IXOS MONS
Ainielle (1355 m)
Martes, 8 de enero de 2019
“Como arena, el silencio sepultará mis ojos.
Como arena que el viento ya no podrá esparcir.
Como arena, el silencio sepultará las casas.
Como arena las casas se desmoronarán.
Oigo ya sus lamentos.
Solitarios. Sombríos.
Ahogados por el viento y la vegetación”
|
Panel interpretativo al comienzo de la ruta |
Con
este párrafo del libro “La lluvia amarilla”,
de Julio Llamazares, comenzamos el deambular de una jornada por los páramos de
Sobrepuerto. Un párrafo que destila amargura, que destila vacío, que destila
tantas y tantas sensaciones que acongojan el alma, que hacen un nudo en la
garganta, que humedecen los ojos y que aprietan los dientes. Unas sensaciones
que sin duda recorrerían de un plumazo las mentes y los corazones de aquellos habitantes
de las 11 casas de uno de los pueblos más altos de los Pirineos, cuando a
finales de la década de los cincuenta del siglo pasado, sus casas, sus tierras,
sus propiedades particulares y comunales, así como su historia, sus recuerdos y
su dignidad se quedaron allí para siempre.
|
Listos para la marcha |
|
Parroquial de San Martín, en Oliván |
Los
cinco grados bajo cero de Oliván no iban a poder con la calidez con la que se
iba a abordar la salida de hoy por los montes de Sobrepuerto. Y así tenía que
ser para contrarrestar la frialdad que suponen décadas de abandono de cada uno
de los habitantes de la decena de pueblos que lo habitan. Sí, más vale hablar
en presente para sentir que siguen vivos, porque siguen vivos si lo están en el
recuerdo. Hoy, con Sara, Pepe y Miguel, nos acercamos a uno de ellos, quizá el
más representativo, quizá el más presente en la memoria colectiva, porque mucho
se ha escrito sobre él, desde el famoso libro antes citado, homenaje de Julio
Llamazares al último habitante de estas tierras, verdadero adalid de la
resistencia, hasta tantas y tantas publicaciones de corte etnográfico
publicadas sobre esta tierra. Hoy nos acercamos a Ainielle, que por unos
momentos podrá revivir lo que es acoger a seres humanos entre los restos de sus
casas, entre las barzas, entre las voces ahogadas por el silencio solo roto por
el ulular del viento.
|
Reciente señalización del PR-HU 3 como Sendero Turístico de Aragón |
|
Restos de la morrena lateral que afloran |
Y
lo hacemos por la ruta de la “lluvia amarilla”, transitada por el PR-HU 3, que recientemente
ha venido a formar parte de la nutrida red de Senderos Turísticos de Aragón. El
barranco de Oliván es una de aquellas salidas sin retorno, y que nosotros vamos
a tomar como entrada a Sobrepuerto, y lo primero que te encuentras al salir de
la población es un vestigio de la última glaciación, de la que nos queda como
testigo esa morrena lateral del glaciar que cubría todo el valle de Tena. El
sendero arranca con fuerte pendiente para superarla, no sin antes pasar por un
pequeño monumento homenaje al jaqués Félix Casanueva Betés, afincado en Sabiñánigo
e impenitente correcaminos pirenaico.
|
Fondo del barranco de Oliván, sabedor de que le queda poco para rendirse al Gállego |
|
Comienza el día, también para este viejo tronco |
El
sendero, que va tomando altura, nos va dando una gran perspectiva sobre este
barranco de Oliván, gran arteria de estos montes de Sobrepuerto, al que acuden
otros laterales que tenemos que ir pasando mientras recorremos un
extraordinario cajicar que, de vez en cuando, nos ofrece unos grandes ejemplares
que invitan a pasarlos con gran respeto. Al cabo de una hora, nos topamos con
el arranque de un sendero que baja al seno del barranco para cruzarlo, pero de
eso hablaremos a la vuelta. Tras un tramo de descenso, enseguida, nada más
pasar el barranco del Cano nuestros pasos atraviesan los campos del Solano,
señal inequívoca de que vamos llegando a Berbusa, meta volante de hoy.
|
Viejos caminos |
|
Llegando a los campos del Solano |
Y
llegamos, ya lo creo que llegamos. Se trata de un pueblo situado en las faldas
del monte de Cantalobos, de no más de una decena de casas en torno a la
parroquial de San Pedro, que las barzas no paran de engullir. Y con dos
escuelas, según los informantes, lo que no deja de sorprendernos. Junto a una
de ellas nos viene a la memoria esa canción que compuso Patxi Andión como homenaje
a la figura del maestro rural, concretamente a ese que se negaba a formar parte
de las llamadas “fuerzas vivas del pueblo”, a ese que era cabra y no oveja, y
que enseñaba a los alumnos a ser cabras y no ovejas.
|
Berbusa entre las barzas |
|
Muros conteniendo el tiempo |
El
sendero continúa junto a unas paredes que aguantan el paso del tiempo. Continuamos
por el bosque, el cruce de otros barrancos se sucede, y un camino empedrado nos
va dirigiendo hacia la entrada de otro mucho más amplio. Es el nuestro. Es el
de Ainielle, pero antes nos volvemos a encontrar otra señal de STA al borde de
un desvío que baja hacia el fondo del valle, pero que no lo indica. Se trata de
un escape a la pista.
|
Caminos de soledad |
|
Nos anuncia la proximidad del pueblo |
Definitivamente
nos metemos en el barranco final en busca de nuestro objetivo de hoy, la visita
a este emblemático enclave de Ainielle. Atravesamos un cercado en el sendero, y
un poco más adelante un gran monolito formado por piedras viejas y nuevas. Vamos
llegando a terreno domesticado, viejos campos que dieron lo suyo y que añoran
otros tiempos, el trabajo de manos rudas, el ramoneo del ganado, las idas y
venidas. Seguimos por este valle tan callado como nosotros, hasta llegar ya a
las proximidades del viejo enclave. Cruzamos el barranco homónimo y por unos
antiguos campos de labor nos acercamos al pueblo, acostumbrado ya a pasar otro
invierno en soledad… y vamos ya a por los cincuenta. Nos espera Toño, que se ha
adelantado a nuestra visita.
|
Barranco de Ainielle |
|
Ainielle |
Un
pueblo con no más de una docena de casas, con su iglesia que advoca a San Juan
Evangelista, sus quemadas escuelas, y otro de sus puntos de interés, quizá el
que más hoy en día tras la restauración del edificio. Hablamos del molino, para
el que hemos de descender como unos 700 metros. Ahí nos lo encontramos, junto al
barranco del Molino, que lo alimentaba. Muy dignamente restaurado, los elementos
exteriores esperan su turno.
|
Molino de Ainielle |
|
Interior del molino |
Volvemos
al pueblo, visitamos la iglesia, a cuya entrada nos reciben unas tumbas con lápidas
de piedra amorradas, que también se dejan acariciar por la vegetación. El día
está desapacible, un breve bocado y de vuelta. Una vuelta que, tratando de
meternos en el pellejo de los que un día marcharon y no volvieron, se hace
triste, muy triste. Solo se queda el pueblo, sola la sierra con su única compañía.
El camino de regreso lo hacemos por el mismo sendero. Pasado Berbusa tomamos el
desvío que baja al fondo del barranco de Oliván, que cruzamos como podemos. El
camino que nos conduce a la pista, con vegetación de soto de río, está adornado
con extraordinarias formaciones de escarcha helada, fruto de las bajas
temperaturas, de la ausencia de sol en el paco y de la cercanía del río.
|
Escritura helada |
|
Vadeo del río |
Una
vez en la pista es ya no dejarla hasta el punto de partida, no sin entrar unos
metros para rendir homenaje a ese viejo roble al comienzo del desvío de la
pista que sube a Susín, que también cerró los ojos cuando lo hicieron los de
Angelines Villacampa, de casa Mallau, el 7 de febrero de 2013. La pista sigue su
descenso camino del río, habiendo recogido unas decenas de metros antes el desvío
que baja de este pueblo por el GR 16 o Sendero de Serrablo, que lo atraviesa de
cabo a rabo.
|
Portento de la naturaleza... también el roble |
|
Borda y era en Oliván |
A
la llegada a Oliván visitamos la parroquial de San Martín, del siglo XI, de
factura lombarda o mozárabe, según fuentes. Y aquí terminamos nuestra historia
de hoy, con una visita a los tristes montes de Sobrepuerto, otrora habitados
por un millar de personas, y donde solo quedan sus recuerdos. Una vuelta que
nos ha costado dar casi seis horas y media de tiempo total, del que 5h y 20’
han sido en movimiento, para recorrer 19,6 km, y acumular un desnivel de 1350
metros D+/-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario