Hayedo de Abi (1550 m)
Sábado, 30 de mayo de 2020
Ya no hay
lobo, ni Caperucita, ni abuelita… ni tan siquiera ovejas. Solo queda el bosque,
aunque no sabemos si encantado, de lo que tiene, o desencantado, de lo que ha
perdido. Hoy nos acercamos a uno de los rincones más bellos del alto valle de Aísa,
si lo será que el río Estarrún se rinde a sus pies. A unos 7 km de la cabecera del
municipio, valle arriba, se encuentra el desvío a la derecha para entrar en el área
recreativa de Abi, de donde sale esta corta, pero atractiva circular con un
punto álgido sorprendente.
Cascada del barranco de Sibiscal |
Pero antes de
llegar, justo en los límites del ENP del Parque Natural de los Valles Occidentales,
merece la pena detenerse para ver con calma la cascada del barranco de Sibiscal,
con su larga y estrecha caída de agua y el curioso puente de madera que lo
cruza.
Punto de partida de la ruta, junto al área recreativa de Abi |
El hayedo nos recibe un poco tembloroso |
Ahora sí. Nos
acercamos al área recreativa, para partir de sus 1360 metros de altitud, junto
al Estarrún, que se cruza por un puente de madera. Inmediatamente después nos encontramos
tablillas del parque, indicando que es el S-8, y que nos dirigen hacia la izquierda,
introduciéndonos ya súbitamente en las fauces de un tupido bosque de hayas, que
al estar tan espesas crecen rectilíneas en pos de esa luz que les da la vida. Todas
iguales, todas distintas, y aún más unos grandes ejemplares que imponen respeto
pasar a su lado.
Viejos ejemplares de haya ejercen la admiración de las de su entorno |
La primera de las cuevas de Abi |
El trazado es
bastante empinado, pero como no hay prisa nos lo tomamos con calma. Antes de la
media hora, el sendero pasa al pie de un roquedo, en cuya base encontramos un
par de cuevas, empleadas en sus tiempos para refugio de pastores y ganado. Tan
solo diez minutos más de subida por entre el bosque y asistimos a una
transformación total del paisaje. Llegamos a los
Llanos del Abi, cambiando la mirada
en corto del bosque por las amplias vistas que permite una gran amplitud de
terreno; cambiando la humedad por unas soleadas praderas, que disfrutamos viéndolas,
y más si estuvieran con ganado, ramoneando los suelos; cambiando, en definitiva
nuestras reflexiones, que van y vienen de árbol en árbol, por otras con más
expansión.
A punto de salir del bosque |
La parte más alta de los llanos |
Por encima de
nosotros, el cordal de la Magdalena y las Blancas. Valle abajo, las anchuras de
un Estarrún que se descongestiona al salir de los congostos de la cabecera del
valle. Y a nuestra espalda la sierra de la Estiba, con el pétreo Mesola. Un
paraje verdaderamente agradable y sorprendente. Bajamos hasta el fondo y por
terreno más incómodo de piedras cruzamos el barranco Vistosla, para salir a una
pista, que desemboca en otra principal.
Imagen de la Llena del Bozo y de la Garganta, ya de regreso |
Puente sobre el barranco de Sibiscal |
Al llegar a ella, la tomamos a la derecha, y ya de vuelta nos
presentamos en el punto de partida, habiendo recorrido una distancia de 3,7 km,
en apenas hora y media, y con tan solo 220 metros de desnivel acumulado D+/-,
lo que la hace apta para hacerla con gente menuda.
¡Ah!, y no olvidarse de
parar en la cascada de Sibiscal… que aunque la hayamos contemplado de subida, no
importa, porque seguro que tiene distinta luz… y distinta agua, y seguro que nuestra mirada también lo es, después de haber conocido tan bello rincón.
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