AQUERAS MONTAÑAS
O l'Ibón (2475 m)
Ruabe de Bernera (2455 m)
Bozo de Bernera (2454 m)
Bernera (2432 m)
Sábado, 5 de agosto de 2017
Lizara nos espera. Esos bonitos
llanos a 1500 metros de altitud, con vestigios neolíticos, regados por la
chorrota del hoy seco barranco de Audelca, un gran tajo entre dos enormes
macizos que presiden la cabecera de este valle de Aragüés del Puerto, y que son
el de Bisaurín, con su inseparable Fetás, y el de Bernera. Unos llanos en los
que ramonea una pequeña cabaña vacuna, que no es ni la sombra de lo que fue,
como lo atestigua la gran proliferación de cardos, fruto de la falta de
pastoreo.
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Vacas pastando en el llano de Lizara |
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Recién comenzada la ruta |
Siete hombres, dos mujeres y un
solo destino, el hacernos con ese macizo de Bernera en pleno Parque Natural de
los Valles Occidentales, en los confines del noroeste del Alto Aragón. Un
macizo éste poco visitado, sin saber muy bien por qué, porque también tiene su
enjundia. Rocoso, duro, áspero, calizo, con buenas crestas, y con unas
excelentes vistas hacia los cuatro puntos cardinales, pero hacia el Valle de
los Sarrios, especialmente. Y con esas sanas intenciones partimos del refugio
de Lizara, recorriendo sus llanos y subiendo hasta el collado del Bozo, en un
recorrido tradicionalmente señalado como el GR 11.1, una variante del GR 11,
pero que desde el año pasado lo está también como ese GR 11 en su nuevo
trazado, y que una vez admirada la cabecera del valle de Aísa, abandonamos para
meternos por el barranco de Igüer, en un brusco giro hacia el norte.
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En el collado del Bozo |
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Lirios, con el valle de Aísa de fondo |
Los lirios, que hasta aquí habíamos
visto ya agostados, a partir de ahora gozan ya de su mayor altitud, lo que les
confiere frescura y lozanía. Nadie en la montaña, al menos en la visual. Tras
la empinada entrada a este recóndito valle, el camino nos da un respiro como de
media hora, en el que lo recorremos tranquila y relajadamente. Tras superar una
pequeña muralla, dotada de cadena, llegamos al desvío para ir subiendo ya a
este macizo. Ante nosotros se nos abre un barranco bicolor: a las blancas
calizas de Bernera se enfrenta el característico terreno royo del Olivón, que
mejor nos gusta llamarle O l’Ibón, que creemos más genuino, nombre referido al
ibón Biello, situado detrás de donde estamos, en el puerto de Bernera, cabecera
del Valle de los Sarrios.
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Ruabe de Bernera y O l'Ibón |
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Trepada cimera |
Pero ya llegaremos a verlo, que de
momento tenemos que alcanzar el collado para ello. Los 335 metros de desnivel
que hay hasta él los hacemos en 35 minutos, que no está nada mal. Tratamos de
evitar el fondo de ese pedregoso barranco, y lo hacemos dejándolo a nuestra izquierda,
por unas laderas herbosas, que pese a la gran inclinación pensamos más cómodas.
Finalmente alcanzamos el collado, que nos ofrece una vertiginosa vista, ahora sí,
sobre ese ibón, el Valle de los Sarrios, la Plana Mistresa, Bisaurín, Estanés,
y las nieblas que ahogan el territorio galo. Se puede no llegar hasta el
collado e iniciar el ascenso cimero siguiendo por la ladera herbosa, pero
representa algo más de exposición, aunque por otra parte, si se acomete desde
el collado te obliga a trepar por una serie de lajas de buena roca, no exentas
también de exposición.
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Bellísima panorámica sobre el Valle de los Sarrios y el ibón de Estanés |
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Últimos pasos para cumbre |
En poco se llega a la cima, que
ofrece unas vistas más amplias que desde el collado. Este cordal se alza sobre
el barranco de Igüer, al este, y el de los Sarrios al NW, justo encima del
circo de O l’Ibón, que alberga a ese ibón Biello, que lucha por resistir la
amenaza de la colmatación. Destrepamos hasta el collado, y cambiamos el piso
royo por el blanco calizo para auparnos a este cordal norte del macizo de
Bernera, que da apellido a otra serie de prominencias que vamos a ir
recorriendo. La primera es la Ruabe de Bernera, que pasa apenas advertida para
nosotros, absortos ya en el patio que se nos abre a derecha e izquierda, aunque
más espectacular y próximo a la derecha, con esos más de trescientos metros en
picado sobre el ibón Biello y sus preciosos alrededores.
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Espectacular vista sobre el Bisaurín y toda su depresión norte, hasta el ibón Biello |
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Chimenea de bajada |
Mientras las nieblas van cociendo
a fuego lento todo lo que ellas abarcan sobre el territorio galo, vamos
progresando por el cresterío de esta impresionante muralla, porque la idea es
esa, la de hacer la integral hasta el Bozo de Bernera, casi en el extremo
noroccidental del macizo, pero algunos pasos un tanto delicados aconsejan no
hacerlo, por lo que se impone descabalgar y volver a subir. Lo primero, tras un
intento fallido, lo hacemos por una chimenea no vertical, tan sólo inclinada, fácil
de bajar, a cuyos pies nos aguarda una corta faja, que descendemos con la ayuda
de las manos.
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El O l'Ibón nos hace pequeños. Impresionante |
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En el collado de Bernera |
Enseguida alcanzamos el collado
de Bernera, punto clave que da juego para las diversas rutas de este macizo de
dos fachadas, la sur que da a Lizara y Napazal, y la norte que enhiesta se
yergue sobre ese circo de O l’Ibón. Entre ambas, un puerto en el que predomina
el karst propio del mundo calizo. Vemos muy cercano el tercer objetivo del día,
el Bozo de Bernera, por lo que dejamos las mochilas en el collado y en dos
patadas lo alcanzamos, y no sólo eso, sino que lo dejamos atrás para llegarnos
hasta el final del cordal. Lo volvemos a pasar de regreso, y descendemos hasta
el collado. Con las mochilas ya subimos a culminar esa fachada norte, pasando
por suave ladera herbosa, que se alterna con grandes lajas de erosionada caliza.
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En el Bozo de Bernera |
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No es para menos |
Esta otra cima, nuestra cuarta identificada
de hoy, está provista de un pequeño buzón de cumbre, y da ya vista a mediodía.
Breve descanso, largas miradas al entorno, y tras debatir por dónde bajamos, lo hacemos
hacia el lado de poniente, para caer al barranco de Audelca, y enfilar ya la
llegada al refugio de Lizara. El camino pasaría por volver al collado de
Bernera, pero la ladera nos permite ir acortando por la izquierda hasta asomarnos al punto de
partida del verdadero descenso, siendo importante localizar ese primer hito
para ir siguiéndolos. Lo encontramos sin ninguna dificultad y eso es lo que
hacemos, seguirlos por ese mar de piedras, de foraos, de atormentado karst, que
nos lleva a un canchal, por el que perdemos altura con rapidez.
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En el Bernera |
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Bajando por el canchal |
Una plataforma herbosa nos recibe
engalanada con gran profusión de lirios. Dejamos atrás la tiranía mineral para
bajar ya hasta el mismo fondo del barranco, que con una ligera subida
alcanzamos ya el camino, Senda de Camile, y convertido recientemente en GR 11, señalizado
como Sendero Turístico de Aragón, que en poco más de media hora nos lleva al
cruce con el GR 11.1 que viene, o va nunca se sabe, del collado del Foratón y que
en otros cinco minutos más nos baja al refugio de Lizara, donde le damos un
homenaje al cuerpo con una buena comida.
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Lirios en el barranco de Igüer |
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Edelweiss |
“Poyaquestamos aquí, si eso podemos hacer…”. Llamamos “poyaques” a esas personas que una sana
ambición les lleva al inconformismo, les lleva a no pararse en un monte si se
pueden hacer varios, y el “peligro” que tienen es que nunca se sabe lo que piensan,
nunca se sabe si en definitiva hacemos menos de lo que han pensado… o quizá más.
Nuestro Josemari, el promotor de la salida de hoy, es uno de esos “poyaques”, que ha sabido conjugar las
inmensas posibilidades de este gran macizo con el entusiasmo del personal,
haciendo una preciosa circular por Bernera, que da apellido a varias
prominencias que alberga, salvo a ese O l’Ibón, que supera en altura a todas
ellas.
En el “poyaque” de circular de hoy, han salido 12,4 km, que no son
muchos, y que hemos recorrido en un tiempo total de 6h 50’, del que 4h 20’ han
sido en movimiento, saliendo un desnivel cumulado de en torno a 1285 metros
D+/-. Una mañana diez, en definitiva, gracias al tiempo que se ha sujetado, y
especialmente a la buena compañía, aunque sean “poyaques”. Jjjj.
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