martes, 8 de agosto de 2017

O l'Ibón y el mundo calizo de Berneras

AQUERAS MONTAÑAS
O l'Ibón (2475 m)
Ruabe de Bernera (2455 m)
Bozo de Bernera (2454 m)
Bernera (2432 m)
Sábado, 5 de agosto de 2017



          Lizara nos espera. Esos bonitos llanos a 1500 metros de altitud, con vestigios neolíticos, regados por la chorrota del hoy seco barranco de Audelca, un gran tajo entre dos enormes macizos que presiden la cabecera de este valle de Aragüés del Puerto, y que son el de Bisaurín, con su inseparable Fetás, y el de Bernera. Unos llanos en los que ramonea una pequeña cabaña vacuna, que no es ni la sombra de lo que fue, como lo atestigua la gran proliferación de cardos, fruto de la falta de pastoreo.

Vacas pastando en el llano de Lizara

Recién comenzada la ruta
            Siete hombres, dos mujeres y un solo destino, el hacernos con ese macizo de Bernera en pleno Parque Natural de los Valles Occidentales, en los confines del noroeste del Alto Aragón. Un macizo éste poco visitado, sin saber muy bien por qué, porque también tiene su enjundia. Rocoso, duro, áspero, calizo, con buenas crestas, y con unas excelentes vistas hacia los cuatro puntos cardinales, pero hacia el Valle de los Sarrios, especialmente. Y con esas sanas intenciones partimos del refugio de Lizara, recorriendo sus llanos y subiendo hasta el collado del Bozo, en un recorrido tradicionalmente señalado como el GR 11.1, una variante del GR 11, pero que desde el año pasado lo está también como ese GR 11 en su nuevo trazado, y que una vez admirada la cabecera del valle de Aísa, abandonamos para meternos por el barranco de Igüer, en un brusco giro hacia el norte.

En el collado del Bozo

Lirios, con el valle de Aísa de fondo
            Los lirios, que hasta aquí habíamos visto ya agostados, a partir de ahora gozan ya de su mayor altitud, lo que les confiere frescura y lozanía. Nadie en la montaña, al menos en la visual. Tras la empinada entrada a este recóndito valle, el camino nos da un respiro como de media hora, en el que lo recorremos tranquila y relajadamente. Tras superar una pequeña muralla, dotada de cadena, llegamos al desvío para ir subiendo ya a este macizo. Ante nosotros se nos abre un barranco bicolor: a las blancas calizas de Bernera se enfrenta el característico terreno royo del Olivón, que mejor nos gusta llamarle O l’Ibón, que creemos más genuino, nombre referido al ibón Biello, situado detrás de donde estamos, en el puerto de Bernera, cabecera del Valle de los Sarrios.

Ruabe de Bernera y O l'Ibón

Trepada cimera
            Pero ya llegaremos a verlo, que de momento tenemos que alcanzar el collado para ello. Los 335 metros de desnivel que hay hasta él los hacemos en 35 minutos, que no está nada mal. Tratamos de evitar el fondo de ese pedregoso barranco, y lo hacemos dejándolo a nuestra izquierda, por unas laderas herbosas, que pese a la gran inclinación pensamos más cómodas. Finalmente alcanzamos el collado, que nos ofrece una vertiginosa vista, ahora sí, sobre ese ibón, el Valle de los Sarrios, la Plana Mistresa, Bisaurín, Estanés, y las nieblas que ahogan el territorio galo. Se puede no llegar hasta el collado e iniciar el ascenso cimero siguiendo por la ladera herbosa, pero representa algo más de exposición, aunque por otra parte, si se acomete desde el collado te obliga a trepar por una serie de lajas de buena roca, no exentas también de exposición.

Bellísima panorámica sobre el Valle de los Sarrios y el ibón de Estanés

Últimos pasos para cumbre
            En poco se llega a la cima, que ofrece unas vistas más amplias que desde el collado. Este cordal se alza sobre el barranco de Igüer, al este, y el de los Sarrios al NW, justo encima del circo de O l’Ibón, que alberga a ese ibón Biello, que lucha por resistir la amenaza de la colmatación. Destrepamos hasta el collado, y cambiamos el piso royo por el blanco calizo para auparnos a este cordal norte del macizo de Bernera, que da apellido a otra serie de prominencias que vamos a ir recorriendo. La primera es la Ruabe de Bernera, que pasa apenas advertida para nosotros, absortos ya en el patio que se nos abre a derecha e izquierda, aunque más espectacular y próximo a la derecha, con esos más de trescientos metros en picado sobre el ibón Biello y sus preciosos alrededores.

Espectacular vista sobre el Bisaurín y toda su depresión norte, hasta el ibón Biello

Chimenea de bajada
            Mientras las nieblas van cociendo a fuego lento todo lo que ellas abarcan sobre el territorio galo, vamos progresando por el cresterío de esta impresionante muralla, porque la idea es esa, la de hacer la integral hasta el Bozo de Bernera, casi en el extremo noroccidental del macizo, pero algunos pasos un tanto delicados aconsejan no hacerlo, por lo que se impone descabalgar y volver a subir. Lo primero, tras un intento fallido, lo hacemos por una chimenea no vertical, tan sólo inclinada, fácil de bajar, a cuyos pies nos aguarda una corta faja, que descendemos con la ayuda de las manos.

El O l'Ibón nos hace pequeños. Impresionante

En el collado de Bernera
            Enseguida alcanzamos el collado de Bernera, punto clave que da juego para las diversas rutas de este macizo de dos fachadas, la sur que da a Lizara y Napazal, y la norte que enhiesta se yergue sobre ese circo de O l’Ibón. Entre ambas, un puerto en el que predomina el karst propio del mundo calizo. Vemos muy cercano el tercer objetivo del día, el Bozo de Bernera, por lo que dejamos las mochilas en el collado y en dos patadas lo alcanzamos, y no sólo eso, sino que lo dejamos atrás para llegarnos hasta el final del cordal. Lo volvemos a pasar de regreso, y descendemos hasta el collado. Con las mochilas ya subimos a culminar esa fachada norte, pasando por suave ladera herbosa, que se alterna con grandes lajas de erosionada caliza.

En el Bozo de Bernera

No es para menos
            Esta otra cima, nuestra cuarta identificada de hoy, está provista de un pequeño buzón de cumbre, y da ya vista a mediodía. Breve descanso, largas miradas al entorno, y tras debatir por dónde bajamos, lo hacemos hacia el lado de poniente, para caer al barranco de Audelca, y enfilar ya la llegada al refugio de Lizara. El camino pasaría por volver al collado de Bernera, pero la ladera nos permite ir acortando por la izquierda hasta asomarnos al punto de partida del verdadero descenso, siendo importante localizar ese primer hito para ir siguiéndolos. Lo encontramos sin ninguna dificultad y eso es lo que hacemos, seguirlos por ese mar de piedras, de foraos, de atormentado karst, que nos lleva a un canchal, por el que perdemos altura con rapidez.

En el Bernera

Bajando por el canchal
            Una plataforma herbosa nos recibe engalanada con gran profusión de lirios. Dejamos atrás la tiranía mineral para bajar ya hasta el mismo fondo del barranco, que con una ligera subida alcanzamos ya el camino, Senda de Camile, y convertido recientemente en GR 11, señalizado como Sendero Turístico de Aragón, que en poco más de media hora nos lleva al cruce con el GR 11.1 que viene, o va nunca se sabe, del collado del Foratón y que en otros cinco minutos más nos baja al refugio de Lizara, donde le damos un homenaje al cuerpo con una buena comida.


Lirios en el barranco de Igüer

Edelweiss
            “Poyaquestamos aquí, si eso podemos hacer…”. Llamamos “poyaques” a esas personas que una sana ambición les lleva al inconformismo, les lleva a no pararse en un monte si se pueden hacer varios, y el “peligro” que tienen es que nunca se sabe lo que piensan, nunca se sabe si en definitiva hacemos menos de lo que han pensado… o quizá más. Nuestro Josemari, el promotor de la salida de hoy, es uno de esos “poyaques”, que ha sabido conjugar las inmensas posibilidades de este gran macizo con el entusiasmo del personal, haciendo una preciosa circular por Bernera, que da apellido a varias prominencias que alberga, salvo a ese O l’Ibón, que supera en altura a todas ellas.


            En el “poyaque” de circular de hoy, han salido 12,4 km, que no son muchos, y que hemos recorrido en un tiempo total de 6h 50’, del que 4h 20’ han sido en movimiento, saliendo un desnivel cumulado de en torno a 1285 metros D+/-. Una mañana diez, en definitiva, gracias al tiempo que se ha sujetado, y especialmente a la buena compañía, aunque sean “poyaques”. Jjjj.






No hay comentarios:

Publicar un comentario