martes, 1 de julio de 2014

El Pazino, la perleta de Tena

IXOS MONS
El Pazino (1.965 m)
Domingo, 29 de junio de 2014


            No es un monte grande. No es un monte alto. Por mucho que se aúpe no llega ni a los dos mil. Pero lo compensa con ganas de agradar. Sí, es agradecido. A cambio de menos de hora y media de pausado ascenso, te colocas en una cima que pivota entre el valle de Tena y la cubeta a los pies de una de las sierras que lo delimitan, la de la Partacua.

Selva de Sallent
            Con Silvia, dejamos el coche en el cementerio, y unos acelerados cientos de metros por la orilla de la carretera, dirección norte, nos acercan hasta la entrada de la pista, donde tenemos ya una indicación del PR HU-91, para comenzar a dirigirnos ya hacia el monte. Lo hacemos entre viejos campos, hoy convertidos en pastos para el ganado vacuno. Al alcanzar un desvío, hay que seguir por la izquierda, y ya pronto nos metemos en la Selva de Sallent, un hayedo, no muy grande, como el monte, pero con las mismas ganas de agradar que él. Un bosque, éste, que no es que sea de Vivaldi, no, pero que hemos visitado ya en las cuatro estaciones, y no sabríamos en cuál recomendar, de modo que hay que venir en las cuatro, en cada una te susurra cosas diferentes. Sobrepasamos a una pareja de franceses con paso cansino.

            Al salir del bosque, tenemos enfrente la alta torre que se hacía visible desde la carretera, y que es de descompresión que controla el caudal de agua que parte del embalse de Escarra y acaba en la central hidroeléctrica de Sallent de Gállego. Comienza una serie de cómodas lazadas, que nos llevan hasta el collado, a 1.825 metros de altitud, unos 470 de desnivel sobre los iniciales, pero que en ningún momento se han notado. Aquí se nos abre la vista hacia el embalse de Escarra y todos sus alrededores. El viento sigue insistiendo, como si no nos hubiéramos dado cuenta de su presencia.


Embalse de Escarra
            Estamos al pie de la prominencia cimera, que acometemos sin mayor problema por sendero bien definido, aunque no en todo su recorrido. Pronto se superan esos 140 metros de diferencia hasta la cima, donde un montón de escombros del antiguo vértice geodésico nos espera. También el viento. La vista desde aquí es completa. Las sierras de Tendeñera y Partacua se han dejado hacer un tajo por el que se cuela el Gállego llevando sus esencias tensinas hacia las tierras de Biescas y más allá. A nuestros pies, y tan solitarios como el que pisamos, tenemos al herboso Tarmañones, al agreste Cochata, y a la Peña del Cantero, que desde aquí se funde visualmente con el anterior, y que engorgan a un barranco que sale del mismísimo embalse.

Formigal y Sallent
            Apenas se ven los montes de la Partacua. Apenas se ven los montes de Formigal, ni los de Sallent, ni los panticutos. Todos ellos andan con la cabeza sumida en esos nubarrones que nos trae este fugaz frente de norte, pero no se lo tenemos en cuenta, no va a privarnos de nuestro disfrute. Mientras tanto, llegan los franceses. Y llegan para quedarse… con nosotros. Dominique y Jesús, de padre navarro éste último. Les contamos nuestra intención de volver dándole la vuelta al monte, y ahí los tenemos.

Lanuza
            Mucho viento, y frío, nos echa literalmente de la cumbre, con el recuerdo de que en otros momentos, aquí mismo, se nos han comido las moscas. Bajamos, ya los cuatro, hasta el collado, que nos hace de remanso y nos da mejor estar. Seguimos por el PR HU-91, ya con el embalse enfrente, pero ceñidos a la ladera. La observancia de las plantas, flores y demás bicho viviente, enlentece la marcha, lo que aumenta el disfrute. Al cabo de una hora desde el collado, nos encontramos el desvío a Escarrilla, que eludimos, claro. Desde un poco más abajo del collado es sendero común hasta aquí, de los dos bucles, el que llevamos, y el que con salida y llegada en Escarrilla, visita Tarmañones, Cochata y embalse.

            Continuamos por bosque, admirando enormes ejemplares de coníferas que no acertamos a saber cuáles son. Llegamos al collado, para dar vista ya al valle de Tena, a Lanuza, Sallent… y al viento. La bajada por aquí es más larga y tediosa, el firme está perjudicado por el ganado, pero siempre es agradable volver por otro itinerario. Una del mediodía, los franceses han frambres y se quedan a remediarlo. Nosotros, seguimos, seguimos. Hasta dar justo al cementerio, tras 11,3 km, con 800 metros de desnivel positivo acumulado, y otro tanto de descenso, en cinco horas y cuarto de actividad, de las que tres y veinte han sido en movimiento. Un bonito paseo en una cuña de mal tiempo…que no ha sido tan malo.




Las fotos, en:


El trac, en:


No hay comentarios:

Publicar un comentario