domingo, 8 de noviembre de 2015

El Turbón, vigía de los Pirineos

AQUERAS MONTAÑAS
El Turbón (2.492 m)
Sábado, 7 de noviembre de 2015



"Cuan hi ha boira en el Turbón, hi ha aigua en tot Aragón"
"Cuando hay nube en el Turbón, hay agua en todo Aragón"

            Esto es lo que dice la tradición, y algo de cierto habrá, sin duda. Pero, afortunadamente, no es el caso de hoy. El veranillo de San Martín se ha adelantado unas fechas, y nos trae unos días despistados, pero decididos a dejarnos disfrutar de los últimos estertores de un buen tiempo que se tropezó con un otoño con prisas, pero que finalmente ralentiza su marcha, ofreciéndonos buenos días de monte todavía. Hoy, nace una nueva jornada con ese cartel en la frente, y no vamos a desaprovechar esta oportunidad, quizá de las últimas… aunque tal y como está el patio cada vez es más arriesgado hacer predicciones.


Progresando por el pastizal
            Con Olga, Ástrid, Josemari, Paco, Toño, Carlos y Luis, emprendemos esta nueva aventura mayenca para ir poniendo muescas en el calendario de montaña del club. Hoy toca el Turbón, ese vigía de los Pirineos, que sin perder sus esencias ribagorzanas, mira con atención a ese amplio, amplísimo espectro visual que se alcanza desde su cima. Una cima varada sobre un gran anticlinal entre amplias depresiones, y símbolo de la comarca. Una cima sobre la que pesa otra de esas leyendas que han ido pasando de generación en generación en las acogedoras cadieras en los largos inviernos de tanto pueblo salpicado por el territorio a lo largo y ancho de sus amplias faldas. Una cima, decimos, sobre la que se posó el arca de Noé cuando se retiraron las aguas tras el Diluvio Universal, y en la que dijo: "ya turba l´arca" que en nuestra lengua significa: "ya embarranca el arca", de ahí viene el nombre de Turbón, y a él nos dirigimos hoy.

Fuente Canals
            Tras posicionarnos en Campo, nos acercamos hasta Vilas del Turbón, donde dejamos los vehículos, y sin más preámbulos nos ponemos a la marcheta, que comenzamos por la pista, que nos va subiendo hasta dar con un desvío, que nos mete en el bosque por marcada senda, y a tramos impracticable de barro, y que se va alternando por claros en los que el suave pastizal hace las delicias del pisar. Unas estacas con la cabeza pintada de rojo nos van llevando.



Camino del Turbonet
            Abandonamos la curva de nivel que agradablemente nos ha ido acompañando por el bosque y nos metemos por fuerte pendiente a uno de los brazos del barranco Canals, que nos obsequia con una fuente en su comienzo, como para advertirnos de que nos queda una buena pechugada hasta el collado de Pasaturbiello, donde se nos abre una magnífica vista sobre todo el somontano norte, y cómo no, sobre todo el Pirineo Axial. No podemos por menos que rendir culto durante unos minutos; y con un brusco giro hacia el W, que pronto se torna en SW seguimos ganando altura por cómodo sendero entre tasca, para acercarnos hasta las proximidades del Turbonet, que con sus poco más de 2.300 metros quiere hacerle sombra a su patrón, pero sabe que no puede.

            Los dos forman sendas rayas de norte a sur. Entre ambas, un profundo y espectacular valle se abre ante nosotros, el de San Adrián, que desde bien abajo va buscando el collado de Porroduño, esa comisura que cierra en herradura por el sur la configuración cimera de este gran macizo. Grandes paredes las configuran, y con la duda nos quedamos de si alguna de ellas esconde alguna costura para vertical, muy vertical, dar acceso por alguna canal.



Cima delTurbón
            Una amplia loma nos lleva ya a dar el giro hacia el norte, para dirigirnos hasta la cima, que con sus 2.492 metros altiva se alza sobre la depresión de Campo. Un vértice geodésico, con buzón de cumbre, a sus pies, nos indica que hemos llegado a lo más alto. Un poco más al norte, una prolongación de esta ancha raya alberga unas antenas alimentadas por placas solares. También dispone de una mesa de orientación, en la que los nombres de todo lo que la vista abarca se agolpan en el panel, porque son muchos los montes que se divisan en el arco de casi 180º.

Barranqueando
            Vuelta a bajar a una pequeña collada, y nos encaprichamos con una cima menor, encabezada por un gran hito, a la que nos acercamos desviándonos del regreso por el tramo superior del barranco, pero con la intención de volver a él para encaramarnos a las faldas del Turbonet e iniciar el descenso por donde hemos subido o por algún lugar próximo a él. Este barranco, con el nombre bastante clarificador, de La Torcida, nos encandila, nos atrapa, nos lleva hasta sus fauces y nos reta a bajar por él. Es un desafío que con cierta reticencia llevamos a cabo, exigiendo a lo largo de una hora nuestra máxima atención para ir bajando los innumerables resaltes entre sucesivas chimeneas. Cuando atragantado de nosotros nos expulsa, nos deposita en su cono de deyección, una incómoda glera en la que no somos capaces de encontrar esa ideal piedra para dejarse llevar. Otro más que paciente cuarto de hora para llegar a un claro soleado, donde descansamos brevemente de cuerpo y alma.



            Seguimos bosque abajo, por una estrecha senda bien visible a tramos, y comida por la vegetación en otros, y que sólo con nuestra perseverancia nos conduce a la que llevábamos de subida, que en unos minutos, y por los mismos barros, nos va bajando, alternando por esos claros de bosque, hasta la pista, que en otros veinte minutos nos deja ya en los vehículos.

          Jornada soleada de principio a fin. Jornada en la que hemos empleado un tiempo total de 7h 30’, del que casi 5h han sido en movimiento, para hacer más de 15 kilómetros y 1.335 de D+ y D-, visitando la cumbre del macizo por excelencia de la baja Ribagorza, con una magnífica compañía, cumpliendo un nuevo hito del calendario de la Sección de Montaña del CP Mayencos.


  


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