IXOS MONS
Camino del Solano
Domingo, 18 de noviembre de 2018
Dice un dicho, sabio, por cierto,
que “si no puedes con tu enemigo únete a
él”, y bueno, en realidad no es que sea un enemigo, pero sí es cierto que
contra él no hay quien pueda, por lo que más vale tenerlo de aliado. Estamos
hablando del tiempo, pero no el que rige el dios Crono, no, aunque también es
invencible, nos referimos a ese ser que rige la atmósfera y que condiciona
cualquier actividad al aire libre. Y no es caprichoso, aunque lo parezca, porque
seguro que obedece a leyes que se nos escapan, y que hacen que no esté
pendiente de nosotros. Lo que hemos de saber es que nos obliga a nosotros a
estar pendientes de él. Y como frente a todo ser vivo, hay que mostrarse con
humildad, es decir, si un día te deja, bien… y si no, también.
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Desvío para el Camino del Cielo |
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Desvío para la ferrata Cubilillo os Fils |
Hoy, el oráculo de los
predictores del tiempo, de ese tiempo, ha hablado, y ha dicho que iba a llover,
por eso nos alejamos de las montañas para ir camino del llano, en la confianza
de que nos sea más benévolo. Hoy, acompañamos a nuestros amigos en su camino a
casa. Hoy, recalamos en Riglos. Y lo hacemos para cumplir con el Camino del
Solano, ese anillo que circunda los mallos de ese reino que lo fue, aunque
fugazmente. En este caso, 8 azuandarines y 5 mayencos nos disponemos a recorrer
ese anillo, más extenso que el Camino del Cielo, pero con tramos coincidentes.
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Ya en marcha |
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El camino a punto de entrar en el barranco de la Mota |
Bueno, pues todo preparado para
la marcha. Con un tiempo notablemente peor que el de ayer, nos echamos al monte
desde Riglos. La amenaza de negros nubarrones pende sobre nosotros en el suave
arranque por el camino hasta entrar en el barranco de la Mota. Los “mallos
grandes”, esclavos de su pasado, se van quedando atrás. Dejamos a nuestra
izquierda el desvío para ese Camino del Cielo, hermano pequeño del nuestro, que
va en busca de su discurrir entre ellos y los “pequeños”, que también nos van
viendo pasar. El camino se estrecha. El camino se empina. Estamos ya en el seno
de ese barranco, entre el Paredón de los Buitres y la Peña Don Justo, que
alberga una de las ferratas decanas de Aragón, la de Cubilillo Os Fils.
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Peña de Don Justo |
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Collada de Santo Román |
Como en una hora desde la partida
llegamos a un cruce de pistas, collada de Santo Román según algún mapa. Tomamos
la nuestra, la que se dirige más al norte, para al poco meternos ya en el
sendero que se abre a nuestra izquierda, y que se puede decir que es el punto
de retorno, y quizá el de mayor altura de nuestra ruta de hoy. El cielo
acrecienta sus amenazas, y el violento y frío viento hace acto de presencia,
tanto es así, que aunque nos desviamos del sendero para asomarnos sobre la
vertical de ese imponente Paredón de los Buitres, apenas podemos llegar a unos
pasos antes de la cornisa definitiva.
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De camino hacia el marrón |
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Posando en el tercer asome |
Volvemos sobre nuestros pasos y
seguimos camino. En el segundo asome echamos un bocado, ante lo espectacular de
la panorámica y unos cielos que nos van acorralando. Nadie dice nada, pero en
la mente colectiva está que no nos vamos a librar. Continuamos camino, y una
bajada nos deposita en el del Cielo, que al poco nos deja disfrutar de las
vistas del tercer asome. Transitamos por la curva de nivel del 920 hasta que
emprendemos la subida a las campas de la Roseta, que no concluimos sin
rendirnos a la evidencia, que la tenemos que afrontar con la ropa de agua, que ya
no abandonaremos hasta llegar a destino.
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Llegando a la Roseta, con los pertrechos de agua |
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En el Ventuso |
El cuarto asome, el de Ventuso,
lo tenemos junto a esas campas, un asome que ya no disfrutamos, o al menos, no
disfrutamos tanto, ni personalmente ni como anfitriones, pero es lo que hay, y
gracias a que hasta ahora nos ha dejado hacer. A partir de aquí ya todo es
bajada, pero bajada delicada debido al estado del piso embarrado, que hace
extremar la atención. El quinto asome lo pasamos de largo, vale más no
entretenerse. La llegada al cruce del camino de la Foz de Escalete marca el
descenso definitivo, dejándonos engullir por ese circo que te acoge en sus
fauces y del que esperas siempre salir indemne.
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La lluvia cae sobre Riglos y la cuenca del Gállego |
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De regreso |
La llegada a Riglos la hacemos al
cabo de algo más de 4 horas de tiempo total, del que 3h 10’ han sido en
movimiento, para recorrer unos 11 km, y salvar un desnivel acumulado de en
torno a 770 metros D+/-. Y esta media jornada culmina en el refugio de Riglos,
donde cambiamos nuestras ropas mojadas por otras secas y en torno a una mesa
celebramos este encuentro que esperamos y deseamos haya servido para dar a
conocer un trocito de nuestros corazones pirenaicos y pre pirenaicos a estas buenas gentes de Guadalajara, que ya hacen planes para volver.
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