Travesía macizo Mte. Perdido
Jueves 2 a domingo 5 de agosto de 2012
Buen comienzo de agosto.
Primer día. Primera tarde. Quedada en Sabi para estrenar la nueva carretera,
durante décadas demandada, que paralela a la cordillera une las comarcas de
Alto Gállego y Sobrarbe, une los valles del Gállego y del Ara. Llegamos a
Pineta. El sol nos despide alumbrando a las cimas de las Tres Marías. Se va a
dar lección a otra parte. La luna viene a darla aquí, y lo hace con toda su
plenitud en nuestro paseo de la cena. Paseo sereno en noche serena.
Jueves y nuestro primer
día de ruta. No se puede decir que la mañana amanece como la tarde se fue, que
ha traído unas nubes que van pincelando los cielos, y que son presagio del mal
tiempo que se avecina en un par de días. Se incorpora Olga al grupo, que con
Isabel y Fran, nos disponemos a comenzar esta travesía de cuatro días alrededor
de uno de los macizos más importantes, más altos, más bellos de todo el
Pirineo.
Collado de Añisclo |
Comenzamos mirando de
reojo al collado de Añisclo, más de 1.200 metros de diferencia en altitud nos
separan de él. Habrá que tener paciencia, mucha paciencia para su abordaje.
Junto al refugio una brava fuente, como de cañones recortados, esparce agua a
raudales, es algo que contrasta con el cauce del río, que baja seco, a pesar de
la cascada del circo de Pineta, cuyo caudal debe filtrarse buscando el nivel
por el subterráneo.
Grandes repechos, con
tramos de echar las manos. Primero por bosque, luego al raso. Mucho desnivel,
lo que hace que se gane altura con rapidez, pero no sin esfuerzo. Pinos, hayas,
nos dicen que hace tiempo que no les llueve. Paciencia, no hay otra. A un poco
más de mitad de camino, tanto en tiempo, como en altitud, sobrepasamos el
desvío para entrar en la Faja Tormosa (1.900 m), que lleva hasta la Cascada del Cinca, al
final del circo, y que quizá tomemos a la vuelta. Un pequeño y vivaracho
manantial se apresura a decir a nuestro paso que está listo para saciar nuestra
sed y para refrescarnos la piel. Hidratación por dentro y por fuera, que le
agradecemos. El Parador Nacional, cada vez más pequeño; buena señal. También los
llanos de Lalarri, ese valle colgado al nordeste de Pineta. El lienzo celeste
se ve cada vez más cargado de nubes de varios tonos de la paleta, más bien
oscuros. Los últimos paredones y ya estamos en el collado, tras 4 horas y
cuarto desde el refugio.
Vista aérea del Cañón de Añisclo |
Estamos en el collado de
Añisclo, un muy amplio paso entre la Suca o Pico Pequeño de Añisclo (2.802 m) y
la Punta de las Olas (3.022 m). Ante nosotros la espectacular vista del Cañón
de Añisclo, con una imagen que siempre nos ha evocado la figura del planeta
golpeado contra el suelo, contra un suelo, y que, como una sandía se ha
resquebrajado, siendo visible la precisión con la que encajarían los entrantes
y salientes de roca enfrentados y separados por el cañón. Espectacular. Como
espectacular es también el valle de Pineta, de cubeta glacial, y que abandonamos por unos días.
Bajando por las cadenas |
Nubes, más nubes
emborronando el lienzo azul. Nubes que traen viento, frío en ocasiones. No hay
que despistarse, porque el tentador camino te arrastra al fondo del circo; es
el camino de GR-11 normal, que pasando por la Fuen Blanca trepa por el barranco
de Arrablo hasta su collado, a donde nos disponemos a ir, pero sin bajar, sin
perder altura, por la Faja de las Olas. Es por eso que hay que estar atentos a
tomar el camino de arriba, el de nuestra derecha, que se vuelve a asomar a
Pineta. Hay que seguir subiendo, unos 300 metros, para coger la faja, a la que
se accede atravesando un barranco que hay que cruzar con ayuda de unas cadenas.
El Cañón de Añisclo, que muestra sus fauces, sigue atento nuestros pasos presto
a engullirnos, cual planta carnívora, si nos falla la precisión en alguno de
estos delicados pasos. Máxima atención, especialmente por el viento.
Ordesa desde el collado de Arrablo |
El alcanzar nuestra vista
ya el collado de Arrablo, o Superior de Góriz (2.343 m), consigue ir aflojando
la tensión. Lo alcanzamos, y enseguida la visión del valle de Ordesa y del circo
de Góriz y el refugio (2.200 m), al que llegamos sobre las 4 de la tarde, tras
8 horas de subir y bajar montes. Más, bastante más subir que bajar, hoy. 2.200
metros de desnivel acumulado. Para facilitar las cosas, restricciones de agua
en el refugio, como siga sin llover, ni para beber… El barranco de Góriz, seco.
El barranco de la Cola de Caballo, seco. Todo está seco a nuestro alrededor.
Noche de refugio, está
dicho todo. En el exterior, noche serena. Y algo más, cinco tíos que comenzaron
el circuito en Pineta esta pasada medianoche en dirección contraria a la nuestra, que ya
están aquí, y que quieren seguir hasta Pineta otra vez. Toda la travesía en una
jornada!!! Está a punto de anochecer, pero la luna les guiará. Espero.
Cadenas del Paso del Sarrio |
Es viernes, y nuestro
segundo día en ruta. La despejada noche se ha dejado enredar por unos
nubarrones que asoman, precisamente por donde tenemos que dirigir nuestros
pasos, y que nos impiden ver el Taillon, la Brecha, el Casco. Con ese ánimo
emprendemos la faena. Llanos de Millaris, su collado, o Cuello del Descargador
(2.454 m). Seguimos en la Luna. Dirección norte y fuerte repecho para dar culto
a la Gruta Helada de Casteret (2.640 m), restringida a uso científico. Bocado y
seguir marcha, con una niebla que impide ver más allá de dos hitos de piedra,
necesarios en este caos de rocas, que ven pasar nuestros pies con una cierta
preocupación para no salirnos del camino. Se deja a la derecha el que sube al
Casco (3.006 m). Pronto, el Paso del Sarrio, con cadenas que acompañan, más la
cabeza que los pies, pero ahí están.
Brecha de Rolando |
Cuando las caprichosas
nieblas lo permiten, vamos viendo ya la Brecha de Rolando (2.807 m). Como esta
etapa es corta, la idea es subir al Taillón (3.144 m), pero la absoluta falta
de visibilidad lo desaconseja. Brecha y gente, gente y Brecha, son
inseparables, aun en días absolutamente de perros, como hoy. Sin parar, nos
despedimos de Ordesa sin parar. Sin parar, saludamos el nuevo patio sin parar.
Dominio Serradets, apenas se ve el refugio. Este lugar es un tótem para los
franceses, ello hace que el camino esté auténticamente reventado. La rápida
reducción del glaciar es apabullante. Lo que tendría que notarse en
generaciones, se nota de año en año. Descorazonador. Lo es.
Llegada al refugio de
Serradets (2.587 m), y lo típico en estos casos, sólo que al llegar antes hay
más tiempo para hacer las mismas cosas. Próximo al refugio se encuentran unos
abrigos construidos de piedras, que recuerdan los que hacen los baltíes, en el
glaciar del Baltoro, para pasar la noche. Estamos en un valle colgado que
vierte al Circo de Gavarnie. Su Gran Cascada nos lo anuncia, aunque débil, muy
débil. Al ser cara norte, la escasez de agua, es menor a este lado de la
cordillera, pero también es patente.
La Brecha bañada por la suave luz crepuscular |
El sol se quiere despedir
antes de irse a otros pagos. Nos asomamos al collado de Serradets (2.587 m)
para hacerle los honores. Lo capta, y nos ofrece una luz bañada en bellos y
cálidos colores, que suavemente esparce por mil y un horizontes. Cordal de
Marboré, Brecha, Bacillac, Taillon, su exiguo glaciar, son ajenos a este bello
espectáculo plástico para nuestra vista, no tanto para nuestro espíritu, tanto
en cuanto representa la decrepitud y el ocaso.
De nuevo al refugio.
Coincidimos en la cena con una pareja que destilan tranquilidad, que destilan
confianza, que parecen buena gente. Él, Alex, toda una autoridad en el Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio, y que a lo largo de la grata conversación, el
oírlo hablar de ello hace que vaya creciendo enteros esa vieja aspiración de
visitarlo. Balance. 4 horas, 20 minutos, con 800 metros de desnivel acumulado.
Corta y suave etapa. Mañana será otro día. Mañana será otra cosa.
En la cima del Taillon |
Sábado y nuestro tercer
día de ruta. No se nos quita de la cabeza el plantón que le dimos ayer al
Taillon, igual nos está esperando, pensamos. Las condiciones atmosféricas
persisten, pero no podemos quedarnos con ese cargo de conciencia. Sin mochilas,
eso sí, volvemos a subir a la Brecha, y nos dirigimos, acompañados por Alex,
hacia este sencillo tresmil, que no podemos dejar de subir aun a sabiendas de
que no nos va a mostrar sus encantos. Bueno, no tanto así, porque nada más
llegar a la cima, como si lo hubiéramos dejado programado, se abren los cielos
para mostrarnos todo su esplendor a los cuatro vientos. Gracias sean dadas por
ello. A pesar de todo, frío subiendo y frío bajando, una bajada que hacemos con
una cierta rapidez, ya se me entiende.
Posando con la Gran Cascada |
De vuelta a la Brecha y
al refugio. Coger las mochilas y a comenzar la verdadera etapa de hoy, con el
paso por las llamadas escaleras como espada de Damocles. Un par de tramos de
gradas con las que la naturaleza ha solucionado el enorme desnivel entre la
cornisa que se asoma al Circo de Gavarnie y su fondo, y que siempre es mejor
cogerlas de subida que de bajada, pero es lo que tenemos hoy que lidiar, y eso
haremos. Hay varios caminos, el que hay que tomar es el de más a la izquierda.
A la vista la Gran Cascada de Gavarnie, y el fondo de su circo. Panorámica
auténticamente espectacular, con caída libre de varios cientos de metros. Es
imprescindible tomar bien el camino, un despiste puede ser crítico. Una vez
bien cogido ya es prácticamente imposible dejarlo, unas señales amarillas y
rojas se encargan de ello.
Bajando las "escaleras" |
Primer tramo de
escaleras, unas llanadas, y el segundo, donde se desatan las hostilidades en
forma de granizo, lo que las hace más peligrosas si cabe, pero con sumo
cuidado, fijando bien cada paso que se da, finalmente conseguimos terminar de
descender este segundo tramo. Estamos ya en la pedrera, fuera de peligro. El
circo nos va engullendo poco a poco. Hace tiempo que tenemos a la vista el
pueblo de Gavarnie, el Hotel del Circo, y nuestro refugio de esta noche, el de
Espuguettes (2.030 m), pero para llegar a él hemos de alcanzar el fondo del
circo. Deja de granizar y comienza una lluvia intermitente. Un enorme nevero,
con un gran puente de nieve, al pie de la Gran Cascada, deja pasar por debajo
sus aguas, que continúan junto al hotel, que nos recibe con mucho personal y
algunos caballos que hacen el servicio de porteo desde el pueblo.
Hotel en el Circo de Gavarnie |
Se termina la tremenda
bajada de hoy. Comienza la subida al refugio. Hora cuarenta y cinco indica en
un cartel, trataremos que sea menos, la situación atmosférica exige que hagamos
este último esfuerzo. El camino se adentra en el bosque, y a tramos pasa por
unas fajas de roca. Un poco antes de salir de él, nos sorprende lo que en
Himalaya llamaríamos una casa de té. Se trata del Chalet Le Pailha (1.800 m),
de la ASPTT, la asociación de correos y telégrafos, con un rancio estilo
alpino. Encantador, tanto es así que nos hubiéramos quedado, pero hay que
seguir. Ya no queda mucho. Hay que seguir. Es lo que nos dice la imponente cara
norte de los Astazus, a cuyos pies está nuestro destino de hoy.
Chalet Le Pailha |
Tras una pendiente
herbosa, hay que descender al fondo del barranco, para afrontar el último tramo
de subida hasta el refugio, que altivo nos va viendo llegar. Ganado, mucho
ganado por aquí, que se agita en los momentos previos a que de las alturas nos
regalen otra buena vuelta de granizo, que hace que nos pasemos de revoluciones
para alcanzar lo que cada vez parece más lejos, en lugar de más cerca.
Finalmente llegamos al porche del refugio, al mismo tiempo que un par de mulos,
que también se refugian en él.
Refugio y cordal de la Brecha |
2.700 metros de desnivel
acumulado, en 7h 10’, contando la ida y vuelta al Taillon, es el resumen de la
actividad de este día que, en el fondo no nos ha tratado tan mal en lo
meteorológico, para lo que podía haber sido, claro. Todo ello para llegar a
este refugio de Espuguettes (2.030 m), situado en una atalaya privilegiada, con
unas vistas que no son para contarlas. La parte superior del Circo de Gavarnie,
con la Torre de Marboré, el Casco, la Brecha, el Bacillac, el Dedo, el Taillon,
Gabietos, Puerto de Bujaruelo… bueno, bueno, hay que verlo. Más al norte, su
majestad el Vignemale.
Las nubes altas, las
negras, van y vienen, a su bola; las nieblas a la suya, el viento las sube y
baja del fondo del valle, a veces nos dejan visibilidad, a veces nos engullen.
Momentos realmente mágicos. Cae la noche sobre el lugar.
Continuación del día de ayer |
Domingo y cuarto día de
ruta. La noche ha sido toledana. Poco dormir y mucho rugir, dentro y fuera.
Relámpagos, truenos, fuertes rachas de viento, lluvia, granizo. Nos levantamos
con la esperanza de que se haya cansado ya de todo ello y de que nos deje en
paz a lo largo de esta jornada que comenzamos. Esa esperanza tenemos cuando nos
asomamos a la ventana. Esa esperanza vemos truncada al ver el panorama, un
panorama de extraordinaria belleza plástica, pero que veremos cómo va
evolucionando.
Salimos del refugio más
abrigados de lo que lo hemos hecho hasta ahora. El cielo está francamente
amenazante, de hecho va soltando agua en pequeñas dosis, pero la va soltando.
Hourquette d'Alan |
En una hora nos
presentamos en la Hourquette d’Alans (2.400 m), que nos asoma al Circo de
Estaube, que hemos de recorrer en parte para encarar la ascensión a la Brecha
de Tucarroya (2.700 m), una vertiginosa canal, normalmente con nieve, que
alcanzamos en compañía de un numeroso grupo de amigos montañeros, valencianos y
menorquines, con los que compartimos charla y mantel en el refugio libre de la
brecha. Un refugio del Club Alpin Lourdes, situado a 2.666 metros de altitud y
que una imagen mariana vigila día y noche. Volvemos a estar en la muga,
volvemos a dejar el lado francés, el lado norte, para acometer el descenso, el
largo descenso ya hasta Pineta.
Lago Helado de Marboré |
Aquí, cuando las nieblas
lo permiten, vemos a nuestros pies el Lago Helado de Marboré (2.590 m), al que
descendemos, y bordeándolo por la izquierda hidrográfica seguimos como podemos
los hitos, envueltos en unas nieblas, como decimos, con muchas ganas de
quitarnos de encima, porque estamos todavía lejos de nuestro destino de hoy y
no podemos permitirnos despistarnos. Hay un pequeño conato de ello, la
diversidad de caminos, de hitos, lo hacen posible, pero teniendo en cuenta de
no dejar de ir hacia la izquierda, nuestros pasos se encaminan finalmente hasta
el llamado Balcón de Pineta (2.540 m), desde donde dejamos ya las nieblas
atrás, arriba, y vemos con total nitidez el trazado en forma de zetas que
tenemos que recorrer hasta llegar al fondo del circo. A nuestros pies, el
espléndido Valle de Pineta, y en su extremo norte, el Parador Nacional.
Valle de Pineta |
A partir de aquí poca
dificultad y mucha paciencia. Vueltas y más vueltas hasta alcanzar el fondo,
hasta alcanzar el bosque, que nos llevará hasta el circuito de esquí nórdico, y
por casi tres kilómetros de carretera hasta colarnos por un camino lateral que
nos lleva al refugio, que nos lleva a los vehículos siguiendo un cortafuegos
que alberga una línea de cables.
Fin de la jornada. 7h 15’
y 2.650 metros de desnivel acumulado han hecho la actividad de hoy. Fin de la
travesía. 26h 45’ en total, contando la subida al Taillon. Sin ella, han sido
poco más de las 24. Hay quien se la hace en menos tiempo, pero en una misma jornada. Casi
50 kilómetros, con casi 8.500 de desnivel acumulado en total.
Qué más añadir,
totalmente aconsejable, ver y recorrer este enorme macizo por sus cuatro
costados es algo verdaderamente impresionante, impactante, alucinante. Y que no
nos despedimos de volverlo a hacer. Como siempre, gracias a todos y a todo.
El reportaje completo de fotos, en:
Impresionantes fotos, paisajes majestuosos y apasionados exploradores... Magnífico post!
ResponderEliminarPaz verdadera,
Milagros, Salvatore y Hugo
Gracias, Milagros. Ya sabes, uno está donde proyecta su amor. Gracias de nuevo.
EliminarQue bonito que recrees lo que has vivido. Gracias.
ResponderEliminarGracias, Anónimo. Sí, hay veces que pienso que me cuesta más contarlo que hacerlo, pero lo hago a gusto. Gracias de nuevo.
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