AQUERAS MONTAÑAS
TRAVESÍAS VARIAS JORNADAS
Ruta 3 Refugios
Martes 15 a jueves 17 de julio de 2014
De nuevo al
monte. En esta ocasión con un mucho más reducido, pero selecto grupo. Con Sara
y Javier nos vamos a dar la vuelta al macizo del Posets, ese anillo marcado
como GR 11.2, una variante de la Senda Pirenaica que sin hacer cumbres visita
los más altos puertos para cambiar de valles, de cuencas, de aires, para
cambiar de paisaje. Y lo hacemos en una semana en la que hay un brusco cambio
en lo meteorológico. Se han alejado las borrascas que nos acariciaban, llegando
incluso hasta el azote, dejando libre un pasillo por el que se está colando una
lengua infernal de tórrido viento sahariano, que incluso por estas alturas se
deja notar en las horas centrales del día, y estamos pensando en un amplio
espectro de ellas. Fagüeño le llamamos en el Valle del Ebro a este viento
sureño. Entraremos y saldremos por el puente de San Jaime, en las puertas del
valle de Estós, incorporándonos al circuito en el ibonet de Batisielles, de
modo que haremos el giro en el sentido de las agujas del reloj, es decir,
anticiclónico. Sí, tres valles y un corazón, acompasado su latido con el del
paisaje de estas montañas. Todo ello en el Parque Natural de Posets Maladeta, del que participa otro espacio natural protegido, el Monumento Natural de los Glaciares Pirenaicos. Venga, al turrón.
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Abrazados al río |
Primera
jornada. San Jaime – Batisielles – Collado Pllana – Ref. Ángel Orús. Ayer llegamos a Benás (patué de
Benasque), y nos alojamos en la Escuela de Montaña, uno de esos lugares en
donde capacitan a la juventud que quiere dedicarse profesionalmente a este duro
y bonito oficio que es el de Guía de Montaña. Nos dirigimos hasta el
aparcamiento arriba del puente de San Jaime, para incorporarnos desde aquí a
esta extraordinaria vuelta. Siete y media de la mañana, y con un solo dígito en
el termómetro. Vamos.
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Andanzas por el bosque |
Obviando el efecto cemento de la primera visual al poco
de entrar en el valle, todo por aquí está que se sale. Las coronas de rey
terminando su floración, y su vida, en consecuencia, nos saludan al pasar. La
vegetación está exuberante, y el agua sale por doquier. Se atropella en el río
Estós, tiene prisa por marchar… y por volver. Parece como si los montes no se
miraran el calendario. Palanca de Aiguacari, cabaña de Santa Ana, esa imagen
del río y su dulce ribera derecha que nos roba el alma cada vez que pasamos,
colgada de los pináculos del Perdiguero y de la tuca Gargallosa. Fuente
Coronas, con su sol y su luna, con su padre y su madre. Ya lo tenemos todo,
sólo falta llegar al desvío.
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El rosario de ibones de Batisielles
se suceden en la ascensión |
Llegamos. Y lo tomamos. Una hora desde el arranque, y
nos dejamos acariciar por el bosque y su sendero. Esto se empina. En poco menos
de otra hora llegamos al ibonet de Batisielles. Es un lugar habitado por los
dioses, porque de haberse ido se lo hubieran llevado. Ya lo hemos escrito en
otras ocasiones, y no somos capaces de mejorarlo. La conjunción de este pequeño
ibón, en un entorno boscoso, con las tucas de Ixeia empinadas para asomarse en
él, hacen de este espacio un lugar como pocos en el Pirineo. Un lugar, decimos,
en el que nos topamos con el anillo del GR 11.2 para incorporarnos a él
dirección sur. Al NW se iniciaría en sentido contrario, es decir, hacia el
refugio de Estós, por el que pasaremos en dos días. Junto al lecho de agua
discurre la senda para subir a los ibones de Escarpinosa, que ahí se queda.
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Duras rampas |
Dejamos la cabaña atrás y seguimos. Unos caminos de
piedra nos van indicando ya que la amabilidad del reino vegetal se va quedando
atrás, que la amabilidad del bosque se va quedando atrás, anunciando que
entramos en la tiranía del mundo mineral, del mundo granítico, duro, áspero,
que nos va a acompañar a lo largo de toda la jornada de hoy. Bajo la mirada
indiferente de las tucas de Ixeia, vamos discurriendo poco a poco por este
extraordinario valle de Batisielles, partido en dos por las agujas de Perramó,
cuya base vamos alcanzando y que dejamos a la
izquierda, no sin antes haber llegado a ese otro ibón, el grande, el
rey, el Gran Batisielles, a una hora del príncipe. Un amable corro vegetal nos
saca de este entorno de agua, y nos mete en la dura piedra. Un puñado de pino
negro lucha por sobrevivir, consiguiéndolo la mayoría. Duras rampas. Nuevos
ibones. Nos encaramos ya a subir al collado, que alcanzamos al cabo de cinco
horas y cuarto desde el arranque.
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Abandonando el mundo Batisielles |
Desde aquí, collado de la Pllana, una última mirada al
mundo Estós, al mundo Batisielles, al mundo Maladetas al fondo. Todo se queda
atrás. Por delante el mundo Grist (patué de Eriste) se abre a nuestra vista y
a nuestros pies. Un amplísimo circo que tenemos que recorrer para llegar a
nuestro destino de hoy, que ya tenemos a nuestro alcance… pero sólo visual.
Vamos perdiendo altura. Ibón de la Pllana. Y al llegar al de Grist, no podemos
dejarlo escapar. Nos llama, nos enamora, nos cubre. No podemos por menos que
darnos un capucete en sus heladas aguas… pero habiendo sol, poco importa. Un
sol que ya nos va haciendo guiños, que ya se esconde de sí mismo en las nubes
que va formando. Un juguetón, este sol.
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Posets, con un rosario de ibones a sus pies |
Más raté estaríamos, pero no puede ser. Seguimos. Una
hora más hasta el cruce donde dejamos el circuito para acercarnos al refugio,
al que damos alcance en otra media. Hemos llegado. Casi ocho horas y media desde el
arranque han bastado para recorrer un entero valle de Batisielles y el circo
completo del de Grist. Se activa el protocolo. Recepción, ducha, algo de
colada, terracita, cerveza, contemplación del panorama, incluidas unas negras
nubes cada vez más espesas… y la mula Francis, comebancos, que no deja de
perseguirnos. Cena y a dormir. Primera
etapa: San Jaime – Collado Pllana – Ref. Ángel Orús. Distancia: 14,9 Km. Tiempo
total: 8h 25'. En movimiento: 5h 40’. Desnivel positivo acumulado: 1.675 m.
Negativo: 880 m.
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Canal Fonda |
Segunda
jornada: Ref. Ángel Orús – Collado Grist – Ref. Biadós. La mañana amanece despejada, y nada
fresca. Veremos. En los planes estaba el subir hoy el Posets por Canal Fonda,
pero el desgaste de ayer aconseja dejarlo para una mejor ocasión en la que se
acometa fuera de la travesía. Algo pasadas las siete, y con la foto de salida
hecha, nos disponemos a desandar el camino de ayer hasta el cruce, en el que
nos reincorporamos al circuito. Unas duras rampas nos meten en el barranco, que
se va abriendo bajo la atenta mirada de una luna que ha madrugado más que
nosotros y que cansada ya se va a dar lección a otra parte. Un hoy manso barranco
que ha tenido sus momentos, como indica una retorcida y atormentada palanca
metálica que convertimos en plató fotográfico.
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El ibón duerme bajo los hielos |
Pasamos por la entrada a la Canal Fonda, que hay que
adivinar, porque le falta la señalización. Y pasamos también justo por enfrente
de esa canal que enseña sus fauces por las que hay que pasar para subir a la
segunda cumbre pirenaica, al Posets, o tuca Llardana. Pero eso será en otro
momento, y bien desde aquí, desde Biadós o desde Estós. Habrá que ver. Seguimos
en nuestro camino, que nos lleva al ibón de Llardaneta, al que llegamos una vez
cruzamos un bravo barranco que baja de este gran macizo, y que es a partir del
que se va nutriendo aquel por el que vamos viniendo, porque lo asombroso es que
el ibón no tiene su salida natural por aquí, sino por el lado contrario, es
decir, hacia el interior del circo.
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Un respiro en la cresta |
En una de las orillas, provista parcialmente de nieve,
igual que la lámina de agua, hay unas campas de las que sale una buena
cuadrilla de gente joven con pinta de haber pernoctado. Es una escena poco
habitual, la de ver a la juventud por las montañas, y nos alegramos de ello.
Momento relax, refrescón y bocao, que hay que acometer la dura subida de hoy,
la del puerto, la del collado de Grist, que hacemos por el canto derecho
subiendo, con el único apoyo de unos descompuestos esquistos, y que es
preferible a las zetas de un sendero poco definido por su enorme inestabilidad.
Corta pero intensa esta subida. Media hora. Al no haber subido al Poset, parece
que los pies se resisten en no seguir hacia arriba, y con Javier nos
encaramamos a la cresta en dirección al pico de la Forqueta, que no alcanzamos
por haber perdido visualmente a Sara en el collado, y pensar que nos iba a
llevar como una hora más. Así es que, de nuevo al collado destrepando lo
trepado.
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Bajando el nevero |
Tres horas largas calculamos que nos quedan todavía de
descenso. Neveros que no eludimos aceleran nuestra bajada, hasta llegar a un
gran plató, desde nos asomamos al ibón de Millás y aprovechamos para echar otro bocao. De nuevo sobre nuestros pasos para acometer otro gran tramo de bajada,
que es por sendero pendiente y descompuesto, hasta el cruce para visitar los
ibones de Millás y Lenés, que dejamos de lado. Arroyo cerca, calor, ecuación perfecta para
refrescar los pies. Seguimos, y ya en poco volvemos al mundo vegetal, siempre
más amable. Grandes extensiones de rododendros floridos nos acompañan en
nuestro descenso hasta el barranco que viene de los Espadas a rendir cuentas al
de la Ribereta. Lo cruzamos y nos volvemos a meter en el bosque, ya hasta dar
con la cuenca del Cinqueta de Añes Cruzes, cuya palanca cruzamos para subir a
Biadós. A Biadós y sus granjas, que atravesamos hasta llegar al refugio.
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Atardeceres de Biadós |
Dos y media de la tarde. Calor. Refugio más amigable.
Gentes más amigables. Entorno más amigable. Nos acomodamos, y a echar la tarde
entre duchas, tendedores, paseos, estiramientos y contemplación, mucha
contemplación, faltaría más. Ocho de la tarde, hora de la cena, a la que había
quedado en llegar Josemari con un amigo. Ni se presenta a las ocho ni con un
amigo, que lo hace algo más tarde y con dos. Bienvenidos. Llevan idea de subir mañana
a algún pico de los tres Grist. Es en el cordal de la Forqueta, en la que hemos
estado cerca esta mañana. El refugio petado. El comedor petado. A cenar, hablar
de monte, y a reír, tres ingredientes básicos que no pueden faltar en un lugar
como éste. Segunda etapa: Ref. Ángel
Orús – Collado Grist – Ref. Biadós. Distancia: 12,8 Km. Tiempo total: 7h 30'. En movimiento: 4h 40'. Desnivel positivo acumulado:
1.100 m. Negativo: 1.490 m.
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Subiendo por Añes Cruzes |
Tercera
jornada: Ref. Biadós – Puerto Chistau – Ref. Estós – San Jaime. Las primeras luces del alba se
cuelan por entre las renclijas que a una vieja ventana le va dejando el tiempo.
Afuera, el sol quiere comenzar a bañar el macizo por el otro lado, como todos
los días. Por allí le saluda, y por aquí se despide. Es de costumbres fijas.
Desayunamos los seis. Nos hacemos fotos los seis, y cada trío a su camino, que
hoy son opuestos. Por nuestra parte, la subida por el barranco del Añes Cruzes
se va haciendo tranquila, en principio no hay grandes desniveles, hasta tener
que superar un salto de agua, y que una vez conseguido, el sendero nos deja ya
en el plató donde giramos bruscamente hacia el este, para acometer las duras
rampas iniciales en busca del puerto de Chistau, al que llegamos cruzando
también algún nevero.
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Valle de Estós |
Hora y media hasta el plató, y otra larga hasta aquí.
Estamos en la divisoria entre Añes Cruzes y Estós. Un mundo se cierra y otro se
abre. Calima en los horizontes. La sudada es considerable. Banderas al viento.
Bocao, y para abajo, que otros varios neveros nos esperan. El primero de ellos,
al límite de poner crampones. Con sumo cuidado se pasa. Los siguientes, más
bajos, con nieve más blanda, con menos caída, mejor pisados, se pasan bien.
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Entre flores |
Al entrar al reino vegetal, un inmenso manto de flores
nos sorprende, el tímido verano no termina de instalarse y también sorprende a
la vegetación en pleno apogeo. Una auténtica sinfonía de colores y aromas hace
las delicias del caminante, que hasta aquí viene sin ver agua en este barranco
de Estós que únicamente es el de Clarabide el que comienza a alimentar el río
que poco a poco se va formando, recogiendo las agua que surgen sin pedir
permiso de las laderas. Espectaculares las fauces de este barranco del
Clarabide, sí. Remojón y bocao.
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Admirando las fauces del
barranco de Clarabide |
Enseguida nos metemos ya en el bosque y llegamos al
refugio de Estós, en el que teníamos previsto quedarnos esta noche, pero debido
a la corta etapa de hoy y la de mañana, optamos por seguir. Cabaña del Turmo,
desde donde tenemos ya pista, que burlamos para meternos en los miradores de
las Gorgas Galantes. Son tres, y el primero de ellos está situado por encima de
ellas, justo en un puente encima de la primera cascada. Espectacular. El
segundo y tercero ya están más abajo, tomando otra perspectiva de los saltos de
agua. Y ya todo es bajar y bajar por la pista entre el bosque, con más gentío a
medida que nos vamos acercando. Aigüeta de Batisielles y cruce por el que nos
metimos hace tres días. De modo que a partir de aquí repetimos camino, pero a
la inversa. Fuente Coronas, con su sol y su luna, cabaña de Santa Ana y
embalse, que nos da paso ya al aparcamiento, donde nuestros pies se liberan de
las botas… que ya tenían ganas. Tercera
etapa: Ref. Biadós – Puerto Chistau – Ref. Estós – San Jaime. Distancia: 20,4 Km. Tiempo total: 7h 55'. En movimiento: 5h 45'. Desnivel positivo acumulado: 1.390 m. Negativo: 1.780 m.
Tres días. Tres intensos días cabalgando por puertos y
caminos, por mantos vegetales y por duras piedras, entre el cielo y la tierra,
disfrutando de la luz, del sol, y del agua de barrancos e ibones. Tres días y
un corazón, como decíamos al principio, porque hemos acompasado nuestro latir
con el del paisaje, un paisaje que hemos tratado de dibujar y de humanizar. Un
paisaje de la alta montaña pirenaica, exigente, duro, pero franco, que nunca
defrauda. Por estos caminos se ha quedado nuestro sudor y las ganas que
teníamos de ello. Pronto las recuperaremos de nuevo para seguir disfrutando
entre amigos. Tres días, decimos, en los
que en total hemos recorrido más de 46 km, en 23h 50' de tiempo total,
de las que más de 16 han sido en movimiento, para salvar 4.160 metros de
desnivel positivo acumulado, y los mismos en descenso. Varias veces hemos hecho esta ruta, siempre igual, siempre distinta. Sólo resta agradecer a Sara y Javier la compañía, la amistad y los momentos vividos.
El reportaje completo de fotos, en:
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