Sierra de los Ríos
Sábado, 12 de enero de 2013
Doce días de pertinaz anticiclón
están haciendo descender drásticamente la cantidad y calidad de nieve, por lo
que hay que buscarse otros entretenimientos. La quedada de hoy es para hacer un
tramo del Camino de Santiago, concretamente el GR 65.3.3, que es el que entra
en la península a través del Pirineo por el Puerto del Palo, y que pasando por
Hecho se encarama a la Sierra de los Ríos para cambiar de valle y continuar por
el del Veral en dirección a Berdún, donde se une ya al que baja por el río
Aragón desde el Somport. Y decimos que cambia de valle porque es por donde está
marcado, porque la lógica nos dice que bajando por el valle del Aragón Subordán
hasta Hecho, no tiene mucho sentido el que tenga que salvar un desnivel
importante para cambiar de valle, pudiendo seguir por éste mismo hasta Puente
la Reina, máxime cuando en Embún se han encontrado necrópolis medievales
correspondientes a momentos de repoblación en épocas de reconquista. Sin
olvidarnos del antiguo Convento Mercedario del Pilar, que bien pudiera haber
tenido funciones de hospital de peregrinos.
Puente medieval de Hecho |
Pero
bueno, nosotros a lo nuestro. Las condiciones meteorológicas están dispuestas a
cambiar; hoy entra un frente largamente anunciado, y que nos va a dejar nieve,
y según dicen, bastante. Esperemos que nos respete por la mañana. El equipo de
hoy los formamos Olga, Xaro, Víctor y uno mismo, que al acudir de tres lugares
distintos nos obliga a realizar la logística con los vehículos. Son las diez y
cuarto cuando salimos de Hecho a través del puente medieval.
Comienza
una suave pista que nos lleva a los diez minutos a la borda Cañizo, donde se
convierte en senda, que va subiendo disimuladamente, pero subiendo. Son viejos
caminos de monte que llevan a unas antiguas bordas que en sus tiempos eran
cotizadas, por ser tierras bajas que permitían el cultivo de cereales y
patatas, necesario todo ello para el consumo humano y del ganado en aquellas
épocas de economía de auto abastecimiento. Son viejos caminos, decimos, y no uno sólo,
sino que hay diversidad de ellos, y que obliga a estar atentos para no salirnos
del nuestro, lo que no conseguimos siempre, porque las marcas no son muy
recientes y porque el ir trotando impide que pongamos toda la atención.
En el collado de Chaime (foto de Víctor) |
Al
cabo de tres cuartos de hora de subida, alcanzamos el collado de Chaime, a
través del que damos vista ya al vecino valle del Veral, que trae las aguas del de Ansó, desde su cabecera, donde su bicefalia, los barrancos de
Petrechema y Petreficha, se une en un solo cuerpo a la altura del bello paraje
de Zuriza. Aquí, en el collado decimos, hay carteles que, con señales de la
Comarca, indican otros destinos, pero nosotros seguiremos en pos del nuestro,
por un sendero ora vestido, ora descarnado y peligroso debido a que el suelo no
cuenta con sujeción por no haber vegetación ni arbolado.
Zona de bordas |
La
senda nos conduce a una trocha de madera, que nos lleva a una gran explanada
con restos de bordas, esas que mencionábamos y que se codiciaban en los tiempos
del hambre. Desde aquí, al S, se ve el cresterío calizo que forman las foces de
Biniés, y es a su parte alta a la que tenemos que salir, para lo que tenemos
que seguir subiendo y bajando lomas, pero la pérdida de las señales del GR nos
meten en la continuación de la trocha, con un claro descenso buscando ya el
fondo del valle, y que conforme vamos bajando más claro lo vamos viendo. Son
nuestros pies los que han abandonado hace rato el GR, y es nuestra cabeza la
que lo empieza ya a abandonar definitivamente.
Vadeando el Veral |
Desconocemos
el nombre del camino que vamos siguiendo, un camino poco mantenido y poco
transitado, un camino del que, debido a su inclinación, se va apoderando las
escorrentías; un camino que la naturaleza reclama como suyo y va vistiendo a su
libre albedrío; un camino, decimos, que al ignorar su nombre lo bautizamos como
el Aliagar del Veral. Que… vaya tela. Bordas y más bordas, o mejor dicho, sus
ruinas, nos acompañan hasta un desvío evidente, donde el brusco giro al N de la
trocha nos obliga a replantearnos la ruta a seguir, porque tenemos que ir al
sur. Definitivamente bajamos hacia el sur, por una senda que ya ni lo es, tanto
es así que aparecemos en el río. No preguntes; a descalzarse y a pasarlo si
queremos salir a la carretera, que nos espera con sus en torno a 6 kilómetros
de asfalto hasta Biniés.
Bajando por la Foz de Biniés (foto de Víctor) |
Se
sale en un punto muy poco por encima del mirador de la Foz de Biniés, desde
donde vemos al otro lado del río la pista a la que tendríamos que haber llegado
para atravesar las foces por encima. Pero bueno, aquí estamos y hay que pasar
este trago, que tampoco está mal el pasarlas por debajo.
Vista
del pueblo, vista de Biniés, con su castillo medieval recientemente
reconstruido y de cuyo emplazamiento ya había noticias en el Cartulario de San
Juan de la Peña, allá por el S IX.
Bueno,
pues no se han hecho unos caminos pero se han hecho otros. De modo que dos
horas y media para recorrer 18,5 kilómetros y algo más de mil metros de
desnivel acumulado, en una mañana que finalmente nos ha respetado y no ha
cumplido sus amenazas.
El reportaje completo de fotos, en:
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