Año XIII. Entrega nº 916
“La leyenda cuenta que hace miles de años Ares y Estall eran dos amantes apasionados, sus rocas permanecían unidas y no se diferenciaban entre ellas, pero la furia de los dioses les obligó a quedar separados en el justo instante en el que se besaban. Hoy entre ambos se encuentra el congosto de Montrebey, pero se siguen amando eternamente”. Montsec de Aragón.
Montsec de Aragón es una iniciativa turística que persigue recuperar la memoria de un territorio cuasi olvidado, que güega* con Cataluña, en la Baja Ribagorza aragonesa. Unos pueblos cuyas tierras y futuro quedaron anegados con la construcción de la presa de Canelles que, desde 1960 apacigua las aguas de un Noguera Ribagorzana, que desde hace unos 50 millones de años, un cuarto de hora arriba o abajo, cuando se data la Orogénesis Alpina, se ven encorsetadas por el llamado congosto de Montrebei.
La leyenda relatada es una de las muchas leyendas que circulan por estas tierras, otrora indómitas, pero hoy más domesticadas y ofrecidas, por no decir vendidas, al turismo que, como buena culeca, todo lo ampara.
Seguimos tomando como referencia a Montsec de Aragón, porque recogemos en su página que “Hace mucho tiempo, en la sierra del Montsec de l’Estall habitaban las gentes de las localidades de l’Estall, Montgai, Fet, Finestres, Montfalcó y Chiriveta, hoy pueblos abandonados. Se dedicaban a la agricultura y ganadería, y vivían de los intercambios económicos con Áger y Balaguer”. Destacamos en este apartado la última página escrita en el libro de l'Estall por Santiago Pena, de casa Domingo, quien resistió entre 1974 y 2003 como último habitante, lo que le acreditó para la obtención del premio Félix de Azara de la Diputación Provincial de Huesca, en reconocimiento a su labor de conservación del patrimonio natural de su tierra.
L'Estall (imagen del autor, junio 2013)
“Cruzaban el río Noguera Ribagorzana, frontera natural entre Aragón y Cataluña, por el puente que encontraban en el camino natural que unía las poblaciones del Montsec. Sin distinciones geográficas ni políticas, sus habitantes mantenían una buena relación más allá de las puramente comerciales, recorriendo el sendero para visitar a amigos y familiares y celebrar las festividades en honor a sus patrones. Con el paso de los años, la postguerra y la industrialización, la zona vivió un gran éxodo que se vio incrementado con la creación de la presa de Canelles entre 1958 y 1962, al ver que el agua inundaba sus huertos y sus terrenos de cultivo y el puente, su vía de comunicación principal”.
“En 1982, la empresa eléctrica Enher construyó un nuevo camino 30 metros por encima del camino inundado, dando forma al actual Congosto de Montrebey. Pero no fue hasta 2013, cuando se unió de nuevo la sierra del Montsec de l’Estall con la sierra del Montsec d’Ares, gracias a dos tramos de pasarelas de madera y un puente colgante”. Al cabo de diez años, y debido al uso masivo, tuvieron que ser renovadas dichas instalaciones.
La sierra del Montsec, paralela al eje pirenaico, tiene unos 40 km de largo, y es de formación calcárea. Cubre territorio catalán y aragonés. Está dividida en tres sectores, cortados a tajo por los ríos Noguera Ribagorzana y Noguera Pallaresa. El más occidental de los tres, es el aragonés, también llamado Montsec de l’Estall, o sierra de Montgai; el central es el Montsec d’Ares; y el oriental, Montsec de Rúbies. El Noguera Ribagorzana divide las comarcas de Ribagorza (Aragón) y Pallars Jussá; y el Pallaresa, ésta última con la de Pallars Subirá, ambas en Lérida.
Tras este pequeño encuadre histórico y geográfico, nos metemos ya en faena, para llevar a cabo la clásica ruta por el congosto de Montrebei. Como decíamos anteriormente, la construcción del embalse de Canelles, en 1960, fue uno más de los que empujaron a las gentes de los pueblos circundantes a abandonar sus tierras y a dejar inundados sus recuerdos. Aparejado a ello, el ascenso del nivel del agua motivado por el embalse truncó el paso entre una y otra vertiente. Hoy en día, para uso turístico, se ha revitalizado la zona con la construcción de unas pasarelas pegadas a la roca y un puente colgante, cuyas instalaciones fueron inauguradas el 2 de junio de 2013, evento al que asistimos, y reformadas en 2023.
Uno de los distintos pueblos deshabitados de la zona es Montfalcó, cuyo nombre nos evoca a "monte del halcón". Y la única construcción que queda en pie es Casa Batllé, que fue construida en 1850, teniendo diversos usos a lo largo de la historia, uno de ellos, para los trabajadores que en 1970 repoblaron estos montes. Finalmente, en 2009 abriría sus puertas reconvertida en el actual albergue de Montfalcó, gestionado por Prames a través de su portal de reservas.
Con motivo de la puesta en marcha de las pasarelas y el puente colgante, en 2013, contribuiría a su puesta en valor la inauguración del Camino Natural de Montfalcó al Congost de Mont-rebei que, a lo largo de 4,1 km, une el albergue con el GR 1, en el tramo de Mas de Carlet a Puente de Montañana, pasando por la Masieta, en el lado oriental del congosto del Seguer, junto al barranco homónimo.
Salimos, pues, desde el arranque del Camino Natural, para bajar decididamente por un sendero recuperado entre bosque mixto, y que era el que utilizaban las gentes del pueblo para ir a faenar a las terrazas, ganadas a las laderas, en las que tenían sus cultivos de subsistencia, para la casa, los animales, y los trueques que hicieran con los pueblos vecinos, especialmente del otro lado del congosto. Como testimonio de esa actividad, quedan los restos de la cabaña del corral de la Viña, cuyas paredes se rinden ante el avance de la vegetación. Antes, hemos dejado atrás el paraje de la fuente de Montfalcó, de la que no mana agua.
A los tres cuartos de hora llegamos a uno de los puntos más bajos de la ruta, donde damos comienzo a la ascensión del primer tramo de escaleras, al que le sigue el segundo tras un intervalo de sendero. Finalmente se alcanza el puente colgante, que atraviesa el embalse a la altura del mencionado congosto de Seguer.
Ya en terreno de la vecina Cataluña, aunque si le preguntas al paisaje te dirá que no sabe nada de eso, se va subiendo, hasta completar esos 4,1 km del Camino Natural, que se rinde al GR 1, que nos acompaña ya por el congosto de Montrebei, por ese camino colgado construido, horadando la piedra, en 1982 sobre el antiguo que quedaría bajo las aguas, del que aún se puede ver algún tramo si el embalse no está lleno, como era el caso de hoy.
Nos dejamos engullir por esta maravilla natural a lo largo de unos dos kilómetros, que cuesta recorrerlos como media hora, más lo que nos entretengamos extasiados por el paisaje, naturalmente. Los inmensos paredones que jalonan este estrecho paso imponen hasta el extremo, pero no podemos perder de vista nuestra andadura, pues el paso es estrecho y expuesto.
Salimos del terreno excavado en la roca y seguimos por plácido sendero, adivinando ya la cola del embalse. Se ha de cruzar el barranco de San Jaime, barranco Fondo en este último tramo, por otro puente colgante que, una vez atravesado son kilómetro y medio lo que media hasta la Masieta, que sería el cabo de la ruta, pero que desistimos terminarla, ya que enseguida el sendero se convierte en pista, sin demasiado interés.
Estamos en la mitad de nuestra ruta, puesto que hay que volver por el mismo itinerario. Tras echar un bocado, emprendemos el regreso sin dejar de admirar el entorno que nos rodea sobre las calmas aguas. Acompañamos al GR 1 hasta tomar el Camino Natural, que nos sube al refugio de Montfalcó, llevándonos por el puente colgante primero y el descenso de los dos tramos de escaleras después.
La llegada al albergue la hacemos en cinco horas y media desde la salida, pero no nos resistimos a visitar la ermita de Santa Quiteria y San Bonifacio, una verdadera joya del románico ribagorzano, construida en el siglo XI sobre lo alto de una gran rallera* que domina el amplio entorno, lo que seguro le conferiría la función defensiva, habida cuenta, no sólo de la ubicación, sino del abocinado de las ventanas.
Santa Quiteria, fue una virgen y mártir del siglo II, aunque hay fuentes que la datan en el V; su nombre proviene de “Kuteria”, que significa “la roja”. No hemos encontrado el origen de la relación que pueda tener entre la virgen y el color, ni tampoco el que tuviera con San Bonifacio, monje benedictino que vivió a caballo entre los siglos VII y VIII, originario de Inglaterra y que fue enviado a la Europa continental para la construcción y desarrollo de la iglesia católica en Alemania. Bonifacius en latín, que significa “aquel que hace el bien”, promocionaría el desarrollo agrícola y el fomento de la elaboración de la cerveza en los monasterios, labor que le llevó a ser el patrono de los cerveceros. En su país natal, su verdadero nombre era el de Winfrid, cuyo significado anglosajón era “amigo de la paz”.
A través de un delicioso sendero entre la profundidad del bosque llegamos a este pequeño templo colgado sobre un acantilado de varios metros sobre el abismo, reconstruido en 1996, y que en sus orígenes se cree fuera la parroquial de un desaparecido emplazamiento defensivo medieval. Sus 820 metros de altitud representan la cima de nuestra ruta de hoy, cuyas impactantes vistas tenemos que abandonar para volver, ya definitivamente, al albergue de Montfalcó.
Una extraordinaria ruta, apoyada por elementos ajenos a la montaña, pero irrealizable sin ellos, que nos ha llevado 6 horas, para recorrer 13,4 km, con un desnivel acumulado de en torno a los 950 m D+/-, recorriendo bellos y agrestes parajes y un trozo de nuestra historia.
GLOSARIO
Güega = Muga, frontera
Rallera = Cresta rocosa, generalmente caliza
Web
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Diputación Provincial de Huesca
Las fotos, con sus comentarios, y el track
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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