Año XII. Entrega nº 803
FORMACION EN MEDIO AMBIENTE
Aljibe árabe (Albero Alto)
Cuevas de Castó (Sesa)
Pozo de hielo (Salillas)
Pasadizo subterráneo (Pertusa)
Horno de cal (Bespén)
Peña Mujer (Velillas)
Ermita de san Esteban (Ayera)
Piedra de los Moros (Ayera)
Sábado, 11 de marzo de 2023
“En el occidente europeo existen numerosos lugares vinculados con mitos y rituales de carácter arcaico que configuran un “paisaje sagrado”. Son las sacra saxa, o peñas sagradas, dotadas a lo largo de la historia de un carácter mágico o sobrenatural por su asociación con diversas leyendas, ritos y creencias: altares rupestres, santuarios y ermitas, abrigos y cuevas, conjuntos rocosos con formas peculiares…”.
Extraído de la web Piedras sagradas, de varios autores, editada por el Instituto de Estudios Altoaragoneses (DPH).
A lo largo de los últimos siglos, por no decir milenios, grandes poderes fácticos defensores del pensamiento único han callado, han ocultado, y lo que es peor, han sincretizado en beneficio propio conocimientos ancestrales que, el mero hecho de hacerlo ya nos puede dar una idea de su importancia para el desarrollo de la humanidad a lo largo de los tiempos, pero que preferían cercenarlos, guardándolos para sí, no fuera que al pueblo le diera por pensar. Uno de los grandes defectos del ser humano es la soberbia, y lo demuestra al negar lo que no conoce, en lugar de tener la humildad de considerarlo, escuchar, asimilar, contrastar, debatir… No, directamente niega lo que nunca ha oído en importantes materias que no controlan ni ellos, ni los poderes fácticos aludidos. Ocurre en muchos ámbitos, y el que nos ocupa hoy es uno de ellos, las piedras, que forman parte de la geología, como sustrato basal de la biología en su más amplio sentido del concepto, que forman parte del territorio, en el que han vivido distintas civilizaciones, y de las que han extraído lo mejor de él, que forman parte de nuestro propio ser, de la madre Tierra.
Pero hay una buena noticia. Y es que en medio de la oscuridad reinante surgen luces de gentes inquietas que no se conforman con los descubrimientos científicos, tan necesarios por otra parte para comprender, para desentrañar, los enigmas de la historia de la humanidad, entre otros múltiples campos. No. No se conforman y quieren ir más allá, van más allá, cruzando las propias fronteras de esa ciencia y, por supuesto, las de los preceptos consolidados, estableciendo hipótesis, paralelismos, ampliando el campo de visión y relacionando ramas del saber como la geología, la paleontología, la climatología, la botánica, la propia historia…, todo ello argamasado con el pegamento de la lógica y del esfuerzo mental para ponerse en situación y en las circunstancias que concurrían en cada momento histórico.
José Miguel Navarro, Pablo Vallés e Irene Marina, de Huesca Naturaleza, en una magnífica jornada pasada en grata compañía con otros inquietos ávidos de conocimiento, nos han llevado de la mano por las tierras de la Hoya de Huesca para desvelarnos, con la pasión que les caracteriza, algunos de los secretos que las piedras esconden, en unos emplazamientos tremendamente sugerentes y que claman por un trabajo arqueológico que saque a la luz elementos que ayuden a comprender el conjunto.
ALJIBE ÁRABE (ALBERO ALTO)
Partimos de la ciudad de
Huesca, por la A-131 (carretera Sariñena/Fraga) hasta
Albero Alto, cuyo casco urbano atravesamos para dirigirnos andando en pocos pasos hasta el
aljibe árabe, junto al que, como le gusta comenzar a
José Miguel Navarro, expone las bases del terreno, con unas breves, pero esclarecedoras nociones, sobre geología, porque considera que, junto con el clima, es lo que conforma el paisaje, y lo ha hecho así a lo largo de la historia de la formación de los
Pirineos, que es lo que nos ocupa. Existe el concepto Prepirineo que, aunque geográficamente tenga sentido para ubicarnos, geológicamente no. O son Pirineos o no lo son. Y lo que son es el
Pirineo Axial, de materiales graníticos, y las
Sierras Interiores y Exteriores, constituidas mayoritariamente por calizas, así, simplificando mucho, mediando entre ellas la
Depresión Media.
Donde estamos, lo más próximo a estas últimas, es la sierra de Guara, cuyas calizas filtran el agua de lluvia, haciendo que sea un terreno seco, pero rico en cauces freáticos. Un buen ejemplo de ello es este aljibe medieval, con un impresionante acceso, y más hoy en día, que está en sus momentos de mayor escasez. Construido a base de sillares de arenisca, no a mucha distancia está rodeado de otros vestigios medievales.
CUEVA ABIERTA DE CASTÓ (SESA)
De allí nos dirigimos al municipio de
Sesa, para hacer dos visitas. En primer lugar, a la
cueva abierta de Castó, o de la
Vulva, como se la conoce popularmente, porque da más idea de lo que nos encontramos. En un enorme promontorio de piedra, al acercarnos vemos un gran agujero en el frontal que primero salta a la vista. La rodeamos por la derecha y antes de llegar a la abertura superior, se pasa por los túmulos, una zona de piedras desordenadas, restos de algo por descubrir, así como cazoletas de diversos tamaños con guías para conducir el agua. Nos dirigimos hacia esa abertura e, incluso penetramos por ella, sintiéndonos acogidos por esas influencias telúricas propias de lugares que han encandilado a moradores o peregrinos desde hace miles de años.
CUEVA DE CASTÓ (SESA)
En el camino viejo de Huesca, muy próxima está la cueva de Castó, a cuya boca de entrada se accede en alto por unas escaleras de madera, y a la que hay que entrar bien agachado. A través de un corto tránsito en forma de codo se llega a un nivel algo superior, a una cámara final, semiesférica, con la única luz de un incipiente agujero en la pared. En el pórtico de entrada está tallado “AÑO 1964”. Junto con la anterior, forman un conjunto de cinco en este municipio.
POZO DE HIELO (SALILLAS)
Continuamos hacia el sureste y por pistas agrícolas salimos a la A-1216, para cruzar el
río Guatizalema y recalar en la entrada de la población de
Salillas para visitar el
pozo de hielo, un enorme habitáculo de origen morisco, construido con piedras de sillería y coronado por una peculiar bóveda sustentada por arcos entrecruzados. Llama la atención por su tamaño, siendo frecuentes este tipo de construcciones en los somontanos a partir de los siglos XV y XVI, en la llamada
Pequeña Edad de Hielo, y que servían para almacenar nieve o hielo en capas alternadas por otras de paja, constituyendo todo un oficio, tanto el almacenamiento, como la distribución a ciudades como
Huesca. En este caso se cree que se iban extrayendo para su almacenamiento bloques de hielo del río próximo.
Alternancia de ciclos de clima cálido con otros más fríos ha habido a lo largo de la historia, como lo demuestran los estudios climáticos, y ha sido debido a la variación en la inclinación del eje del planeta, no pudiendo ser achacados al ser humano esos cambios climáticos, salvo en este en el que nos encontramos, que se puede decir que comenzó con la era industrial, a mitad del siglo XIX y que, debido a esa actividad, sí que está demostrado que hay motivos antrópicos por la emisión de gases de efecto invernadero.
PASADIZO SUBTERRÁNEO (PERTUSA)
Transitando de nuevo por la A-1216, nos llegamos hasta las proximidades de Pertusa, donde tomamos la A-1217 a la izquierda, dirección a Antillón, para detenernos entre los Km 25 y 26, junto a una loma a mano derecha de la carretera para entrar en un curioso pasadizo subterráneo excavado en la tierra, del que se desconoce su origen y utilidad, y por el que hay que circular agachados. En el suelo arenoso encontramos huellas de corzo, y en el techo algún murciélago. A la salida nos sorprenden unos tempranos narcisos (Narcissus Assoaunus). La estrecha galería sugiere un uso defensivo, de escondite o de almacenamiento de algún tipo de material.
HORNO DE CAL (BESPÉN)
Nos echamos de nuevo a la carretera, pasamos Antillón. Tomamos el desvío de la A-2203, y antes de llegar al Km 8, de nuevo paramos para conocer un horno de cal y, claro, la primera cuestión que nos surge es que está un poco desubicado, ya que estamos en tierras de areniscas y lutitas. Pues la respuesta nos la da la proximidad del río y que, antaño, en grandes avenidas arrastrara cantos rodados, como los que encontramos en las cercanías. Está en bastante buen estado, al menos la estructura, no sé si la funcionalidad, y enmarcado en un curioso telón de fondo con materiales blandos muy frágiles a la erosión.
En los alrededores vemos los elementos necesarios para la evolución de las especies vegetales, desde los más antiguos líquenes, una simbiosis entre un hongo, que le da la humedad y la estructura, y un alga, que le aporta la capacidad de la fotosíntesis, pasando por los musgos que, con su materia orgánica, atrae el asentamiento de los arbustos y posteriormente de los árboles. Algo que contado en cuatro líneas, puede tardar miles de años en suceder.
PEÑA MUJER (VELILLAS)
La A-2203 nos conduce a la N-240, la carretera vieja de
Huesca a
Barbastro, y nos saca a
Angüés, a donde volveremos para comer, pero antes, como vamos bien de tiempo, tomamos dirección
Huesca para hacer otra visita, esta vez a una gran piedra de marcado carácter fecundante, la
Peña Mujer. Se trata de un mimetolito de arenisca sobre un zócalo de lutitas, que sorprende por su morfología, pudiendo ver en él una forma fálica, de un pecho femenino o incluso del vientre horizontal de una mujer embarazada. Se aprecian de forma tímida unos escalones, y se sabe que en su cima también hay un par de cazoletas. Está situada bajo el
cerro de san Bartolomé, sobre el que se alzan los restos de la
ermita homónima, junto a los de un poblado íbero.
En el marco citado del sincretismo llevado a cabo por los próceres de la religión dominante, no es casualidad la advocación de este lugar a uno de los apóstoles de Jesús que se negó a adorar a los ídolos paganos muriendo martirizado desollado vivo, lo que le hace ser representado en alguna pintura o estatua con una piel en la mano, lo que nos lleva a relacionarlo con la serpiente y su muda de piel. Y quién no recuerda la imagen de muchas vírgenes aplastando con el pie una serpiente, o el protagonismo del reptil en el "pecado original". Está íntimamente ligado con la mujer rural y con la extendida leyenda de que, mientras amamanta, el olor de la leche de sus pechos las atrae. Pero antes de eso, han de quedarse embarazadas y, si por motivos naturales no lo hacían, existían estos recursos de las piedras fertilizantes. En este caso, se conservan testimonios de varias personas de los alrededores que cuentan que las mujeres que no conseguían quedarse embarazadas venían a Peña Mujer a realizar un rito consistente en dar varias vueltas a la piedra, rezando unas oraciones y finalizar rozándose el vientre con ella. Si tomamos la secuencia lógica: rito de fecundidad, embarazo, lactancia y serpiente, llegamos por sincretismo a san Bartolomé.
ERMITA DE SAN ESTEBAN (AYERA)
Volvemos sobre nuestros pasos para recalar en
casa Lafarga de Angüés, donde nos dan bien de comer, a cuyo término volvemos a la N-240 dirección Huesca de nuevo para tomar a la derecha, en el término de Loporzano, la A-1227. Al poco de pasar Bandaliés, se toma a la izquierda la HU-V-3314 hasta Ayera, y tomar antes de llegar, un desvío a la derecha que por pista nos lleva a los aledaños de las ruinas de la ermita de san Esteban, en un cerro entre carrascas, por cuyos pies discurre el Camino Natural de la Hoya de Huesca en su etapa 7 (Santa Eulalia la Mayor – Casbas de Huesca). Lo primero que nos llama la atención son los grandes bloques de piedra desprendidos y que dejan al descubierto lo que eran silos de grano con su pequeña abertura superior. Seguramente, estamos ante un emplazamiento ocupado desde la antigüedad, en el que se asentó la ermita para borrar huellas de civilizaciones anteriores.
Pero hay más, mucho más que ver, y para ello hay que subir hasta ese lugar, en el que encontramos gran cantidad de tumbas antropomorfas, se cree que de época cristianizada. La ermita es de planta rectangular, levantada a base de mampostería, desprovista hoy de techumbre, que se asentaba en unos arcos apuntados. Puestos a admirar, lo hacemos también de las vistas desde su fachada norte de la sierra de Guara, con la cercana Santa Eulalia la Mayor y la vistosa torre del castillo, y el Fragineto, mediando entre ellos el río Guatizalema (aguas tranquilas), que viene de las cercanías de Nocito, una vez ha descansado en el embalse de Vadiello.
PIEDRA DE LOS MOROS (AYERA)
Dejando descansar un rato más los vehículos, para ponernos en marcha nosotros, recorremos el kilómetro y medio escaso hacia el norte que, como colofón de todo los vivido y sentido hoy, nos lleva hasta el desvío para la
Piedra de los Moros, un verdadero santuario fecundante, por los elementos que la madre naturaleza ha reunido, y los seres humanos que los han acondicionado, han puesto desde la prehistoria al servicio de esas mujeres que no conseguían fecundar de forma natural, sirviendo, en definitiva, para la perpetuidad de la especie. Como nos gusta decir con frecuencia, la vida siempre se abre paso. Lo ha dejado establecido así la Inteligencia cósmica.
Las escasas decenas de metros que hay que recorrer hasta llegar, ya están revestidas de un halo mágico, un halo compuesto por las carrascas que jalonan y cubren el paso, como una isla en un océano de campos de cereal, otro de los elementos históricamente mágicos, no en vano, junto con la, también histórica, vid, son los presentes en el ofertorio y consagración del rito católico de la eucaristía. A este respecto, es también digno de mencionar el color de cada uno de ellos, blanco y rojo, que representan los principios masculino y femenino, básicos e indispensables en la procreación, en la fecundación, asunto que nos trae hasta aquí. Nada es casual. Es portentoso, las enseñanzas que el Gran Libro de la Naturaleza Viviente pone a disposición de los seres humanos para observar, analizar, desentrañar, aplicar...
Pero volvamos al terreno. Ese mágico y breve pasillo del carrascal nos deja en una despejada explanada en la que un gran falo, de unos dos metros de altura, se hace presente. Es sobrecogedor. Muy próximo, a su derecha, una gran roca corrida en la que destacan varios elementos. En primer lugar, un hueco propio para la estancia de una mujer en cuclillas, con la desnuda vulva bien cerca de la tierra, en busca de la fertilidad como una de las propiedades telúricas. A ambos lados en el exterior hay dos pequeños salientes, que bien pudieran haber servido para el apoyo de algún elemento que garantizara la intimidad. Hay otros elementos significativos, como hornacinas, cías… Esta gran roca presenta un vaciado artificial, que hay quien interpreta como la morada de la supuesta chamana que dirigiera los ritos de fecundidad.
Seguimos unos metros hacia poniente y encontramos una enorme roca, que para superarla hay tallados unos escalones en su fachada SE, que utilizamos para ir a la parte superior, en la que nos encontramos más elementos de este santuario de fertilidad. La tradición dice que todo esto es obra de moros. A este respecto hay que decir que a este término hay que darle una concepción más amplia, mucho más amplia, porque es referida a cualquier civilización precristiana, que se puede remontar desde los mismos moros hasta cualquier época prehistórica imaginable. Pues de los moros, de esos en general, es la leyenda de que saltaban desde la torre de santa Eulalia la Mayor hasta aquí, dejando la huella del pie en la roca. O esa otra, que nos lleva al principio de los tiempos y que relata que cuando la caída a la tierra de los ángeles capitaneados por Lucifer, recayeron aquí, dejando también la marca de sus pasos. Aún se cuenta otra, relacionada con la hija de un rey que fue encerrada en la torre por éste al no querer casarse con el que él había dispuesto, y de un salto llegó hasta aquí en su huida.
Bueno, ya sabemos de la imaginación del ser humano, participamos todos de ella. También sabemos de la capacidad de manipulación en épocas pasadas, ¿en épocas pasadas? Pero seguimos, que esto tiene tela. Tras ver estas huellas en el extremo este de la gran plataforma, lo que sigue a continuación son grandes cazoletas excavadas a mano y conectadas entre sí. Cavidades que lo primero a pensar de ellas es que tuvieran la utilidad de depósitos de grano en busca también de la fertilidad, pero dista mucho de lo que hemos visto hasta ahora como verdaderos silos de grano y, sin salirnos del marco de la fecundidad bien pudiera servir para la femenina porque, el reguero de estas catorce pozas (ojo al cardinal) termina en un habitáculo muy propicio relacionado con todos estos ritos ancestrales, y como culmen de todos ellos. Con gran asombro atendemos a las teorías de estos excelentes intérpretes ambientales, que preferimos dejar veladas a la espera de que el lector venga por aquí de la mano de
Huesca Naturaleza. Antes de salir de este sugerente lugar, visitamos una zona de túmulos bajo la fachada sur, que callan más que lo que dicen.
Una buena forma de ir terminando la semana en la que se ha celebrado el Día de la Mujer, y como homenaje a ellas, que nos han dado la vida. Las visitas realizadas en el día de hoy nos han puesto en la pista de la diferencia en la escala de valores entre la sociedad actual occidental y la de nuestros antepasados, que vivían pegados a la tierra tratando de arrancar de ella el máximo beneficio para su existencia y la continuidad de la especie. Lo hemos visto hoy, en elementos naturales, transformados por el ser humano en pos de esa utilidad. Y lo vimos hace unas semanas en otro escenario, cuando visitamos el santuario solsticial del Vero, en el que se muestra con gran esplendor la capacidad de aquellas gentes para ampliar los efectos que esos elementos naturales, sin apenas modificación, tenían para seguir sus instintos vitales.
Terminamos con una reflexión del filósofo e historiador de las religiones Mircea Eliade referida a las rocas: “Nada más inmediato y autónomo en la plenitud de su fuerza, nada más noble y aterrador que una roca majestuosa, que un bloque de granito audazmente erguido. Ante todo, la piedra es. Es siempre la misma, subsiste. Una roca, una piedra, son objeto de devoción y de respeto porque representan o imitan a algo, porque proceden de otro lugar. Su valor sagrado se debe exclusivamente a ese algo o a ese otro lugar, nunca a su existencia misma”.
Bibliografía:
Pirineo adentro. Ricardo Mur y Enrique Satué. Barrabés (1984)
Web:
Huesca Naturaleza
Hoya de Huesca
Románico aragonés
Piedras sagradas
Lugares mágicos de Aragón
Salillas
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Hijo de la Tierra
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