al tajo, que lo que
nos hemos propuesto hoy tiene tela. Vamos a recorrer el valle de Ordesa por sus
aleros, subiendo primeramente por la senda de los Cazadores al mirador de
Calcilarruego, para recorrer la faja de Pelay, con unas extraordinarias vistas
sobre el circo de Cotatuero y el de Soaso más adelante, al que bajaremos para
discurrir por el fondo del valle hasta auparnos a otra faja, la de Canarellos,
hasta el barranco de Cotatuero, desde donde lo haremos a la de Racón, para
bajar por el de Carriata hasta la Casa Oliván. Un completo recorrido huyendo de
la masificación de la ruta normal a la Cola de Caballo, con la que no hemos
podido evitar compartir un buen tramo del camino.
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Vamos tomando altura |
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La pradera de Ordesa, centro neurálgico del valle |
Con Sara, Marisa, Pepe, Manuel,
Jose, Carlos, Toño, y Ástrid, Blanca y Yeyo, que vienen de Zaragoza, y a donde
quieren volver para no perderse el inicio de las fiestas, emprendemos, con 6º C
la marcha dirigiéndonos hacia el arranque de esa senda vertical, o casi, que es
la de los Cazadores, para lo que hay que cruzar el río Arazas por el puente,
aunque no hubiera hecho falta… ni gota de agua por el río. ¡Qué tristeza! Pero
a ver qué nos cuenta el bosque, que tras unos primeros pasos de calentamiento
no oculta ya sus intenciones. Un sinfín de vueltas y revueltas salvan los más
de quinientos metros de desnivel hasta el mirador de Calcilarruego, a donde
llegamos en hora y veinte. No está mal.
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Vista sobre Cotatuero, entre el Gallinero y Tobacor, con el Casco al fondo |
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Impresionantes paredones del Gallinero |
La panorámica que nos ofrece
sobre todo el valle es extraordinaria, además de sobre el barranco de Cotatuero
que tenemos enfrente. Después de la pechugada de subida y el descanso en el
mirador, nos incorporamos al camino para disfrutar recorriendo esta faja, que
en un primer tramo se abraza a la curva de nivel de los 1900/2000 metros para a
continuación ir descendiendo paulatinamente hacia el fondo de Soaso, con un
telón de fondo que poco a poco se nos va mostrando en todo su esplendor, y que
no es ajeno a la sequera reinante. Pero antes de ello, vamos dejando atrás las
vistas sobre la divisoria, unas vistas que se nos ofrecen por encima de ese
barranco de Cotatuero. Casco, Brecha de Rolando, Bazillac, Falsa Brecha, Dedo,
Taillon… un cordal mítico.
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Macizo de Monte Perdido, sobre el circo de Soaso,
uno de los rincones más merecidamente fotografiados del Pirineo |
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El otoño, que como todo lo bueno, viene de arriba a abajo |
Una gran vista se nos va, pero
otra se nos viene. Volvamos a ese tan impresionante fondo al que nos dirigimos,
y que no aparece todo de vez, la curva que traza el valle hace que primero asome
la Punta de las Olas, luego el Pico Añisclo o Soum de Ramond, con su Torre de
Góriz o Morrón de Arrablo, a continuación es el Monte Perdido el que asoma, con
su escudero el Escaleretas, y finalmente el Cilindro de Marboré. Sí, ya estamos
todos, pero aunque visualmente vamos hacia ellos, lo cierto es que ellos tiran
para arriba, y nosotros para abajo, porque tenemos que llegar hasta el mismo
lecho del río Arazas, que aquí se conforma con la aportación de las aguas del
barranco de Góriz, que desparrama como puede la Cola de Caballo… y ahora, poco
puede. La siempre visitada Cola de Caballo, la meca de los senderistas de
Ordesa, a la que por preservarnos un poco de tanta y tanta gente no llegamos,
parando un poco antes a echar un bocado.
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Nuestra cima de hoy, en el fondo del valle -imagen de Jose. |
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Recién repintadas marcas del GR 11 |
Estamos en un punto donde
confluye el GR 11, que discurre por el fondo del valle y continúa por el
sendero, salvando las clavijas de Soaso, hacia el refugio de Góriz. Nos
incorporamos a él de bajada, compartiendo con una auténtica marea humana, de
inequívoca procedencia urbanita, todos de subida, claro, hasta tomar la senda
de la faja de Canarellos. Pero antes nos deleitamos con el espectáculo de las
Gradas de Soaso, que aunque escasas de agua se esfuerzan en agradar, y sin duda
lo consiguen.
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Gradas de Soaso |
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La serenidad busca su acomodo en el patio de butacas |
Bien, dejamos el itinerario de la
marea humana para ir ascendiendo por el bosque para incorporarnos a esta nueva
faja, que nos va a permitir auparnos de nuevo a otro de los aleros de este
espectacular valle. Una faja que discurre por la parte más occidental del
macizo de Tobacor, y que finaliza metiéndonos en el barranco de Cotatuero, para descender
hasta su seno, casi seco también, y cambiar de macizo, porque ahora subimos
hasta media altura del de Gallinero, para recorrerlo por la faja de Racón,
hermana menor de la de las Flores, y que tras recorrerlo entero nos mete en el
circo de Carriata, dominado por ese bellísimo monte que es el Tozal del Mallo.
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Barranco de Cotatuero |
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Tozal del Mallo, guardián del circo de Carriata |
Sólo queda ya incorporarnos a la
senda que baja por este circo y que nos deposita en Casa Oliván, en la
carretera de acceso a la pradera, a escasos cientos de metros ya del vehículo,
al que llegamos tras 8 h 50’ de tiempo total, del que 6h 45’ han sido en
movimiento, para recorrer más de 24 km, y salvar un desnivel acumulado en torno
a los 1960 metros, aunque estos datos pueden variar debido a los rebotes que
produce la señal al ir próximos a la pared. En cualquier caso, lo que no ofrece
dudas es la duración, que ha sido larga, intensa, bien aprovechada al
impregnarnos de las esencias de este valle de Ordesa por su base y por sus
alturas, de arriba abajo y de abajo a arriba, con la siempre agradable compañía
mayenca, que como la montaña, nunca defrauda.
Volveremos. Sí, volveremos a llamar a las puertas del auditorio.
Hola Chema.
ResponderEliminarUna pena, que este todo tan seco, y lo malo es que no tiene pinta, de que vaya a cambiar a corta plazo.
Aun así, el recorrido que hicisteis, ya de por sí, es precioso, y fuera de la masificación.
Yo quiero ir para Pilares, al bosque de la Pardina del Señor, a ver si tenemos más suerte, y allí el otoño ya ha entrado con más fuerza.
Un saludo.
Aúpa, pues. Yo llevo idea de volver a Ordesa, en concreto a la Faja de las Flores.
EliminarGracias, Eduardo, por el seguimiento y el comentario.