AQUERAS MONTAÑAS
Grand Billare Occidental (2318 m)
Grand Billare Oriental (2315 m)
Sábado, 22 de julio de 2017
Las nieblas cubrían con un halo
de misterio un tesoro preciado, un tesoro velado, un tesoro acariciado en el
fondo de ese valle de Lescun. Y allí nos dirigíamos un buen puñado de amigos
mayencos, a desvelar ese escenario con ayuda del astro rey, el ser más poderoso
que existe debajo de la capa del cielo… al menos del explorado. Porque en él
teníamos confianza al salir de ese túnel que horada el Summus Portus, y que
cruzamos en dirección contraria a esos romanos que vinieron de las Galias. A
ellas nos dirigimos, concretamente a ese valle que comparte confines con los
antiguos reinos de Navarra y Aragón. Once mayencos, decimos, pero amigos por
encima de todo, Julio, Javier, María, Carlos, Paco, Manuel, Otal, José, Gustavo,
y el más veterano de todos, Carlos Peñarroya, partimos en busca de ese pequeño
gran macizo de los Billares, que los caprichos geológicos le han sabido colocar
en medio de este precioso circo de Lescun, para auparnos, si nos lo permite, a
las dos cimas del Grand Billare. Vamos a lo más alto de esa cresta del gallo de Lescun. Vamos, pues.
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Con los siete velos, así nos recibe la montaña |
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La magia continúa |
Llegamos a esta bonita localidad montañesa al filo de las
ocho de la mañana, una mañana que se hace la remolona con la excusa de verse
envuelta en esas nieblas de verano que traen consigo una jornada lluviosa que
las precede, pero más persistente que ellas somos nosotros, y nos aventuramos a
dirigirnos hacia nuestro objetivo, en la confianza de que nos sabremos
sobreponer a ellas. La localidad tiene varias salidas hacia el valle, hacia el
circo. Tomamos la dirección al Plateau Sanchèse, y como a 2,5 km se detiene la
pista asfaltada para continuar de tierra. En ese punto dejamos los vehículos,
para no profanar ese lugar mágico que da reposo al cuerpo y al espíritu bajo la
cascada del barranco d’Anaye que también a sus pies se rinde.
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Comienza la fiesta |
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A nuestro paso por el bosque |
Sí, es el único reposo que nos da
el camino, desde que dejamos los rodantes hasta abandonar a la izquierda esa cascada
tras haber cruzado la extraordinaria campa. Desde esta cota no vamos a tener
ya respiro hasta poner bajo nuestros pies a este imponente macizo, que ya nos mira
de reojo, que lo ha venido haciendo por entre las nieblas, y que ya lo han
dejado definitivamente al descubierto. Le vamos a tener que dar la vuelta para
cogerlo un poco desprevenido. Tomamos, pues, el evidente camino que va
serpenteando entre la cascada y el Bidet. Un sendero, calzado en algún pequeño
tramo, que nos introduce en el bosque de hayas, que se ha aliado con las
lluvias de ayer y las nieblas de hoy para mostrarse contagiosamente disfrutón.
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Pic d'Anie a la izquierda, y la cresta rematada por el Countendé |
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Progresando ladera arriba |
Como en media hora desde Sanchèse
alcanzamos una valla para el ganado, y en diez minutos más una fuente, una
providencial fuente, en la que repostamos para seguir nuestra ruta, que
enseguida nos saca del bosque para ir mostrándonos en toda su amplitud ese
valle d’Anaye, que todavía goza del uso tradicional de los montes, de ese
ganado que lo pasta, y que ya anda encaramado por esas laderas próximas a las
cabañas de los pastores. Todas estas bucólicas reflexiones nos van
entreteniendo, pero la dura realidad nos arranca bruscamente de ellas, cuando
llegamos al punto en el que se ha terminado la pendiente propia de subir valle arriba, porque ahora llega la de subir por la ladera. Si hasta ahora hemos subido para
respirar… ahora toca respirar para subir.
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Cuenca de Lhurs, rodeada de grandes montañas |
Sin más, tras el susto de tener
que subir por un descomunal canchal, el sendero nos lleva a su vera, por unas
lazadas herbosas que van suavizando el enorme desnivel, que no siempre lo
consiguen. Como a hora y diez alcanzamos una plataforma, el único respiro en
todo el recorrido, donde aprovechamos para echar trago y recomponernos, porque
a partir de ahora aún se empina más. Veinte minutos más de subida y llegamos al
collado, que a sus más de 2200 metros de altitud nos da ya vista sobre la bellísima
cuenca de Lhurs, que conforma nuestro macizo de hoy, y montes como el Dec de
Lhurs, el Pèneblanque o la Table de Trois Rois. Una cuenca provista de ibón y
cabaña. También se asoma sobre el monte bajo domesticado con ese mosaico de
verdes cultivos allá, en el fondo del valle.
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Progresando por la cresta (foto de Julio) |
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La brecha |
A partir de aquí la cosa se pone
más seria. Tras un breve tramo de loma herbosa se vislumbra roquedo, un cresterío
que hay que ir remontando para alcanzar las dos cimas del Grand Billare. Nuestro
veteranísimo Carlos, que ha hecho un gran esfuerzo por llegar hasta aquí decide
vernos disfrutar, y hacerlo él mismo del paisaje a dos aguas que nos brinda
esta cota. Continuamos, pues, rumbo a nuestro objetivo por esta cresta, que
vamos acariciando a uno y otro lado. En veinte minutos, el camino nos deja al
pie de una pequeña brecha que nos obliga a volver a echar manos para superarla,
pero la fiesta continúa. Otro tramo de cresta disfrutona y nos presentamos en
esa primera cima, la Occidental, que pasamos de largo para llegarnos hasta la segunda, la Oriental, entre
las que media un gran corte en la roca, que hay que bajar para luego subir y
acercarse, ya sin mayores dificultades a esa segunda cima, dejando a nuestra
derecha unos importantes foraos, con alguna mancha de nieve todavía.
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Tránsito entre las dos cimas |
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Extraordinario entorno |
Mucho más importante y severo es
el corte que hay hasta el Petit Billare, que ni vamos a pasar ni estaba en
nuestros planes, de modo que damos por finalizado este duro ascenso, que lo ha
sido porque la subida no da cuartelillo, pero henos aquí disfrutando del lugar
y del momento con los amigos que han hecho posible esta magnífica jornada de
montaña, que concluiremos con el consiguiente descenso por la misma ruta. Pero
antes de que eso ocurra, lo que decimos, a disfrutar. Sí, a disfrutar de un
extraordinario entorno, de un mundo mineral que se ha sabido abrir paso entre
la depresión aquitana y la alta montaña pirenaica. Un mundo mineral, tirano, duro,
calizo, que esconde en sus tripas toda el agua que recoge. Un mundo mineral que
los despachos han repartido entre los antiguos reinos de Francia, Aragón y
Navarra, aunque él no lo entienda. Un mundo mineral en el que se suceden enhiestos
picos, enormes canchales, profundos valles, que el tiempo y los elementos han
sabido modelar y alternar en este enorme y exigente escenario.
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De vuelta, pasando a la cima Occidental |
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Seguimos cresteando en el descenso |
Alternancia en el espacio, sí,
pero también en el tiempo. Tras vivir nuestro momento, llega el de volver, y de
hacerlo con cuidado de nuevo hasta la otra cima, que con 2318 es algo más alta
que ésta. Destrepe de brecha y enseguida al collado, donde ya todos juntos
retomamos el descenso… aunque lo de todos juntos es por poco rato, porque hay
quien se decide a romper la paz del canchal sacando como media hora de ventaja
hasta el fondo del valle a los que desandamos justamente lo andado para subir.
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El bosque nos aguarda |
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Cascada d'Anaye |
Reagrupados de nuevo, ya todos mu relajadicos y mu monos nos dejamos
envolver de nuevo por el hayedo que todo lo calma, hasta llegar a ese Plateau
Sanchèse, donde nos arrimamos a ver qué nos cuenta esa cascada, que ha salido
de las tripas d’Anaye para recorrer las últimas decenas de metros haciendo las
delicias del visitante. Y en poco más a los vehículos, tras haber recorrido 12,8
kilómetros, en 6h 50’ de tiempo total, del que 4h 35’ han sido en movimiento,
para salvar un desnivel acumulado cercano a los 1500 metros D+/-, concluyendo
así una extraordinaria jornada mayenca, con el agradecimiento a todos los
asistentes, como a los que por diversos motivos han manifestado su intención y
no lo han podido hacer, pero especialmente a Julio, por descubrirnos otro de
los magníficos rincones de nuestro maravilloso Pirineo. Gracias.
Muy bonita y completa reseña.
ResponderEliminarGracias Chema.
Gracias a la compañía que la inspira. Gracias, Jose.
EliminarLa reseña va a ser la que use como guía en mi pendiente visita a esta hermosa y atractiva montaña que aún me queda por visitar en la zona de Lescun, en mi opinión sumamente atractiva y que procuro recorrer al menos una vez cada año.
ResponderEliminarSalud y Montaña, Chema.
Muchas gracias, carmar, por la confianza y por el comentario.
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