Estriviella (2.048 m)
Jueves, 18 de octubre de 2012
Seguimos con nuestro empeño particular
en buscar el otoño, y no cejaremos hasta encontrarlo. Hoy toca la Selva de Oza,
y allá que vamos, esta vez acompañado de Jesús.
Son
las 9 de la mañana, de una mañana que no es capaz todavía de contemplar ese
esplendor otoñal, pero paciencia, que no le queda mucho, es cuestión de días. Eso
por la tierra. Por el aire tenemos una perturbación atmosférica espectacular,
según los meteorólogos, ya que está comenzando una conjunción poco habitual,
una especie de estrangulamiento de una bolsa de aire frío que se ha colado en
los dominios de las corrientes cálidas inferiores, dando lugar a una atípica
gota fría que invade toda la península ibérica y media Europa. Por lo que a
nosotros respecta, la previsión es que vaya entrando hoy al mediodía, y nos
acompañe durante los tres próximos días. Anuncian agua, mucha agua, y es lo que
más necesitamos, para nuestro aire, para nuestra tierra y para nuestro
subsuelo.
Castillo de Acher, desde el barranco de Estriviella |
Vamos
a tratar de aprovechar esta media jornada para subir a una de esas cumbres
humildes, que ven pasar más o menos cerca, más o menos lejos, a los montañeros,
pero que se quedan con las ganas de acogerlos en el herboso y suave tapiz que
cubre su suelo. Estamos hablando de Estriviella.
Ante
un impertérrito Castillo de Acher, el camino se inicia detrás de la caseta de
forestales de la Selva de Oza (1.140 m), por una antigua trocha de madera, cuyo
suelo se ha regenerado y se hace cómoda de pisar. Las hayas, muy lentamente,
van cambiando de color sus hojas, ante la atenta mirada de pinos y abetos, que
van a otro ritmo. Siguiendo el camino, hay un tramo que se empina, se nota que
se empina, y es para salvar un importante desnivel, que el barranco soluciona
con un salto de agua, que no es mucha la que baja, y que deja ver el redondeado
impacto sobre las paredes calizas que soportan su caída.
Salto de agua |
Al
cabo de una hora escasa de andar, se sale del bosque y el trazado se suaviza. Estamos
en un pequeño valle colgado, y vamos abrazados al cauce del barranco de Estriviella, por su margen izquierda.
Es uno de los caminos para subir, por empinadas palas, a Peña Forca y sus satélites,
por el N, pero como no hay indicaciones, hay que estar bien atentos a la
bifurcación que hemos de tomar a la derecha, para dirigirnos al collado. Está
como a un cuarto de hora de la salida del bosque, y hay que dejar el barranco a
nuestra izquierda para encaramarnos por la derecha de un enorme saliente rocoso
a lo que parecería ser el collado, pero que, naturalmente, no lo es todavía. Es
otro valle colgado, encima del anterior, y más herboso, encima del cual sí que
tenemos, muy próximo ya el collado de Estriviella.
Sarrios (foto de Jesús) |
Poca
compañía de la que entendemos como tal. Sólo aire y luz. Sólo piedras y
vegetación. Ya es suficiente, pero por si no lo fuera, tenemos con nosotros una
numerosa familia de sarrios que ven atónitos nuestro paso y sin saber muy bien
qué hacer. Somos gente de paz, pasamos con respeto y una cierta admiración. Al filo de editar esta entrada, leo que la pestivirosis o queraconjuntivitis vuelve con fuerza por nuestros valles más orientales. Es un virus que merma drásticamente la visión a estos animales, y que hace que se despeñen, habiendo reducido un 30% la población hasta el momento. Esperemos que se ataje pronto.
Vemos
viejas marcas de GR, que informándonos posteriormente sobre ello resulta ser un
antiguo marcaje ordenado hacer por un montañés, montañero y montaraz, Ingeniero
de Montes en los tiempos de ICONA, y que llegó a ser Presidente de nuestra
Comunidad Autónoma en los albores de la descentralización territorial. Estamos
hablando de D. Santiago Marraco, sí, de Casa Marraco, de Canfranc.
Zuriza. Mazandú y Alanos, desde el collado de Estriviella |
En
dos horas escasas de un relajado ascenso, llegamos al collado de Estriviella (2.012
m), desde donde se nos abre la vista a la vertiente W, a Zuriza, con su camping
y el arranque de la carretera a Linza. Entre él y nosotros, Taxeras en el fondo
del valle, y Mazandú en las faldas de la sierra de Alanos, cuyo máximo
exponente lo tenemos en el extremo E, justo encima de nosotros. Es el Rincón de
Alano (2.357 m), que en altura le hace la competencia a la próxima Peña Forca (2.391
m).
Rincón del Alano |
Con
su permiso, subimos los escasos metros de desnivel que nos separan de la cima
de Estriviella (2.048 m), que más que una cumbre parece un altiplano, una
hermosa atalaya herbosa desde la que nos asomamos a esa Selva de Oza que nos
vio partir hace poco más de dos horas. Vemos Guarrinza. Vemos el extraordinario
valle colgado del castillo de castillos, del Castillo de Acher. Vemos la altiva
cima del Midi d’Ossau, y no más allá, porque Tena está enmarronado, está sumido
en una tempestad elegante, que esperemos llegue por aquí, pero no antes de que
abandonemos estos lugares. Verdaderamente da miedo de verlo, y más cuanto más
se acerca. Vemos también el Bisaurín y el Agüerri. Y por el N todos los montes
de Ansó, los Chipetas, los Quimboas, el Sayéstico, Petraficha, Anzotiello, Gorretas,
Gamuetas, Petrechema, Mesa de los Tres Reyes… todos, todos ellos. Es
espectacular. Tan sólo poco más de dos mil metros y lo que da de sí.
Amenazante vista al este |
Lo
que sí es espectacular, y hoy más que cualquier otra cosa, es el viento, con
rachas sostenidas fortísimas, que nos obliga a agacharnos cuando nos asomamos
bien al borde, que nos obliga a agacharnos para tomar fotografías y que no
salgan movidas, que nos obliga a extremar las precauciones antes de realizar todo
movimiento que pueda suponer el dejar suelto cualquier elemento de los que
manejamos. Es verdaderamente brutal, pero no nos sentimos mal, tratamos de
comprender sus razones y de animarle a que traiga esas borrascas que nos hagan
salir de esta situación. Bendito sea.
Bosque de hayas |
Imposible
permanecer en este lugar más de los cinco minutos necesarios para tomar una
docena de fotos. Al bajar, antes del collado, encontramos un pequeño abrigo en
el que echamos un bocado. Estábamos en la reserva, y con tanta emoción no nos habíamos
enterado.
En la cima de Estriviella (foto de Jesús) |
Vuelta
al collado. Despedida de la vertiente Zuriza y a desandar lo andado, bajando
por este primer tramo, fugaz vivienda de sarrios, que siguen mirándonos a ver
cuándo nos vamos. Ya lo hacemos. Llegamos al resalte y a bajar el feo tramo
vertiginoso de piedra suelta, hasta llegar al fondo del barranco. Son las doce
y empieza a gotear, nuestros pasos se aceleran, trotan, corren, y nos llevan de
nuevo al bosque, donde nos sentimos más resguardados, y por el que hacemos la última
media hora de camino hasta llegar a la caseta forestal, en la que nos
encontramos a dos viejos amigos del oficio, acompañados por otros compañeros al
abrigo de las inclemencias del tiempo.
Las
predicciones han clavado lo sucedido esta mañana en este valle. Decían que
entraban lluvias por la tarde, y justo al mediodía han empezado. Por los pelos
nos hemos librado. Finalmente, no han llegado a cuatro las horas que hemos
empleado en salvar los 1.800 metros de desnivel acumulado de esta salida de
media jornada de hoy. Gracias a todos y a todo.
(foto de Jesús) |
El reportaje completo de fotos, en:
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