Cuculo (1.549 m)
San Salvador (1.547 m)
Sábado, 12 de diciembre de 2015
San
Juan de la Peña es una de las llamadas Sierras Exteriores del
Pirineo, y entre ellas y él hay una peculiar relación. Mientras que
ellas se sienten un poco ninguneadas y miran a él con un poquito de
envidieta por su porte, por su altura, por su elegancia, él en
ocasiones admira que el tiempo se porta mejor con ellas, quizá por
su humildad, por su sumisión. Unas y otro tienen razones. En el
fondo se buscan, se quieren... y por qué?, porque se complementan,
pero no están juntas, la historia geológica, medida en eones, los
ha separado, condenándoles a buscarse permanentemente con la mirada,
enviándose mensajes en los pliegues del viento. Entre ambos, la gran depresión
del río Aragón, que da nombre al territorio hasta que se vuelve
navarro.
Arrancamos por el barranco de Carbonera (foto de José Antonio) |
En
una nueva salida del CP Mayencos, esta vez un grupo de trece,
siguiendo la tradición de más de nueve lustros, hemos subido el
Belén Montañero del Club a un monte cercano, a un monte humilde,
modesto, pero que se ha sabido buscar su hueco en el espacio visual.
Se trata del Cuculo, una avanzadilla que la Sierra de San Juan de la
Peña tiene hacia el norte, hacia los abismos de la Canal de Berdún,
cuya depresión ha ido labrando el río en su devenir durante miles,
millones de años. Un monte éste, que no sólo se aúpa sobre su
norte, sino que lo hace sobre sí mismo, presumiendo de ser el más
alto de la sierra, incluso más que su gemelo San Salvador, que por
no ser osado, por no querer despegarse de su madre, se ha quedado con
dos metros menos de altitud. De todos modos, y para evitar malos
rollos entre ellos, decidimos visitarlos a los dos, aunque el Belén
se queda colocado en el Cuculo, verdadera atalaya sobre el Gran
Norte.
Llegando al collado |
Cuatro
vehículos, que dejan su muy valiosa carga humana en el barranco de
Carbonera, junto a la pila de agua, suben a San Indalecio para
quedarse tres esperando el regreso de ese cargamento para no repetir
itinerario. Nos ponemos a la faena. Y lo hacemos por un bosque
replegado en sus asuntos, no hay nada que le motive mostrarse como
tiempo atrás, pletórico, deseoso de agradar. Ahora lo tenemos
entretenido en sus funciones internas, en sus laboratorios de vida,
de renovación, para volver a dar lo mejor de sí mismo la próxima
temporada. Y con esas reflexiones y ese respeto, y no sin jadeos
debido a las fuertes rampas, llegamos en poco más de media hora al
collado de las Eretas, donde se desgarran estos dos montes que hoy
vamos a visitar.
De contemplación |
Tomamos
dirección norte, para salir del bosque y transitar ya por sendero
entre pastizales, con buenas vistas sobre un más que amplio
territorio, que pronto nos apresuramos a reconocer desde esta sierra
que hoy hemos puesto bajo nuestros pies. Cercana visualmente, y en el
corazón, la Peña Oroel, hermana de ésta, y que la gran tormenta
geológica ha dejado varada en este mar del tiempo un poco más a
levante, y cuya proa se alza orgullosa resistiendo los cierzos más
airados. Otros cuarenta minutos desde el collado y aquí estamos, con
el portal, sus figuricas y alguna herramienta para sujetarlo.
En la Atalaya |
Fotos
y más fotos. Burbujas al aire para celebrar un año más la llegada
de la Navidad, que amén de respetables y particulares connotaciones
religiosas, es una época entrañable y de recogimiento, como la de
esos árboles que poco caso nos han hecho hoy a nuestro paso. De
vuelta al collado para tomar la senda del Maquís, y por otra fuerte
rampa llegarnos hasta San Salvador y su ermita, donde se nos abren
espectaculares vistas al sur y a poniente, sobre la cuenca del
Gállego. Tristes montes sin apenas ramoneo. Este monte, dos metros
más bajo que el Cuculo, a diferencia de éste, tiene vértice
geodésico. También tiene una extensión hacia las tierras de Bailo,
en cuyo extremo una bandada de buitres está oteando el horizonte. Y
como no queremos ser menos, hacia allí que nos dirigimos nosotros
también. Queremos ver lo que ellos, sentir lo que ellos. Y lo
hacemos, la travesía aérea nos lo permite.
Ya
de vuelta a la ermita, para comenzar ya nuestro regreso por la senda
del monte para eludir la pista hasta el último tramo, que nos lleva
ya a la pradera de San Indalecio, que atravesamos para llegar a los
vehículos, tras haber pasado una extraordinaria mañana de monte, en
muy buena compañía. El track del amigo José María, arroja los
siguientes datos: para una distancia de 10.8 km se ha invertido un
tiempo total de cerca de 5 horas, con casi 3 en movimiento. El
desnivel se cifra en casi 900 D+ y más de 700 D-.
El
track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11671096
Qué alegría el veros
ResponderEliminarSí, hubo buena representación. Gracias.
Eliminar