domingo, 25 de septiembre de 2016

Corona de Gamueta, sus perlas y abismos

AQUERAS MONTAÑAS
Gorreta de los Gabachos N (2.270 m)
Foya de Gamueta (2.308 m)
Chinebral de Gamueta (2.329 m)
Sábado, 24 de septiembre de 2016



            Los nombres dicen mucho. En este caso, Chinebral y Gamueta, hacen clara referencia a dos especies vegetales de fácil deducción. Por un lado, chinebral, o ginebral, derivan de enebro; y gamueta, de gamón, también llamado asfódelo. Y Chinebral de Gamueta es el nombre que le han dado al punto más alto de esta corona que forma su circo, que por su vertiente sur presenta su cara más amable, más suave, más accesible, y por el norte su verticalidad más absoluta y abismal. Esta cima, con sus 2.329 metros, no sólo es la más alta, sino que es la que cierra por poniente esta cresta que tiene vértigo de sí misma, y que para llegar hasta ella hemos compartido esa mezcla de temor y disfrute, como hace ella, desde el mismo collado de Gamueta, pasando antes por la Gorreta de los Gabachos Norte y por el pico de la Foya de Gamueta, que se empina para contemplar esa foya, esos agujeros que el barranco hace en sus inicios, a pie de circo. Un mundo duro, rabiosamente calizo, que hoy nos ha acogido a diez mayencos, cuyo calendario de actividades nos ha hecho recalar por estos lares, que siempre nos gusta visitar para el otoño.

Despertar del Maz
            Como casi todos los montes, también estos se pueden abordar desde varios flancos. Hemos elegido recorrer todo el barranco de Gamueta, comenzando por su zona boscosa, para subir hasta el collado y adquirir la vista a dos aguas cresteando hasta el punto más alto, y bajar por su herbosa y cómoda loma hasta adentrarnos en el bosque de nuevo, y por el Salto del Caballo llegarnos hasta el refugio de Linza, donde nos espera el buen yantar.

Arranque de una nueva jornada de montaña
Gorreta de los Gabachos y Anzotiello
            El sol dando una pincelada en la cumbre del Maz. Las ocho de la mañana se quedan con la fuente de los Clérigos. Nosotros nos adentramos en el barranco, un barranco que nos recibe con unas nieblas a ras de suelo, que le dan un ambiente misterioso de arranque, que complementa nuestro discurrir por el bosque. Sin apenas darnos cuenta, el camino nos va dando un giro hacia el sur, dándonos vista hacia esa sierra de Quimboa. Pronto se van haciendo patentes los gigantes del lugar, ocupando su posición visual, el Mallo Gorreta y el Anzotiello, como fieles testigos de momentos geológicos de terrible convulsión.

La montaña nos recibe con sus mejores galas
Gorreta de los Gabachos
            Nosotros seguimos por el seno del barranco, hasta las Foyas de Gamueta, un sistema de dolinas producidas por la naturaleza caliza del entorno. Las dejamos a su aire para afrontar ya la subida al collado. Casi trescientos metros de desnivel, que nos cuesta como tres cuartos de hora, salvados por inestable pedrera en algunos tramos, que obliga a afinar la atención.  La llegada al collado es un momento claro de expansión, expansión visual, expansión del alma. Expansión. Somos la prolongación de unos paredones verticales que se asustan de sí mismos, unos paredones condenados a esa verticalidad desde el origen de estas montañas. Ante nosotros, una sucesión de huertos pétreos dan lugar a la formación de amplios barrancos, como el de Anzotiello o el de Acherito, con vocación de ir a desovar en el Subordán en el paraje de la Mina. Un Subordán que se nos muestra luminoso serpenteando por Guarrinza, después de haber nacido a los pies del Marcantón y dibujar en Agua Tuerta uno de los paisajes más bellos de esta zona del Pirineo. Estamos en el Parque Natural de los Valles Occidentales, y aquí todo es bello, aquí todo se esfuerza por serlo.

En el collado de Gamueta
Abismos imposibles
            Tras echar un bocado, que no nos alimenta más que el extraordinario espectáculo que tenemos ante nosotros, nuestros pasos se dirigen hacia la cresta, para abrazarnos a ella ya y poder abordar las tres perlas que tenemos por delante. Son avanzadillas de esa cresta, que se asoman a los abismos que dibujan, y que han decidido no formar parte del caos de rocas que hay a sus pies, a varios cientos de metros por debajo de ellas. La primera en llegar es a la Gorreta de los Gabachos Norte. La siguiente es al Pico de la Foya de Gamueta, desde el que tenemos que acometer un descenso para subir ya decididamente al techo de la jornada, a ese Chinebral de Gamueta, que se alza por encima de todos los demás de este extraordinario circo, este arco que aquí comienza y no deja de serlo hasta el Anzotiello, en el extremo sur.

Progresando por la cresta
Mesa de los Tres Reyes, Petrechema, Mallo de Acherito
            Con sus 2.329 metros, el Chinebral nos permite unas excelentes vistas sobre el resto de montes y barrancos al norte de donde nos encontramos. Distinguimos el Mallo de Acherito, que nos tapa el Sobarcal. Pero al que sí que vemos es a su compañero, el Petrechema, que con este último configuran la Puerta de Ansó, ese collado fronterizo entre estas tierras ansotanas y las de Ansabère, del país vecino. En estos lugares de tres reinados, no podía faltar la Mesa de los Tres Reyes, con su Tabla a sus pies. Y tantos y tantos otros que surgen de este mundo calizo que aun con todo lo que vemos, que es grande, la vida de sus entrañas no se quedará a la zaga.

Llegando a la cumbre del Chinebral de Gamueta
Salto del Caballo
            Media hora larga de alimento por los cinco sentidos y comenzamos el descenso por sendero de piedras primero y por una ancha loma herbosa a continuación, que nos lleva a la entrada del bosque, con claros tintes ya otoñales. Un espléndido hayedo que hace nuestras delicias, entre otras cosas porque se interpone entre un sol picón y nosotros. Un hayedo, en el que como una brillante síncopa se encuentra un sorprendente tejo, al lado del cual nos quedaríamos un buen rato para escuchar sus historias, que las tendrá, y buenas. Pero hemos de seguir. Salto del Caballo y Llano de la Casa, en Linza, donde se encuentra el refugio, al que acudimos a comer.

Bosque de Gamueta
Todo tiene su recompensa
            En una jornada, en la que seguimos anhelando ver ese arco iris que los más viejos del lugar dicen que un día existió en el cielo sobre la tierra, hemos recorrido 11,9 km por estos calizos y resecos montes, en casi 6 h de tiempo total, del que 3h 45’ han sido en movimiento, con un desnivel acumulado en torno a 1.200 metros D+. Una jornada especial, como todas. Una jornada pasada entre amigos, como todas. Una jornada en la que bajamos un poquico más sabios de las montañas, de la Corona de Gamueta, de sus perlas y abismos.



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