Perdiguero (3.222 m)
Miércoles, 3 de agosto de 2016
“… ven si quieres, aquí estoy,
te puedo envolver de brumas,
te puedo complicar la mañana,
te puedo dar un buen día,
pero tienes que venir,
y no te lo voy a poner fácil…”.
Arranque nocturno |
La noche pare un día. La oscura
noche pare un claro día. Y así ha sido. Desde las mismísimas entrañas de la
noche, desde el aparcamiento de Literola, desde lo más profundo de nuestro ser,
con María del CP Mayencos y Pepe del CER, con 10 más de su club, arrancamos
esta nueva jornada montañera con el convencimiento y la asunción de su dureza,
de que tanto por la tierra como por el sol no nos lo van a poner fácil, pero
que por el aire y por el agua nos van a paliar esa lucha particular con la
montaña que, como síndrome de Estocolmo, nos hace acudir una y otra vez a sus
afiladas garras, porque… en definitiva el saldo siempre es positivo.
Hito Este del Perdiguero |
El monte elegido hoy también es
uno de los grandes del Pirineo, es el punto más alto del macizo que lleva su
nombre. Es un monte duro, áspero, rudo, que sobre el mapa también soporta esa considerada
por las montañas como absurda línea, y que le hace hablar en dos idiomas. Un
monte que se asoma a los abismos de las cuencas de Literola y Oo, donde yacen
dos grandes ojos de mirar sereno. Un monte, impertérrito, soberbio, sabedor como
es de su magnífico porte, de su mirada altanera, de su constante verbo que hay
que leer entre líneas, y que sin apenas pestañear, sin apenas mover los labios,
te dice: “… ven si quieres, aquí estoy,
te puedo envolver de brumas, te puedo complicar la mañana, te puedo dar un buen
día, pero tienes que venir, y no te lo voy a poner fácil…”. Él sabe que de
él hablamos. Perdiguero, cuyo nombre convencidos estamos de que ha sido un guiño
para suavizar sus verdaderas raíces: Pedriguero.
En plena progresión |
Subiendo hacia el ibón |
Al cabo de poco más de una hora,
a la altura de la cabaña del Forcallo, que yace abajo, en el fondo, en cuyos
alrededores pacen cientos de ovejas, entre el Perdigueret y las Fitas de
Remuñé, el valle se convierte en barranco, al que nos abrazamos para subir y
subir, adquiriendo a cada paso más y más perspectiva sobre lo que nos espera,
que no es otra cosa que el engañoso objetivo, porque sólo nos ofrece su flanco
oriental, que alberga el llamado Hito Este del Perdiguero.
Camino de la pedrera |
Casi dos horas y media subiendo
impenitentemente y llegamos al desvío para el Ibonet de Literola, que reposa en
un hondo lecho, y que evitamos su tránsito por un sendero a la derecha, para
no tomar la tediosa recuperación de nivel desde él. Hay cosas que no mejoran en las distancias cortas. Otra hora más para alcanzar el Ibón Blanco de Literola, un
enorme lago que hace honor a su nombre, porque sigue adornado con un penacho de
hielo, como imitando a las banquisas polares. Para que nos entre bien su
visión, la acompañamos del almuerzo. Enfrente, nos espera la hercúlea pirámide granítica
perdiguera de Keops. Cruzamos un puente de nieve que alberga el desagüe del
ibón, y más de una hora de atragante pétreo, éste sí, para llegar al llamado
Hito Este de Perdiguero, esa cima visual que se nos ofrecía desde hace unas
horas, pero que esconde la cruda realidad, que es la verdadera cima, a la que
llegamos tras casi otra hora de trastear por una más que agradecida loma sobre
la que no se sabe a qué atender, si a la vista o a los pies. Por turnos.
Afiladas crestas del Perdigueret |
El momento de llegada a cumbre,
como todos, indescriptible. El alma se ensancha a la par que los patios que se
abren en todas las direcciones. El de Literola y el de Estós ya estaban
presentes, pero se añade otro, el francés del Portillón u Oo, que también
alberga un ibón, aunque arrancado de su naturaleza con una presa. Estamos en un
punto donde convergen varias crestas, que sirven para culminar otras muchas
cimas de este macizo y sus alrededores. Cimas de más de tres mil metros, y que
como secundonas están siempre esperando su oportunidad. Mundo Literola, Pico
Royo y Crabioules, cerrando el circo de Literola, que comparte espalda con el
de Remuñé. Mundo Seil de la Baque, Portillón, Oo, Clarabide, que reparten juego
entre esta última cuenca, que rinde a Estós, y la del Portillón, que parle
français.
Mayencos, en lo más alto del Perdiguero, con el Posets al fondo |
Todo eso a nuestros pies, claro.
Pero a poco que levantes la vista, aumenta el gozo. Reino Posets, mundo Batisielles,
reino Aneto-Maladetas, puertos de Benasque, Cerler, con su gallinero, Castanesa…
Bueno, bueno, no queremos llenar la plana, porque es mucho, por no decir todo
lo que un punto tan alto y aislado como éste nos ofrece, acompañado por una
meteorología más que favorable. En casi una hora, que se nos hace un minuto
resolvemos todo, abrazos, risas, pasar lista a los montes, bocado, fotos… En
fin, que hay que comenzar el descenso, que termina hondo, muy hondo, como a más de
mil seiscientos metros de desnivel más abajo.
Impresionante ladera de bolos |
La infinita pirámide de piedra
ofrece varios itinerarios marcados con hitos, por lo que no es fácil seguir exactamente
la misma ruta subiendo que bajando, pero nos defendemos, llegando hasta ese
puente de nieve junto a la salida del Ibón Blanco de Literola, en cuyas orillas
hay quien hace acopio de agua. El resto hasta los vehículos, se puede resumir
en un bajar y bajar y bajar… he dicho bajar?, siguiendo los hitos, hasta ese
desvío al Ibonet, desde donde ya hay un sendero definido, que inequívocamente
seguimos hasta el mismísimo asfalto, que al contrario de otras veces, ésta sí
teníamos ya ganas de pisar.
Un monte alto, el que más, de un
macizo alto, de los que más. Alto y lejano, que nos ha obligado a estar en
marcha casi 10 horas y media de tiempo total, del que 6 y media han sido en
movimiento, para recorrer 15,3 km, y salvar del orden de 1.725 metros de D+.
Todo ello en una jornada extraordinaria en lo meteorológico, sin excesivo
calor, con buenas vistas, y con una muy buena compañía, con la que sin
conocernos casi todos, al menos por nuestra parte, no se hace necesario, porque
hay algo que nos une a todos, y es el amor por las montañas. Y eso, como el
verdadero amor, del que forma parte, es muy poderoso.
El track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14229545
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