miércoles, 31 de octubre de 2012

Valle de Otal

IXOS MONS
Valle de Otal (1.640 m)
Martes, 30 de octubre de 2012


            Las inhiestas paredes del Mondaruego, tarjeta de presentación de Ordesa, nos dan la bienvenida antes de llegar al Puente de los Navarros. Las rabiosas ganas de salir al monte que tenemos, hacen fácil el afrontar esta nueva mañana. Una mañana que se afana en mostrar esas secuelas de agua y vida, restos hídricos de los aguaceros de hace unos días. 

Salto del Carpín, entre heladas
paredes y otoñal arbolado
            Y el río Ara, antes de abrazar al Arazas, no es ajeno a todo ello. Baja alegre, pletórico, mayenco en octubre, con unas aguas atropelladas, alocadas, quizá con prisas por volver. Cuánta fuerza!, cuánta vitalidad!, cuánto poderío!, algo de todo ello ya quisiéramos. Eso por el fondo del valle, que por las alturas la podemos ver despeñarse por el salto del Carpín, cayendo por entre esas puntillas heladas que enmarcan el salto al cristalizarse el agua en las paredes. Otoño horizontal, invierno vertical. Es la fuerza de la Naturaleza, la fuerza de la Vida.

San Nicolás de Bujaruelo
            Hoy elegimos subir por este valle, tremendamente asociado a nuestra cuna pirenaica, tremendamente fijado en nuestra memoria con un recuerdo hostil que cual prueba iniciática, lo hizo con nuestra resistencia y fidelidad, con el resultado de que una y mil veces regresamos aquí para dar culto a estos paisajes, a estas montañas, valles, ríos, y toda su riqueza faunística y vegetal. Nos encontramos un lugar solitario, con el refugio cerrado todavía y apenas media docena de coches.

Puente románico de Bujaruelo
            Bujaruelo, tierra de boj. Este es un lugar especial, y no sólo para uno, sino objetivamente, históricamente. El actual refugio (de lujo, para los que hemos conocido “otras cosas”), antes fue venta, de la que el fallecido Dr. Cardús decía hace más de cuatro décadas en una de sus columnas en el Heraldo de Aragón: “… el refugio es un antiguo caserón que no tiene luz eléctrica, y donde en realidad se hace el favor de dar de comer al caminante…”; y que mucho antes fue hospital atendido por la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Ruinas de la ermita de San Nicolás, de tardío románico (S-XIII). Antigua casa de carabineros. Y todo ello junto al hermoso puente románico. Todo un conjunto con siglos de historia, y que ha sido escenario de paso por parte de peregrinos y bandidos, pastores y estraperlistas, turistas y montañeros más recientemente, entre este valle y el hermano, geográficamente, de Gavarnie. Todo un lujo de lugar que nos hace sentirnos bien, muy bien, cada vez que lo visitamos.

Rojos frutos del serbal de cazadores
            Tanto tiempo saliendo a la montaña y todavía no sabemos muy bien si elegimos la ruta o es ella la que nos elige a nosotros. De cualquier modo, hoy le toca al valle de Otal, humilde, pequeño, pero con marcado estilo glacial, que se abre de W a E, y que vierte al del Ara en un lugar muy próximo a San Nicolás, y en cuya confluencia está la fuente de la Femalla. Una fuente que encontramos helada, muy helada en sus alrededores, y que sólo la fiereza de sus aguas al brotar hace que fluya para deleite del caminante.

Fuente de la Femalla
            Dejamos el valle principal y nos adentramos por la pista, que comienza con suave desnivel para subirnos al valle, cuya entrada la marca un vallado para el ganado, que todavía anda por aquí apurando los últimos días de la temporada. Un vado de cemento hace que nos crucemos con el río, que también se ve ha hecho de las suyas estos días. Ahora baja más calmo, pero aun con todo con mucha más agua que la habitual en este tiempo. El andar por el fondo de este valle, abrazados al río, da paz, da serenidad, que tomamos a manos llenas.

Ante nosotros el esplendor de este recóndito lugar, con un sol jugueteando, en el medio día, entre el pico Otal (2.705 m) y el de Fenez (2.541 m). Enfrente, el de Ordiso (2.319 m), que comparte este valle con el suyo, más al norte. Y como una vista panorámica, aunque de fondo de valle, ese espectacular circo que forma la sierra de Tendeñera, con su máximo exponente, el pico del mismo nombre (2.853 m). Todo esto es lo que se ve, que lo que no se ve, pero que nos cuentan los expertos espeleólogos, es un sistema subterráneo que hace sus maravillas, con sus más de 40 km de recorrido en sus más de 1.300 metros de desnivel.

            Al fondo vemos una cabaña, que es donde termina la pista. Llegamos lentamente, paseando, como queriendo impregnarnos de este ambiente. A partir de aquí se convierte en camino, que lleva al puerto de Ordiso, y antes al desvío del collado de Ordiso, para bajar por ese valle, que confluye con el del Ara al comienzo de la pista que baja a Bujaruelo.

            La cabaña es de pastores, con unos corrales anexos. Hay un grupo que ha subido en furgoneta, llevan aperos de observancia de aves, no en vano hay una ruta ornitológica por estos lugares. Tarde para seguir. Echamos un bocado y emprendemos el camino de vuelta, disfrutando más si cabe que el de subida. Ahora tenemos ante nosotros el puerto de Bujaruelo, paso natural a Gavarnie, custodiado por el pico del Puerto (2.476 m) y los Gabietos (3.034 m y 3.031 m), que casi ocultos tras la Escuzaneta (2.611 m), con sus cumbres nevadas y sus faldas heladas, dan comienzo a ese codiciado cordal de Marboré que separa (o une, según se mire) Ordesa de Gavarnie, y más adelante de Pineta.

            Al llegar a la valla pastoril, damos alcance a una pareja de Gijón, que con su perra, llevan cuatro días haciendo rutas por los alrededores del Parque Nacional, y que nos cuentan con sumo entusiasmo. Seguro que van a ser buenos embajadores de nuestra tierra en la suya.

            Juntos recorremos el camino que nos queda hasta San Nicolás. Con 600 metros de desnivel acumulado, dos horas hemos empleado en este paseo, en este disfrute, que desde aquí recomendamos.


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