jueves, 2 de enero de 2025

Peña Oroel, las caricias de los primeros rayos de sol del año

 Año XIV. Entrega nº 915


IXOS MONS
Peña Oroel (1769 m)
Miércoles, 1 de enero de 2025

            “La aparición del Sol sobre el horizonte es un espectáculo celestial que ha cautivado a la humanidad durante siglos. Este momento trascendental, que marca el comienzo del día, tiene un nombre específico: orto, término que deriva del griego “orthos”, que significa “recto” o “vertical”. El orto es un fenómeno astronómico que ocurre cuando la Tierra gira sobre su eje, exponiendo diferentes partes de su superficie al Sol. En este momento, sus rayos pasan a través de la menor cantidad de atmósfera, lo que da como resultado una luz dorada y brillante. Culturalmente, el orto ha sido un momento simbólico y sagrado en muchas sociedades. Se asocia con nuevos comienzos, esperanza y renovación". Phong Nha Explorer.



            El Sol ha sido considerado ancestralmente como un elemento fecundante, dador de vida, siendo adorado por todas las civilizaciones antiguas, muy pegadas a la tierra y a sus ciclos biológicos y vitales. Tiene, además, una importancia simbólica de primer orden, pues su salida representa el renacer de la luz, el comienzo del día, de la actividad humana. Por añadidura, el contemplar ese amanecer en el primer día del año, le confiere unas características únicas sobre el acontecer cotidiano, ya que hablamos de los primeros rayos en el primer día de un período que, aunque sea convencional, está fuertemente arraigado en la existencia humana.



            Los momentos son seres vivos, y como tal, tienen su espacio y su tiempo, pero dependen de cada uno, de cómo se vivan, y el mejor modo es hacerlo conscientemente y aportando el vigor con el que van a ser arrastrados los momentos siguientes. Es por eso por lo que todos los comienzos tienen un simbolismo especial. 



            Todos esos momentos tienen una potencialidad extraordinaria, y si se juntan dos, es más, mucho más que el doble. Contemplar los primeros rayos de sol en el primer amanecer del año en un tiempo aún solsticial, no tiene precio, tiene valor.



            Es bien sabido que el sol ha sido ancestralmente considerado como una deidad. Desde la más remota antigüedad, en las escuelas iniciáticas se ha enseñado que es un dios masculino, por tanto, dador, emisor, del que nos llega la luz, el calor y la vida. Sí. Luz para el intelecto, calor para el corazón, y vida para la voluntad. ¿Qué más podemos pedir?




            ¿Y la ruta? Bueno, pues es lo de menos. Clásica ascensión a la Peña Oroel que, si siempre tiene un motivo, hoy lo es especial. Salida del Parador a las 7 de la mañana, en una noche oscura, con una luna ausente, que comienza a crecer, como el sol al que asistiremos, como el año que comienza, como las tareas previstas para ese año, como las esperanzas puestas en ellas.



            Al arranque con desnivel le sigue una zona más tranquila, hasta entrar en la primera de las 33 curvas, que se van sucediendo sin el más mínimo reparo. Llegada al collado de las Neveras en cosa de una hora, ya con las primeras luces. Con la Cruz a la vista, no la perdemos ya de vista al encaramarnos a la cornisa y seguir por el sendero hasta los 1769 msnm donde habita desde hace ya más de cien años, junto al vértice geodésico que la contempla desde septiembre de 1981.



            Momento mágico. Seis escasos minutos, hasta que instantes antes de las ocho y media asoma el primer rayo de sol sobre esta mítica montaña que nos acoge, en este primer día del año, y que nos ofrece un rosado baño de luz que admiramos y agradecemos, deseando que la magia del momento no se disuelva a lo largo de los próximos 364 días.



            La alargada sombra que proyectan esos primeros rayos sobre la Canal de Berdún es la punta de lanza de este nuevo sol para forzar que las nieblas que sumergen al embalse de Yesa, no sigan su andadura. Mientras tanto, las cumbres pirenaicas vibran a la espera de ese baño de sol, y por qué no decirlo, del manto blanco que las haga invernar.





            Y poco más, con la consciencia constante de estos momentos mágicos, vamos bajando hacia el Parador, habiendo invertido casi tres horas de nuestras vidas en este arranque de año, para recorrer 7,1 km y salvar un desnivel acumulado de 595 m D+/- (575 m D+/- según Wikiloc).



            Feliz año nuevo a todos los que siguen las crónicas y reflexiones de un nómada de este viaje cósmico, como es el Hijo de la Tierra… y a los que no, también.


Web:

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Las fotos, con sus comentarios y el track


*La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.






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