jueves, 29 de noviembre de 2018

Camino del Solano, con Azuandarines bajo la lluvia

IXOS MONS
Camino del Solano
Domingo, 18 de noviembre de 2018



            Dice un dicho, sabio, por cierto, que “si no puedes con tu enemigo únete a él”, y bueno, en realidad no es que sea un enemigo, pero sí es cierto que contra él no hay quien pueda, por lo que más vale tenerlo de aliado. Estamos hablando del tiempo, pero no el que rige el dios Crono, no, aunque también es invencible, nos referimos a ese ser que rige la atmósfera y que condiciona cualquier actividad al aire libre. Y no es caprichoso, aunque lo parezca, porque seguro que obedece a leyes que se nos escapan, y que hacen que no esté pendiente de nosotros. Lo que hemos de saber es que nos obliga a nosotros a estar pendientes de él. Y como frente a todo ser vivo, hay que mostrarse con humildad, es decir, si un día te deja, bien… y si no, también.

Desvío para el Camino del Cielo

Desvío para la ferrata Cubilillo os Fils
            Hoy, el oráculo de los predictores del tiempo, de ese tiempo, ha hablado, y ha dicho que iba a llover, por eso nos alejamos de las montañas para ir camino del llano, en la confianza de que nos sea más benévolo. Hoy, acompañamos a nuestros amigos en su camino a casa. Hoy, recalamos en Riglos. Y lo hacemos para cumplir con el Camino del Solano, ese anillo que circunda los mallos de ese reino que lo fue, aunque fugazmente. En este caso, 8 azuandarines y 5 mayencos nos disponemos a recorrer ese anillo, más extenso que el Camino del Cielo, pero con tramos coincidentes.

Ya en marcha

El camino a punto de entrar en el barranco de la Mota
            Bueno, pues todo preparado para la marcha. Con un tiempo notablemente peor que el de ayer, nos echamos al monte desde Riglos. La amenaza de negros nubarrones pende sobre nosotros en el suave arranque por el camino hasta entrar en el barranco de la Mota. Los “mallos grandes”, esclavos de su pasado, se van quedando atrás. Dejamos a nuestra izquierda el desvío para ese Camino del Cielo, hermano pequeño del nuestro, que va en busca de su discurrir entre ellos y los “pequeños”, que también nos van viendo pasar. El camino se estrecha. El camino se empina. Estamos ya en el seno de ese barranco, entre el Paredón de los Buitres y la Peña Don Justo, que alberga una de las ferratas decanas de Aragón, la de Cubilillo Os Fils.

Peña de Don Justo

Collada de Santo Román
            Como en una hora desde la partida llegamos a un cruce de pistas, collada de Santo Román según algún mapa. Tomamos la nuestra, la que se dirige más al norte, para al poco meternos ya en el sendero que se abre a nuestra izquierda, y que se puede decir que es el punto de retorno, y quizá el de mayor altura de nuestra ruta de hoy. El cielo acrecienta sus amenazas, y el violento y frío viento hace acto de presencia, tanto es así, que aunque nos desviamos del sendero para asomarnos sobre la vertical de ese imponente Paredón de los Buitres, apenas podemos llegar a unos pasos antes de la cornisa definitiva.

De camino hacia el marrón

Posando en el tercer asome
            Volvemos sobre nuestros pasos y seguimos camino. En el segundo asome echamos un bocado, ante lo espectacular de la panorámica y unos cielos que nos van acorralando. Nadie dice nada, pero en la mente colectiva está que no nos vamos a librar. Continuamos camino, y una bajada nos deposita en el del Cielo, que al poco nos deja disfrutar de las vistas del tercer asome. Transitamos por la curva de nivel del 920 hasta que emprendemos la subida a las campas de la Roseta, que no concluimos sin rendirnos a la evidencia, que la tenemos que afrontar con la ropa de agua, que ya no abandonaremos hasta llegar a destino.

Llegando a la Roseta, con los pertrechos de agua

En el Ventuso
            El cuarto asome, el de Ventuso, lo tenemos junto a esas campas, un asome que ya no disfrutamos, o al menos, no disfrutamos tanto, ni personalmente ni como anfitriones, pero es lo que hay, y gracias a que hasta ahora nos ha dejado hacer. A partir de aquí ya todo es bajada, pero bajada delicada debido al estado del piso embarrado, que hace extremar la atención. El quinto asome lo pasamos de largo, vale más no entretenerse. La llegada al cruce del camino de la Foz de Escalete marca el descenso definitivo, dejándonos engullir por ese circo que te acoge en sus fauces y del que esperas siempre salir indemne.
  
La lluvia cae sobre Riglos y la cuenca del Gállego

De regreso
            La llegada a Riglos la hacemos al cabo de algo más de 4 horas de tiempo total, del que 3h 10’ han sido en movimiento, para recorrer unos 11 km, y salvar un desnivel acumulado de en torno a 770 metros D+/-. Y esta media jornada culmina en el refugio de Riglos, donde cambiamos nuestras ropas mojadas por otras secas y en torno a una mesa celebramos este encuentro que esperamos y deseamos haya servido para dar a conocer un trocito de nuestros corazones pirenaicos y pre pirenaicos a estas buenas gentes de Guadalajara, que ya hacen planes para volver.



Las fotos aquí, y el track aquí.

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