AQUERAS MONTAÑAS
Mondarruego (2.845 m)
Escuzana (2.766 m)
Sábado, 6 de julio de 2019
El buen tiempo atrae a las gentes a aqueras montañas y a aquestas también, y nosotros, como los sarrios, aunque cada uno a su ritmo, claro, buscamos
las alturas, buscamos terrenos más puros, más francos, más exigentes, en los
que poder volar con la mente y traspasar los amplios espacios aéreos, donde
habita la paz, la calma, la pura sensación de libertad, dando rienda suelta a
lo que aspira todo amante de las montañas, que no es otra cosa que el estrechar
lazos con ellas, fundirse con ellas, mostrarles nuestros respetos y nuestro
amor incondicional.
Esclavitud. Bendita esclavitud.
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Compañero de viaje |
Todas las salidas tienen algo de
especial, y no sabemos por qué esta igual más. Una exigente travesía, concebida
ya hace meses e incluida en el calendario de actividades de la Sección de Montaña del CP Mayencos, que
en esta ocasión ha congregado a una docena de socios y amigos en torno a lo que
nos une, que es nuestra pasión por las montañas. Se trata de unir los valles de
Ordesa y Bujaruelo por las alturas, en una variada ruta con buen ambiente de
Alta Montaña. Mondarruego y Escuzana,
hermanando valles.
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Desafiante el Tozal del Mallo |
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Imponentes las paredes del Gallinero |
Una semana ya de la puesta en
funcionamiento esta temporada del bus de Ordesa,
por lo que bien al ir, bien al volver, dependemos de él. Siempre es preferible
hacerlo a la vuelta, de ese modo tienes control sobre el horario de partida,
pero el paso por las Clavijas de
Cotatuero recomienda hacerlas de subida y de ida, que se está más fresco.
Así pues, acudimos al aparcamiento de Torla
pasadas las cinco y media de la mañana, con la cúpula de la torre de la iglesia
apuntando a nuestro objetivo. Es de las estampas inmortalizadas en postales a
color más antiguas que se conoce de los Pirineos.
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Arranque en la pradera de Ordesa |
PRIMEROS PASOS POR EL BOSQUE
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Tiembla el misterio al entrar en el bosque |
Nos quedamos los ocupantes, y los
tres vehículos suben a Bujaruelo
para bajar en uno de esos vehículos. No se llega a tomar el primer bus, el de
las seis, y lo hacemos en el de las siete. El amontonamiento de aspirantes a
subir a Ordesa delata a las claras que es insuficiente la frecuencia de un
cuarto de hora desde las ocho de la mañana. En nuestro caso, son las siete y
media cuando nos ponemos en marcha bajando hasta la Casa Oliván. Nos vestimos de bosque, y al poco descubrimos que han
habilitado una senda para llegar hasta bien entrado el que traemos, sin hacerlo
por la carretera. Para la próxima ya lo sabemos.
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A la salida del bosque |
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Progresando para alcanzar las clavijas |
La subida se va haciendo a buen
ritmo, el tránsito por el bosque es muy agradable. Al cabo de una hora de
marcha, y con el primer posible objetivo a la vista, el Tozal del Mallo, llegamos al punto de arranque de la Faja Racón, la hermana mediana de la de
las Flores, que a menor cota recorre
todo el macizo del Gallinero. La
dejamos a su aire y continuamos, haciendo un pequeño alto en el cruce del barranco,
ya engullidos por este circo de Carriata.
Una serie de gradas se van sucediendo hasta llegar a donde se disocia nuestra
senda, al cabo de media hora más. A la izquierda a las clavijas, y a la derecha
a la Fajeta, para eludirlas.
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Por las gradas |
EL PASO POR LAS CLAVIJAS
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Al paso por las clavijas |
Con el consenso general, optamos
por subir por las clavijas, que nos topamos en dos tramos, el primero para
superar unos pequeños espolones rocosos, y el segundo por el interior de una
corta chimenea. Continuamos superando resaltes con la ayuda de las manos, para
llegar a donde convergen de nuevo ambos senderos, punto en el que sale también,
hacia el oeste, el que va al Tozal del Mallo, para alcanzarlo coqueteando con
la curva de nivel de los 2180/2200 metros, cuya visita desestimamos al haber
salido más tarde de lo esperado, y en previsión del calor que nos aguarda por
las alturas.
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Poco a poco vamos subiendo todos |
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La chimenea del segundo tramo de clavijas |
Ya hemos dejado atrás… y abajo,
el circo de Carriata. Continuamos por el sendero con fuerte pendiente para
entrar en los dominios del de Salarons.
Seguimos a la sombra, pero con una raya de sol que se viene hacia nosotros, de
modo que antes de que nos alcance del todo hacemos una parada para echar un
bocado en torno a esa raya, así damos gusto a todos. Un descanso para el primer
respiro y echar algo al cuerpo, que lo merece el espectacular ascenso que
estamos realizando. Estamos justo debajo de los paredones que sostienen la
entrada a la Faja de las Flores, otro recorrido colgado sobre el Valle de
Ordesa, hecho en varias ocasiones, y que no hay que perderse. Sin llegar a esa
entrada desviamos nuestros pasos en sentido contrario.
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Continuando hacia Salarons |
LOS GIGANTES DEL CIRCO DE SALARONS
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Gabietos, Taillon y Pico Blanco rompen el horizonte |
La ascensión por el flanco SE se
hace a pecho, enfrentándonos a las curvas de nivel, lo que obliga a ir haciendo
lazadas para ir superándolas. Conforme se va ganando altura van emergiendo los
gigantes del lugar, los que conforman este gran circo, como son los Gabietos, con su cresterío, visitado ya
hace siete años, y el Taillon, también
en varias ocasiones, tresmiles todos ellos, y por debajo de esa mítica cota,
sus escuderos, el Pico Royo y el Pico Blanco, cuyos nombres delatan la
geomorfología del lugar, donde se combinan las areniscas con las calizas.
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En plena ascensión |
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A punto ya de conseguirlo |
Todo ello se contempla en un alto
que hacemos, pudiendo contemplar también todo el largo y generoso cordal que
continúa: Dedo, Falsa Brecha, Bazillac, Brecha de Rolando, Casco, los picos de Marboré,
que son varios, el Cilindro entre
otros, el Perdido, el Añisclo… siendo el cercano Pico Gallinero el que rompe ese
horizonte. Excepcional escenario el que tenemos a nuestros pies, al que son ajenos los miles de visitantes que pululan por el fondo de este Valle de Ordesa,
a más de mil metros por debajo de nosotros. Cuanto más arriba más selección,
cuanto más arriba más pureza.
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Espectacular telón de fondo |
LLEGADA A CUMBRE
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Ralleras antes de la cumbre |
Tras unos pendientes tramos de
tasca, que va dejando paso a la descarnada piedra, se alcanza un punto en el
que se abre la visión sobre los abismos de la cabecera del Valle de Broto, con su
población más alta, que en Pleno Municipal del 23 de diciembre de 2013 acordó
por unanimidad cambiar el nombre a Torla-Ordesa, para identificarlo más con el
Parque Nacional en donde tiene gran parte de su término. Pero las montañas,
ajenas a todo ello, siguen ahí, donde han estado desde hace millones de años, y
que esta, hoy, aguarda nuestra visita. Una visita precedida por el tránsito por una estrecha rallera a dos aguas, que
se pasa sin mayores problemas, para ya la ascensión final, que se materializa a
algunos minutos pasado el mediodía, en plena efervescencia tras el chupinazo en
la plaza consistorial de la capital navarra.
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Peña Blanca, Punta Narronal y Tendeñera al fondo |
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Circo de Salarons. Impresionante |
Una cumbre alcanzada, siempre con
su plácet, y que nos abre nuevos horizontes, los que nos faltaban, los de la
parte norte, con unas impresionantes vistas hacia la cuenca por la que
descenderemos a Bujaruelo. Toda la sierra de Tendeñera, valle del Ara,
los macizos panticutos y el imprescindible Vignemale.
La vista y el alma se expanden hasta el infinito. Toda una recompensa al
esfuerzo. Tres cuartos de hora en cumbre no son suficientes para empaparnos de
la grandeza que nos rodea, ni tres cuartos de año lo serían, ni tres cuartos de
vida tampoco… imposible abarcarla desde nuestra pequeñez. El Gran Hacedor de
las Montañas estuvo inspirado el día que puso estas en marcha.
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En la cumbre de Mondarruego |
EL ESCUZANA Y SU FAJA
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En el collado de Escuzana |
Desde los 2845 metros, el punto más
alto de nuestra travesía de hoy, se nos ofrecen varias alternativas, la del Narronal y la del Pico Escuzana. El pequeño mundo del primero está compuesto por la Peña Blanca y la Punta Narronal, estandartes de Bujaruelo, y que albergan un pequeño
y agónico ibón. Tras desestimar su visita, descendemos hacia el collado de
Escuzana, al que volveremos tras ascender este pico, que con sus 2766 metros es
la segunda y definitiva cota de la jornada.
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En la cumbre de Escuzana |
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Al paso por la faja |
Una vez en el collado de nuevo,
tomamos el camino que nos lleva a la base de los enormes morrones que sostienen
esta última cima visitada, junto a los cuales discurre la Faja de Escuzana, que recorremos durante tres cuartos de hora de
auténtico asombro por la gran panorámica que nos ofrece. Es un sendero colgado
sobre grandes abismos, que no ofrece ninguna dificultad, salvo un pequeño paso
en el que hay que echar manos, y que le da el puntito a este vivo tránsito.
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Un marco increible |
EL DESCENSO FINAL
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Algún nevero tardano |
El término de la faja nos deja en
el cono de deyección que forman los paredones del cresterío norte del Escuzana,
con el arranque de los de Gabietos. Un asombroso barranco seco en el que se
reparten a partes iguales las rojizas areniscas al norte y las blancas calizas
al sur, y siempre que lo contemplamos nos hacemos la misma reflexión acerca de su
relación, si será desafiante o calma, si finalmente, y tras la orogenia alpina,
se habrán quedado ya conformes en su lugar.
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Blancas y negras, ¿quién comienza la partida de damas? |
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Echando manos para alcanzar la Forqueta de Gabieto |
Tentador es acortar terreno y
bajar por el barranco de Gabietos,
pero hay que ir a lo seguro y pasar por la Forqueta
de Gabieto, alcanzándola echando manos en los últimos compases. Otro mundo
se nos abre a los pies, el vertiginoso descenso por el barranco de la Forqueta por el que, primero por pedrera y luego por
tasca, descendemos los más de quinientos metros que nos separan de la casa de eléctricas, en el fondo del
valle, que alcanzamos tras más de hora y cuarto de vertiginoso descenso, con un
alto intermedio para descansar y disfrutar de las aguas del barranco. Otro
breve al llegar al fondo de Sandaruelo, y en menos de otra hora alcanzar ya el destino, San Nicolás de Bujaruelo, a donde llegamos tras 10 horas
de tiempo total, del que 5h 45’ han sido en movimiento, habiendo recorrido 14,5 km,
que no hacen justicia, y salvar un desnivel acumulado total de en torno a los
1800 metros D+/-, que sí hacen justicia. Culminado todo ello con un refrescante baño bajo ese puente medieval que tanta agua por debajo y tanto viajero por encima habrá visto pasar.
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Llegada a Bujaruelo |
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Bujaruelo en la década de los 70 |
Es habitual en este Hijo de la
Tierra, concluir sus crónicas con los datos finales, unos fríos datos que, a
poco que se interioricen no tardan en coger calor. Pero permítasele, y también
para hacer justicia, hacer una excepción con este momento y este lugar. Para
todo hay una primera vez, a la que siempre que la memoria lo permita se está
vinculado mental y sentimentalmente, y lo estamos con este lugar, porque aquí, en torno a cincuenta años, comenzó a gestarse algo que ha ido tomando forma
a lo largo de todo ese tiempo. Fue la génesis de nuestra relación con las
montañas, una relación que ha tenido altibajos, como todas, pero aun en sus
peores momentos ha estado ahí, latente, y a la que hemos vuelto
incondicionalmente una y otra vez. Una relación con un balance entre lo que se
da y lo que se recibe en claro déficit por nuestra parte, que ha marcado toda
nuestra vida y que nos lleva a un profundo agradecimiento, tanto a las montañas
como a los que nos han acercado a ellas.
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