Ibón de Sabocos (1.905 m)
Ibón de Asnos (2.060 m)
Sábado, 25 de agosto de 2012
Tanto tiempo sabiendo de
ella, y tanto tiempo esperando. Pues ya estamos aquí, por fin ha llegado el
pateo de La Ripera, y desde luego, no nos ha defraudado, como iremos viendo.
Tras una semana de
tórrido calor, en la que ni el mercurio se creía a dónde estaba llegando, tanto de día como de noche, llega
el fin de semana en el que nos da un respiro. Nos dirigimos al Valle de Tena,
tan cercano y tan lejano, a lo que hay que poner remedio. La ruta de hoy sale desde la estación de Panticosa, y
vamos a hacer una circular, encaramándonos por La Ripera hasta acariciar
visualmente parte del murallón norte de la Sierra de Tendeñera, y subir al
collado de Sabocos, para descender al ibón, y volver a la estación. Es el PR
HU-95.
Peña Telera |
Y eso hacemos. La mañana
sale más espabilada, el viento, que ha rolado de norte, se ha llevado las
calimas, y nos trae unas nubes que van pincelando el lienzo azul celeste. Junto
al pie de la estación pasan dos ríos, el Caldarés, que ha unificado en el
Balneario de Panticosa el fluir de tantos y tantos barrancos que traen las
mieles de las altas montañas; y el Bolática, que nace de la unión del Laulot y
de la Ripera, en la parte final de este último valle. Y antes de abrazarse, de
rendirse, al Caldarés pasan en paralelo a los pies de la terminal de la
telecabina de Panticosa, por cuyo costado salimos. Y lo hacemos ya por una
empinada y pedregosa senda, que pronto nos permite ir tomando altura, e ir
viendo la majestuosidad de la Sierra de La Partacua, con su mayor altura, Peña
Telera (2.762 m).
Termina la piedra y
continúa el camino por un piso más propio de bosque, más blando, más sereno,
más amigable. En menos de media hora nos presentamos ante un puente, de La
Zoche, le llaman, que busca una armonía con el entorno, y que no acaba de
encontrar, pero que hace su papel de pasarnos a la margen izquierda del
Bolática. Tras otra cuesta, el arbolado va dando paso a los pastizales de La
Selva, otrora suministradores de frescos pastos y otros productos, pero que hoy,
debido a la escasa ganadería extensiva, apenas sirven de lecho para cardos y
rosales silvestres. Laderas a uno y otro lado del barranco dejan al descubierto
antiguas morrenas de los grandes protagonistas de estos valles hace unos miles
de años, de esos glaciares que llegaban hasta las mismas puertas de Sabiñánigo.
Valle de La Ripera |
Algo más de una hora
llevamos andando, cuando el discurrir lógico del camino nos lleva a otro puente
que de cruzarlo nos dejaría en la pista de La Ripera, pero no lo tomamos,
porque todavía tenemos más sendero para disfrutar. Ya llegaremos, ya, a la
pista, algo que hacemos a los veinte minutos, a través de una pequeña palanca.
Ya hemos virado bruscamente hacia el sur, lo que nos da vista al esplendor de
La Ripera, un valle alpino total, con esos paredones de la cara norte de la
Sierra de Tendeñera, que son francamente cautivadores, se te vienen encima,
conforme te vas acercando te vas sintiendo más y más pequeño ante tanta y tanta
belleza que te cautiva, y que te obliga a ser muy digno de
recibirla. No sé si lo conseguiremos.
Hasta aquí hemos llegado
compartiendo nuestros pensamientos y sentimientos con el entorno. A partir de
ahora, también con una solitaria montañera, Celia, cuyo propósito es llegar al
final de este recóndito valle y volverse, y que se ve contagiada por el
ambiente, por el momento, y decide terminar la circular.
Son felices |
Ganado vacuno, mucho
ganado vacuno, que nos ve pasar como ve pasar al tren, donde lo hay, claro, y
que pastan a sus anchas por estos lugares, sin tener mucha conciencia del
privilegio del que disfrutan. Seguimos subiendo por el valle, acercándonos más
y más a las inmensas y verticales paredes. Extasiándonos en ello, y apenas sin
darnos cuenta, la pista va languideciendo y se va convirtiendo en sendero que,
girando hacia el oeste va enfilando el ascenso ya hacia el collado de El Verde,
que da paso a un pequeño paraje del mismo nombre, y que de ese color le queda
sólo eso, el nombre, porque no es ajeno a lo agostado que en general está todo
el monte.
Vista desde el Collado de Sabocos |
Este lugar es de
transición, porque pronto alcanzamos el collado de Sabocos (2.083 m), el punto
más alto de la travesía de hoy, al menos de momento. Ya damos vista al Valle de
Tena. Al poco de bajar ya se va abriendo ante nosotros el Ibón de Sabocos
(1.905 m), al que nos llegamos, y comprobamos que podemos decir con mayúsculas
lo de ibón, porque no está represado, sus aguas salen pacíficas configurando el
barranco de A Trabenosa. A sus pies hay un refugio, que en caso de emergencia
puede venir muy bien.
Punta Faceras |
Seguimos nuestra
andadura, y ya nos topamos con el terminal de un telesilla, con todo lo que
ello conlleva. Pero no debemos quejarnos, ya sabíamos que estamos en su
terreno, aunque se puede decir que antes ha invadido el de todos. Un panel
interpretativo nos dice que hemos rodeado la Punta Faceras (2.141 m). Al
incorporarnos a la pista que sube desde Panticosa, vemos el desvío hacia el
Ibón de Asnos (2.060 m), que está fuera de nuestra ruta, pero que no dudamos en
incluirlo. Quien no lo duda tampoco es Celia, quien opta por lo contrario,
bajando ya hacia la estación.
Subimos pues hasta el
ibón, también libre de aprovechamientos hidroeléctricos. Hay dos chicos y una
chica, que han subido en bicicleta, vaya pechugada, pero el descenso será mejor
que el del caminante; sin duda. En dirección oeste se ve un collado, y una senda
que lo alcanza. Se trata de Cuello Bazuelo (2.110 m), y claro, no podemos
consentir el no asomarnos. Y lo hacemos, nos llegamos hasta él, y lo hacemos. Unas
marmotas van anunciando nuestra llegada. Damos vista al Valle de Tena, a la
altura de La Partacua. El cielo se torna amenazante, incluso nos demuestra con un
pequeño goteo lo que es capaz de hacer de ahora en adelante, pero
afortunadamente se queda en eso.
Vista desde Cuello Bazuelo |
Teníamos la esperanza de
que pudiéramos descender por ese barranco sin alejarnos demasiado de Panticosa,
pero nos tememos que iríamos a dar a parar a Hoz de Jaca, por lo que desandamos
el camino hasta el ibón, y con mucha resignación, ¿he dicho mucha?, comenzamos
el descenso por la pista, rodeado de remontes, y lo hacemos tratando de
esquivar los extremos de las lazadas, atajando por los caminos ya establecidos.
Llegamos, y pasamos, por el terminal de Petrosos II, y seguimos nuestro
descenso por la derecha, alcanzando el bosque y siguiendo por él, sobre un
camino preparado para descenso en BTT, para descenso suicida en BTT, decimos. Las Argualas siguen en las nubes.
Finalmente, llegamos de
nuevo al punto de partida. Cerca de 6 horas, para hacer los 23/24 km del
recorrido más el añadido, y con más de 2.000 metros de desnivel acumulado, son
el resultado de la actividad de hoy, por lugares inéditos para uno, y que
teníamos ganas de que dejaran de serlo. De hecho ya no lo son. Como siempre,
gracias a todos y a todo.
Ibón de Asnos |
El reportaje completo de fotos, en:
exquisito,,,cuidado, verbalmente equilibrado, mejormente pateado, lo de mejormente es una invención sintáctica que entrara en el diccionario de la lengua en el futuro, de momento a disfrutar de los relatos de Chema.
ResponderEliminarGracias, jota bazán, eres un crack...
ResponderEliminarEspectacular, como siempre,lo peor la sequia que nos persigue..., dejando lagos y pantanos yermos.
ResponderEliminarGracias, Anónimo. La verdad es que sí, que es una pena ver todo cómo está, pero hay que estar ahí para "disfrutar" también de esa agonía. Gracias de nuevo.
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