Punta Espata (2.202 m)
Lunes, 16 de noviembre de 2015
Inédito grupo humano hoy para
hacernos un monte conocido, familiar, amable, pero algo lejano. Con Sara, Eva y
Albertico Ciclón, tras tres, no vamos a decir tristes, días de intenso batallar Camino de Santiago arriba
y abajo, hacemos más altura subiendo a la Punta Espata, esa punta que se
muestra como punta pero que no es punta. Esa punta que nos engaña. Esa punta
que conforme te vas acercando te va mostrando su realidad… realidad escondida
tras una punta.
Subida a la fuente del Paco |
No son aún las ocho y media de
una mañana que no engaña, ésta no. Fresca y serena. Cogemos con manos y pies el
camino viejo de la fuente del Paco. Y para los que no sean del terreno,
aclararemos que el nombre no le viene de ningún Francisco que así la bautizara,
no. Su nombre viene de que por estos pagos, paco es sinónimo de sombra, umbría,
cara norte, en definitiva. Sí, paco y solana son dos términos muy usados para
determinar por dónde te mueves. Dicho de otra manera, los pacos gustan en
verano y las solanas en invierno. Pero hay que estar a todas, y hoy toca
meternos por las faldas de la Selva de Villanúa, por su paco.
Fuente del Paco |
El primer tramo es bastante
pendiente, hay que tomar altura. En poco está ya el llegar a una anchura del
camino, que coincide con la calma de la pendiente. Delicioso pasear hasta la
fuente, a la que se llega en poco más de media hora. Situada junto a un refugio
forestal, con el que media la pista, y que de algún apuro nos ha sacado en otro
tiempo. A partir de aquí, la pista se vuelve pedregosa, de más incómodo pisar,
pero pronto se acaba, porque al confluir con el paso del río, no cambiamos de
margen y nos metemos por un sendero que pronto lo cruza para seguir por él,
convirtiéndose en trocha por momentos. Duras rampas.
Duras rampas para alcanzar el collado |
En menos de una hora desde la
fuente, y tras un conato de llegar ya a la pista, lo hacemos definitivamente en
el codo del cubilar. El tímido sol viene a nuestro encuentro, y se lo
agradecemos posando ante él echando unas viandas al cuerpo… para que luego
digan. Volvemos a la sombra. ¡Qué pereza! Nos dejamos engullir por el barranco, para que con apenas desnivel llegamos al punto
donde se toma el sendero para ir subiendo impenitentemente hasta el collado.
Media hora de jadeo. Sol otra vez.
Rocas cimeras |
Collado formado entre el Espata y
el Bacún, y que nos da vista a la cuenca que de Bucuesa trae las aguas del
Aurín, regando las tierras de Acumuer en primer término, y llegando hasta el
Gállego cerca de la población homónima con el río. Pero nosotros a lo nuestro,
que no es otra cosa que terminar la faena subiendo hasta la cima. Una cima
ocupada por unos artilugios de hierro que recuerdan la importancia simbólica de
las cumbres, como antenas dirigidas hacia lo más alto, de donde captan todo lo
que por ahí transita.
Vida en el camino |
La mañana sigue serena. Salvo
nieblas en los fondos de los grandes valles, la visibilidad es total. El macizo
de Collarada, indiscutible protagonista del espacio, se alza orgulloso ante
nosotros. Abismo por los cuatro costados. Abrazos, bocado, trago, fotos,
contemplación… y para abajo, a desandar lo andado, hasta el collado, y luego
hasta la pista, que seguimos como una hora hasta dar con el llamado Camino
Viejo de Collarada, un sendero que la cruza y que une Villanúa con la Trapa. Lo
tomamos, y al cabo de media hora más de transitar por el bosque y de cruzar la
pista en varias ocasiones, llegamos al punto de partida a las dos en punto.
Hemos recorrido 17,1 km, en 5h 40’
de tiempo total, del que 4h 20’ ha sido en movimiento, para hacer en torno a
1.300 metros de D+. Una mañana diez, que seguro, seguro, es de las últimas de este tiempo despistado…
Otras vendrán.
Las fotos, en: https://picasaweb.google.com/chematapia/PuntaEspata2202M02
El track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11501916
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