miércoles, 19 de marzo de 2025

Susín, nada muere si no muere en ti

 Año XIV. Entrega nº 927

Susín, con sus dos casas y la iglesia (foto de Ana)

IXOS MONS
Susín (1065 m)
Sábado, 15 de marzo de 2025

           “Mi sueño es que Susín tenga una restauración auténtica”. Angelines Villacampa.



            El 7 de febrero de 2013 el viejo corazón de Susín recibiría un tremendo sobresalto, tanto así que, a partir de entonces, sólo late por sí mismo con un frágil hálito de vida y no acompasado con la fortaleza del que fue su última habitante, cuyos pasos cesaron de acariciar sus calles, cesaron de acariciar sus campos. Unas calles, entre casa Mallau, su casa, casa Ramón, la otra que hay en pie, la herrería y el templo dedicado a Santa Eulalia, que se verían privados de su presencia, de sus cuidados, de sus vibraciones, impregnando cada una de sus piedras; y unos campos en la redolada que dejarían de verla pasear por ellos, siempre con ese mantra en su mente.

 

Casa Mallau

            Un mantra verbalizado en esa frase lapidaria, como queriendo inmortalizar lo que en piedra se inscribe, como queriendo alargar su sombra sobre este magnético lugar, como queriendo sobrevolar su espíritu unido al de este pueblo, como lanzando un reto en esas 9 escasas, pero comprometedoras palabras, que se grabarían en el corazón de los que la rodeaban. Como queriendo.


Casa Ramón


            “Sobre los campos, sobre los tejados, sobre la esperanza y la soledad.
            Sobre los espantos, sobre las nostalgias, sobre los espacios, crezca la verdad”.

 

            Versos del ínclito Labordeta que incluyó en su canción Caminaremos, que nos salen al paso para poner en sentimiento esos pensamientos que se agolpan en la mente al recorrer estas calles de un pueblo que, como cientos de ellos, salpican la intrincada geografía del Alto Aragón, porque en el fondo… nada muere si no muere en uno mismo.


Borda y era de casa Ramón

            El historiador Antonio Ubieto nos cuenta de Susín, que, "a pesar de no tener más de tres casas, en 1834 tenía ayuntamiento propio, uniéndose al de Casbas de Jaca en 1845, encontrando la primera mención en 1195 como “Sosín” (DURÁN, Colección diplomática de la catedral de Huesca, nº 498), que lo fue hasta 1646 desde cuando se habla del actual Susín. Con parroquial dedicada a Santa Eulalia y ermita a la Virgen de las Eras, perteneció al obispado de Huesca hasta pasar al de Jaca en 1571".


Iglesia de Santa Eulalia

            El barranco de Oliván, a punto de rendir al Gállego las esencias del Sobrepuerto, es una de las puertas naturales a este vasto territorio, y al pasar por allí, se hace inevitable echar la mirada en busca de Susín, una pequeña aldea colgada a más de mil metros en la ladera del monte y que, como tantos pueblos de las montañas, tiene su historia, tiene sus historias.


Barranco de Oliván

            Enrique Satué, escritor aragonés, con raíces en estas tierras serrablesas*, en su último trabajo, en el que hace un recorrido por su memoria ligada a la de buena parte del Pirineo aragonés, nos cuenta que “… los antepasados de Angelines pertenecían al linaje de los Villacampa, uno de los más importantes de la montaña, repartidos por la ribera del Ara, la Guarguera* y la Galliguera*… la infanzona casa Mallau poseía antes de la Guerra Civil viñas en el Somontano, propiedades en Senés de Alcubierre para realizar la trashumancia, para la que nunca le faltaban pastores y criados en la casa… no fueron reticentes a la modernidad, propiciando la colocación de una dinamo en el barranco de Berbusa para facilitar tibia luz a esa aldea, a la suya y a la vecina Casbas, y sin dejarse perder su casa, campos y montes, levantaron un hotelito en la floreciente Sabiñánigo”.


Berbusa




           Si aquellas poderosas gentes levantaran la cabeza sería imposible que comprendieran el actual panorama, y no sólo humano, de las montañas sin haber vivido la progresiva y cuasi mortal sucesión de los acontecimientos, que han abocado en una irreversible degradación de las formas tradicionales de vida. Esto nos indica que nada es para siempre, salvo la esencia de lo auténtico.



            Quedando despoblado en el año 1966, fue en la década de los 80 cuando volvía Angelines con toda su energía al pueblo con el firme propósito de llevar su proyecto adelante que, lamentablemente, tuvo que dejar inconcluso. Ella sí vivió esos acontecimientos de las últimas décadas, y consciente de ello quiso dotar de contenido su frase lapidaria con la creación de la Asociación Mallau-Amigos de Susín, a través de la cual canalizaba sus esfuerzos para dar a conocer los usos y costumbres del mundo rural y los peligros que le acechaban. Una de las primeras iniciativas fue la convocatoria, a modo de “campo de trabajo” de quedadas mensuales para labores de recuperación.


Borda y era de casa Mallau, con casa Ramón al fondo

            La Asociación Cultural “O cumo*” de Oliván organiza cada año una marcha popular a Ainielle, otro de la docena de despoblados que hay en Sobrepuerto, quizá el más conocido por la fama que le dio la novela La lluvia Amarilla, de Julio Llamazares. Hace diecisiete años se celebraba la segunda edición de la marcha y, entre los cientos de personas, coincidí con esta mujer que me hablaba de su pueblo y de que era su última habitante. De aspecto enjuto, su calmado, pero a la vez, enfático verbo la iba definiendo como una persona tenaz, luchadora, viviendo contra viento y marea. Encarnaba el paradigma de la autenticidad, de la resistencia, de la resiliencia, del deseo de devolver el esplendor a su decadente pueblo. Se me antojaba que estaba ante una verdadera heroína.


Angelines, a la izquierda, con Julio Llamazares, entre otros, en el primer encuentro de Ainielle (2007)
Desconozco el autor de la imagen

            Hoy en día se cae fácilmente en el error de asemejar el término “deshabitado” con el de “abandonado”, referidos a esos pueblos que se han quedado sin gente, pero hay que recordar que, aunque un pueblo abandonado esté deshabitado, uno deshabitado, no tiene por qué estar abandonado, ya que, como recuerdan en la asociación, “en Susín se vive todo el año, aunque no todos los días”. De cualquier modo, son pueblos deshabitados por sus antiguos moradores, y abandonados por los tiempos, pero nunca olvidados, porque perviven en la memoria, cada vez más amarilla, de aquellos que tuvieron que cerrar por última vez la puerta de sus casas, cuyos ecos resuenan todavía por los valles. 


Angelines Villacampa en el fogaril de su casa (foto EPA)

            Esa asociación, que la última moradora de Susín creó, siguió adelante recogiendo su legado, porque los pueblos que fueron, como todos los seres vivos, tienen su alma, que se mantiene mientras haya alguien que la aliente, y eso es lo que hace un grupo de personas que se reúnen periódicamente para materializar el sueño de Angelines. 


Quedada comunal de febrero (foto de Ana)

            Y entre ese grupo de activistas destacan dos personas, Ana y Moisés, que tuvieron un primer encuentro “casual” con Angelines en 2001, porque iban a Ainielle y debido al mal tiempo acortaron la excursión subiendo a Susín. Conocieron las quedadas, y en 2013 comenzaron a incorporarse a ellas, que se celebran el último sábado de mes. Quedaron tan prendados de su irrefrenable y decidido ímpetu, que se lo tomaron como asunto propio, dedicando desde entonces mucho tiempo y esfuerzo en levantar lo que el tiempo ha ido derribando en el entorno del pueblo, en un escenario extraordinario. 


Empedrado del zaguán de casa Mallau

            Más de una vez hemos estado en Susín, sin coincidir con ellos, pero ahora lo hemos querido hacer para tener una charrada distendida y dejar que compartan con nosotros cómo están siendo estos años en los que el alma de Angelines sigue vinculada a la de este pueblo, con dos únicas casas en pie, aunque según Madoz, en 1845 da una población de “3 casas, 5 vecinos y 31 almas”, añadiendo la casa Canales a las dos citadas, de la que no se encuentra rastro, siendo la de Mallau, indiscutiblemente la más fuerte. 


Aperos en el zaguán de casa Mallau

            Conocer a Angelines, comentan, “fue como amor a primera vista, involucrándonos poco a poco en las tareas propias de la recuperación, centradas fundamentalmente en la reparación de muros y desbroce de caminos… llegó a haber luz en el pueblo, pero ahora la conseguimos con un generador… y para el agua, hay un contador en cada casa, de hecho, hay una persona empadronada en cada una de ellas”.



            Celebran dos fiestas al año, para la Asunción (15 de agosto) y en el aniversario del fallecimiento de Angelines (7 de febrero), ambas con misa en la iglesia, que la celebra Ricardo Mur, el párroco de Biescas. Otros eventos que organizan son la acogida a un festival de SoNna Huesca, la recepción de grupos para difundir los valores de la vida tradicional en los pueblos de montaña, exposiciones de arte de diversos autores de la redolada y el certamen de cuentacuentos, que ya iniciaría Angelines y que se lleva a cabo todos los veranos.


Moisés podando (foto de Ana)

            “Hay mucho más trabajo que manos y tiempo”, añaden, por lo que se centran en el día a día sin echar la vista mucho más allá, pero les brillan los ojos al nombrar, por ejemplo, la restauración del tejado de la ermita o la limpieza del monte para marcar una ruta que llamarían de “los cajicos*”, porque hay unos cuantos ejemplares asombrosos. Proyectos ambos de gran envergadura para los que necesitarían apoyo, ya que “con los recursos de donativos o venta de manualidades o de lotería, apenas llega para la compra o reparación de herramienta o de materiales”. Hablando de futuro, ven que “no es muy halagüeño, ya que no hay un serio relevo generacional que garantice la continuidad de esa gran ilusión de Angelines”. "Mientras podamos venir, vendremos", concluyen.


Ana levantando el muro (foto de Moisés)

            Tras el placer de haber tenido esta amena charla alrededor del fuego bajo la gran chaminera*, como las antiguas veiladas*, a pesar del desapacible día, junto a los cicerones, nos damos una vuelta por el pueblo y sus alrededores. Del casco urbano, además de las dos casas descritas, destaca el pequeño edificio que hacía de herrería, en la que un herrero ambulante acudía regularmente a realizar los trabajos propios del oficio.


Limpiando la calle (foto de Ana)

Levantando el muro (foto de Ana)

Fogaril de casa Mallau (foto de Ana)


Herrería

            No podemos dejar de hablar de los dos edificios religiosos. Por un lado, la joya de la parroquial, bajo la advocación de Santa Eulalia, de estilo románico (S. XI), y más concretamente “Románico del Gállego” o “Románico de Serrablo”, aunque sufrió una importante reforma en el XVII, con vestigios de sillares reaprovechados, posiblemente del siglo VIII, . El otro es la cercana ermita de la Virgen de las Heras, datada en los siglos XVI o XVII, que espera una buena restauración de la techumbre.


Iglesia románica de Santa Eulalia


Ermita de la Virgen de las Eras

            Santa Eulalia (290-303), reconocida tanto por la iglesia católica como por la ortodoxa, no quiso renunciar a su fe cristiana, por lo que el emperador Diocleciano ordenó que sufriera un martirio por cada año de su vida, que fueron trece. Con el impulso de mantener el imaginario religioso popular, al parecer ha sido objeto de un desdoblamiento hagiográfico, ya que se conoce, en esa misma época, una en Mérida (Badajoz) y otra en Sarriá (Barcelona), lo que hace balancearse hacia el lado legendario en detrimento del histórico. 


Interior de la iglesia románica de Santa Eulalia

Torre, bífora y ábside

Detalle de la bífora

Detalle del friso con baquetones

Valle glacial del Gállego, con Oliván y Escuer

Fachada norte de la iglesia

Ermita de la Virgen de las Heras

Peña Oroel

            Completamos el paseo por los campos aledaños, comprobando el ingente trabajo de su desbroce y de levantar cientos de metros de muros caídos, todo en buen uso en los tiempos en los que, aunque con sólo 2 o 3 casas, la vida bullía en esta aldea en la que Angelines fue su última moradora permanente, y cuya estrella brilla ahora más que nunca gracias a colaboradores tan comprometidos como Ana y Moisés y todas aquellas personas que acuden a las convocatorias.




Lavadero de casa Mallau


            Ha sido un verdadero placer haber tenido esta charla con ellos, y los animamos a no dejar perder esta iniciativa, por la memoria de Angelines y de tantos cientos, miles, de personas que tuvieron que pasar por el doloroso trance de abandonar su “casa”, entendida como el conjunto de la hacienda, que no sólo son los edificios, sino las tierras, los animales, el paisaje, los recuerdos… en definitiva, la vida.


Ana en el fogaril (foto de Moisés)




GLOSARIO

Serrablés: perteneciente a Serrablo, en la actual comarca de Alto Gállego.

Guarguera: ribera del río Guarga, afluente del Gállego.

Galliguera: ribera del río Gállego, entre la Guarguera y Ardisa.

Cumo: comedero, abrevadero.

Cajico: quejigo 

Chaminera: chimenea

Veilada: velada


Texto confeccionado consultando diversos recursos.

Bibliografía: 

Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados, III. Antonio Ubieto. Anubar (1986)

Pirineo y manta, II. Por el Alto Gállego, Sobrarbe y Somontano. Enrique Satué. Prames (2023)

Web:

Asociación Mallau 

O Cumo 

Piedras Sagradas  

SIPCA  

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